DIONISO LIBERADOR

Mª Victoria Espín

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Dioniso y Osiris


Siempre amado Dioniso: que tu camino, trazado por la conjugación de la luz y la oscuridad, se abra ante nosotros; permanece e ilumina este mundo agonizante.
En la noche de los tiempos cuando todo era silencio y soledad, iniciaste un viaje de descenso que nosotros seguimos, retornar es nuestro afán.
Dioniso, hazte presente, nada importa sino Tú, "Amor que mueve al sol y las demás estrellas".

Dioniso es la encarnación, el sacrificio, la renuncia, la receptividad, el espacio, el tiempo, la vida. Entregándose hace posible el devenir, donde se conjugan los contrarios y se concilian las oposiciones; en armónica unión genera una y otra vez la posibilidad de un renacimiento a un mundo que excede los límites de lo espacio-temporal. No siendo es posible Ser, de hecho no hay otra manera.

En la obra de teatro Noche de Brujas, las mujeres le dicen al Diablo, uno de los aspectos de nuestro Dios:

– Nosotras te amamos. Te debemos la vida.
– Las plantas de la tierra se han conjugado en un solo árbol, que eres tú, que da la vida sin hacer preguntas, tan levemente que casi no se nota.
– Como una trama tan extremadamente delicada que nos sume en el vértigo y simplemente te impones como la única realidad posible.
– Pero en verdad ¿Quién eres?
– Sí. ¿Quién eres?

Contesta el Diablo instruyendo a las brujas:

– Les confiaré mi último y más preciado secreto; soy un problema, ya lo veis. En el gran teatro del mundo yo no soy nadie, no existo en verdad, aunque soy capaz de tomar todas las formas. ¡Vaya sorpresa! «Dorsa Tanem non habemus». Los diablos no tenemos trasero. Y si no tengo trasero ¿quién soy en verdad? Mi existencia constituye, pues, el problema de la identidad. Pero igualmente el comienzo de una grandiosa sinfonía, la página en blanco en la que podéis empezar cualquier historia…[1]

Hay que dejar de aprender, incluso borrar lo aprendido, para poder aprehender. ‘Disolver para coagular’. A Dioniso se le puede calificar de muchas y variadas maneras, decir que es sorprendente es una de ellas. En algunos escritos órficos se le llama Vino.

Museo y su hijo van más allá, y prometen a los justos recompensas mayores aún. Los conducen después de la muerte a los campos elíseos; los sientan a la mesa coronados de flores, y pasan su vida en medio de festines, como si una embriaguez eterna fuese la más bella recompensa para la virtud.[2]

*   *   *

La creación corre a cargo de Zeus, que junto con sus hermanos: Poseidón y Plutón, conforman una tríada que es expresión de la unidad en los planos demiúrgicos; dividiéndose entre ellos la soberanía de los tres mundos: Zeus, el cielo, el aire; Poseidón, el agua; finalmente Plutón, Zeus infernal, la tierra. Dicho esto, añadiremos que:

Toda la demiúrgia divisible está en dependencia de la mónada de Dioniso [3].

En la genealogía órfica se suceden en el gobierno del mundo: Fanes, Noche, Urano, Crono, Júpiter y Dioniso. Este último recibe el dominio sobre el universo directamente de su padre Zeus que,

lo asienta en el trono real, le entrega el cetro y le hace rey de todos los dioses encósmicos.[4]

Diciéndoles:

Oídme, dioses, es a este a quien yo os doy como rey
a vosotros, los inmortales, y le atribuyo
las primerísimas honras.
Aunque es joven y un niño aficionado a las fiestas.[5]

Sin embargo:

Crecía Baco y los Titanes todos reventaban de envidia y al final como no era posible ocultarlo, decidieron despedazarlo [6]

También Hera, celosa, lo aborrece, como a todos los hijos de Zeus nacidos fuera de su matrimonio, e instiga a los Titanes a matar al niño. Estos, para llevar a cabo su fechoría, atraen a Dioniso con unos juguetes (tabas, peonzas) y un espejo [7].

Hace tiempo que los teólogos han convertido el espejo en el símbolo de la capacidad del universo para llenarse con el intelecto. Por eso dicen que Hefesto fabricó un espejo para Dioniso y que cuando el dios se miró y vio su imagen emprendió la creación de todo lo particular.[8]

En la esfera central del Árbol de la Vida podemos ver a Apolo y a Dioniso, uno como la luz, el otro como la parte oscura de Tifereth, la que mira hacia abajo haciendo posible los planos siguientes.

*

La amada es la muerte, a ella busca el iniciado esperando, anhelando su beso final. La muerte a un plano libera el alma, y con ella a Kundalinî, de ese plano.

Los maestros herméticos del Renacimiento, que recogieron las enseñanzas de Platón y la mitología órfica y greco-romana, hablaban de los misterios del Amor identificándolos con los misterios de la Muerte, que son al fin y al cabo, los misterios de la iniciación, y explicaban que morir era ser amado por un dios, y viceversa, que amar era morir o ser muerto por un dios.[9]

Eros, Amor, es compañero de Baco; en despliegue múltiple y exuberante resplandece a su lado. También la muerte es compañera del Dios. Dioniso nos impulsa con frenesí a conocer y gozar de la plenitud del cosmos, a vivir y agotar la vida para así aceptar la muerte que lo libera en nosotros; en todo aquel con quien ella se desposa. Dioniso vence a la muerte y con Él, el iniciado. Es todo esto muy paradójico, por un lado hay que amar el mundo o por lo menos no temerle para poder desprendernos de él y aceptar su (la) muerte; por otro amar la muerte y no temerla, para poder vivir plenamente. Dioniso nos arrastra al inframundo para que le encontremos y una vez entregados a Él, ascender o descender sin problema por los tres mundos, que en definitiva son su reino.

Convertido ahora, por la comunión solar, en el Rey del Mundo, el aspirante podrá entonces ser absorbido enteramente en la función sacerdotal y escapar de la cosmogonía, que se le ha revelado, utilizando su identificación con ella como un soporte vivo de transmutación inefable.[10]

Una vez delante de Osiris, el difunto glorifica al ‘Dios del Corazón Detenido’. Con los brazos elevados en adoración frente al dios inmóvil, a cuyo lado se encuentran Isis y Neftis, el difunto pronuncia las fórmulas sagradas… A partir de ese momento la Unión mística está hecha: el difunto y Osiris son un solo ser.[11]

Hemos incluido esta cita referida a Osiris, conscientes de la semejanza entre estas dos deidades. Al igual que Dioniso, Osiris es despedazado y sus restos dispersados, y luego recuperados por Isis, excepto su falo que no aparece[12]. Ambos pasan un tiempo en el inframundo; leemos al principio del Libro Egipcio de los Muertos:

En los conjuros que aquí comienzan, se narra la salida del alma hacia la plena luz del día, su resurrección en el Espíritu, su entrada y sus viajes en las regiones del Más Allá.

El viaje iniciático a través del complicado laberinto que es el alma inferior, en la barca de Ra donde la diosa Nut es la vela, nos lleva hacia el centro, a los Campos de los Bienaventurados, allí brilla Amor. ¿Acaso nuestro Dios es distinto de Amor? En este viaje post mortem, Hermes es psicopompo, y de su mano camina el iniciado siempre guiado y aconsejado por Él, al igual que Tobías por el arcángel Rafael. Este conductor extraordinario, sin el cual no podríamos cruzar el laberinto en pos del centro, nos lleva hasta Dioniso para que nos unamos a Él y resurjamos cual nuevo Osiris, encarnando la potencia que genera los mundos.

– Nuestro amo eres tú, el falo primordial.
– El esperma del mar y la nube.
– La potencia siempre renovada, y el acto continuamente virgen.[13]

El cruce de una puerta en el viaje mistérico supone el conocimiento de dicha puerta, el poder nombrar sus partes; o sea ser esa puerta. En el momento en que el iniciado está en posesión de la palabra secreta correspondiente, la entrada se abre. La puerta en realidad es una síntesis del conocimiento al que ella nos introduce. Conocimiento que en la medida en que se va encarnando «desarrolla» un espacio intelectual, o mejor introduce al ser en él. Así el peregrino puede continuar viaje por los mundos del alma.

Ciertamente, después de haber sido purificado,
me encuentro en el curso del largo viaje.
He conseguido dominar el Mal que manchaba mi Corazón.
He desterrado mis Vicios y arrancado los Pecados que
mi Carne ha cometido en la vida terrenal.
Permitidme, pues, entrar, ¡oh vosotros, Guardianes de las puertas!
¡Pues de ahora en más soy uno de los vuestros!
¡Me dirijo hacia la Luz del Día Eterno!
Marcho dueño de mis actos.
Vosotros, Espíritus de Luz, sabed:
Que los caminos misteriosos de la Región de los Muertos me son familiares
Y también lo son los Senderos de los Campos de los Bienaventurados.
Arribo, después de haber vencido la resistencia de mis enemigos…
No obstante, veo, allá en la Tierra, mi cadáver:
Descansa en su ataúd inmóvil…[14]

– Atraviesa la Puerta y acércate,
Dijo la voz de Thoth invisible.
– Primeramente dime, ¿por qué razón llegas aquí?
– Vine hasta aquí para que me anuncien.
– ¿Cuál es tu condición? ¿qué clase de hombre eres?
– Yo estoy purificado de todos los pecados.
No obedezco a las imperfecciones de los hombres
Que siguen las imperfecciones del momento.
¡Yo no soy de ellos!
– Te anunciaré a la divinidad que es protegida
si me dices todavía lo siguiente:
¿Cuál es el nombre de la divinidad
Que está protegida por el Cielo de Fuego,
Que se halla rodeada por una Muralla de dioses-serpientes
Y que reposa sobre la superficie de las aguas corrientes?
¿Quién es?
– Es, ¡Osiris!
– ¡Atraviesa el Umbral! Sí, verdaderamente podré anunciarte.
¡Debes saber, pues!
El Pan de tu Comunión,
El Vino de tu Comunión
Y todas las ofrendas sepulcrales que se te destinan
¡Son emanaciones del Ojo de Ra! [15]

Plutarco, dice en su Isis y Osiris que este último nació el primero entre sus hermanos y que en el momento de su nacimiento se oyó una voz que decía: «El señor de todas las cosas aparece bañado por la luz». También que Crono, entregó Osiris a Pamylés para que lo criara y le encargó instituir las fiestas de los Pamylias, y añade, parecidas a nuestras Faloforias.[16]

Osiris enseña a los egipcios la agricultura y a adorar a los dioses. Se une a sus hermanas, Isis, la tierra fértil, y también a Neftis, la tierra estéril, cuando el Nilo inunda las zonas más alejadas de sus orillas. De esta última unión nace Anubis, al que su madre abandona por miedo a Tifón, su esposo, y al que recoge Isis ocupándose de él. Aparece junto a Horus, hijo de Isis, en la pesada de las almas.

Ahora percibo mi concepción por Isis
y mi engendramiento por Neftis
Isis y Neftis dan a mi vida dulzura y dicha

El alma es la tierra fértil, el cuerpo la estéril, aunque puede ser purificado y sublimado.

Osiris es asociado al agua[17], de ahí el Nilo [18], símbolo por excelencia del Dios en Egipto; y también es vinculado, como Dioniso, a la vegetación y la agricultura.

Qué es lo más temido: el sexo, la oscuridad, el silencio. La energía sexual, que en Occidente ha pasado de ser reprimida a consumida, más bien habría que verla como la presencia de otros estados en el ser humano, de hecho esa potencia es Kundalinî, la serpiente de Shiva que yace dormida en la base de la columna vertebral y que puede ser despertada e ir ascendiendo en el proceso alquímico. El principio es el final, el final es el principio, entre ellos el cosmos entero. La semilla de la vida se conserva oculta en el cuerpo, hasta el momento de la muerte en que surge a la luz, a la luz del día como dice el Libro Egipcio de los Muertos, fundiéndose nuevamente con su fuente, a la vez conservando su propia forma, que es un espejo donde el Uno se contempla.

Más allá de la dualidad, de la constante oposición entre el yo y el otro, el Ser permanece en serena presencia. Conozco tu nombre, el Silencio, el Misterio. Renunciar al mundo en sus múltiples y fragmentarias divisiones para abarcarlo en un abrazo único y total, es la entrega completa a la vida que también es muerte.

Alabado y bendito sea Dios, benditos también todos aquellos en quienes el Altísimo se complace.

NOTAS

[1] Federico González, Noche de Brujas, Auto sacramental en dos actos. Libreto en Ed. Symbolos. Filmación de la representación teatral en la página literaria del autor así como en Facebook: https://www.facebook.com/pg/federico.gonzalez.frias/videos/

[2] Platón, La República o el Estado, libro segundo, pág. 111. Edaf, Madrid 1980.

[3] Proclo, Lecturas del Crátilo… ob. cit., CLXXXII, 9-10, p. 185.

[4] Proclo, ibid., CIII, 7-8, pág. 126.

[5] Hieros Logos. Poesía órfica sobre los dioses, el alma y el más allá, ed. de Alberto Bernabé. Ed. Akal, pág. 183, fr. 299.

[6] Ibid., pág. 184.

[7] «Todo se da en la ‘rueda de la vida’, espejo y receptáculo de las energías del cosmos, las que el peregrino, en efecto, ha de reconocer en sí mismo para llegar al centro o corazón inmóvil de la rueda, allí donde se produce la identificación con lo Universal y el retorno a su verdadero origen». Federico González y colaboradores, SYMBOLOS 25-26, Introducción a la Ciencia Sagrada, «Los Peregrinajes», pág. 146.

[8] Hieros Logos, ob. cit. pág. 189.

[9] Federico González y col., SYMBOLOS 25-26, Introducción a la Ciencia Sagrada, «El Amor».

[10] Federico González, El Simbolismo de la Rueda, ob. cit., pág. 95-96.

[11] Libro Egipcio de los Muertos. Ed. Edicomunicación, Barcelona 1988. pág. 11.

[12] El miembro viril de Osiris es arrancado por Tifón y lanzado al río, donde se lo comen tres peces. Isis hizo uno de oro para reemplazarlo.

[13] Federico González, Noche de Brujas, ob. cit., 1er. Acto.

[14] Libro Egipcio de los Muertos, ob cit. Conjuro LXXXVI.

[15] Ibid., conjuro CXXV, pág. 246.

[16] Las Faloforias eran procesiones que se celebraban en honor a Dioniso. El falo era elevado con gran pompa y veneración, como símbolo de la potencia generadora del Dios.

[17] Se dice que las procesiones en honor a Osiris eran precedidas por un sacerdote llevando un vaso de agua.

[18] «El río Ganges es el esperma de Shiva, y esa semilla contiene potencialmente la energía de la Inteligencia (asociada igualmente a las letras del alfabeto sagrado del mundo, o a su sonido primordial –AUM–), o Madre Eterna, Nârâyâni, energía ordenadora y formadora, inmanente en la manifestación, inteligencia cósmica y sensible asimilada indistintamente a Pârvatî (Shakti de Shiva) y Lakshmî (Shakti de Vishnu).» Federico González, Simbolismo y Arte, pág. 50. Ed. Libros del Innombrable. Zaragoza 2004.