Hypnerotomachia Poliphili
(Lucha de Amor en sueños de Polifilo)


19. “Consagrado a los dioses Manes. Cementerio dedicado a los desgraciados cadáveres de los que enloquecieron de amor.”

Camino a la playa donde embarcarán en la nave de Cupido, nuestros protagonistas pasan por un templo destruido, un cementerio, o mejor el lugar de los manes que murieron, en unas u otras circunstancias, por un mal entendido amor. Polia insta a Polifilo a que vaya a ver los epitafios; él, siempre ávido de contemplar y conocer se interna por ese lugar donde encuentra muchas obras y textos que le llaman la atención. Señalaremos alguna de ellas. Polia, mientras tanto espera descansando la llegada del señor Cupido.

Vamos ahora con uno de los epitafios:

“En la paz y la concordia crecen las cosas pequeñas; en la discordia disminuyen las mayores.” (El caduceo equivale a ‘paz y concordia’; la hormiga a ‘cosas pequeñas’; el fuego y el agua a ’discordia’). (1)

Siguiendo con el templo-cementerio, dice Polifilo:

“Vi pintado un arco cavernoso, oscurecido por una espesa niebla y que mostraba una enorme, triste y terrible cueva… En la parte delantera aparecía un oscuro y fangoso lago helado y durísimo, y al lado derecho un monte prominente, áspero y de color rojizo y sulfuroso… bajo la bóveda cavernosa, aparecía el insomne Cerbero de tres fauces… En la horrible y pedregosa orilla del lago fétido, estaba la malvada, furiosa y cruel Tesifón, con el cabello de serpientes, implacablemente enfurecida con las almas mezquinas y desgraciadas, que caían a montones desde el puente de hierro al lago… las que lograban evitar la caída se encontraban en la escabrosa caverna con la otra horrible Furia, Megera,… Y así me parecía que las almas que estaban condenadas al fuego ardiente deseaban trasladarse al hielo, y las que fueron adjudicadas al lago entumecedor, más frío que la laguna Estigia, deseaban fuertemente entrar en las malditas y ardientes llamas para restablecerse, pero, cuando se esforzaban en saltar la distancia falaz, el puente, por fatal disposición, se dividía de tal modo que las almas condenadas al fuego eterno caían al instante en su lugar eternamente destinado. De modo similar las que intentaban huir del frío…

… en una inscripción se indicaba que estaban condenadas a las llamas ardientes las almas de los que se suicidan a causa de un excesivo fuego de amor y que estaban sumergidas en el horrible hielo las de quienes se habían mostrado obstinadamente rígidos y fríos y renuentes a él. Finalmente, vi que en el abismo odioso y espantoso en el que se encontraban el lago helado y el ardiente, a causa de su disparidad y eterna controversia, producían un terrible trueno, porque caían juntos en un abrupto precipicio que terminaba en una oscura, vasta y profundísima desembocadura e inmenso abismo, … y el abismo semejaba una absorbente vorágine… Este desgraciado y horroroso Erebo era tan perfecto y acabado que inducía a no poco espanto incluso a quienes lo contemplaban.”

Continúa el texto de Colonna, a lo largo de al menos veinte páginas, mostrando epitafios y obras de arte en este lugar dedicado, como se dice más arriba, a aquellos que murieron por demasiado fuego o por todo lo contrario. En un momento dado, Polifilo, leyendo acerca del rapto de Proserpina en uno de estos mausoleos, entra en pánico y teme que ha perdido a su adorada Polia, vuelve sobre sus pasos rápidamente hacia la playa donde ésta le espera.



Al Plutón interior de tres cuerpos y a su querida esposa Proserpina
y a Cerbero, el de las tres cabezas.

*  *  *

Cuando llega el divino Cupido ambos se arrodillan con respeto y veneración.

“Se acercaba a nosotros como un niño desnudo de hermoso cuerpo que navegaba en una barquilla, con los ojos sin velo, hacia la susurrante playa donde estábamos esperándole… mis ojos no soportaban, a causa de la desproporción del objeto, permanecer fijos en su forma celeste sino apretándome los párpados, tan rutilante esplendor rodeaba aquella cara infantil y divina, por lo que me convencí de que no me encontraba entre los mortales, sino sin duda entre los héroes divinos, viendo a un ser espiritual y celeste adquiriendo forma corpórea y mostrándose a los ojos materiales, lo cual es cosa rara y desacostumbrada… Sobresalían en su santos hombros dos alas de plumas de oro relucientes y tornasoladas de rosa y azul y verde como las de un pavo real.”

Dice Cupido:

“‘Ninfa Polia y tú Polifilo, que rendís obsequios amorosos y sincero culto a mi venerable madre y que habéis optado valientemente por mis sagrados fuegos: vuestros sacrificios, ofrecidos con pureza, están en su divina presencia y han llegado a ella vuestras devotísimas oraciones y dedicado servicio y castos compromisos. Vuestros deseos se harán realidad a causa de vuestros méritos, según habéis suplicado con vuestras oraciones. Entra pues, Polia, tranquilamente con tu único compañero en mi navecilla, porque nadie puede ir al reino y a la isla de mi madre si yo no le hago atravesar el mar como piloto y conductor’. Entonces Polia, sin demora y con viveza, tomó mi mano alegremente y se levantó en silencio pero muy decidida y, con elegante energía, profunda reverencia y amable cortesía, saltó conmigo sobre la barca sagrada, en cuya popa nos sentamos cómodamente, mientras las divinas ninfas se pusieron a remar para alejarse de la costa.”

 

Notas

(1) Ver nota de la traductora al final del libro.

*

– Las citas no referenciadas pertenecen a: El Sueño de Polífilo, Francisco Colonna. Ed. Acantilado, Barcelona 2008. Al cuidado de Pilar Pedraza.
– Las imágenes no referenciadas (salvo la coloreada por nosotros) están tomadas de la Biblioteca Digital Hispánica: Hypnerotomachia Poliphili, Venecia 1499.


20. “Libres y sin freno, navegamos alegremente”

Presentación