Hypnerotomachia Poliphili
(Lucha de Amor en sueños de Polifilo)


9. Un banquete sin igual

“En la última cortina, la matrona Mnemosine me aconsejó con mucho afecto que no temiera nada y que recibiera los saludables consejos de la reina y los pusiera en práctica con perseverancia, porque luego conseguiría sin duda un agradable resultado. Y cuando se me concedió la entrada, se ofrecieron a mis ojos cosas más divinas que humanas.”

Polifilo penetra en un espacioso patio con suelo de mosaico dividido en 64 cuadrados; recordemos que ese es el número de los hexagramas del I Ching y de las casillas del tablero de ajedrez. En una de las paredes ve pintados dentro de coronas los siete planetas con sus propiedades innatas, todo embellecido con innumerables gemas; en otra, estaban representados de igual manera los triunfos de los sujetos a los planetas dominantes. Y en la parte derecha ve:

“realizadas del mismo modo las armonías de aquellos y el viaje del alma con la recepción de las cualidades de las esferas, con increíble narración de las operaciones celestes que acontecen en este tránsito.”

La cuarta pared correspondía al cuerpo del palacio y allí figuraban las operaciones virtuosas dependientes de los planetas. En ella estaba la reina de aspecto divino sentada en un trono real con gradas cubiertas de piedras preciosas. Hallábase suntuosamente vestida y su cabeza coronada por una mitra purpúrea.

“Cuando llegamos ante tan imperial y sublime presencia nos arrodillamos reverentes y todas las servidoras y cortesanas se levantaron de sus asientos, excitadas por semejante novedad y espectáculo, maravillándose mucho de que yo hubiera llegado a aquel lugar”

Habla la reina:

“Polifilo, tranquilízate y dime: ¿cómo has entrado aquí sin daño? ¿Y cómo has escapado del funesto y terrible dragón? ¿Cómo encontraste la salida de aquellas odiosas tinieblas y ciegas cavernas?... poquísimos son capaces de llegar aquí… es justo que no te rehúse de ningún modo mi favor generoso y gratuito”.
(...)
“Bueno es que alguna vez un mal comienzo tenga un remate feliz; y, antes de que te haga hablar sobre tu firme amor y ardiente deseo, quiero que, para alivio de tus molestos afanes, te sientes a la mesa con esta noble compañía para un banquete, ya que los cielos, al socorrerte, han demostrado que mereces nuestra generosidad y hospitalidad piadosa y te han traído a nuestra triunfal morada.”

Polifilo toma asiento y cuenta cómo la corona que había encima del trono de la reina tenía pintado un busto que correspondía a Helios, sobre las alas abiertas de un águila que le miraba fijamente y continúa:

“Sucedió que por casualidad se encontraba a mis espaldas la corona que contenía la historia de Mercurio, de alados pies, … “

Sigue la descripción del banquete: música, manteles, vajillas, aguamaniles, flores, adornos, manjares, condimentos, y todo ello a la máxima potencia. Curiosamente

“nadie se llevaba nada a la boca, sino que era oportunamente alimentado por los sirvientes, excepto en la bebida”

En un momento dado señala:

“Dentro del vaso habían vertido un vino tan excelente que me hizo pensar que el dios que vendimia en los Campos Elíseos había puesto su divinidad en licor tan dulce. Ceda ante este el vino de Thasos y cualquier otra bebida preciosa”.

Y así termina este exuberante capítulo:

“Finalmente, la magnánima y excelsa reina ordenó un baile nunca visto, que se realizó sobre las losas de jaspe, exactamente delimitadas, tersas y brillantes: los mortales nunca vieron ni imaginaron cosa igual.”


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– Las citas no referenciadas pertenecen a: El Sueño de Polífilo, Francisco Colonna. Ed. Acantilado, Barcelona 2008. Al cuidado de Pilar Pedraza.
– Las imágenes no referenciadas (salvo la coloreada por nosotros) están tomadas de la Biblioteca Digital Hispánica: Hypnerotomachia Poliphili, Venecia 1499.


10. ‘Medium tenuere beati’

Presentación