VENUS VIVE

locomotora y vagones de un tren de vapor

EN EL TREN

Queremos añadir unas palabras a la reseña que hicimos en su día de la obra de teatro En el Tren.

En ella se dice que el héroe y el traidor son un mismo personaje y, puesto que este viaje es en pos del Conocimiento, para poder llegar a Destino, que no es sino el Origen, ha de ser resuelta la dualidad héroe/traidor, lo cual requiere una aceptación y un reconocimiento por parte de cada cual del héroe y el traidor que es uno.

El traidor, finalmente es el tonto y hay que ver la cantidad de formas en que la tontera se manifiesta. De tantas maneras que inevitablemente nos pillará por alguna de ellas

¡Que Zeus los libre de los males, y de todos ellos el peor, o sea de la tontera que siempre anda rondando y buscando sus víctimas!

Hay que identificar al tonto en uno, darle su lugar hasta el momento de la siega en que la cizaña será purificada por el fuego.

Llegados al Origen deja de existir tanto el héroe como el traidor

– Adorable situación en la que estamos. No veo la hora de llegar a nuestros feudos, de escalar la montaña mágica, de proyectar la sombra de nuestro cosmos.

La retahíla de quejas y dudas que recoge un solo personaje, que encarna al traidor, a Judas, va desde reclamos personales de lo más rasante, como que no le reconocen sus labores de limpieza y su puntualidad, a cuestiones «filosóficas» como ensalzar a Aristóteles y renegar de Platón o de la Docta ignorancia. También hay otro personaje cercano a él: Mecha, puesto que también sospecha del Subcomandante.

Pero ¿quién es el Subcomandante?

Parece que quien trazó el holograma, que no es sino la misma creación.

Es el héroe y el traidor asumidos por un alma grande, lo suficiente como para acoger el mundo entero.

Ahora bien, en uno mismo ¿quién es el héroe? Ha de ser lo mejor, esa parte que le ha llevado a realizar el viaje. Pero aquí se dice «que uno de estos personajes no es sin el otro».

En la obra son representados por distintos actores, que encarnan los diferentes egos, unos buenos otros no. Hasta llegar a Judas, el traidor, punto final, como Dante nos enseña, del Infierno.

Asumir que efectivamente ambos son una sola persona es reconocer nuestra completa ignorancia, nuestra miseria, tomar conciencia de que da lo mismo ser el héroe o el traidor, que más allá de ese vaivén el testigo que se contempla a sí mismo es el propio artífice. Negarse a asumir el traidor es darle vida.

Jesús dijo: «Es a quienes son dignos de mis misterios que yo digo mis misterios. Lo que haga tu mano derecha que lo ignore tu mano izquierda». (Evangelio gnóstico según Tomás).

(…) Que nuestra mano derecha no sepa lo que hace la izquierda y que ésta ignore lo que hace la otra y así serás el tonto y el sabio más grande del mundo.(1)

Judas entrega a Jesús desde el momento que no cree en Él. Y no cree porque se quiere demasiado. En la Identidad no hay más movimiento, el mismo Eros se entrega a sí mismo.

El Judas de esta obra teatral, en uno de sus parlamentos, en el colmo de la extrañeza, y casi del escándalo, confiesa que el Subcomandante le ha hablado de lo importante que él es. En realidad así es, pero la verdad desnuda tiene muchos enemigos incapaces de reconocer la Docta ignorancia o de enamorarse de la Nada.

Es difícil para el hombre «aceptar» la sabiduría de otro. El sol es el centro por más que el resto de cuerpos celestes se mueran de envidia (2). Solo la grandeza reconoce la grandeza y la pequeñez no ve sino miseria. Aquellos que se sienten superiores son incapaces de reconocer al hombre libre.

Le reclaman al subcomandante que no es virtuoso, esos son los sacristanes, que siempre los hay. Después de soltar todo ese lastre que es el vómito del traidor dejando el inodoro lleno de bolas de mierda, el tren se pone nuevamente en marcha.

Nuestros viajeros quedan solos, su vagón es desenganchado del resto del tren y una nueva locomotora les llevará hasta su destino final.

Aunque el parón del tren o sea del viaje ¿a qué se debe? Puede verse la avería o atentado como las dificultades del anillo que ha perdido su flexibilidad y no consigue articular un viaje que requiere de la esperanza y la entrega. El sueño que cuenta el personaje de Mecha se corresponde con la realidad que viven los viajeros.

El significado de las cosas subyace a las apariencias, el viaje es precisamente para desentrañar el sentido de los símbolos.

– (…) Estaba metida en un sueño extraordinario, ¡que íbamos todos en un vagón de ferrocarril, y que éramos pasajeros en tránsito!. (3)

Mª V. Espín 

Notas

(1) Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada → Secreto.

(2) Aunque, como dice Platón, «en la corte celestial está desterrada la envidia» (Fedro).

(3) En el Tren, Federico González Frías.

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