VENUS VIVE

T’AI, LA PAZ

Podríamos decir que el Cielo y el Infierno luchan entre sí, que sus huestes están en la Tierra y es el hombre quien combate en ambos bandos, unas veces el cielo avanza, otras retrocede. La luz se va imponiendo en el alma del iniciado al ir comprendiendo que cielo e infierno están en la tierra y es él mismo quien elige en cuál de los bandos estar.

Hasta que, si Dios quiere, puede ver que en realidad cielo e infierno están en él y es por la comprehensión de que esa presencia que aparece como doble es una sola, que puede redescubrir en sí mismo el espacio utópico en el que habita y del que solo la ilusión, la ignorancia, le mantiene apartado.

El salto al vacío purifica de cualquier ilusión y apego. La dualidad es trascendida. Renuncia y entrega en un viaje ya sin final, pues este ha sido absorbido en el origen del que nunca salió.

La imagen de la ciudad del cielo, ubicada en la sumidad y representada por el firmamento, es expresada en el microcosmos por Agartha, una entidad situada en el ser humano en la base de la columna vertebral, y que configura el chakra mûlâdhâra en la Tradición Hindú mientras que en la Tradición Hebrea es representada por Luz, la semilla de la inmortalidad, capaz de florecer en el chakra anâhata, el corazón. (1)

Cuando el límite que separa el yin del yang se quiebra desaparece el gusto y el disgusto aún cuando siga el placer y el dolor.

Y así cuando finalmente el Cielo está abajo y la Tierra arriba, se arriba al estado de Paz.

M. V. Espín 

 
Hexagrama nº 11: T’ai, ‘La Paz’.
Hexagrama nº 11: T’ai, ‘La Paz’

 

Nota

(1) “También en otro juego de símbolos por la montaña y la caverna oculta en su seno. Ambos, el cenit y el nadir, tienen el mismo centro en distintos planos y por lo tanto se encuentran ubicados en igual eje siendo análogos y correspondientes. No son idénticos, es necesario descender al infierno, a las regiones inferiores, para poder ascender por ese Axis y realizar o coronar el conocimiento de la suprema identidad como nos enseñan Dante y Basilio Valentino. «La palabra Luz, en sus diversas acepciones, parece derivada de una raíz que designa todo aquello que es oculto, cubierto, encerrado, silencioso, secreto; y se debe anotar que las palabras que designan el cielo tienen primitivamente la misma significación». René Guénon, Le Roi du Monde. Cap. VII).” (Federico González, Las Utopías Renacentistas. Esoterismo y Símbolo. Cap. XI. Ed. Libros del Innombrable. Zaragoza 2016).

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