[Alberto Magno, Philosophia Naturalis, Basilea, 1560
Publicado en SYMBOLOS Nº 13-14, dedicado a "Masonería"]
Buscar la felicidad, el sosiego, la tranquilidad, no es sino una pérdida de tiempo cuando no un verdadero obstáculo en el camino del conocimiento. Lo que verdaderamente importa es la comprensión de las verdades eternas y esta no se produce necesariamente en circunstancias ideales o felices. Se da en la contemplación, para llegar a la cual no hay libro de recetas ni situaciones más adecuadas, hay que abstraer del presente, ya sea en la salud ya sea en el dolor y la enfermedad. Enfermedad, salud, muerte, vida ¿Quién podría decir cuál de ellas es mejor maestro?
El cuerpo y la psique son un soporte, un vehículo, y también un obstáculo, una limitación que el alquimista debe trascender si quiere ver madurar la Obra.
La tarea del artista es la de mediador entre la esencia del símbolo (o Verbo) y su manifestación en el mundo temporal (obra del Verbo Creador). De entre todas las criaturas, sólo al hombre le es dado el tomar conciencia de este papel y a través de él es el Universo el que se hace consciente de sí mismo. El propósito de la educación tradicional consiste en llevar a cabo esta toma de conciencia, despertando las capacidades latentes que todo hombre lleva ocultas, siendo ésta la función que cumple el gremio de los artistas, dirigido por un maestro que conoce los principios que gobiernan el Arte. (Antología, ob. cit. pág. 33: “El Artista”).
Continuamos este recorrido por la construcción que es la obra de Federico González, la que nos acerca a otros mundos más sutiles y mucho más reales.
Además de artículos y notas sobre el tema monográfico al que ahora estaba dedicado cada número doble de la revista, se incluían reseñas de libros y de eventos culturales relevantes, notas y noticias, e información sobre el ámbito esotérico en general. Pero dejemos hablar a nuestro autor sobre este tema en el proemio a su libro Esoterismo Siglo XXI, En torno a René Guénon:
En ella [la revista] he ido dando cuenta del panorama esotérico general en los once años anteriores al fin del milenio, lo que es lo mismo que poner en valor los elementos que, como simiente, generarán el siglo XXI y distinguir entre ellos los pertenecientes a distintos órdenes, atestiguando así la existencia de una Ciencia Sagrada, es decir de una Tradición Unánime, tan viva hoy día, y tan verdadera como sus orígenes increados.
El volumen correspondiente a 1997 se dedicó a la Masonería; tal como hemos hecho con los números anteriores citaremos extensamente su Carta Editorial:
Dedicamos este No doble de SYMBOLOS al estudio de la Masonería, sociedad iniciática occidental, y por lo tanto al simbolismo constructivo como imagen de la arquitectura del Universo y también del hombre, su miniatura. La Ciencia Sagrada se basa en el Conocimiento de la Cosmogonía que hace de todo maestro masón un mago, en el sentido de su integración con las pautas, números, y medidas, utilizados de acuerdo a los ciclos y ritmos propios de las leyes naturales que conforman el modelo, o arquetipo del mundo. Es decir, el teúrgo como hombre de Conocimiento, y sobre todo como creador y ejecutor de un proyecto surgido de la nada, análogo al cosmos, pero producto de la concentración y el trabajo de un pequeño demiurgo humano.
En ese sentido la Masonería es Universal y sus talleres otros tantos templos de la Iglesia Secreta. En ellos se expresa la Voluntad Perenne del Constructor, llamado Gran Arquitecto del Universo, mediante el Símbolo y el Rito, y se aprende a conocer la Obra del Creador, y por sobre todo el Pensamiento que la ha organizado.
Por lo que ser masón no es simplemente una adscripción a una institución cualquiera por esotérica que fuere, sino el hacerse cargo, el encarnar su cuerpo doctrinario manifestándose en la totalidad de los mundos físico, anímico y espiritual. Para ello es necesario un trabajo que actúe de modo operativo sobre los postulantes y los lleve a comprender no sólo la majestad de los conceptos con los que están alternando, sino también la dignidad feroz de esta labor de accésis al Conocimiento, principio y motor de todo trabajo, inclusive material y profano; esta dignificación del trabajo es pareja con toda idea de Orden propia de la Construcción, y se encuentra presente en la Masonería (una Orden) desde la época de las corporaciones y gremios medioevales hasta hoy.
En realidad la labor del masón es pulir la piedra bruta y llevarla a la perfección. En ello su labor no se diferencia de la del alquimista –o hermetista– que lleva a cabo la transmutación, es decir que completa un ciclo propio y real en un mundo permanentemente inacabado, casi ilusorio. Es importante aclarar que este pulimiento de la piedra, encargado por el Gran Arquitecto del Universo a los hermanos masones, sólo se extinguirá con el fin de los tiempos, o sea, hasta el momento en que el tiempo, vivo, siempre presente, absorba la totalidad del espacio, tema este que ocupará bajo el título de Fin de Ciclo, el próximo No doble (15-16) de esta revista.
La división de las Logias desde el siglo XVIII es una característica tan propia de la Masonería, que casi se podría decir que es una condición de ella. Sin embargo esta multiplicidad de Talleres y Ritos ha beneficiado a numerosos países que de este modo han podido recibir en su seno este depósito ancestral, que se ha mantenido casi intacto en su andamiaje iniciático, ya que en casi todos ellos son respetados los símbolos fundamentales y su dramatización ritual, aunque no todos los masones conozcan completamente los secretos de su Orden, o lisa y llanamente los ignoren. Esta Cadena de Unión, llamada Hilo de Oro en Hermetismo, que une los distintos mundos verticales entre sí y se expande de modo horizontal hacia las cuatro direcciones del espacio, está tan viva hoy como lo ha estado siempre. La Tradición Hermética y la Masonería poseen la llave de la Transmutación a través del Conocimiento.
En el No 4 de SYMBOLOS publicamos una comunicación leída en un congreso masónico e igualmente en el No 5 reprodujimos un comunicado conjunto editado en la revista Vers la Tradition. En ellos quieren señalarse muchas de las anomalías presentes en las logias masónicas, degeneración derivada de factores cíclicos y que toca por otra parte a todas las instituciones, incluida la Iglesia de Roma, a la que muchos de nosotros criticamos no en cuanto masones, puesto que las relaciones entre Iglesia Católica y Masonería se encuentran apaciguadas, sino en cuanto cristianos. Pero a pesar de que estas instituciones con el devenir del tiempo se hayan corrompido en relación a la violencia e injusticia que el mundo moderno ha engendrado, lo cual en última instancia se identifica con la ignorancia en su estado más avanzado, ello no obsta para que paralelamente, o mejor, inversamente, se geste un movimiento contrario y seamos capaces de ver reverdecer la Acacia.
En efecto, determinadas camarillas de masones, verdaderas mafias como las que se han adueñado del poder en todos los ámbitos en esta época, se dedican a la corrupción, la venalidad y la inconsciencia al punto que los medios son más importantes que los fines y el amiguismo, el compadrazgo y el tráfico de influencias campean por doquier. Y en estas circunstancias los ideales burgueses de “triunfo en la vida” y “hacer una carrera” se prestan para utilizar a la Masonería como una via de logros personales y realizaciones egóticas, aprovechándose de su enorme prestigio. En suma, la apropiación de algunos talleres de la Orden, malversando sus auténticos contenidos y tratando de aprovecharla en beneficio propio, sin ninguna relación con el Conocimiento.
También hay que decir que el juramento del secreto masónico, heredado de las logias medievales de canteros, constructores y artesanos, y que era habitual para proteger los secretos –y los derechos– del oficio, en el Renacimiento y el siglo XVIII entre numerosas sociedades discretas que se protegían así del poder y la usurpación, ha sido, en verdad, una de las grandes dificultades que ha debido enfrentar la Masonería, especialmente en su relación con la Iglesia Católica, y otras organizaciones tan pretendidamente “ortodoxas”, como autoritarias. Ello se ha extendido hasta los tiempos modernos, como por ejemplo en regímenes tan folklóricos e ignorantes como el de la España de mediados de este siglo y sus secuaces, quienes obligaron a los masones a huir a Francia, Inglaterra, México, Argentina y otros países, habiendo sido puesto precio a sus cabezas –y ejecutado a muchos de ellos–, los que hubieron de rehacer su vida en otros lados, sólo por ser miembros de la Orden. En cuanto a los que regresaron a España, a ellos en gran parte –sin el menoscabo de las otras fuerzas e individualidades que intervinieron en el proceso– se debe la tolerancia ejemplar que predominó durante la llamada “transición” de la democracia española, al no promover ningún revanchismo de cualquier tipo.
A ellos, pues, y por otros motivos a nuestras esforzadas hermanas que trabajan en las logias femeninas, está dedicado este conjunto de estudios y artículos de SYMBOLOS.
En este fin de ciclo se presenta la Masonería como un depósito de doctrina viva y tradicional que incluso ofrece la posibilidad de una realización intelectual (espiritual), es decir, de la Iniciación en el Conocimiento.
Por eso este renacimiento de la Orden al que asistimos, sobre todo si se tiene en cuenta que la Masonería (noaquita) ha recibido su legado doctrinario y experimental de un ciclo anterior al del diluvio bíblico, según la Tradición.
El artículo que escribe nuestro autor para este número: “Tradición Hermética y Masonería”, hoy constituye el capítulo II de su Hermetismo y Masonería: Doctrina, Historia, Actualidad.
En la sección René Guénon del mismo monográfico:
Publicamos algunos de los estudios dedicados por Guénon a la Masonería y que fueran apareciendo a lo largo de los años en distintas revistas y medios de la época, de los que se dan nombres y fechas. Después de la muerte de Guénon se editaron bajo el título de Etudes sur la Franc-Maçonnerie et le Compagnonnage por Editions Traditionnelles como obra en dos tomos, aún no publicada en castellano(95).
Igualmente presentamos con carácter de curiosidad y por la importancia de determinados enfoques y referencias unas páginas también inéditas en castellano que aparecieron en la revista de habla inglesa Speculative Mason, y que nunca se incluyeron en sus libros póstumos.(96)
Siguiendo con la lectura de la revista nos encontramos varios Trabajos de Logia Grado Aprendiz: “Elección de nombre simbólico”, “El mazo y el cincel”, “La plomada y el nivel”, “Primavera y Pascua”, “Algunas consideraciones que dependen de los ‘tres vértices del triángulo iniciático’”:
En 1992 apareció en la editorial Obelisco de Barcelona la obra Símbolo, Rito, Iniciación, firmada por Siete Maestros Masones, fruto del trabajo de buril de logias ligadas a los colaboradores habituales de SYMBOLOS. Los que se presentan a continuación son igualmente escritos leídos en Logia, y constituyen un testimonio de los trabajos de un Taller en activo; la lectura de esos “trazados”, o “planchas grabadas” o “buriladas” por los Hermanos se ubica en el orden del día de los Trabajos de una Tenida. En esta ocasión queremos reproducir una selección de las planchas de nuevos maestros no incluidos en la publicación mencionada anteriormente que participan de modo activo en la constante recreación de la Obra Constructiva del Gran Arquitecto del Universo.
Y llegamos a la sección Documentos:
Editamos el contenido de estos manuscritos masónicos, llamados también documentos fundadores, por ser los más antiguos que se han hallado hasta el presente, donde se mencionan ritos y símbolos seguramente como ayuda-memoria a esas mismas ceremonias y en donde también se recogen los orígenes históricos y míticos de la Masonería, que permanecen así desde los documentos de la época medieval (c. 1390: Manuscrito Regius, c. 1410: Ms. Cooke) y que se remiten en primera instancia al Génesis bíblico, es decir a una cosmogonía reflejo de la arquetípica. En el cuerpo masónico se integra la historia y la metahistoria, como posibilidad de realización espiritual, y tanto los ritos como los símbolos constructivos y su exégesis teosófica son los elementos fundamentales que se ejercen en el taller masónico y en el templo interno del iniciado.
En este No de SYMBOLOS queremos publicar 3 de ellos que guardan relación y complementareidad entre sí. Se trata de los manuscritos “Diálogo entre Simón y Felipe” (c. 1740), “Ms. Wilkinson” (c. 1727), y el folleto impreso “La Masonería Disecada”, publicado en 1730.
Sigue a los documentos mencionados una Antología que reúne: “El origen de la Masonería especulativa” de Douglas Knoop y “Discursos” de Andrew M. Ramsay (1736-1737). Citamos de este último texto:
El gusto supremo por el orden, la simetría y la proyección sólo pueden ser inspirados por el Gran Geómetra, arquitecto del Universo, cuyas ideas eternas son los modelos de la belleza verdadera. Además, vemos en los anales sagrados del legislador de los judíos que Dios mismo fue el que enseñó al restaurador del género humano las proporciones de la construcción flotante que tenía como función preservar durante el diluvio los animales de todas las especies para que repoblaran nuestro globo, cuando saliera del seno de las aguas. Por consiguiente, Noé debe ser considerado como el autor y el inventor de la arquitectura naval así como el primer gran maestro de nuestra Orden.(97)
Y no se pierda el lector las 66 páginas de reseñas de libros masónicos, muchas de ellas del director de la publicación, y la sección Revista de Revistas con que finaliza este extenso material, desplegado en un abanico presidido por la Sabiduría sostenido por la Fuerza y adornado por la Belleza. Con alegría.
Teniendo en cuenta el momento cíclico en que estamos y los nuevos medios de comunicación y difusión, el número de Symbolos que acabamos de reseñar incorpora una nueva sección: Internet:
A continuación abrimos el siguiente apartado que seguirá como sección fija en los próximos números de SYMBOLOS. Como el lector podrá observar se trata de brindar información sobre la Ciencia Sagrada, el Simbolismo, la Tradición Hermética, la Masonería, etc. en este nuevo método de comunicación por red internacional. De hecho a partir de este año SYMBOLOS comenzará a publicar una página en Internet que irá desarrollándose a lo largo del ciclo configurando un Programa de tipo didáctico, y una ventana abierta a otros mundos que, como bien se ha dicho, “están en éste”. Nos sumamos pues a este medio de comunicación que ampliará las posibilidades de SYMBOLOS, hasta ahora editada y distribuida exclusivamente en papel, a lo que se añadirá ahora un público nuevo y que hará de cada “Internet-nauta” también un “intranauta”. La información que manejamos es por ahora en inglés (y francés), pues es muy poco lo que hay en castellano y lo comentaremos más adelante.
Entre las páginas electrónicas de Internet que tienen que ver con los temas de SYMBOLOS, destacamos en primer lugar la increíble página Web de Adam McLean: “The Alchemy Web site”: http://www.levity.com/alchemy/home.html, una biblioteca virtual de textos e imágenes que comenzada en Mayo de 1995 se halla en continua expansión.
En Junio de 1997 se inaugura la Web de Symbolos(98) con abundante material, en parte procedente de la revista impresa, en parte inédito; desde entonces se han incluido novedades periódicamente. A día de hoy, Symbolos Telemática por exceso de material se ha dividido dando lugar a varias páginas temáticas, como veremos más adelante.
Creemos que la vocación de internauta y el mismo sistema Internet en el que nos estamos expresando constituyen oportunidades para la navegación y la aventura en el Mundo del Conocimiento. Enhorabuena a aquellos que se han decidido a transponer el umbral.
Deseamos aclarar que la Revista SYMBOLOS no tiene nada que ver con ninguna religión o secta de cualquier tipo ni responde a ninguna ideología, así sea esta política, “metapolítica” o religiosa, ya que en diversas paginas de este tipo se han utilizado textos publicados en nuestra web sin autorización ni respeto ninguno a sus autores, los cuales para nada comulgan con dicho pensamiento.
Estamos incluyendo todo lo aparecido hasta ahora en nuestra versión impresa. Igualmente construyendo un índice temático donde los interesados podrán consultar directamente sin seguir la secuencia temporal en que fueron publicados. Asimismo otros materiales se irán añadiendo paulatinamente, incluyendo grabados.
Por otra parte, al estar periódicamente renovándose, la página de SYMBOLOS también estará en permanente construcción.
Invitamos al lector a visitar este sitio que reúne miles de páginas, material verdaderamente único a disposición de todos los interesados. También queremos señalar que la acogida de esta página ha sido extraordinaria y diariamente es visitada por decenas de personas de todo el mundo.
Poco tiempo después se inauguró la página “Federico Gonzalez, Alquimia, Metafísica y Tradición Hermética.”(99) Esta web que recibe al visitante con un mensaje de bienvenida, nos pareció la primera vez que la vimos y nos lo sigue pareciendo, la caridad en acción, un gesto de apertura y generosidad; Dios quiera que muchos se acerquen a esta fuente, verdadero caudal de la Tradición Hermética. Ahí están al alcance del viajero buena parte de los libros del autor y periódicamente se va incrementando con nuevos capítulos de sus últimas obras.
Centro de Estudios Simbólicos de Barcelona
El 20 de diciembre de 1997 fue inaugurado el nuevo local del CES, un espacio luminoso en un entorno muy bello. Con tal motivo se reunieron, para celebrar el acontecimiento, profesores, ex-alumnos y alumnos en la capital catalana. Llevaba el CES muchos años sin tener sede fija y, aun cuando no se dejaron de llevar a cabo actividades en todo ese tiempo, sobre todo en la biblioteca pública Arús y en distintas librerías esotéricas, la verdad es que fue una alegría para todos poder contar con este espacio idóneo para la realización de las actividades y que ha continuado siendo la sede hasta la fecha.
Editorial
Symbolos
Simbolismo
y Arte (1998)
Estamos haciendo este recorrido por la obra de F. G. en periodos de tiempo lineal: podría presentarse la objeción de que si lo que en este trabajo se pretende es borrar la visión lineal del tiempo y que esta sea sustituida por una circular y cíclica, no es este el método más adecuado. No obstante queremos señalar que ello nos permite ver entre otras cosas, que nuestro autor, o mejor dicho su pensamiento, no ha ido “evolucionando” en el tiempo: podemos constatar que lo que dice en las entrevistas concedidas en los primeros años de su peregrinaje, es lo que dice en sus libros y que el primero de ellos: La Rueda, Una Imagen Simbólica del Cosmos, casi podríamos decir que es una síntesis de su obra. O sea que no hay “evolución” o “progreso” sino diferentes maneras(100) de transmitir la enseñanza para facilitar, en la medida que esto es posible, la comprensión a un mayor número de oyentes, o mejor dicho de corazones, aunque ya se sabe “que una huelga de escuchas anuncia el fin del tiempo”. De hecho la circularidad de su obra se impone a cualquier seguimiento lineal que pudiéramos hacer.
Esta Historia que estamos narrando es la de una obra y un autor entre los que no hay diferencia. Para todos aquellos que conformamos el grupo de Symbolos, ha supuesto la abolición de nuestras imágenes de tiempo y espacio, cambiando nuestra propia historia y alterando totalmente nuestra geografía situándonos en un espacio otro y multidimensional.
El libro Simbolismo y Arte fue publicado por la Editorial Symbolos en 1998 y reeditado seis años después por Libros del Innombrable. Recoge artículos aparecidos en los ocho primeros números de la revista; no piense el lector que es una mera suma de artículos, por el contrario pensamos al leerlo que es más bien un libro publicado por capítulos pues la unidad que estos conforman es evidente.
Simbolismo es la primera de las palabras que aparece en su título y “Simbolismo y Cosmogonía”, “Simbolismo y Ciencia Sagrada” y “El Ser del Tiempo, simbolismo de los calendarios” sus tres primeros capítulos. La segunda es Arte y los capítulos restantes: “Arte, Símbolo y Mito en las Culturas Tradicionales”, “Arte Alquímica”, “Arte Teúrgica” y “Arte Musical: Arquitectura del Cosmos”.
El símbolo es el vehículo que liga dos realidades, o mejor dos planos de una misma realidad. Participa pues de ambas: de allí su pluralidad de significados. Para la antigüedad, el símbolo era el representante de una energía-fuerza que permitía la ruptura de nivel, el acceso a otros mundos, o la obtención del conocimiento de diferentes planos de este mismo mundo, caracterizados por distintos grados de conciencia. El símbolo era y es, en consecuencia, el medio de comunicación entre los dioses y los hombres, objeto sagrado por excelencia, ya que él cuenta la historia verdadera, la eficaz, y no la siempre cambiante, de múltiples falsas apariencias.
El término griego symbolon se refería a dos mitades de algo que se juntaban, que coincidían, y conformaban un signo de reconocimiento; puede apreciarse inmediatamente que estas dos mitades son análogas, lo que caracteriza a la simbólica, pues nada ni nadie puede expresar o transmitir algo si no lo hace mediante una correspondencia entre lo que quiere manifestar y la forma en que lo manifiesta, es decir, el arte con que lo hace.
En este libro, Federico González nos habla de Simbolismo y Arte mediante un ajustado discurso, una poética, que como tal tiene un indudable transfondo musical. (Contraportada).
Comienza el libro con una introducción a la vía simbólica, fundamental en la transmisión de la Enseñanza tradicional. El símbolo es mediador por excelencia entre lo conocido y lo desconocido, vehículo en la aventura del conocimiento. Una vez introducidos en el tema, el autor nos habla de la iniciación y sus posibilidades aquí y ahora, en este tiempo en que la Tradición, adaptándose a las circunstancia cíclicas, sigue otorgando su agua de vida a todos aquellos que se acercan con la sed suficiente para ello.
Por medio del símbolo y la vía simbólica conocemos la cosmogonía y en la medida que este conocimiento se va realizando en nosotros la visión literal da paso a otra más real donde el Cosmos en su conjunto es un todo armónico y vivo.
En ese caso el modelo del universo se ha constituido en un mandala multidimensional que abarca la totalidad del ser y el soporte más indicado para la construcción del hombre nuevo, de la ontología, como paso previo a la metafísica; se podría decir que el ser que edifica su vida de acuerdo a los Universales, o Arquetipos, se inicia en el Conocimiento de la realidad, lo que ha sido el caso de todos aquéllos que construyeron las culturas de las que somos herederos. (p. 44-45).
El arte es símbolo en acción, y por lo tanto rito; y no hay rito más perfecto que la cosmogonía, el funcionamiento complejo y sutil de la máquina del mundo, una entidad orgánica que constantemente vive el despliegue de sus posibilidades hasta sus propios límites, configurando la más bella, profunda e inteligente obra de arte, de cara a la cual todas las otras son reflejos, aunque las mejores de ellas se encuentran cargadas, cosmizadas, por las vibraciones de la propia estructura viva de la manifestación Universal, figurada por una doble espiral de energías que se reciclan a perpetuidad. (p. 49).
El capítulo sobre “El Ser del Tiempo, Simbolismo de los calendarios” es lo más claro que sobre el tema conocemos; los de Arte Alquímica, Arte Teúrgica y Arte Musical una auténtica introducción a estas ciencias herméticas, más aún: un sintético tratado sobre ellas. A continuación unas breves citas que muestran la belleza y la poesía de estos textos:
El Tiempo es el Verbo hecho carne, soplo del Espíritu creando el Alma del Mundo. El Tiempo debe tomarse como expresión psico-física, viva, de la realidad, cuyas leyes y venturas registran los calendarios, pues éstos expresan a cabalidad los ciclos y ritmos cósmicos, y por lo tanto el Conocimiento tiene en ellos su expresión genuina. (p. 68).
Arte Alquímica:
la Alquimia es la ciencia y el arte de la transmutación y la transformación humana, tomados estos dos términos en sentido etimológico; y por lo tanto describe y posibilita un proceso que todos los seres del mundo, en todas las épocas han conocido y que, incluso, han tomado como su verdad esencial, el objeto (y sujeto) del conocimiento, y la razón de ser de las iniciaciones, los símbolos y los ritos. (p. 87).
Arte Teúrgica:
En cuanto a los trabajos del “aprendiz”, lo primero es llevar la idea de rito a todos los ámbitos de la vida y su cotidianidad personal. Lo segundo es saber que esto no debe realizarse nunca de manera literal, de una forma lineal, sino que más bien se trata de vivir al ritmo del compás cósmico, advirtiendo la sacralidad del entorno físico-anímico, derivado de un ser espiritual, tan invisible como inteligente. No es pues sólo una sistematización de gestos e invocaciones que siempre acaban en forma esclerotizada, sino la intuición de la Verdad y la Belleza reunidas armónicamente en el cuerpo de la Inteligencia Universal, deidad tan precisa como esquiva, siempre aérea o radiante. (p. 110).
Arte Musical:
La verdadera audición se refiere a la identidad con la vibración sonora del plano sutil, increado, pero tan real que constituye el origen de lo audible, lo cual es sólo un símbolo o imagen de la auténtica percepción intelectual, equiparable a la audición metafísica, originada por esa entidad o diosa llamada Inteligencia, capaz de seleccionar valores por nuestro intermedio y presentarse ante la Sophia universal. Saber es escuchar la música cósmica, obtener una respuesta que se ordena igualmente en cada quien a fin de acceder a la audición metafísica. (p. 123).
Cuadernos de la Gnosis Nos 8 y 9
En 1997 se edita el primero de los números citados: Una nueva formulación del esoterismo: Aproximación a la Fenomenología Genética de R. Abellio, texto de Emilio Saura. Y en 1998 el segundo: Schuon versus Guénon del Colectivo Redacción de Symbolos. Este último recoge algunas de las afirmaciones de Frithjof Schuon, en su mayoría vertidas en publicaciones dedicadas a René Guénon aparecidas a partir de la muerte de éste. Le siguen otros documentos editados en distintos medios periodísticos de diferentes tiempos y países que hablan del conflicto Schuon-Guénon y de la oposición de ambos pensamientos.
La diferencia fundamental entre la Obra de René Guénon y la literatura de Frithjof Schuon estriba en la concepción que de la religión tienen ambos autores. Mientras que Schuon concibe el esoterismo como una hiper religión, Guénon aclara a lo largo de su obra (y su correspondencia) que ambas pertenecen netamente a distintos órdenes y niveles de la realidad. Al caer en tan tamaño y deliberado error, Schuon crea una situación que confunde y asimila la religión a la metafísica, impidiendo la efectivización de esta última, negando así su existencia que es en definitiva la única posibilidad verdadera que le cabe al ser humano, ya que ella es la realización del Conocimiento, por la que le toca al hombre el papel de mediador que le ha sido acordado. (Presentación).
Entre 1998 y 1999 se inauguran varias de las páginas que hoy conforman el anillo telemático de Symbolos: “Introducción a la Ciencia Sagrada: Programa Agartha”,(101) “Centro de Estudios de Simbología de Barcelona”,(102) “El Taller: Revista de estudios masónicos”,(103) “Guía Bibliográfica del Esoterismo”,(104) y por último inicia también su andadura la web de la “Gran Logia Operativa Latina y Americana”.(105)
Revista Symbolos
Nos 15-16 a 21-22 (1998 a 2001): “Fin
de Ciclo” I, II, III y IV
Los números de los cuatro años siguientes se dedicaron a Fin de Ciclo, tema capital aun cuando en esos años a nadie parecía importarle y, en general, sorprendentemente no había apenas conciencia del fin que se avecina ni de las señales que lo están precediendo (el 2007 supuso una toma de conciencia, al menos en lo que al cambio climático y sus múltiples consecuencias se refiere). Cuatro números dobles indispensables para todos aquellos que quieran ver la inminencia del fin y comprender las leyes cíclicas que rigen el cosmos, las que el hombre de hoy puede llegar a conocer como lo han hecho los distintos pueblos tradicionales a lo largo de la historia y la geografía. Hay quien creía entonces que no era necesario abundar tanto en el tema, al contrario creemos que es una cuestión fundamental hacerlo, y añadiremos citando a J. D. de Villedieu:
Si, por ejemplo, la doctrina de los ciclos resultara perjudicial, ésta no se hubiera dado a conocer en los tiempos antiguos, pues, muy al contrario de los nuestros, en aquellos tiempos existía un respeto hacia la salud mental y espiritual de los hombres.(106)
Encontramos, al abrir el primer volumen dedicado a la Ciclología, el arcano no XX del Tarot: “El Juicio”, en el aparece un ángel tocando una trompeta y mediante la vibración de ésta, “todo lo muerto renace, resucita”.
Quienes creen en una resurrección definitiva, consideran que en el tiempo mítico del juicio final habrá seres que serán redimidos conjuntamente con la posibilidad de un nuevo mundo.(107)
Dice El Tarot de los Cabalistas sobre este arcano:
Es la carta de los anuncios y las revelaciones, de los llamados del espíritu, y del despertar de la conciencia. Lo esotérico, que por su propia naturaleza secreta se había mantenido oculto, aquí se hace visible y sale a la luz, anunciando el advenimiento de un mundo nuevo en el que la verdad será accesible a todos los seres, como era en el origen(108).
Estos números nos ofrecen en sus respectivos frontispicios una selección de textos de distintas tradiciones sobre el fin de los tiempos, los que unánimemente reconocen la inminencia del fin y nos hablan de las características de ese periodo (que es en el que ya estamos) en términos similares:
Entonces, si alguno os dice: “Mirad, el Cristo está aquí o allí”, no lo creáis. Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, que harán grandes señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos. ¡Mirad que os lo he predicho!
Así que si os dicen: “Está en el desierto”, no salgáis; “Está en los aposentos”, no lo creáis. Porque como el relámpago sale por oriente y brilla hasta occidente, así será la venida del Hijo del hombre. (Mateo 23-27).
Zeus destruirá igualmente esta estirpe de hombres de voz articulada, cuando al nacer sean de blancas sienes. El padre no se parecerá a los hijos ni los hijos al padre; el anfitrión no apreciará a su huésped ni el amigo a su amigo y no se querrá al hermano como antes. Despreciarán a sus padres apenas se hagan viejos y les insultarán con duras palabras, cruelmente, sin advertir la vigilancia de los dioses –no podrían dar el sustento debido a sus padres ancianos aquellos [cuya justicia es la violencia–, y unos saquearán las ciudades de los otros]. Ningún reconocimiento habrá para el que cumpla su palabra ni para el justo ni el honrado, sino que tendrán en más consideración al malhechor y al hombre violento. La justicia estará en la fuerza de las manos y no existirá pudor; el malvado tratará de perjudicar al varón más virtuoso con retorcidos discursos y además se valdrá del juramento. La envidia murmuradora, gustosa del mal y repugnante, acompañará a todos los hombres miserables.
Es entonces cuando Aidos y Némesis, cubierto su bello cuerpo con blancos mantos, irán desde la tierra de anchos caminos hasta el Olimpo para vivir entre la tribu de los Inmortales, abandonando a los hombres; a los hombres mortales sólo les quedarán amargos sufrimientos y ya no existirá remedio para el mal. (Hesíodo, Los Trabajos y los Días, 188-200)(109).
Se preferirán las tinieblas a la luz, y se preferirá la muerte a la vida; nadie levantará al cielo su mirada; sino que el hombre piadoso será tenido por loco, el impío honrado como sabio, el cobarde tomado por valiente y al hombre de bien se le castigará como a un malhechor. En cuanto al alma y a las cosas del alma así como a las de la inmortalidad y al resto de lo que os he dicho, oh Tat, Asclepio y Ammón, no solamente se pensará que (se trata de) cosas ridículas, sino que incluso serán objeto de mofa. Es más, creedme sobre este punto, las (personas espirituales) de esta clase correrán el mayor peligro en cuanto a su vida; y una nueva ley será establecida. […] (y se) ir(án), (las divini)dades bien(hechoras), y los ángeles malvados permanecerán con los hombres, siguiendo con ellos para arrastrarlos al mal con total impudicia y a la impiedad, así como a las guerras y al bandidaje, enseñándoles todo lo que es contra natura. En esos días, la tierra ya no tendrá sus cimientos, y no se navegará más por el mar, ni se conocerán las estrellas que (están) en el cielo. Toda voz santa (que exprese) la palabra de Dios deberá callar, y el aire enfermará. Es ésa la vejez del mundo: la impiedad y la deshonra, y el caso omiso a (toda) palabra de bien.
Ahora, cuando todos estos acontecimientos tienen lugar, oh Asclepio, entonces el Señor, el Padre y el Dios, el Demiurgo del primer Dios único, comienza por observar lo que se ha producido; y, tras haber opuesto al desorden su designio, que es el bien, extirpa el error, y a la malicia, la suprime: unas veces la sumerge bajo un diluvio de agua, otras la consume en un fuego violento, otras en fin la aplasta bajo guerras y epidemias, hasta devolver (su universo al antiguo estado) … de esta obra. Y tal es el nacimiento del mundo, el restablecimiento de las (cosas) santas y buenas, que se producirá en el transcurso de un movimiento circular del tiempo que jamás ha tenido comienzo, pues la voluntad de Dios no tiene principio, como tampoco su naturaleza, que es su voluntad. En efecto, la naturaleza de Dios, (es) la voluntad, y su voluntad, (es) el bien.” (Manuscrito del Asclepio copto de Nag Hammadi, VI, 72.8-74.17).(110)
Entramos ahora en las editoriales de estos cuatro monográficos de la revista dedicados a Ciclología; leemos en la del No 15-16, “Fin de Ciclo I”:
A dos años del fin del milenio no se ve que nadie se toque por este acontecimiento decisivo para la humanidad presente, a diferencia de lo que sucedió en el milenio pasado (y en el siglo XVI, por ejemplo, o en numerosas ocasiones históricas ligadas o no a la manifestación de signos, catástrofes y cometas).
Hoy en día la aparición de señales de las que tan buen ejemplo es el fenómeno del Niño, (inundaciones, desertización e incendios) sumado a temblores, pestes, enfermedades, guerras, hambrunas y distintas manifestaciones desconocidas hasta hoy, y a conflictos sociales y familiares y todo tipo de anomalías en la vida cultural de los pueblos, se nos hace habitual y podemos verla por doquier; basta coger cualquier periódico o encender la televisión. Sin embargo estas catástrofes naturales y sus secuelas económicas y políticas no son nada respecto a la perversión del hombre actual que ha matado todo símbolo y espacio sacro al punto de haber llegado a ser un robot vacío de todo sentido sobreviviendo en un mundo sin significados. Los crímenes ecológicos, el recalentamiento global, la enajenación cibernética y la clonización dan cuenta acabada de ello. Sobre todo esta última aberración, es tan aterradora que llega a estremecer, e incluso conforma la mueca más horrible del humor negro, ya que incluye a personas que creen que descienden del mono, clonándose a sí mismas, de modo indefinido.
Pero no se trata de dar una visión “pesimista” de este magno acontecimiento, mucho menos catastrófica, –aunque tampoco tan hipócrita como para velar hechos que por otra parte la ciencia de los ritmos y los ciclos, anuncia desde hace siglos–, en aras de dar una versión “optimista” de todo ello, es decir ocultar la cabeza como el avestruz, cuando al mismo tiempo con ese acontecimiento, análogo a la muerte de un ser vivo, concretamente el humano, se abre también la puerta a otros estados del Ser, y suprime su dolor, su angustia, su enfermedad, su pobreza y todas aquellas otras miserias inherentes al estado que corresponde a la humanidad actual, en este fin de ciclo que nos toca vivir.
Las guerras religiosas, las rencillas entre distintas entidades esotéricas, no solamente entre instituciones ocultistas, sino entre distintos grupos igualmente tradicionales, son también símbolos de la disolución total, tan importantes como el de la aceleración y la solidificación general aunque constituyen simultáneamente la posibilidad de la resurrección, de un nuevo nacimiento en una Edad de Oro, donde los hombres de hoy vivan su regeneración espiritual y psíquica y conformen las simientes de ese extraordinario Eón que se avizora.
De todas estas circunstancias y asimismo de la posibilidad de la salvación nace el mito universal del Arca de Noé, en donde se pueden conservar las especies para una tierra regenerada después del diluvio, el cual para nuestro punto de vista se efectúa mediante los medios que provee la Tradición Hermética y la Vía Simbólica, especialmente el Simbolismo Constructivo.
La ciclología tiene la virtud de hacernos comprender que lo que estamos viviendo y el fin del ciclo que nos aguarda ya ha sucedido otras veces con distinta intensidad y que ello no es un espanto apocalíptico, con horrores físicos como se lo suele pintar, sino los últimos estertores que agitan a un enfermo, tal cual sucede a veces con los instantes finales de un ser humano –cuyo deceso es para él el fin de su mundo, o sea, el fin de un mundo, e igualmente la oportunidad de la vida verdadera.
Por eso el estudio de la ciclología y la meditación posterior, como la reflexión sobre las auténticas profecías de todos los pueblos son también una base y un método para salir de la prisión de la mente y conocer otros estados del Ser Universal, tal como lo simboliza la escala de Jacob, y como ya hemos dicho el Arca de Noé, que no es sino el vehículo en el que podemos transladarnos de un mundo a otro, sin ninguna concesión a lo literal. Este estudio nos lleva a meditar en la Grandeza y Majestad de quien ha creado y diseñado el Cosmos y los Eones, y a su través a comulgar, ser uno con El: si se es uno con el concierto cósmico, se es uno con El que lo ha creado, y El lo es contigo. El tiempo se hace simultáneo y la realidad de todo ello sobrepasa cualquier concepción profana. Por eso las teorías científicas modernas son un juego de niños comparado con la concepción tradicional de la Cosmogonía, donde en la dimensión de un dios un siglo es un segundo.
Pero en verdad son los extremismos religiosos, los falsos profetas y la corrupción y adulteración los signos que están caracterizando no sólo al mundo profano, sino al espacio esotérico, negando estas mafias toda posibilidad de una veraz iniciación, y estructurando las señales más graves y características de este fin de ciclo.
La aceleración casi total nos hace pensar en un momento terminal que ya estamos viviendo y se da la paradoja de que el hombre, negando lo que tiene, llora y se lamenta por lo que nunca tuvo y por lo tanto por aquello que tampoco puede perder.
Ante el horror general sólo cabe entonces la posibilidad de la realización particular, que busque en una logia o grupo pequeño el apoyo y la doctrina para apuntalar el llamado del Conocimiento lejos de las estafas y las maniobras políticas e inmorales a las que nos tienen acostumbrados ciertos movimientos que, disfrazados con distintos ropajes inocentes nos están tratando de vender gato por liebre, religión y fundamentalismo por Metafísica y Ciencia Sagrada; esto es particularmente claro en aquellos que diciéndose incluso tradicionales sólo tratan de encauzar hacia su molino todas las aguas del descontento provocado por el mundo moderno, con propósitos equívocos.
Queda siempre la posibilidad, hoy en día nada improbable por las mismas condiciones cíclicas, de la gracia de la autorrealización ya que Dios está en el Centro de todo ser humano sin necesidad de ninguna religión, (aunque se revela muchas veces por su intermedio) sin la obligación del dogma, las ceremonias, la burocracia administrativa, y la “legalidad”.
En todo caso se puede afirmar sin equivocarse que nuestra ubicación y, en general, el planteo de nuestra vida cambia si aceptamos como definitivo el que estamos en una etapa avanzada del Kali Yuga, y que por lo tanto es ya inevitable la caída e innecesaria cualquier acción de tipo social, por el mismo hecho de que nada podemos hacer más allá de operar en la individualidad o en un pequeño –pequeñísimo– grupo. Desde luego aceptar esto que nos ha sido enseñado es muy doloroso, es decir, que esta humanidad se autocondena y que no quedará nada de ella. Es un alivio, sin embargo, reconocer que, por alguna razón eso forma parte del plan divino, y que nosotros no tenemos ninguna responsabilidad en ello.
Y ahora que la “postmodernidad” ha dado lugar al “preapocalipsis” no parece mal citar la conocida frase de René Guénon que pone final a su libro El reino de la cantidad y los signos de los tiempos: “… si se pretende alcanzar la realidad del orden más profundo, puede afirmarse con todo rigor que el ‘fin de un mundo’ no es nunca ni podrá ser jamás algo diferente del fin de una ilusión”.
La editorial de la revista del año siguiente (1999), “Fin de Ciclo II”, dice:
Es interesante observar que uno de los “mitos” modernos más importantes difundido por el cine, la televisión e incluso el Internet en todo el mundo es el del hundimiento del Titanic, ya que está claro que representa el naufragio de la nave, el hundimiento del barco del mundo moderno tragado por las aguas de la confusión y el caos. Y, entre la desesperación y la violencia, aparecen y se propagan innumerables ratas, entre las cuales, las más agresivas y corruptas, las ratas del Fin del Ciclo, son aquellas que aún conservan ciertos desechos tradicionales, algunos nombres y ritos degradados, determinados símbolos invertidos, excrementos que constituyen su ración espiritual, “su religión”, y que ellos confunden con lo sagrado. Otro “mito” análogo, igualmente propagado por los media y que conforma casi una realidad para muchísimos niños y personas mentalmente escasas es el de los dinosaurios, cuya desaparición en cierto momento se considera acorde con una época cíclica determinada, en la que estos se extinguieron a causa de una catástrofe universal. A esta última percepción debe sumarse la de objetos voladores no identificados que podrían desatar calamidades en la tierra. Respecto a formas muy concretas del caos –a la vuelta de la esquina–, en cuanto a disolución de estructuras económico-sociales, el “efecto año 2000” (“Y2K”) en las computadoras ha sido advertido al público en general por el mismo secretario general de las Naciones Unidas. Es igualmente curioso que otra expresión hoy en boga, la del reciclaje de papeles, vidrios, latas y otros muchos elementos de consumo diario, sea ampliamente difundida, puesto que esta idea, por cierto, está en relación directa con un reciclaje mayor protagonizado por el macrocosmos, al final de este ciclo eminente.
Para terminar con estas señales que por doquier se hacen patentes en nuestro entorno, –como el paso de inevitables y puntuales cometas– queremos cerrar esta carta con una cita de René Guénon que, sin duda, habrá de hacer reflexionar a nuestros lectores: “Ciertamente, no somos de aquéllos que están dispuestos a negar ‘la intervención del demonio en las cosas del mundo’, muy al contrario; pero que se la busque allí donde realmente está; la verdad es que esto sería un poco más difícil y peligroso que seguir simplemente las pistas falsas sobre las que el mencionado demonio o algunos de sus representantes creen ventajoso lanzar a los ‘investigadores’ más o menos ingenuos, precisamente para impedir que puedan descubrir la verdad”. Etudes sur la Franc-Maçonnerie et le Compagnonnage T. I, octubre 1936.
Llegamos ahora a la Carta Editorial del año 2000, “Fin de Ciclo III”:
En los Nos Fin de Ciclo I y II hemos dado larga cuenta de distintos signos que caracterizan a la época actual, tales como enfermedades, pestes, malformaciones, sequías e inundaciones, terremotos constantes, cambios climáticos, extinción biológica, etc. etc., y pese a nuestro optimismo de base no podemos dejar de ver lo que nos circunda. Lo cual denota una multiplicación monstruosa y al mismo tiempo una aceleración constante del olvido de los más elementales valores, que desemboca en la denigración de la vida humana, o sea de la especie, y por lo tanto, también del entorno y las otras especies. A lo que debe sumarse la injusticia en todos los campos, el fraude y la delincuencia, el sectarismo, y sobre todo la traición, según lo describe el Evangelio cristiano. Asimismo la aparente normalidad de la idea de la robótica, junto con la clonación, ambas fuera de proporción y de consecuencias tan inimaginables que, precisamente si no fuera por el fin del tiempo y el rayo piadoso que terminará con este mundo de una sola vez, podrían conformar una monstruosidad sin nombre de la que debiéramos arrepentirnos; una pesadilla que está ya produciéndose y que no puede ser ajena a la compasión de los dioses. Toda esta confusión está ejecutada por personas que son actores de unos roles propios del mundo moderno, su filosofía (?), su ciencia y técnica, roles previamente asumidos, propios de una civilización en decadencia que toca a su fin, ya que como lo hemos señalado el postmodernismo ha cedido paso al pre-apocalipsis, e inmediatamente al apocalipsis mismo, que ya estamos viviendo de modo práctico, pues unas décadas más o menos eventualmente no son nada en la vida humana.
Pese a que somos cristianos, debemos decir que eso que destacamos es particularmente notorio en la religión actual, (es decir, la expresión oficial de las tradiciones abrahámicas) la que aún en sus aspectos más altos –sin mencionar la ignorancia y la crueldad de los integrismos y fanatismos contemporáneos–, o sea el racionalismo teológico, o la experiencia mística emocional, es la versión de un dios personal, que muy pocas veces alcanza el grado del Nous-Demiurgo, y por lo tanto está sujeta a la psiqué; tal vez en algunos fieles alcance a la ontología y a la unicidad del Ser Universal, pero jamás a la Metafísica (a menos que se tome por ella a lo que se designa así en la actualidad) o a la Suprema Identidad o No Dualidad, verdadera esencia de toda iniciación. Eso hace que se inviertan los valores y se coloque la Metafísica al servicio de la Religión, o de la Ontología (en el mejor de los casos), que parte de la base de que es real aquello que perciben los sentidos, y por lo mismo se constata la idea de una fe material, lo que configura un verdadero materialismo espiritual. Y así, la Masonería debería estar vinculada a un exoterismo religioso fuera del cual no podría haber ninguna iniciación, e incluso supeditada a él, como si la vertical dependiera de la horizontal, invirtiendo todo proceso generativo, lo cual es la más neta señal de la contratradición.
En nuestros Nos anteriores hemos ya formulado nuestro total rechazo hacia esta confusión entre Religión y Ciencia Sagrada y no queremos abundar sobre ello. En cuanto al esoterismo propiamente dicho, y a su más fiel representante en este siglo, René Guénon (aunque no el único por cierto), debe señalarse la malversación de su obra en manos de pretendidos seguidores y sus acólitos, auténticos maestros de la confusión, tal el caso de Frithjof Schuon y Jean Reyor –a los que desde hace algunos años se suma el “teólogo” Jean Borella–, muestras cumbres de aquello a lo que nos estamos refiriendo, los cuales son tanto más peligrosos y contratradicionales cuanto más cerca se encuentran de los auténticos valores de la Tradición Unánime, siempre vertical y no meros enunciados “tradicionalistas”.
Finalmente en la editorial del número del año 2001 leemos:
Bajo el título de Ciclología (Fin de Ciclo IV), que ahora publicamos, coronamos las más de 1.600 páginas dedicadas al tema editadas por SYMBOLOS. De hecho es también de destacar el año en que se ha publicado, que ya anuncia de un modo simbólico el fin de un Gran Periodo de tiempo, el cual se ha expandido de tal suerte que no puede ser contenido en el espacio en que se encuadra, produciendo consecuentemente –a posteriori– una regeneración completa de nuestro planeta, lo que ha sucedido ya varias veces, con mayor o menor intensidad, al punto de convertirse esta perspectiva, para el estudioso o simple observador, en una auténtica ley cósmica periódica.
(…)
Muchas gracias a todos aquellos que han hecho posible el espacio, el ámbito, de SYMBOLOS y nuestro respeto a los que aún creen en estos tiempos en la posibilidad del Conocimiento y su realización, pese a los mil gestos y posturas que adopte el Adversario que también anida en nuestro interior y que no es sólo un enemigo circunstancial, ya que gracias al mismo y al papel que a él toca, es que en el escenario universal se ha ido apagando la luz, envejeciendo el mundo, frustrándose cualquier perspectiva por la paulatina muerte del valor del símbolo entre las más crudas y abyectas simulaciones, las más grotescas imposturas “tradicionalistas” en medio de la ignorancia, la crueldad y la injusticia protagonizada por la soberbia y el fanatismo de los que juegan un patético rol con el que los ha marcado el Destino, antes de que caiga el telón de la Obra.
Esta obra que estamos recorriendo, si es que podemos hablar así, es una siembra al voleo, como nos muestra el grabado del sembrador que aparece en Symbolos Telemática. En un mundo que apenas si respira es un balón de oxígeno, la posibilidad de recibir la Doctrina, nutrirse y vivir. Cuerpos y almas sufren en un mundo siniestro, donde el escándalo se da de continuo y a casi nadie le importa. El cuerpo es torturado de mil y una manera, ¿y el alma? qué decir si la asfixia es casi general.
Espacios cerrados, ambientes saturados de minucias, y en realidad ¿qué es el hombre? la vida de pronto se revela asistiendo de nuevo a un rito que no es sino el doble movimiento: expir-aspir que produce todos los mundos, todos los seres y todos los estados de estos.
Es continua la Creación y la multiplicación, y no se yerra al decir que el aleteo de una mariposa afecta al mundo entero. Todo está entrelazado y un mínimo vislumbre de este caos ordenado nos hace exclamar ¡es imposible abarcarlo! Lo que nos lo impide sólo es el miedo al abismo, a la expansión completa del ser. Un movimiento de retirada, una inspiración y un retorno al centro, al corazón, al silencio. Y sin embargo es posible.
Tememos la pérdida de lo que ya perdimos, y además no sucederá nada que no lleve en sí esa posibilidad de manifestación. La individualidad atrapada en ella misma vive en un infierno donde sus deleites y sufrimientos son puramente físicos o anímicos. Llegado el hombre al centro, el espíritu libera al alma de su individualidad y unida a El observa, con una distancia necesaria, los avatares de su vida. Verdaderamente como se dice en la obra En el Utero del Cosmos, “el fin del mundo ya fue”.
¿Quién va a lamentar el fin de un mundo como éste?
Mientras dure el Kali-Yuga (y es evidente que todavía nos encontramos en él), el “descenso” continúa, e incluso de una manera más acentuada y rápida, hasta la catástrofe final. El regreso a los orígenes se produce, por una especie de “vuelta” instantánea, al principio del ciclo siguiente, y no de una forma gradual en el curso del ciclo actual.(111)
Los artículos de estos cuatro números constituyen un material único sobre el tema –todos ellos están actualmente en una de las páginas del anillo telemático de Symbolos.(112) Los escritos por nuestro autor fueron: “Religión y Metafísica en el Fin de ciclo”, “Esoterismo y Fin de ciclo”, “Guénon en el corazón”(113) y “Los Calendarios mesoamericanos”.
La sección René Guénon recoge: “Cartas a Vasile Lovinescu” (inéditas en cualquier lengua), “Algunas observaciones sobre la doctrina de los ciclos cósmicos”, “Discurso contra los discursos”, “Cartas a Arturo Reghini” (inéditas en castellano), “Lugar de la Tradición atlante en el Manvántara”, “Algunas observaciones sobre el nombre de Adán”, “Hermes”, “La Tumba de Hermes”.
La sección Documentos del segundo de los números de Fin de Ciclo está dedicada a textos referentes a dicho tema en la Tradición Precolombina; son cuatro los seleccionados del abundante material que hay publicado: del Popol Vuh, llamado popularmente “la Biblia Maya-Quiché”, del Libro de Chilam Balam de Chumayel, de Teogonía e Historia de los Mexicanos y del Códice Chimalpopoca. Queremos señalar, y no sólo como curiosidad, un tema presente en estos textos: la idea de que los monos son descendientes del hombre caído frente a la creencia evolucionista de nuestros contemporáneos.
El cuarto sol, signo del 4 ecatl, es Ecatonatiuh (sol del viento). En éste todo se lo llevó el viento; todos se volvieron monas; y fue a esparcir por los bosques a los moradores monas.
16) El quinto sol, signo del 4 ollin (movimiento), se dice Olintonatiuh (sol del movimiento), porque se movió, caminando. Según dejaron dicho los viejos, en éste habrá terremotos y hambre general, con que hemos de perecer.(114)
(Entonces se vio a los hombres) correr, empujándose unos a otros, llenos de desesperación. Querían subirse sobre las casas, pero las casas, desmoronándose, les hacían caer (al suelo). Intentaban subir a los árboles, y los árboles los lanzaban lejos; corrían a esconderse en las cavernas, y las cavernas se cerraban ante ellos.
Así (se cumplió) la ruina de esas criaturas humanas, destinadas a ser confundidas y destruidas. En esa forma fueron entregadas a la destrucción y al desprecio.
Se dice que su descendencia (se ve aún) en esos monitos que viven actualmente en los bosques. Esa fue la señal que quedó de ellos, porque sólo de madera fue hecha su carne por El Formador y El Creador.
Y por tal razón el mono se parece al hombre. Es la muestra de una generación de seres humanos (que no eran) sino muñecos, (hombres) hechos de madera.(115)
Citamos la presentación que hace el director de la revista a estos documentos:
En un número especial de SYMBOLOS dedicado a Fin de Ciclo, no podía dejar de tratarse este tema en la Tradición Precolombina y no sólo en la Tradición Hindú, la Hebrea, la Griega, etc., ya que precisamente en esta forma de la Tradición Unánime se encuentra muy desarrollada la doctrina de las Eras, atestiguada en distintos documentos, e implícita en sus calendarios y códices. Estos últimos fueron en verdad sus libros, escritos en cortezas de árboles, y compuestos por pictogramas y jeroglíficos, que eran consultados permanentemente por sus altos sacerdotes y chamanes, pues constituían el depósito de los conocimientos de su Tradición. Libros teúrgicos, describen simbólicamente su sistema cosmogónico y teogónico, las expresiones doctrinales de su cultura, y su contenido práctico –los signos y pinturas eran también trazados mágicos–, se actualizaban cotidianamente y organizaban la vida individual y social. Las jerarquías eclesiásticas y civiles españolas, sabedoras de la importancia de los códices, persiguieron a los que los poseían, y organizaron la quema de los ejemplares que tuvieron a mano, pese a que algunos pocos de ellos pudieron salvarse y hoy nos informan sobre sus contenidos. Sin embargo los sabios indígenas viendo la destrucción de que eran objeto, durante la colonia también redactaron en caracteres latinizados muchos de sus contenidos para preservarlos. Algunos de los más característicos entre ellos son los que publicamos fragmentariamente aquí, directamente vinculados con el tema cíclico, y que son prácticamente desconocidos fuera del área mesoamericana, o sólo leídos por los especialistas en el tema precolombino.
Quiere anotarse que nuestra selección de ninguna manera agota el material disponible sobre la doctrina americana de la Génesis, sus Ciclos y sus Ritmos; es decir sobre las Grandes Eras o Creaciones, o Soles, especialmente expresados en los códices anteriores a la conquista que aún esperan ser debidamente leídos e interpretados, pese a los adelantos efectuados en este último siglo. También se debe señalar que tanto los libros originales precolombinos, como los documentos producidos durante la colonia, tienen como protagonista a Quetzalcóatl-Kukulkán-Gucumatz, el Hermes Atlante (Henoch) que junto con Toth, Elías-Eliseo, Odín (Votan), Viracocha, entre otros, incluso Metatron,(116) e innumerables entidades o dioses educadores y salvadores de la Tradición Unánime han de volver al Fin de Ciclo, tal como en la Parusía cristiana el Maestro Jesús.
Decíamos más atrás que la visión sagrada del cosmos y la vida nos hace ver todo ligado entre sí, desapareciendo la casualidad y aflorando la causalidad; esta última en un momento dado del proceso también desaparece, pero ahora podríamos decir que ya no por el extremo inferior sino por el superior; cuando el tiempo, en el que opera la causalidad, ha sido abolido y se da la plenitud del ser. Vivimos en un tiempo en el que no hay lugar para el milagro, pues aún cuando este se dé a diario, el hombre actual lo ignora, teniendo en cuenta, además, que: “el significado de los signa (o milagros) es el de la revelación de lo sobrenatural. Nunca el efecto que esos signa producen en el medio.”(117)
Que la casualidad sea la causalidad es algo completamente coherente desde la dimensión y el punto de vista del hombre, ya que más allá del tiempo la causa obviamente no tiene lugar. Así los emisarios de otros mundos aprovechan las situaciones de coyuntura, el punto de unión entre dos esferas, la curvatura de dos planetas, la escisión en un espacio cualquiera de nuestras vidas anecdóticas o de los mundos astrales para que los espíritus puedan colarse en una realidad otra y purificarla a través de la sangre derramada y a veces del terror. Todo emisario refleja en forma harto deficiente a quien lo ha enviado.(118)
Caracteriza a esta época la división, el desorden, la ausencia de justicia; vamos a un caos generalizado que como todo también tendrá su final. El sueño del rey Nabucodonosor, que interpreta Daniel, describe la figura de un coloso que representa las cuatro edades, con la cabeza de oro, el pecho y los brazos de plata, el vientre y los lomos de bronce, las piernas de hierro y los pies de hierro y arcilla, dos elementos, estos últimos, que no se mezclan, lo cual hace a los pies frágiles y debido a ello una piedra que los golpea los deshace, haciendo caer la estatua. La fragilidad de estos pies nos habla de la debilidad del tiempo en que vivimos, donde la falta de unión, de concordia, lo caracteriza. Periodo en el que, por ejemplo, la familia está cada vez más fragmentada y hombre y mujer no quieren o no pueden permanecer unidos, constituyendo una célula sólida de la sociedad; ello en buena parte por una insuficiencia que hay que achacar a las circunstancias cíclicas. Todo tiende al desmoronamiento, a la división, y ya se sabe que por el contrario la unión hace la fuerza. Y esta separación entre hombre y mujer no es sino una expresión de la separación entre el Cielo y la Tierra.
[…] a los efectos del ser individualizado, el fin de una civilización es perfectamente equiparable al fin de sus días, ya que todos los ciclos son análogos.(119) Quien ha pasado por la muerte ya no puede morir. Y nada de esto será más o menos doloroso de lo que ha sido siempre y por cierto es también ahora mismo.(120) Por otro lado, el fin de los tiempos se refiere a la abolición de nuestro condicionamiento espacio-temporal y a un retorno a la frescura virginal de los orígenes no determinados, que por cierto incluyen la posibilidad de un renacimiento. En este contexto, las palabras libertad, igualdad y fraternidad adquieren su último sentido y también nos marcan una tarea a realizar o un destino que cumplir.(121)
Para terminar este breve recorrido por los cuatro números de la revista dedicados a Fin de Ciclo, aun cuando no nos hemos detenido en ninguno de sus artículos, que por cierto bien lo merecen, sí nos detendremos en dos colaboraciones que se refieren a F. Schuon, por ser este un tema claro de confusión dentro del ámbito guenoniano, y del que la Revista Symbolos se ha ocupado a cabalidad. Estas colaboraciones son ambas de autores franceses; en la primera de ellas Roland Goffin, que en paz descanse, entrevista a Khaled Bentounes, Sheikh de la tariqah Alawyya, a la que estaba ligado F. Schuon, de ella queremos señalar que la recepción de Schuon al Islam no se produjo a través del Sheikh Ahmad Alawî, sino de su sucesor Sheikh Adda. Esto no tendría mayor importancia si no fuera que el mismo Schuon daba a entender que había sido recibido por el primero ¿a qué viene esta falta de precisión, de rigor?
Roland Goffin: – Con respecto a la regularidad de su relación con la tariqah al-Alawiya, ¿qué precisiones, Sheikh, desearía Vd. aportar?
Sheikh Bentounes: – En realidad, su recepción se operó no a través del Sheikh Ahmad Alawî, sino a través de su sucesor Sheikh Adda quien lo recibió y lo inició en Mostaganem después del fallecimiento del Sheikh Alawî. Fue a través del Sheikh Adda que recibió su designación como Moqadem.
R. G.: Este punto parece que nunca ha sido claramente reconocido por Frithjof Schuon, quien siempre ha dejado suponer que su recepción había sido operada efectivamente por Sheikh Ahmed.
S. B.: Hasta el presente, nunca he leído un texto de él, ni de algún otro, ni de uno de sus allegados concerniente a su recepción por el Sheikh Alawî. Quizá tal declaración existe, pero yo no la he visto nunca.
R. G.: De ahí el sentir de que sobre el plano, digamos “moral”, esta “vaguedad” fuera cuestionable…
S. B.: Este cuestionamiento, si es que lo hay, concierne sobre todo a la autoridad espiritual.
R. G.: Hay ahí una laguna inexplicable por parte de Schuon.
S. B.: La duda concerniente a la recepción de Frithjof Schuon es efectivamente inexplicable. Si, hipotéticamente, existe la fundación de una tariqah, es imprescindible que esta tariqah esté afiliada a una cadena, con una autorización de su propio Sheikh o, después del fallecimiento de éste, por una designación de los foqara.
R. G.: En este caso, esa autorización necesaria para fundar una tariqah, no la ha recibido de Sheikh Adda. Por tanto la creación, la fundación por Frithjof Schuon de su propia tariqah es una anomalía.
S. B.: En la tradición de la transmisión de la Silsilah, de la “barakah” que ella vehicula, es una anomalía.(122)
El segundo trabajo es de André Bachelet: “En torno a la ‘palabra perdida’ de los maestros masones”. Este texto desenmascara tanto a F. Schuon como a J. Reyor, protagonistas de una historia(123) que no es sino una burda manipulación, una ignorancia completa por lo que respecta al tema de la iniciación.
Dos autores franceses que se suman pues a la labor de los corresponsales habituales de Symbolos en el desenmascaramiento en el ámbito hispanoamericano de este impostor que tanta confusión ha generado. Estos dos artículos son clarificadores respecto a la situación de F. Schuon y a su pretendido papel tradicional. Symbolos ha mantenido la espada en alto frente a esta impostura del suizo y sus seguidores y creemos sinceramente que ha sido, en el ámbito de la lengua castellana, donde más se ha mantenido el orden frente a estos agentes del caos y de la contratradición. Posición que ha provocado una reacción virulenta:
En cuanto a nosotros, hemos sido salvajemente atacados por asuntos personales, (…) por nuestra oposición con respecto a los que intentan hacer pasar a la religión por metafísica confundiéndolo todo, encabezados por schuonianos y reyorianos que no han hesitado en utilizar el complot, la traición, la mentira, la injuria, la difamación, el insulto y otras groserías, con el objeto de descalificarnos, sin comprender que por ese expediente lo que han hecho es descalificarse a sí mismos.(124) Cómo esta gente pretende tener algo que ver con lo sagrado pese a querer seguir la Vía del Sacristán, o a un monismo radical (que por ello lleva implícita la dualidad) de ideología totalitaria, es algo que jamás comprenderemos. Pero sí estamos convencidos de que es en el ámbito de la obra de Guénon, el más grande metafísico de Occidente, quien sostuvo en numerosas oportunidades lo que nosotros decimos(125) –o mejor, nosotros decimos lo mismo que él, ya que según sus propias palabras no hace sino manifestar la Tradición Unánime–, que se produce lo que él llamó la contratradición, iniciada por aquéllos que se han aprovechado de su figura, para luego traicionarla o adulterarla, y allí se está dando para nuestra escala el más penoso signo de los tiempos.(126)
Conclusión
En definitiva se debe considerar a este Fin de Ciclo, y a la Historia (tiempo) como moldeada constantemente por el Demiurgo que produce la permanente Obra de Arte, el diseño creacional. El fin de la Historia, es pues, quién lo duda, el fin del tiempo y la muerte de este Demiurgo.
La Historia del mundo (la de la Creación) es el desarrollo de la potencialidad de la semilla, génesis que incluye un ascenso (niñez, juventud) y un descenso (madurez, vejez) y es coronado por un apocalipsis.
Si se considera a este apocalipsis como el viaje del alma post-mortem, es decir como la descripción del proceso iniciático, que transmuta y da sentido a la creación, la Historia del mundo, pero igualmente la del hombre, serían una revelación y adquirirían una nueva dimensión, es decir, un sentido último, que posibilitaría el origen de cualquier otro desarrollo.
La Tradición, es decir el Arquetipo en acción, es idéntica a la actualización permanente del ser –que jamás ha salido de sí– y su reabsorción en el Sí Mismo cuando esa Tradición se acaba y cesa de girar el movimiento de la Rueda. Este instante de detención, análogo al solsticio en el año, y por lo mismo de simultaneidad, es la coyuntura por la cual el tiempo se hace Eternidad, lo cósmico es un soporte de lo supracósmico, y se realizan otros estados del Ser Universal, y donde una vez que este tiempo es absorbido por el espacio, da lugar a un nuevo mundo, a una nueva humanidad, fabricados por un nuevo Demiurgo, por su perpetua readecuación a las leyes de los ciclos.
El misterio de todo esto que para algunos es la culminación y el sentido de su vida, a otros no debe quitarles la Esperanza y la auténtica Fe en un mundo futuro, virginal y nuevo, con la frescura de otro amanecer, al que debemos arribar por medio del sacrificio, y aun del sufrimiento que caracteriza a cualquier re-generación, después del cual ya el dolor, la enfermedad, la ignorancia y la muerte han sido de una vez por todas abolidos, contemporáneamente con la entrada al Paraíso de una Nueva Edad de Oro, tanto para nosotros como para nuestros semejantes.(127)
Esoterismo Siglo XXI, En torno a René Guénon(128)
Publicado en el año 2000 por Muñoz Moya Editores en su colección “Hermetismo hoy”, nos dice el Proemio del libro:
Tenía la intención de escribir un libro con el título que lleva éste, cuando advertí que ya estaba escrito. En efecto, el panorama que trataba de fijar en él para este siglo XXI en relación a la Metafísica, incluía a la vez los poquísimos grupos e individualidades serias y de tipo iniciático que trabajan en Occidente, con la enorme masa de personalidades, células, y finalmente sectas, que pululan alrededor de la Ciencia Sagrada, desvirtuándola, y que han traído la confusión, el caos y el error propios de la oscuridad de todo eón que termina; por lo que se hace imprescindible un enderezamiento, al menos doctrinal, en aras de preservar los valores tradicionales, las Ideas Universales sin restricción de tiempo y lugar, directamente relacionadas con la esencia del Cosmos y su constante recreación y por lo tanto con la conservación de la Vida, la Libertad, y el Conocimiento que hacen posible la regeneración.
Advertí entonces que describir este momento actual en el Esoterismo era lo mismo que limpiar de paja el grano (ver Mateo 13, 24-31). En efecto, el ambiente reinante en este comienzo del siglo XXI, signado también en el escenario esotérico por la mentira y el engaño, la falsificación y el robo, la ignorancia y la traición, no escapa a las generales de la ley que caracteriza a los tiempos modernos. Así, un estudioso que tratara estos temas debía incluir una información de primera mano del tema en cuestión, como también de los roles que juegan los actores en el reducido tablado de las ideas esotéricas contemporáneas. Una obra de este tipo debía reunir entonces una abundante documentación que abonara cualquier investigación en ese sentido y que ordenara el camino de modo general.
Y entonces comprendí que el libro ya estaba escrito y había sido burilado por mi propia mano.
Ello ha sido así por el hecho de dirigir la revista SYMBOLOS, en la cual he ido dando cuenta del panorama esotérico general en los once años anteriores al fin del milenio, lo que es lo mismo que poner en valor los elementos que, como simiente, generarán el siglo XXI y distinguir entre ellos los pertenecientes a distintos órdenes, atestiguando así la existencia de una Ciencia Sagrada, es decir, de una Tradición Unánime, tan viva hoy día, y tan verdadera como sus orígenes increados.
Muchos pensamos que el representante más autorizado de la Ciencia Sagrada en Occidente para este tiempo (aunque hay igualmente otros autores de la misma auténticos) es René Guénon, y su obra, que toca pluralidad de ámbitos, el testimonio sintético y global de esta Ciencia en este momento por el que atraviesa la Civilización Occidental que muchos esoteristas equiparan a un Fin de Ciclo.
Pero no es sólo el aspecto doctrinal u ordenador de su Trabajo el que se destaca, sino igualmente su influencia en los medios esotéricos, y en la Historia del Esoterismo en general, a través de la autoridad que ha ejercido en distintos grupos, escritores y lectores que han juzgado su figura como providencial, muertos y vivos que han bebido de su fuente aunque muchos de ellos apenas lo mencionan, o posteriormente se han vuelto contra él, sumándose al colectivo que no podría sino negar las ideas esotéricas, por su propia naturaleza, que las hace incomprensibles para aquellos que –con toda razón– las ven como invertidas a toda lógica o ciencia.
Y es a través de esta masa de lectores que lo idolatra o que lo detesta –pues su pensamiento crítico tuvo desde el comienzo hasta su muerte innumerables enemigos–, con todas las variantes intermedias, como el pensamiento de Guénon se ha difundido en el medio esotérico, tanto por sus referencias a la Masonería y al Hermetismo, o a las Religiones del Libro, o al Hinduismo, Lamaísmo, Taoísmo y aún los aborígenes americanos, como por el espíritu que irradia su trabajo y las analogías deslumbrantes que realiza, alimento para la inteligencia y vehículo para la comprensión. Y esto es así hoy día cincuenta años después de su muerte, lo que se comprueba al observar cómo está actualmente viva su obra, tal vez más aún que durante su propia existencia temporal; celebraciones, simposios, números de revistas, libros, artículos, atestiguan los diversos homenajes en su honor.
Así, de modo natural la figura de Guénon se articuló como el eje de este libro sobre el esoterismo en el siglo XXI.
Por los mismos motivos él se había constituido como el guía intelectual de la revista SYMBOLOS y el grupo de redactores que la conforman. Por ello resulta absolutamente normal que publique aquí lo que escribí en esa revista sobre el propio Guénon, la Masonería y la Tradición Hermética, lo cual por sus propias características conforma una mirada sobre el esoterismo contemporáneo ya que como director de SYMBOLOS me tocó contactar con las principales ideas y medios esotéricos de estos últimos once años, tanto en Europa como en América, así como con los autores actuales.
Desde el comienzo de la publicación de esta revista, que distribuimos entre los principales medios esotéricos, ella tuvo una favorable acogida, en especial entre aquéllos que conocían, o estaban al tanto de la obra de Guénon, con los que intercambiamos ejemplares de nuestras publicaciones y artículos en diversos idiomas que editamos en SYMBOLOS, así como a su vez distintas colaboraciones nuestras fueron traducidas y difundidas en esos medios. A ello debe sumarse el envío de numerosa correspondencia de Guénon, que aún no se había publicado, y de estudios del autor, que habiéndose editado en revistas de su tiempo, no habían sido recogidos en sus libros, y que gentilmente me hicieron llegar algunos corresponsales. Se debe mencionar también que dada la calidad de los artículos iniciales, se recibieron numerosos trabajos de autores que espontáneamente deseaban sumarse a SYMBOLOS y publicar en sus páginas, cosa que se hizo dado el valor de muchos de los textos enviados aunque esos autores no participaran de todo lo manifestado en el medio y no pertenecieran al núcleo de escritores que conforman la redacción de nuestra revista.
Por lo que SYMBOLOS se constituyó así, y sin que lo hubiera pretendido, en una especie de atalaya desde donde observar el panorama del ambiente esotérico de su época; un punto de vista privilegiado ya que había intervenido directamente en las cuestiones de las que trata el tema, incluso de modo polémico, a la par que daba cuenta a través de comentarios, recensiones, y aun de la fotográfica reproducción de sumarios –que aquí hemos conservado– del movimiento esotérico en general; en tanto que Guénon, la Tradición Hermética y la Masonería, como medios de acceso al Conocimiento en particular, es decir, como guías y senderos de realización, constituían el temario en el que insistía especialmente nuestra revista.
De hecho, SYMBOLOS ya ha publicado hasta el presente más de 4.000 págs. sobre temas esotéricos de todas las grandes tradiciones, incluida la Tradición Precolombina, que Guénon apenas trató, y a la que, sin embargo, igualmente SYMBOLOS, y el de la voz, en particular, dedicó varios trabajos; este último temario ha sido eliminado en vista de esta colección que incluye sólo los dedicados a las vías anteriormente nombradas y a su vigencia, documentada por publicaciones y autores que atestiguan de ello, en un sentido o en otro, pues de ninguna manera se excluye la polémica, y al par que se señalan conceptos y caminos, símbolos e ideas o puntos de vista igualmente válidos, se rechazan muchos errores en la interpretación, casi siempre interesada, de conceptos concernientes a la doctrina tradicional emanados de fuentes que, hoy más que nunca, están en contra de esa doctrina, a la que empero pretenden manipular y usar en su provecho, que es idéntico al del Adversario. En este último sentido se insiste particularmente en las diferencias entre religión y metafísica, exoterismo-esoterismo y Ser y No-Ser, que han llevado a tantas confusiones, especialmente agravadas por personas y grupos, que o bien por ignorancia –que desemboca en odio– o por deseos de hegemonía y poder, han adulterado el pensamiento de Guénon desde que éste aún vivía. Para botón de muestra la apropiación de su figura y obra con propósitos religiosos lindando en lo fanático, o políticos, en este último caso por grupos fascistas y tradicionistas de tipo rudo, embanderados hoy en la “inocente” Nueva Derecha.
Bien se puede decir de este libro que es una brújula; en su primera parte, la luz que vierten los seis primeros capítulos (“Religión y Metafísica en el Fin de ciclo”, “Esoterismo y Fin de ciclo”, “¿Qué es Tradición?”, “Breve sobre la necesidad del exoterismo”, “Algunas expresiones del esoterismo actual”, “Guénon en el corazón”), iluminan un espacio donde podemos ver claramente cuál es el campo de las religiones, de todas ellas, y por otro el de la Metafísica. Esta última, desde una posición polar, trasciende por completo lo religioso que a lo más que aspira es a una posición solar.
También señala la diferencia entre exoterismo-esoterismo y Ser y No Ser, que tantos se empeñan en confundir.
Como decíamos en otra parte,(129) pensamos que en esta sociedad en la que la Metafísica no “existe”, donde lo religioso ha pasado a ser casi superstición, referirse a esto último para ponerlo en su lugar se hace necesario.
Si nos situamos en el terreno iniciático podemos decir, sin ambages, que “la religión”, o sea el tronco abrahámico, es un obstáculo en la realización espiritual, en la efectivización de la iniciación; eso no quita que para quienes no están en esa vía sea válida y hasta un vehículo para acercarse a ella. Es tan cierto lo que acabamos de decir como que desde el interior de la catedral su magnífica cúpula nos impide ver las estrellas. La religión, como el racionalismo, aun siendo de otra clase que éste es por decirlo de alguna manera una losa “encima” del hombre, de su espacio mental al que cuando menos limita si no elimina. La religión tal cual hoy se vive ni siquiera está relacionada con la iniciación y por lo tanto tampoco con los misterios menores o sea el auténtico estado humano. Sus símbolos son apenas sombras.
El capítulo “¿Qué es la Tradición?” aclara conceptos fundamentales como Tradición, Cultura, o Cosmos y nos dice:
Lo que entendemos por Cultura no son las «artes» y las «letras» imperantes en uno u otro periodo, ni lo que comprendemos por Tradición son ciertos usos y costumbres válidos para un tiempo histórico. Ni siquiera es el catálogo de los detalles de esos diferentes pueblos. Una Cultura es la concepción internalizada de un modo coherente de ser, que vivencian todos los integrantes de la misma. Es un organismo vivo que a los efectos de su manifestación ha tomado una estructura determinada que lo hace apto para la interrelación de sus distintos integrantes, cuyos canales se comunican entre sí con el objeto de satisfacer todas sus necesidades.
Esta forma particular de ver la organización, cultural o social, tiene especial interés no bien se reflexiona en que todas las ciudades o civilizaciones (…) tienen un Origen Mítico, vale decir, sagrado. En un medio de esa naturaleza, la Tradición, en sí, no es sino la imagen del Mundo Arquetípico, Atemporal, que se expresa cíclicamente en la cinta del tiempo.
El cosmos es uno solo como bien se encarga Platón de explicarlo en el Timeo. La sucesión de mundos o de ciclos de dimensión o duración indefinida es lo que se entiende conceptualmente por Cosmos. (…) el Cosmos es uno solo y la idea de la pluralidad de Cosmos o de distintas metafísicas, es una pura contradicción a lo que el concepto de Cosmos y Ciencia Sagrada significan.
Los capítulos siguientes igualmente son una guía en la que se muestra con una claridad diáfana el panorama esotérico actual, bastante intrincado y confuso, por cierto; panorama donde, por ejemplo, se hacen pasar por seguidores y depositarios de la obra de Guénon elementos que son enemigos de ésta, verdaderos estafadores, usurpadores y traidores. Este libro nos ayuda a saber quién es quién, cuáles son las revistas que se están publicando, qué línea siguen y quiénes las impulsan.(130)
El autor nos habla de esoterismo y Metafísica nombrando claramente todo aquello que hoy día se manifiesta como adversario, aun cuando sea veladamente, y nos recuerda el mensaje evangélico de que no puede servirse a dos señores. Citaremos, para terminar este breve recorrido por Esoterismo Siglo XXI, una nota a pie de uno de sus capítulos:
Si no eres –y para ser hay que ser libre– no puedes identificarte con el Ser Universal. La comunicación no se logra, pues el Ser Universal es la libertad, ya que no tiene condicionamiento de ninguna especie; para comenzar ni siquiera con lo espacio-temporal. “La verdad os hará libres” (Juan 8, 23).(131)
Internet
Web
“América Indígena”
En el año 2000 se inaugura una nueva página que reúne todo el material referente a las Tradición Precolombina, es de destacar la belleza de esta página y su contenido, único, como muy bien lo han sabido apreciar los internautas pues la acogida de la misma en la red ha sido especialmente celebrada, incluidos premios y sobre todo un número de visitas diarias que han sobrepasado con mucho las expectativas que se tenían al abrir este balcón al mundo precolombino. Citamos la presentación que aparece en la web:
Dada la amplitud del material acerca de lo precolombino que se ha ido acumulando durante todos estos años en la Revista Internacional “SYMBOLOS: Arte - Cultura - Gnosis”, dirigida por Federico González, se ha decidido hacer una página específica sobre el simbolismo de la Tradición Precolombina. A lo ya publicado se irá agregando periódicamente nuevas contribuciones que sirvan de apoyo y referencia a todos aquellos que se interesan en las Tradiciones indoamericanas y que encontrarán aquí no solamente aspectos referidos a su doctrina cosmogónica, teúrgica y a su cultura, sino también al inmenso arte que nos han legado estas manifestaciones de la Tradición Unánime –es decir Universal– tan actuales hoy en su esencia como en los momentos en que brillaron antes de la conquista o ‘colonización’ española, inglesa, portuguesa, holandesa y francesa. Estos símbolos están tan vivos hoy como lo estuvieron en el pasado pues su validez es siempre presente, o sea eterna, ya que su mensaje vertical no se refiere sólo a circunstancias espaciales y temporales sino al conocimiento de otras dimensiones perennemente actuales, constituyendo parte de una inmensa Sabiduría o Ciencia Sagrada propia de todos los pueblos, ya que su origen es atemporal, tejida en la textura misma del ser humano y por lo tanto aún viva entre todos los hombres.
Documentos: La Tradición Precolombina no es muy conocida por la cultura europea, salvo por los estudiosos, pero el interés de estos textos radica asimismo en la originalidad metafísica que se despliega en ellos.
Hermetismo y Masonería. Doctrina, Historia, Actualidad(132)
Hermes, Pastor del rebaño celeste, Dios verdaderamente Universal, es al mismo tiempo la deidad más antigua de todos los panteones –siendo antediluviano– y por lo tanto un Númen que bien pudiera ser calificado de arquetípico, o mejor el Arquetipo de la deidad en el plano intermediario, o identificado a la Enseñanza, como forma de comunicación, por mediación del Conocimiento, con los planos más altos de la Cosmogonía y la Ontología, y por lo mismo con los auténticos soportes de la Metafísica.(133)
En este libro la Tradición Hermética brilla en todo su esplendor, un párrafo sí y otro también nos iluminan en la comprensión del Nous-Dios, del Nous-Demiurgo, del proceso cosmogónico y del hombre y su función.
Existen (…) dos formas de concebir el mundo y al Demiurgo, (…) pero ambas no se contradicen sino que se conjugan, complementándose. Una es la de extasiarse con lo creado y cantar sus maravillas, expresión de la totalidad de lo posible, testimonio de la Grandeza, Inteligencia y Sabiduría de su creador que ha permitido que se le conozca por la manifestación de su propia Obra, permanentemente viva y cambiante, que incluye al hombre, y todo lo que éste es en cuanto miniatura del Cosmos. Pero hay otra forma igualmente válida de encarar este hecho: la de considerar, o mejor, “vivenciar” al Dios creacional o Demiurgo, como una entidad “mala” o terrible, en cuanto no es el Primer Dios, el motor inmóvil, sino una forma “menor” del Ser, por creada y por lo tanto sumamente relativa a su lado. A ello deben añadirse los aspectos negativos inherentes a cualquier creación que como ya señalamos lleva el sello de lo perecedero y tiene como nombres a la par de la Gloria –el Conocimiento, la Belleza y la Gracia, para no mencionar sino algunos de sus atributos– igualmente la fealdad, la enfermedad, la vejez, y sobre todo, en el caso del ser humano, la ignorancia. Estados que coexisten simultáneamente tanto en el Noûs-Demiurgo como en el hombre hecho a su imagen y semejanza y que no tienen cabida en la Suprema Identidad, el Noûs-Dios, perfectamente inafectado con respecto a las permanentes mutaciones del Dios cósmico, aunque aún sujeto a la Primera determinación con respecto al No-Ser.(134)
El hombre tiene ante sí las dos columnas del Arbol, el espejo de la Gracia y el Amor y el del Juicio y el Rigor; pero ¡ay! tiende a verse únicamente en uno de ellos, sumiéndose en la alegría o el dolor. Si tan sólo pudiéramos parar y ver, si nos alejáramos (desapegáramos) de los hechos, los seres y las cosas, podríamos saber “cuándo cerrar y cuándo abrir, cuándo contraernos y cuándo expandirnos”. Muchas veces ocurre que la Gracia se nos presenta de mano no reconocida, o no respetada por nosotros, lo cual puede llevarnos a despreciarla o cuando menos a no apreciarla. Con frecuencia nos vemos con los ojos de los demás, si viéramos por nosotros mismos podríamos actualizar la visión del ser reconociéndose a sí mismo. Y una corrobora una vez más que todo está bien hecho, que la armonía es el estado natural del cosmos.
El bien y el mal no son sino dos aspectos de una misma cosa, salvo que el Bien se escriba con mayúscula y sea idéntico a la Liberación. En ese caso el bien sería uránico y el mal ctónico, estableciéndose así una jerarquía natural entre el ser y el otro, el auténtico Yo y lo egótico-personal.(135)
Encarnar la Cosmogonía es hacer el camino de vuelta desde Malkhuth a Binah. De este modo, el microcosmos realiza el gesto creacional. Es la Gracia, el Rigor, la Belleza, la Victoria, la Gloria, el Fundamento y finalmente el Reino. Hay estados de gracia, de misericordia, de alegría, de esperanza, también de sufrimiento, horror y desesperanza; todos están incluidos: humanos, infrahumanos y suprahumanos; o terrestres, infernales y celestes.
El Diablo más que como un personaje hay que verlo como un estado de aceptación que lo abarca todo, un asumir la totalidad de la vida. “Soy el testigo mudo del mal”, dice el Diablo de Noche de Brujas.
El sol, corazón del universo, despierta la energía sexual, es el falo primordial, y bajo ese aspecto es conocido como El Diablo. El vino también simboliza esa energía y nos lleva hacia lo alto o hacia lo bajo, en cualquier caso a la vertical.
El descenso de las energías celestes, su morada en la tierra (o en el inframundo) y su posterior regreso a los cielos configuran un ciclo, una ronda de descenso-ascenso (lo nocturno y lo diurno), permanente. Las deidades constituyen las energías de ese trayecto constante que se efectúa entre cielo y tierra –e inframundo– y cada una de ellas repite esta oposición descendente-ascendente dentro de sí –como todas las cosas– y danzan, cantan, pintan o tejen perennemente al cosmos entero, del que estas deidades son las protagonistas. A la par, todo esto se reproduce simultáneamente en el interior del hombre, donde se repiten las jerarquías o planos escalonados que van de lo más diáfano del noveno cielo, es decir, desde la impasibilidad eterna del principio, hasta el último mundo subterráneo, la actividad bullente y oscura de la tierra y sus deidades infernales. Indicaremos, asimismo, que a la vez que la deidad desciende, encarna, se humaniza, el ser humano por mediación de la invocación y el rito se eleva, asciende, se diviniza. En términos teogónicos la gracia es descendente, la oración y el sacrificio ascendentes.(136)
La sangre de los héroes es el alimento de los dioses, los aztecas daban el nombre de agua preciosa a la sangre de los sacrificados, la cual:
reunía en sí la contradicción simbólica del agua y el fuego, y hermanaba en el cuerpo de lo sagrado, sin ningún prejuicio, lo “malo” y lo “bueno”, su vicio y su virtud.(137)
Este es un libro único en varios sentidos. Uno de ellos es que sitúa perfectamente a la Masonería dentro de la corriente Hermética; eso, que en esta obra se muestra claramente, en el ambiente masónico a menudo se ignora.
Se podrá observar en este estudio la intima relación de Hermes con la Masonería, como heraldo del Gran Arquitecto del Universo. Para nuestro trabajo hemos tomado en general modelos míticos grecorromanos-alejandrinos, que posteriormente podrán ser asimilados a otros panteones, pero la deidad, o el conjunto de deidades intermediarias, sigue siendo el mismo, agrupado bajo la entidad llamada Hermes (Hiram), que está tan presente hoy día como lo fuera en otros tiempos y espacios y se continúa revelando de muy diferentes maneras, de acuerdo a las diversas mentalidades, grupos e individuos que habitan el planeta(138).
Por otro lado al situar claramente el origen y familia de la Masonería despeja el carácter “oculto” y “misterioso” que se le atribuye frecuentemente, y en distintos ambientes.
La Masonería tiene íntima relación con la Tradición Hermética y su simbólica, y puede verse como la transposición del Arte Alquímico, basado en el fuego y la transmutación metálica, al simbolismo de la Ciencia Constructiva, reflejo de la Construcción Cósmica. La importancia de la Masonería, como transmisora de la Iniciación y, más concretamente, de las ideas de la Tradición Hermética a las que ha permanentemente fomentado, ha sido fundamental, tanto en este siglo como en el pasado. El Hermetismo se prolonga en la Masonería en numerosos grupos e individualidades. (p. 85).
El Hilo de Oro, que es la cadena de iniciados pertenecientes a la tradición Hermética, va del Nous a Poimandrés, de este a Hermes, de Hermes a Tat, su hijo, y de Tat a todos los adeptos de esta Tradición. En el primer capítulo de este texto podemos seguir claramente este Hilo áureo a través de “Los Libros Herméticos”:
–que fijan la enseñanza oral– donde se podrá apreciar la historia de esta deidad así como sus doctrinas en el mundo grecorromano y alejandrino, la Edad Media y el Renacimiento y sus epígonos actuales. (p. 15).(139)
El siguiente capítulo: “Tradición Hermética y Masonería”, que da título al libro, es una síntesis de la historia mítica y cronológica de la orden masónica, de las corrientes sapienciales que la han conformado. Comienza hablando de cómo toda la sabiduría fue escrita en dos columnas que después del diluvio descubrieron Hermes el filósofo y Pitágoras, los cuales se dedicaron a enseñar los conocimientos allí grabados.
Es obvio que esas columnas, u obeliscos, asimilados a los pilares J. y B. son las que sostienen el templo masónico -–y a la vez permiten el acceso al mismo– y configuran los dos grandes afluentes sapienciales que nutrirán la Orden: el hermetismo que asegurará la protección del dios a través de la Filosofía, es decir del Conocimiento, y el pitagorismo que dará los elementos aritméticos y geométricos necesarios, que reclama el simbolismo constructivo; se debe considerar que (…) esas dos columnas son las piernas de la Madre logia, por las que es parido el Neófito, es decir por la sabiduría de Hermes, el gran iniciador, y por Pitágoras el instructor gnóstico. (p. 104).
La figura de Hermes es tan familiar a la Masonería que muchos talleres, ritos y grados llevan su nombre.
Hermes y el Hermetismo son una referencia habitual en la Masonería, como lo es también Pitágoras y la geometría. Por otra parte ambas corrientes históricas de pensamiento derivan a través de Grecia, Roma y Alejandría, del Egipto más remoto y por su intermedio de la Atlántida y la Hiperbórea, como en última instancia acontece con toda Organización Iniciática, capaz de religar al hombre con su Origen. Y va de suyo que esta impresionante genealogía en la cual están comprendidos los dioses, los sabios y los reyes tanto de Tiro e Israel, como de Escocia (la realeza no desdeñaba la construcción y el rey era un maestro operativo más) conforma un ámbito sagrado, un espacio interior construido de silencio, lugar donde se efectivizan todas las virtualidades y así puede reflejarse el Ser Universal de modo especular. La logia masónica, como se sabe, es una imagen visible de la Logia Invisible, como el Logos es el despliegue de la Triunidad de los Principios.
(…)
La deidad es inmanente en cada ser, y los Hijos de la Viuda, los hijos de la luz, la re-conocen en el interior de su propia Logia, hecha a imagen y semejanza del Cosmos. La raíz H. R. M. es común a los nombres Hermes e Hiram y este último forma con Salomón un paredro donde se aúnan la sabiduría y la posibilidad (la doctrina y el método), señalándose a la Tradición (Cábala) hebrea, en la que nació Jesús, como la vehiculadora de esta revelación sapiencial, real, y artística (artesanal), que constituye la Ciencia Sagrada, la que es aprendida y enseñada por símbolos y ritos en la logia, “libro” cifrado que los Maestros decodifican hoy, tal cual lo hicieran sus antepasados en el tiempo mítico, puesto que la Masonería no otorga el Conocimiento en sí sino que muestra los símbolos e indica las vías para acceder a él, con la bendición de los ritos ancestrales, que actúan como transmisores mediáticos de ese Conocimiento. (p. 108-109).
Continúa explicando cómo los Antiguos Usos y Costumbres, los símbolos, los ritos y los secretos del oficio se han transmitido sin interrupción desde tiempos muy remotos y cómo el paso de lo operativo a lo especulativo no ha sido sino la adaptación de verdades trascendentes a nuevas circunstancias cíclicas.
Las corporaciones de constructores medioevales le han dado la estructura a la Masonería y su simbólica fundamental vinculada al Arte de Construir. Esta influencia deriva, o al menos tiene antecedentes en los collegia o Scholae romanos, vinculados a las Religiones de Misterios, las que a su vez lo hacen con Egipto. En la Alejandría greco-romano-egipcia, de los primeros siglos anteriores y posteriores al cristianismo, vuelve a producirse un resurgimiento tanto de las religiones mistéricas, que aún subsistían, como de los estudios neoplatónicos, pitagóricos y teúrgico-gnósticos, que desembocan en una corriente donde la Tradición Hermética vehiculará estas energías hasta el Renacimiento, pasando por la Edad Media, donde revistieron formas cristianas. (p. 130).
Todas estas influencias espirituales-intelectuales pasan directamente a:
La Masonería, que es –y seguirá siendo– un depósito de Sabiduría Tradicional que otorga el Conocimiento a aquellos que son capaces de recibirlo, y al que generosamente ha expandido (…), y divulgado (…). A esto debe sumarse la perenne dignificación del trabajo, objeto de culto de su disciplina y el instrumento de conocimiento de un Masón y por lo tanto actividad humana por naturaleza. (p. 132).
Mención especial merece Elías Ashmole, un hermetista en el que confluyen la Tradición Hermética y la Masonería, quien jugó un importante papel en la transición entre la antigua Masonería, anterior a Anderson-Desaguliers, y su proyección histórica posterior encaminada a rescatar la mayor parte del mensaje espiritual-intelectual. También el Caballero Ramsay, cuyos famosos discursos (1736-37)(140) constituyen uno de los nexos visibles entre la masonería escocesa y de “grados escoceses” y la francesa; es en Francia donde aparece el llamado Rito de Perfección con una escala de 25 grados que se convertirá en 1801 en Estados Unidos en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
Hablando del tema de la diversidad de ritos y grados nos dice el texto que estos (ya sean en número de dos, tres, siete, nueve o más), representan etapas en el Proceso de Conocimiento y esos pasos, en la Masonería actual, son sintetizados y designados con los nombres de Aprendiz, Compañero y Maestro, en correspondencia con los tres mundos: físico, psíquico y espiritual.
Volviendo al tema de la Glorificación del trabajo, en otro capítulo del libro titulado “Apuntes sobre Hermetismo y Ciencia” leemos:
En cualquier caso el nacimiento de la Historia de la Ciencia, tal cual hoy la conocemos, está relacionado con las ideas de la Tradición Hermética y las investigaciones y experiencias de los hermetistas, auténticos sabios (…) que tienen sumo respeto por las enseñanzas del Corpus Hermeticum, las cuales definen una actitud clara con respecto al hombre y su papel en la Creación según lo manifiesta este texto (p. 146):
“El cosmos está pues sometido a Dios, el hombre al cosmos, los seres sin razón al hombre: Dios, él, está por encima de todos los seres y vela sobre todos. Las energías son como los rayos de Dios, las fuerzas de la naturaleza como los rayos del cosmos, las artes y las ciencias como los rayos del hombre. Las energías actúan a través del cosmos y alcanzan al hombre por los canales físicos del mundo; las fuerzas de la naturaleza actúan por medio de los elementos, los hombres a través de las artes y las ciencias”(141).
En el mismo capítulo, citando a Bacon en referencia al origen de la ciencia, habla de la ciencia experimental y de la magia y concluye nuestro autor:
Sin embargo esta experimentación de la que trata R. Bacon no es sólo física, como podría pensarse, él mismo se encarga de transmitírnoslo, ya que su grado más alto es la Revelación; es decir que el Conocimiento de lo Sagrado es la mayor experiencia. (…) Para el pensamiento de R. Bacon, si la experimentación es una forma de la magia natural y la alquimia una forma de la teúrgia aplicada al Conocimiento y a la obtención de un logro total –la Panacea Universal– todo el proceso de aprendizaje (matemático, cosmográfico, físico, médico, de laboratorio) es parte de un Saber Único, la Ciencia Sagrada. Aunque parezca curioso, este tipo de conceptos han materializado finalmente en la Ciencia Moderna, cuyos supuestos, como hemos expresado, están totalmente invertidos con respecto a estas conclusiones y a toda idea relacionada directa o indirectamente con lo sagrado, discutiendo, o negando, incluso, sus orígenes históricos, como ya hemos señalado. (p. 149).
Por otro lado muestra con una lucidez radiante, que le agradecemos, cómo la Ciencia Sagrada ha seguido presente en la ciencia, fecundándola, hasta la época en la que aparece el racionalismo, cuando dicha ciencia:
cambia intempestivamente el rumbo cortando la conexión que mantenía unidos a los tres mundos, espiritual, anímico y material, y se simplifica la cosa haciendo sólo una diferencia binaria: cuerpo y alma como antagónicos, siempre excluyentes.
Este proceso de inversión queda documentado no sólo en la “filosofía” y el racionalismo de Descartes sino que pasa a ser parte del bagaje del hombre moderno como lo testifica la historia de esa Ciencia que, a poco de su desarrollo, niega sus propios orígenes y rompe las raíces que la mantenían aún unida con la Cosmogonía y la Ontología, el Ser Universal y la Metafísica. (p. 155).
Y sigue el texto hablándonos de las relaciones entre Hermetismo y Ciencia, apoyándose en los catálogos de dos importantes bibliotecas: la “Biblioteca Colombina” formada por Hernando Colón, hijo del descubridor y la “Biblioteca Chemica”; la primera, nos dice el autor, representa el mundo aristotélico y teológico medioeval y la segunda la visión científico-mágica del Renacimiento. Y concluye este capítulo:
En definitiva, este tema toca a la historia oculta de las cosas y a la presencia continua de Hermes para nuestra civilización. Y si la Historia de las Ideas es la memoria de los hombres y por lo tanto necesariamente una visión del cosmos, conocer los orígenes cíclicos es una forma de reencontrarse a sí mismo en un mundo que también es otro, de remontar la corriente hacia la simultaneidad de unos conceptos que están en la esencia de la Cosmogonía, y que constituyen una apertura a la Metafísica.
Del capítulo siguiente: “La iniciación masónica y hermética en la obra de René Guénon” señalar que el metafísico francés escribió artículos masónicos que conforman dos volúmenes y que indicó especialmente a la Masonería, junto al Compagnonnage, como las dos formas iniciáticas occidentales que tienen un origen tradicional y que todavía trasmiten la iniciación. Respecto a la tradición Hermética dice que las fases de la iniciación son las mismas que las de la “Gran Obra” hermética y que ambas reproducen el proceso cosmogónico.
Concluye nuestro autor que toda la obra de Guénon está “dedicada a los adeptos occidentales”, a aquellos que conscientemente o no conforman la Tradición Hermética, incluidos los masones.
Recoge además este volumen de Hermetismo y Masonería cuatro apéndices: “Corpus Hermeticum, Poimandrés: libros I-XI”, “La escuela de Pitágoras y la Academia de Platón: Genealogía”, “Biblioteca Colombina” y “Algunas obras alquímicas, desde la Edad Media y el Renacimiento hasta el Siglo XVIII”.
Centro de Estudios Simbólicos de Barcelona
Durante estos años continuaron las actividades del CES tanto en el local del propio centro como en librerías y bibliotecas de la ciudad; queremos dejar constancia aquí del ciclo de conferencias y la exposición que se llevaron a cabo en la Biblioteca Pública Arús en el año 2001, como homenaje a René Guénon.
En la Biblioteca Pública Arús de Barcelona, situada junto al Arco del Triunfo de la ciudad (Paseo San Juan, nº 26) y coincidiendo con el 50 aniversario de la muerte de René Guénon (1886-1951), se celebró durante el mes de febrero de 2001 un ciclo de cuatro conferencias bajo el título “La aportación de René Guénon a la Francmasonería. Una perspectiva a los 50 años de su muerte”.
El evento fue patrocinado por la propia Biblioteca, SYMBOLOS, Revista Internacional de Arte - Cultura - Gnosis, y la Gran Logia Operativa Latina y Americana, cuya actual sede se encuentra en esos Valles, recibiendo también el soporte de diferentes Obediencias y Potencias masónicas vinculadas a las actividades de la biblioteca, como el Gran Orient de Catalunya.
Debe destacarse la afluencia de público y el interés mostrado a tenor de las muchas preguntas y vivos coloquios que se establecieron después de cada conferencia. Al mismo tiempo en las vitrinas de otra sala de esta hermosa biblioteca inaugurada en 1895 (la primera biblioteca pública de la ciudad, construida por donación -de edificio, capital y fondos- de Rossend Arús i Arderiu, que fuera también coautor y promotor del Diccionario Enciclopédico de la Masonería) se exponían todos los libros de Guénon acompañados de referencias, índices notas y citas de las distintas obras expuestas, todas ellas donadas por la revista SYMBOLOS a dicha entidad cultural. Josep Brunet, actual director del Patronato de la biblioteca, presentó los actos y agradeció la valiosísima aportación que se hacía donando esa obra, hasta entonces inexistente en su fondo bibliográfico.
En el programa del homenaje se decía lo siguiente: “La obra de René Guénon (1886-1951) no es conocida por el gran público, pero su pensamiento continúa tan válido y actual como cuando fue formulado, debido a la propia naturaleza trascendente de los temas tratados y su magistral exposición, no sujeta por ninguna circunstancia específica de tiempo o espacio (…) El legado escrito de René Guénon es un libro de ruta inestimable para aquellos que, en libertad, buscan la Verdad”.(142)
Por otra parte, el miércoles 11 de Noviembre de 2001 se inició en la ciudad condal un nuevo taller de “Introducción a la Ciencia Sagrada: Programa Agartha” con un grupo numeroso.
Una nueva página se suma al anillo de Symbolos, se trata de la web “Atrivm: Hacia la esencia del Cristianismo”.(143)
Se hacía necesario que en este mar de confusión que son los tiempos modernos existiera en la web una página que expusiera el pensamiento cristiano tal cual como lo concibe ATRIVM y que es compartido por muchos hermanos de España e Hispanoamérica. No nos mueve más que poner al alcance del lector algunas de las muchas maravillas que guarda la doctrina y el acervo de la Cristiandad, sus orígenes y su fin último, a través de esta selección que habla por sí misma. Sin el conocimiento no hay liberación y éste se logra con el estudio atento de lo que han dicho nuestros maestros, comenzando por la vida, la obra y la palabra de Jesús, como Encarnación de la Santidad, o su equivalente la Sabiduría. Aparecemos con un material extenso organizado por secciones, o cronología, según el caso. A esto se irán sumando al hilo del correr del tiempo numerosos contenidos en suplemento, sin esquivar la Hermenéutica y el sentido trascendente de la Teología. En nuestra Tradición, bautizados en la fe de Cristo mediante la irradiación de su Sagrado Corazón.
Zaragoza, 12 de Octubre de 2001. El día de la Virgen del Pilar y Día de la Hispanidad.
NOTAS
(95) Actualmente hay traducción española: Estudios sobre la Masonería. Ed. Grup Lobher, Barcelona 2007.
(96) Todos estos textos están en la web de Symbolos: http://symbolos.comen la sección René Guénon.
(97) “Discursos” de Andrew M. Ramsay. Symbolos No 13-14. Ver en Internet el texto completo: https://www.hermetismoymasoneria.com/s13ramsay.htm
(100) En la actualidad Federico está trabajando en la dirección e interpretación teatral como método de enseñanza, incorporando al trabajo los medios audiovisuales tan presentes en la sociedad en que vivimos.
(102) http://www.geocities.com/cesbarcelona. [http://cesbarcelona.com/]
(105) https://www.hermetismoymasoneria.com. Ver aquí la presentación de la misma en pág. 112.
(106) J. D. de Villedieu. “El Descenso Cíclico”. Symbolos 19-20, pág. 54.
(107) Antología, ob. cit. pág. 131.
(108) Federico González: Tarot. El Tarot de los Cabalistas, Vehículo Mágico, pág. 137. mtm-editores, Barcelona 2007.
(109) Frontispicio Symbolos No 17-18.
(110) Frontispicio del No 21-22.
(111) René Guénon: Cartas a G. Pistoni. Symbolos No 9-10.
(112) “Fin de Ciclo, Estudios sobre Ciclología”: https://www.ciclologia.com.
(113) Incluido posteriormente en su libro Esoterismo Siglo XXI, En torno a René Guénon, junto con los aquí citados. Ed. Muñoz Moya, Barcelona 2001. Este artículo fue escrito inicialmente en respuesta a la invitación de la revista Vers La Tradition a colaborar en un No especial dedicado a R. Guénon (No 83-84: «Pour nous, René Guénon 1886-1951. Hommage pour le cinquantième anniversaire de son retour à Dieu. Ce que nous lui devons». Mars-Juin 2001).
(114) Teogonía e Historia de los Mexicanos. Mitos cosmogénicos tezcocanos.
(115) Popol Vuh (fragmento).
(116) “Ver Charles Mopsik. Le Livre Hébreu d’Hénoch (introd.). Igualmente Moché Idel. Hénoch c’ést Métatron. Ed. Verdier, Lagrasse, Francia 1989.”
(117) Antología, ob. cit. “Perspectivas desde el arte”, pág. 146.
(118) Ibid. pág. 324. En el Vientre de la Ballena, p. 43.
(119) “En virtud de su aceleración, el tiempo se contrae en el espacio y acorta las distancias de tal suerte, que en verdad se contrae en sí mismo. Hasta que ese exceso de velocidad en que reitera sus ciclos, lo lleva al grado de devorarse y ser absorbido por la simultaneidad del espacio. Ese sería el fin de los tiempos, el retorno al origen, en el cual la rueda dejará de girar, cesará el movimiento. Y en esa indiferenciación virginal se generará entonces un nuevo espacio, un cielo y una tierra nuevos, y también un nuevo hombre o humanidad, otro ciclo –en este caso un manvántara–, con un tiempo regenerado, como sucede analógicamente con cada año nuevo.”
(120) “Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta”. (Mateo VI, 26).
(121) Antología, ob. cit. pág. 177.
(122) Symbolos No 19-20, pág. 194.
(123) J. Reyor planea enviar una delegación de miembros de la Logia “La Gran Tríada” a Suiza, a la tariqah de Schuon, para recibir de éste último “la palabra perdida”.
(124) “Bienaventurados seréis cuando, aborreciéndoos los hombres, os excomulguen, y maldigan, y proscriban vuestro nombre como malo por amor del Hijo del hombre”. (Lucas 6, 22).
(125) Sigue a este artículo una adenda con citas de Guénon donde se destaca la diferencia entre Metafísica y Religión.
(126) “En este sentido sería interesante preguntarse si no están haciendo lo mismo con la religión. En efecto, en lo que respecta a los cristianos de estos movimientos de corte neofascista o fundamentalista –de los islámicos preferimos abstenernos actualmente– sabemos, por sus propios escritos, que rechazan la autoridad religiosa, consideran que los ritos han sido adulterados, tampoco conocen la ortodoxia católica, tal vez hayan leído, con suerte, dos o tres páginas de la Suma Teológica, o Contra Gentiles, de Tomás de Aquino, y no se sujetan a los mandamientos. ¿Cuáles son entonces sus intenciones al ampararse bajo el manto de la religión? ¿Qué “espíritu” los mueve a ello? ¿No sería pertinente mencionar aquí al cagastrum alquímico-paracélsico como manifestación de la corrupción y putrefacción?” Federico González, “Esoterismo y Fin de ciclo (2)”. Symbolos No 19-20.
(127) “Esoterismo y Fin de ciclo (2)”. Ibid.
(128) Federico González. Esoterismo Siglo XXI. En torno a René Guénon. Ed. Muñoz Moya, Sevilla 2000.
(129) “Presencia de René Guénon”. Symbolos No 23-24.
(130) Todas las reseñas escritas por el autor y publicadas en Symbolos hasta el No 19-20 inclusive –salvo las de tema precolombino– constituyen la 2ª Parte de este libro.
(131) Esoterismo Siglo XXI, ob. cit. pág. 81.
(132) Federico González. Ed. Kier, Buenos Aires 2001. 2ª ed.: 2004.
(133) Hermetismo y Masonería, pág. 10.
(134) Hermetismo y Masonería, pág. 50.
(135) Tarot. El Tarot de los Cabalistas, ob. cit. Cap. VII: “Símbolos Fundamentales del Tarot. Diccionario”.
(136) Antología, ob. cit. pág. 219. “La dualidad, energías descendentes y ascendentes”.
(137) Idem. pág. 222-223.
(138) Hermetismo y Masonería, ob. cit. pág. 13.
(139) Proclo, en el año 453, cuando tenía 41 años, recibe en sueños la revelación de que su alma pertenece a la cadena de Hermes, según lo narra su biógrafo y discípulo Marinus (Vida de Proclo, 28). Hermetismo y Masonería, pág. 31.
(140) Ver aquí pág. 145.
(141) “Poimandrés X, 22.”