Cabalista meditando en el Árbol de la Vida. Paulus Ricius, Portae Lucis, 1516
[Paulus Ricius, Portae Lucis, 1516, detalle.
Cabalista meditando en el Árbol de la Vida.
Portada del primer trimestre del Programa Agartha, 1985.]


Capítulo III
PERIODO 1985-1991

Tras el primer manifiesto del CES, Federico parte para Oriente a un viaje largo sobre todo por India y Nepal –donde como señalamos más atrás comenzó a escribir La Rueda–, permaneciendo allí buena parte de 1980; a su vuelta se detiene en Barcelona un tiempo y desde esa fecha alterna sus estancias entre Barcelona y México, con viajes a otros lugares como Argentina; esto hasta 1985.

Nos centraremos a partir de ahora en el periodo 1985-1991: durante este tiempo el CES de Barcelona continuó trabajando en la labor de Enseñanza, en su difusión; fueron antiguos alumnos los que impartieron clase a la gente nueva que llegaba al Centro. Federico a partir de 1986 fija su residencia en Guatemala viajando con frecuencia a otros países; a Barcelona en concreto lo hacía para el solsticio de verano y a veces también en otoño. Tenía entonces cincuenta y dos años, ciclo por cierto muy importante en la Tradición precolombina, relacionado por un lado con la luna y por otro con las Pléyades. Para el pueblo azteca en particular, como para el mismo Federico, señala el paso de nómada a sedentario:

En el caso del templo mayor de Tenochtitlan, corazón del pueblo azteca, el simbolismo mágico-teúrgico es evidente puesto que los templos y las construcciones que caracterizaban a esta ciudadela sagrada fueron erigidos en el lugar exacto donde los antiguos mexicanos recibieron los signos, las señales divinas que les ordenaban instalarse allí después de cincuenta y dos años de arduo peregrinaje. (El Simbolismo Precolombino, pág. 201.)

Programa Agartha

Agartha es un espacio real aunque oculto a las miradas y los deseos de los simples mortales. Es también un espacio oscuro y subterráneo como es el alma humana, la caverna, y la interioridad, que ésta representa. Los habitantes del Agartha han comenzado a tomar a su propio ser como el athanor, u horno, de la experiencia alquímica y han llegado, por su trabajo y la gracia de los dioses, a participar de los ámbitos y aulas de la Iglesia Secreta, así como a percibir la proximidad del Misterio y contar con la presencia permanente del Rey del Mundo, lo cual hace que consideren a las alegorías como intrínsecamente falsas, y negadoras, por su propia naturaleza, de la realidad metafísica y el auténtico mundo espiritual (o intelectual) al que se llega merced a la estancia en la gruta, como lo sabe cualquier aspirante a yogui en los Himalayas. Agartha no está afuera sino dentro y es mucho más real que cualquier fenómeno, ser o cosa. Por ello es que sin necesitar de nada y de nadie ha permanecido y permanecerá idéntica a sí misma en las condiciones actuales de la existencia terrestre, como el refugio de la inmanencia divina, contenida macrocósmicamente en la Shekinah y microcósmicamente en el Luz, nuez, o almendra de inmortalidad, ubicada simbólicamente por la Cábala en la base de la columna vertebral del hombre. Los habitantes del Agartha han tenido que hacer un camino invertido con respecto a lo “normal” y “natural” y remontar una vía de ascenso paulatina, penosa y llena de pruebas; un peregrinaje en el interior de la caverna, lo que ha hecho que transformaran sus heces en piedras preciosas y los ha convertido en ciudadanos de la auténtica patria, es decir, verdaderamente universales y vinculados al gobierno interno del mundo.(32)

En el otoño de 1985 comenzó a difundirse, con no mucha fortuna, como curso de Universidad a distancia, el Programa Agartha. La publicación del mismo se hizo en Guatemala y Barcelona.(33) En esta última ciudad desde el barrio barcelonés del Call: del número 11 de la calle Sto. Domingo partían hacia toda la península, islas y algún otro país europeo las cartas como rayos emisores, transmisores, de la Enseñanza. También en México, desde el D. F., se distribuyó esa primera edición del Programa. Por aquel entonces éste se enviaba por correo y semanalmente los suscriptores recibían cuatro páginas correspondientes al trabajo a realizar durante dicho periodo. Todo se hacía de forma anónima y el lector ligaba directamente con el mensaje a través del mensaje mismo, sin intermediarios visibles que mediaran en la transmisión de la enseñanza. Hay que decir que el Agartha, pese a tener algunos suscriptores, fue fundamentalmente material para los alumnos del CES y unas prácticas para seguir en ausencia de Federico.

El texto de este Programa, que nuestro autor empezó a redactar en el otoño de 1984, en México, fue vertiéndose al papel a lo largo de los tres años siguientes, colaborando en él a partir de la serie C algunos alumnos y difundiéndose por correspondencia hasta finales del 1991.

Agartha, como sabemos, es el nombre del Centro intelectual-espiritual, invisible y oculto en la época oscura del Manvántara, es decir durante el Kali Yuga, en la profundidad de la caverna, sita en el mismo eje vertical que la montaña, símbolo que corresponde a ese mismo Centro en la época dorada del ciclo cuando el Conocimiento es accesible a todos los hombres y naturalmente estos desarrollan su potencial hasta ser reabsorbidos en la Unidad de la cual todo emerge.

La montaña es pues símbolo del Centro primordial en la Edad de Saturno, la caverna lo es en la Edad de Hierro, o sea de Ares o Marte, dios de la Guerra, de la destrucción. Ahora bien, esta destrucción más bien es una redención, es decir, es el agotamiento de las posibilidades que niegan lo que es, lo que viene a ser lo mismo que la limpieza del campo, la purificación de la tierra; ya sabemos que hay dos maneras de afirmar la verdad: una expresando lo que es y otra negando lo que no es.

Saturno y Marte, regentes de la edad de Oro y la de Hierro, están situados en el Arbol de la Vida de la Cábala en la columna del Rigor. En las Sefiroth 3 y 5 respectivamente. Llama la atención a primera vista que estén en la misma columna. En realidad uno y otro son, en planos diferentes del Arbol, expresión del Espíritu Supremo manifestado por el Verbo:

     1 + 2 + 3 = 6

     1 + 2 + 3 + 4 + 5 = 15 = 1 + 5 = 6

No es por casualidad que ambos números se reduzcan a seis. El seis, número central del Arbol, Tifereth, es su corazón, única sefirah con la que están relacionadas directamente todas las demás a excepción de Malkhuth. Esto último nos señala que no hay manera de acceder al centro, al corazón, desde Malkhuth, a no ser que lo hagamos a través de Yesod; es decir, es necesario, como dice el Evangelio cristiano, un segundo nacimiento: “en verdad os digo que si no nacéis de nuevo no entraréis en el reino de los cielos”. Segundo nacimiento que como sabemos corresponde a la iniciación.

Volviendo a Saturno y Ares, en el reinado del primero el hombre está en el Centro, en el Paraíso, de modo natural; en el del segundo, el hombre recupera ese centro perdido con la restauración del Orden inicial que desemboca en una nueva Edad de Oro. La Jerusalén celeste que se ha ido edificando a lo largo del ciclo, del Manvántara, se completa en esta edad oscura y su descenso a la tierra marca su acabamiento y el inicio de un cielo nuevo y una tierra nueva.

La verdad otra vez es accesible a todos los hombres y los gérmenes recibidos del ciclo anterior eclosionan con esplendor en un nuevo Manvántara.

Durante los años que van del 1998 al 2002 el Programa estuvo colocado en Internet, sin más barrera de acceso al mismo que la que este medio, tan dual, puede representar. Sabemos que para muchos fue el lugar donde encontraron su tesoro, descubriéndolo allí “por casualidad” porque algún hado les ayudó en su búsqueda, seguramente el mismo Hermes tan amigo de los hombres. Hoy día, el Programa Agartha constituye el número 25-26 de la revista Symbolos, publicado en el 2003. Y de nuevo está en Internet tal cual se publicó en este número de Symbolos.(34)

El Artífice de esta Introducción a la Ciencia Sagrada, de su diseño, de su estructura y la mayoría de sus textos, es Federico González, verdadero representante de la Tradición, que ha vertido en esta obra la Enseñanza unánime de todos los pueblos y tiempos, en un lenguaje apto para los hombres de hoy en día. En un acápite sobre Magia nos dice:

Se entiende aquí por Magia (sin desconocer formas menores, ineficaces y perversas de esta ciencia) toda actividad ritual intermediaria dedicada a atraer las energías celestes a la realidad terrestre, de acuerdo a la doctrina cabalística de las emanaciones que subordina el mundo elemental y corporal al mundo anímico y astral, y ambos al plano estrictamente espiritual o, en otra terminología, intelectual o pneumático.

Por este motivo, tanto las prácticas cultuales, como los incantamientos, ejercicios rituales, concentraciones, estudios y meditaciones, y especialmente la oración, deben efectuarse teniendo el ánimo y la inteligencia puestos en las verdades más elevadas, en el Dios supremo e incognoscible, más allá de su propia creación. Esto hará que estas prácticas teúrgicas, que presuponen un conocimiento cosmogónico y metafísico, sean eficaces y adecuadas proporcionalmente a las necesidades cuya satisfacción se invoca.(35)

Nos informa el autor de que el Programa es el desarrollo (así como el libro de La Rueda es la síntesis) de cursos y conferencias dados por él durante años en América y España. En el prefacio leemos: “Es una Enseñanza que requiere de paciencia y voluntad para desarrollar la energía llamada inteligencia; esto es igual a querer aprender verdaderamente a pensar, para lo cual es necesario un entrenamiento que el programa brinda.”

Querer aprender verdaderamente a pensar, es a hacerlo sin prejuicios, sin ideas preconcebidas, sin intereses individuales que condicionen de una y mil maneras nuestros pensamientos. Esa libertad de pensamiento es la única garantía de que sea posible desarrollar esa energía llamada Inteligencia de que hablamos. La Inteligencia es una Diosa que habita en nosotros siempre y concurrirá cuando la invoquemos adecuadamente; para empezar, en libertad. Es decir la copa ha de estar vacía para que puedan ser vertidas las influencias celestes. ¿Qué mejor programa que el de aprender a pensar verdaderamente?

El Agartha es un vehículo capaz de transportarnos a otros estados, y es de hecho un curso completo de las artes llamadas Liberales, que como dice Alfonso X, el rey sabio, y nos recuerda el Programa, “Requieren al hombre libre de otros cuidados…”, siendo al mismo tiempo “revolucionario pues propone una transformación, una auténtica transmutación interior que haga posible el nacimiento de las potencialidades dormidas del Hombre Verdadero”.(36)

 

Símbolo del Centro de Estudios Simbólicos (la montaña y la caverna).

El Centro de Estudios Simbólicos

Los miembros del grupo constituido en Barcelona mantuvieron una relación estrecha y constante con Federico y entre sí, estando en permanente comunicación: primero por carta, luego por fax y finalmente por e-mail y siempre por teléfono. Fue y es gracias a esta comunicación constante que se ha mantenido la unidad, teniendo siempre presente el lema de la primera convención del Programa Agartha celebrada en el solsticio de verano de 1986 en Sabadell: “Cada uno en su casa y Dios en la de todos”. En esta convención

Se consideró que el AGARTHA es una asociación cuya consistencia y organización está dada por la Idea, la cual puede llegar a ser una manera de vivir que se manifiesta individualmente dentro de una sociedad de hombres y mujeres libres.(37)

También ha sido prioritaria la tarea de difusión como una manera de devolver lo recibido, tal cual nos enseña el símbolo de las Tres Gracias unidas por el triple gesto de: dar, recibir y devolver; y en esa labor participaban todos los miembros del CES, cada cual a su manera.

Durante este tiempo el grupo se reunió en Barcelona periódicamente, algunas veces en el número 11 de la citada calle Sto. Domingo, otras en el Café Rialto sito en la calle Fernando, organizando cursos y conferencias en distintos puntos de la ciudad(38) como la Fundación Joan Miró, en la que como sabemos dio Federico una conferencia en noviembre de 1990: “Arte, símbolo y mito en las culturas tradicionales: la civilización maya”, o la ya citada librería Sto. Domingo, donde posteriormente se haría el primer Symposio sobre René Guénon(39), o en Otto Zutz y en algún otro local privado. También se impartió en ese periodo un seminario que con el título “La Simbólica” dieron en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo de Santander en el verano de 1987 miembros del CES(40) así como algún conferenciante invitado. La conferencia dictada por Federico en el palacio de la Magdalena fue: “La Simbólica del Arte: El Arte Precolombino”. Las intervenciones fueron complementadas con varios talleres sobre los modelos herméticos para, como dice el folleto informativo:

Brindar al estudiante la posibilidad de un conocimiento universal y perenne del hombre y del mundo, entrando en el estudio de los símbolos sagrados, presentes en todas las tradiciones de la humanidad. Darle los medios, legados por la tradición, para poder encarnar ese conocimiento, y que se haga uno con la propia vida. El símbolo, como el mito, hablan al hombre en el eterno presente.

En 1991 se produjo una rebelión dentro del grupo y en contra de la verdadera autoridad espiritual, lo que la Tradición recoge como el combate entre el jabalí y la osa.(41) Y así como tras la tormenta la tierra aparece regenerada, el grupo purificado de influencias profanas salió fortalecido. En nuestro caso esta regeneración supuso el traslado desde Barcelona a Zaragoza con la idea de abrir una librería esotérica, cosa que se materializó en la Librería 2 de Enero(42) de la citada ciudad. A finales de dicho año cesa la distribución del Agartha como curso de Universidad a distancia; en ese entonces el Programa estaba estructurado en ocho volúmenes –dos años– cada uno de los cuales, a su vez, se dividía en trece lecciones haciendo un total de 52 por año. Esta primera edición contenía algunos acápites dedicados a las artes marciales, en concreto a ejercicios para la práctica del Tai Chi. La experiencia hizo ver que aquellas explicaciones teóricas no eran operativas, debido a la dificultad para ponerlas en práctica. Cuando el Agartha se colgó en Internet en 1998 esta parte ya se había suprimido.(43)

Editorial Symbolos: La Rueda, Una Imagen Simbólica del Cosmos

En el momento que Federico se instala en Guatemala y pasa de nómada a sedentario bien podemos decir que la tierra ha sido delimitada y fecundada, la primera fase de la obra ha terminado; lleva trece años sembrando al voleo aquí y allí, en toda América y en España; de esa siembra ha nacido en algunos receptores de la Enseñanza un hombre nuevo. En el mismo 1986 funda la Editorial Symbolos, concretamente la fecha 21 de octubre aparece en el documento notarial que sobre este evento conservamos. Citamos a continuación la presentación de la misma tal como aparece en su primer catálogo:

La Editorial SYMBOLOS es un proyecto cultural que se suma a todas aquellas voces que pretenden una restauración del espíritu tradicional en Occidente. Para ello, y atendiendo a la extraordinaria riqueza con la que se viste ese espíritu cuando se manifiesta en el tiempo y en el espacio, SYMBOLOS ha estimado necesario desglosarse en dos colecciones: la Colección Tradición Universal y la Colección Arte y Literatura.

La elección de la palabra SYMBOLOS como título genérico y anagrama a su vez de la Editorial no es gratuita ni obedece al azar, sino que corresponde a la propia razón de ser de la misma. Los símbolos –junto con los ritos y los mitos– constituyen un código sagrado y un mensaje salvífico revelado a los hombres por los dioses in illo tempore, es decir desde lo atemporal, como una escala o puente que enlaza y conecta la realidad visible y material con la invisible y espiritual; un lenguaje inteligente y articulado que es nexo de unión entre los diversos planos de existencia que conforman la estructura del orden universal.

Precisamente con la Colección Tradición Universal se intenta desde distintos, pero siempre convergentes, puntos de vista sacar a la luz textos relativos a la exposición de la doctrina sagrada y unánime en su más genuina expresión cosmológica, iniciática y metafísica. Esta doctrina –también llamada philosophia perennis– ha estado siempre presente en el origen de cualquier cultura y civilización, habiéndola recibido el hombre como un legado gracias al cual ha podido reconocer su verdadera identidad, su ser mismo.

Con la Colección Arte y Literatura, SYMBOLOS editará aquellas obras que, inspirándose en el gesto arquetípico que permanentemente recrea el mundo, lo plasman y reflejan por mediación de la Belleza y la Armonía. No obstante la heterogeneidad que es característica de sus discursos polivalentes y múltiples, cuando el arte y la literatura son devueltos a su función verdadera que es la de vehicular las ideas universales se convierten en soportes e instrumentos aptos para la liberación de todas las posibilidades creativas que el hombre porta en su interior, y que al desarrollarse en toda su amplitud también le muestran el camino que conduce al Conocimiento y la Sabiduría.

Grabado de la portada del libro La Rueda, Una imagen simbólica del cosmos.
[Manuscrito alemán, c. 1490
Portada del libro La Rueda: una imagen simbólica del cosmos]

Comienza su labor editorial con la publicación del libro La Rueda, Una Imagen Simbólica del Cosmos en la primera de sus colecciones, y le seguirá Symbolica Nomina, Hermenéutica Espiritual del Libro de José Antonio Antón; el resto de títulos anunciados en su primer catálogo (Símbolo, Rito, Iniciación, La Cosmogonía Masónica de Siete Maestros Masones y Los Símbolos Precolombinos) aparecerían en Obelisco al suspender la editorial su actividad. En la colección Arte y Literatura finalmente la Editorial Symbolos publicó: Sobre la Visión, seguida por Noche de Brujas(44), obra de teatro de la que hablaremos en el capítulo VIII, El Tarot de Marsella para colorear y La Alquimia en el Bosco, Durero y otros pintores del Renacimiento. Añadir que posteriormente ha publicado nuevos títulos y colecciones, lo que veremos más adelante.

Las ciencias herméticas nos guían, asisten, enseñan, en fin nos dan el método(45)para comprender la cosmogonía, comprensión que posibilitará su encarnación y vivificación.

La Rueda, Una Imagen Simbólica del Cosmos es un compendio de estas artes en el que florece la ciencia de Hermes, un texto circular capaz de sacarnos, en movimiento espiral, de la chatura de la horizontal; de atraer al lector que a él se entrega y hacerle ascender raudo, directo, certero al Centro. Para algunos ha sido el gallo que canta al amanecer sacándolos del sueño.(46)Leemos en esta obra:

Estas disciplinas, o vehículos, llevan al aprendiz –a través del mundo intermedio– y lo colocan frente al tabernáculo, en el corazón del templo, en el eje, que igualmente comunica con la cripta o caverna, el país subterráneo de los muertos, o mejor, en el interior del sagrario, desde donde podrá iniciar su ascensión vertical, hacia la cúpula o la sumidad, que simbolizan la salida del templo o del cuerpo, lo supracósmico o lo suprahumano. Hace tiempo que ha recibido las aguas bautismales. Incluso ya se ha liberado de las pruebas del laberinto de las formaciones. Convertido ahora, por la comunión solar, en el Rey del Mundo, el aspirante podrá entonces ser absorbido enteramente en la función sacerdotal y escapar de la cosmogonía, que se le ha revelado, utilizando su identificación con ella como un soporte vivo de transmutación inefable. Oficio de guerreros y caballeros, lo es también de sabios y artistas, es decir, de astrólogos y alquimistas, e incluye la maestría en el conocimiento. No poco es este conocimiento, en el caso de la astrología y la alquimia, disciplinas que conforman el hermetismo o la tradición hermética –los misterios menores de la antigüedad–, pues se refieren respectivamente al conocimiento del cielo y de la tierra, constituyendo ambas el saber de la cosmogonía completa, la ciencia de los ciclos y la ciencia de las transmutaciones: la “arquitectura” experimentada en forma directa.(47)

Siguieron a la publicación de La Rueda sus obras: Los Símbolos Precolombinos: Cosmogonía, Teogonía, Cultura, aparecida en 1989 y En el Vientre de la Ballena, Textos alquímicos en 1990.

Estos tres primeros libros junto al de Simbolismo y Arte constituyen un todo y dentro del conjunto de la obra del autor los podemos relacionar especialmente con la Sabiduría; así como a El Tarot de los Cabalistas, Vehículo Mágico; Hermetismo y Masonería: Doctrina, Historia, Actualidad y Esoterismo Siglo XXI, En torno a René Guénon, con la Fuerza, y a Las Utopías Renacentistas: Esoterismo y Símbolo, Presencia Viva de la Cábala y La Cábala del Renacimiento, Nuevas Aperturas(48) con la Belleza. En Introducción a la Ciencia Sagrada, Programa Agartha, dividido en tres partes, se puede establecer perfectamente la misma correspondencia.

Los Símbolos Precolombinos(49)

Volviendo a los volúmenes publicados en este periodo, y concretamente al que da título a este acápite, leemos en Nota preliminar:

Apenas comenzó el autor a concebir la idea de un trabajo sobre la simbólica precolombina advirtió que su perspectiva no podría ser comprendida sin antes exponer ciertas ideas (símbolo, mito, rito, sociedad tradicional, etc.), es decir, el marco teórico donde se inscribe su trabajo. En definitiva, que su libro iba a tratar tanto de lo precolombino, de su cosmogonía y teogonía, como constituir una introducción a la Simbología. Una obra de este tipo ha de ser necesariamente sintética (casi un esquema de trabajo) y no se podrá entonces considerar aquí con la riqueza y amplitud que se merecen cada uno de los temas que se tocan, reservándonos esta labor para nuevas oportunidades. Pensamos, sin embargo, que este trabajo brinda la posibilidad de comprender en esencia a las antiguas culturas americanas –y a las “primitivas”, arcaicas y tradicionales en general– y ser un punto de nucleamiento de nuevas investigaciones y labores para los que se interesan en el símbolo y las culturas precolombinas. Esto es así para el autor, por qué no decirlo, puesto que el estudio de los símbolos tradicionales americanos coadyuvó en él a su conocimiento de símbolos universales y porque el conocimiento de estos universales le hizo comprender ciertas ideas acerca del pensamiento y la cosmogonía de los precolombinos. Este estudio está dirigido al lector no especializado –aunque tal vez pudieran sacar de él algún provecho los expertos– y, como ya dijimos, es tanto para el que desea interiorizarse en la Simbología y su funcionamiento como para el que posee afición e intriga por las culturas precolombinas o arcaicas.

Símbolo azteca de la portada del libro Los Sïmbolos Precolombinos.
[Símbolo azteca en la portada de
Los Símbolos Precolombinos: Cosmogonía, Teogonía, Cultura]

El autor cree en la capacidad actuante del símbolo, en su virtud transformadora, a la par que sostiene que los símbolos están hoy presentes, tan sólo esperando ser vivificados.

Quisiéramos que el lector pudiera sumergirse en este libro, que pudiera intuir su contenido dejándose llevar por los símbolos, por ese mundo de imágenes que sugiere el texto e iluminan las ilustraciones que contiene (sobre todo en su segunda edición, en Ed. Kier). Oímos en sus páginas hablar a los símbolos de las culturas del Nuevo Continente y aunque nos sean extraños podemos entender su mensaje. El autor crea una relación mágica entre el libro y quien lo lee, gracias a la analogía se produce la magia. Esta obra va destinada tanto al lector americano como al europeo; en realidad, culturalmente hablando no vemos mucha diferencia entre unos y otros y es que no hay que olvidar que las colonias americanas eran parte de España, provincias de la misma; lo fueron durante siglos y por tanto sus habitantes eran españoles y educados como tales, siendo hoy día la cultura de esos países propiamente occidental. Claro está, no nos referimos a la población indígena, que ha podido mantenerse aislada o, como es más común, conservando su tradición oculta bajo el ropaje religioso cristiano.

Tanto para los nacidos en Europa como para los americanos, descubrir en estos tiempos que corren que los símbolos y las manifestaciones culturales del Viejo y el Nuevo Mundo se refieren a las mismas realidades y son esencialmente idénticos (pese a que su cultura y educación niegan esos símbolos y sus significados y por esa razón esto se desconoce) es un choque emocional e intelectual. La aceptación auténtica de este hecho equivale a un trabajo consigo mismo efectuado en profundidad, que desembocará en la abolición de todo un mundo de imágenes caducas con el consiguiente nacer de nuevas perspectivas de todo tipo. Es igualmente conciliar los opuestos de dos culturas aparentemente contradictorias y asimilar la herencia de ambas en el punto aquel en que ellas no se excluyen sino se complementan. Y es tal vez encontrar de manera personal el sentido del descubrimiento de América cantado por San Juan de la Cruz como el hallazgo “de una ínsula extraña” tomada por Tomás More como capaz de albergar su Utopía, imagen de un verdadero mundo nuevo, simbólicamente situado en lo que entonces eran las Indias, y posteriormente “la tierra firme del mar océano”, paraíso mítico directamente vinculado con una nueva posibilidad de ser, lo que es lo mismo que encontrar en lo individual un destino histórico en un mundo significativo.(50)

Por otro lado este libro nos presenta una América mucho más real: es tremendo, pero si nos descuidamos nos quedamos con las imágenes que grabamos de niños según las cuales algunos arrastran al día de hoy un sentimiento de culpabilidad por aquellos acontecimientos ocurridos hace siglos, mientras otros creen que a la llegada de los españoles aquel era un territorio poblado de salvajes a los que hubo que evangelizar y enseñárselo todo. ¡Qué lejos de la realidad! Grandes civilizaciones se desarrollaron allí antes de la llegada de Colón, y aún cuando él llega los imperios Inca y Azteca, por ejemplo, estaban en su apogeo; a las manos de los conquistadores llegaron sus maravillosos códices, sus libros sagrados, sus objetos rituales, su arte en general; todo en vano, no supieron o no pudieron ver, salvo honrosas excepciones. Así terminaron estos pueblos; observar de paso que el centro del imperio Azteca, donde estaba el templo mayor, es hoy el de la capital mexicana y el emplazamiento que eligieron los colonizadores para construir su catedral, como no podía ser de otra manera.

Otro punto a destacar de este texto es la claridad meridiana con que, por un lado, presenta al lector la pérdida de los valores tradicionales en la Europa de ese tiempo, lo que es tal vez el motivo fundamental por el cual los conquistadores no reconocieron los símbolos y las estructuras culturales que encontraron a su llegada al Nuevo Mundo. Por el otro, y avanzando en el tiempo, el autor señala las causas que han ido alejando a Occidente más y más de su tradición, en especial a partir del Renacimiento: el racionalismo, el evolucionismo y el positivismo,

que desembocan el uno en el otro de modo natural e histórico, complementándose.

Importa sobremanera comprender esto pues en definitiva nosotros mismos hemos sido educados en esos parámetros, en ese punto de vista profano, y nos guste o no, en la medida que sea somos eso, y ello no va a desaparecer por sí solo; por el contrario es necesario un trabajo de limpieza para el cual es importante ver lo más claro posible los errores en el punto de partida y en su desarrollo posterior, ya que algunos de éstos, con el tiempo, han pasado de ser “postulados” a “verdaderas leyes universales” y así se enseñan en los colegios y universidades. Valga de ejemplo la teoría de la evolución de las especies, totalmente asumida por las instituciones oficiales para escándalo de la gente sencilla, que por la mera observación de la naturaleza, la que conocen mínimamente, saben que no funciona así; pues los animales no tienen crías distintas a ellos mismos, ni tampoco en el mundo vegetal hay desarmonías en ese sentido, a no ser las originadas por el hombre.

Vemos también cómo estos pueblos no eran politeístas, animistas, naturalistas ni idólatras, cosas de las que por ignorancia o interés se les acusó.

Los pueblos precolombinos, como todos los pueblos tradicionales, ven en el mundo y en la naturaleza una imagen de Dios, una irrupción perenne de lo infinito en lo finito; en la obra de la creación, una constante teofanía.(51)

Además se les “reclamó” el no tener personalidad ni tampoco historia,(52) lo cual más bien nos muestra el alto grado de realización intelectual-espiritual que tenían estas gentes, pues ¿qué otra cosa pretende el iniciado? El autor, al hablar de la Tradición Precolombina, lo hace en realidad de una sociedad tradicional y/o arcaica y con él vamos penetrando, conociendo su cosmogonía, en la ritualización de la misma a través de su vida diaria, sus cantos, bailes y danzas, sus juegos, la representación de sus mitos vivificando su origen, actualizando el tiempo mítico que es en verdad el que ellos viven; por eso no tienen historia, no en el sentido horizontal tal como la mentalidad occidental moderna la considera, ya que ¿cómo va a interesar el relato de unos hechos de modo anecdótico, profano, a quien tiene como modo de vida actualizar él mismo lo sagrado? Lo que no quita que sí tengan una historia sagrada, mítica, como la han tenido todos los pueblos tradicionales.

En una sociedad así las cosas no suceden linealmente en forma prevista sino que todos los días son el primero de la creación y todo está tan vivo que puede suceder cualquier cosa en cualquier momento. El hombre no imagina ni proyecta lo que vendrá sino que vivencia constantemente la eternidad del presente. Para el pensamiento precolombino el cosmos y la vida se están creando ahora mismo, no son un hecho histórico, y se participa activamente en esa generación.(53)

Añadir que:

La ciencia de los precolombinos no es inductiva, como la actual; es deductiva, como la de todos los pueblos tradicionales. De la unidad derivan todas las demás estructuras que se van armando respondiendo a un plan invisible y unánime. Esta articulación de las partes permite la acción de los Principios en el conjunto y por lo tanto su aplicación a cualquier forma particular. Va de suyo que esta acción se manifiesta, e incluso puede experimentarse y ser verificada. Por eso, lejos de imaginarnos a unos indios salvajes que sacaban conclusiones rudimentarias –y seguramente falsas– sobre la multitud de los fenómenos, debemos pensar, a la inversa, en seres que deducían estos fenómenos de principios universales que les habían sido revelados por sus antepasados míticos.(54)

Si queremos comprender a estos pueblos, su cosmogonía, sus ritos, su cultura en general, antes que nada hemos de cambiar nuestra mentalidad, de lo contrario ella nos impedirá ver la belleza, el orden, la armonía, la trascendencia de unas sociedades que sólo entenderemos desde lo sagrado y nunca con la mentalidad profana del hombre de hoy, la que por cierto también habita en nosotros: el hombre viejo, obstáculo formidable que no ceja en su empeño por vencer. Pero que puede, claro está, y como nos lo enseña la Alquimia, ser transmutado. El hombre de una sociedad tradicional ve la manifestación del mal como una parte del cosmos, pareja o paredro del bien y ambos presentes en la creación(55) complementando la misma sin huecos ni fisuras. Como dice Jacob Boehme:

El Cielo y el Infierno están en todas partes coexistiendo universalmente.

El hombre moderno, en cambio, es hijo de una educación castrante en la que al mal –a la enfermedad, a la muerte–, se pretende negarle la existencia, negación que no hace sino afirmarlo; es como una huída hacia delante cediendo terreno al enemigo. Además, en el momento en que uno empieza a juzgar y a tomar partido, ¿cuándo parará?, ¿hasta dónde llegará en querer enmendarle la plana al Creador?

Hemos sido educados en la dualidad, en el “esto es bueno, esto es malo”; lo cual irremediablemente lleva al sufrimiento, que en definitiva procede, por un lado, de no estar de acuerdo con lo que uno es o lo que uno tiene, sea lo que sea, y por otro de la incomprensión del mundo que nos rodea, del que por el mero hecho de rechazar una parte no podemos conocer sus expresiones, y en lugar de sumarnos al gesto creador no hacemos sino entorpecer, obstruir, destruir en suma, el orden y la armonía de un mundo en el que el hombre debiera reinar ocupando la posición central que le fue dada desde el comienzo y de la que está exiliado por elegir la dualidad, el árbol de la ciencia del bien y del mal; convirtiéndose en un tirano, en un verdadero torturador para el reino animal, vegetal y mineral.

En efecto, el hombre ocupa la posición central, pues aunque todos los seres son hijos del cielo y de la tierra, solamente a él se le ha dado la posibilidad de reconocerse como hijo de Dios, y Dios mismo, si perseverando alcanza el fin último para el cual ha sido creado. Posibilidad que le corresponde actualizar, para eso le ha sido dado el libre albedrío. Y, ¡oh maravilla!, el mismo hombre puede convertirse en madre de él mismo si dejándose penetrar por el Espíritu a El se adscribe.

Desde la dualidad no puede saberse qué está bien o qué está mal, qué es bueno y qué es malo: como dice René Guénon, en lo que respecta a la acción lo único que cuenta es la intención; desde la unidad esto sí es posible, pues puede verse el bien o su ausencia. El hombre cree tener el bien en su interior, brotando de él mismo, y al contrario, cree con facilidad que el mal procede del exterior. Nada más errado, el mal emerge de la individualidad por su insuficiencia; el bien nos llega de lo alto y somos canales del mismo en tanto en cuanto sometemos nuestra voluntad a Su Voluntad. Si decimos que el hombre está dejado en el mundo a su libre albedrío, estamos afirmando que es el único responsable de sí mismo en cuanto a la decisión de aceptar a Dios o rechazarlo, negarlo en suma, pues como dice el Evangelio “quien no está conmigo está contra mí”. Esta aceptación del Principio Supremo es la que hará posible el viaje que le llevará a identificarse con El, al punto de desaparecer en El, o mejor renacer en todo esplendor por Su abrazo. En definitiva aceptar o rechazar la ley divina, el Dharma en términos hindúes. Dante, en el canto XVIII de su Divina Comedia, cuando se encuentra en el cuarto círculo del Purgatorio, señala a la pereza como la causante de desobedecer esta ley. La pereza es un no cuando debiera ser un sí, es una resistencia, que nace de uno mismo, del hombre viejo, a someterse a la Voluntad divina. Por el libre albedrío se tiende hacia los estados superiores o hacia los inferiores, o sencillamente se queda uno entretenido en las mil y una variantes de la vida cotidiana, la mayoría de las veces en un mundo sin orden ni concierto, en una horizontal donde apenas si subsiste, respirando un aire enrarecido de individualismo y pequeñez. Tras la pereza puede haber falta de fe, o de amor, o desesperanza, y en cualquier caso ausencia de inteligencia.

Respecto a esto, diremos que la concepción tradicional no rechaza el mal (o la energía descendente, pasiva, subterránea u horizontal) según diferentes terminologías, sino que lo acepta de acuerdo al conocimiento que posee de la cosmogonía y la teogonía, la cual testifica el reciclaje continuo de dos energías universales, fuerzas contrarias que no se excluyen y a las que incorpora como partes integrantes de la realidad y la vida.(56)

Y en otro estudio:

Como se sabe el taoísmo considera que el equilibrio cosmogónico se debe a la acción permanente de dos fuerzas opuestas, el Yang (positiva) y el Yin (negativa), las que conjugan una armonía, la cual es el propio universo, y que estas energías, figuradas por una doble espiral, se hallan presentes en cualquier cosa, ser o fenómeno, configurando todo proceso creativo.

Este proceso al que nos referimos, permanente y mágico, que por un lado contiene un poder vinculado con lo pasivo, lo frío, lo inerte y el cuadrado (Yin), y otro relacionado con lo activo, lo vital, el calor y el círculo (Yang), alternándose y equilibrándose constantemente configura un solo indestructible, puesto que está claro que aquellas no podrían ser la una sin la otra. O sea, que hay en una algo de la otra, una afinidad, sin la cual no podrían oponerse. En realidad son dos focos polarizados de una misma fuerza. Esta oposición, en el vasto Plan Universal es una complementación, puesto que la dialéctica es parte de la armonía y el discurso del Mundo.

Por lo que el taoísmo, como cualquier otra tradición no excluye el mal, la destrucción, etc. en su cosmogonía, sino que lo incorpora como un componente de la realidad, tal cual el símbolo del dragón o monstruo acuático-ígneo, que representa tanto la energía ctónica como la uránica. O sea, que no excluye los contrarios sino que los complementa. La enumeración de los opuestos sería imposible por interminable aunque es muy importante hacer personalmente una lista de ellos, ya que no hay mejor ejercicio para conocer los temas de la simbólica, la metafísica, la cosmogonía y el esoterismo en general, que conjugarlos permanentemente. No hay bueno y malo en sí: lo que es bueno para unos puede ser malo para otros, lo que ayer fue deseable es atroz para hoy, o viceversa. Lo que sí es sumamente inconveniente es tener opiniones inamovibles sobre diversos temas, que aparte de ser fijadas por usos y costumbres, no son personales, como se piensa, sino que se han extraído del abanico de posibilidades del medio, muchas veces de manera casual; esto sin mencionar la cantidad de fobias, manías y los condicionamientos que ellas generan, con las que el sujeto se identifica, al punto de ser capaz de matar, tomándolas por realidades verdaderas en un mundo que no es sino una representación teatral, una caja de luces y sombras en perpetuo devenir.(57)

Las sociedades tradicionales actualizan la Cosmogonía ritualizando sus mitos cosmológicos; con ello vivifican el mundo, a su pueblo y a sí mismos. Promueven la conservación del Orden por un compromiso asumido en su corazón y expresado en su quehacer diario que viven de modo ritual. Aceptar que todo está incluido, aceptar por igual la luz y la oscuridad, es darse la posibilidad de ver el negro y el blanco y salir de la indefinida gama de grises que suele ser la vida para los miembros de una sociedad como la nuestra.

No existe la casualidad y la causalidad aflora en el momento que uno decide ver cómo es realmente, aceptando, para empezar, que ese uno es más un traidor que un héroe; en realidad es a la vez el héroe y el traidor,(58) pues todos llevamos un Judas que traiciona al Cristo interno, aquel personaje que cree que el Reino del que habla el Evangelio es de este mundo, en contra del mensaje de Cristo.

Requiere fortaleza obtener la visión del mundo metafísico y qué sería ésta sino la apertura sin distinción hacia todos los seres, a la multitud de formas en que se reproduce la pareja divina. Si todo es hijo de la dualidad, todo tiene un origen que es doble; esto en definitiva es el blanco y el negro de que hablábamos antes.

Poder ver más allá del efecto su causa es salir del campo de influencia de las consecuencias múltiples para adentrarse en el camino de retorno hasta llegar a preguntarse, como protagonista de la búsqueda, más allá de la primera dualidad origen de toda creación, formación y manifestación, por la Causa primera.

En verdad y bien mirado, es una extraordinaria oportunidad la de poder acceder al Conocimiento (con mayúscula) y a la Suprema Identidad por los caminos de la comprensión de la cosmogonía, la ontología y la metafísica, manifestada por el arte de todos los pueblos…, por mediación de la Verdad, también llamada Belleza, la cual es un estado de la conciencia que yace dormido en el alma del espectador y a veces hasta del propio hombre-artista.(59)

En el Vientre de la Ballena, Textos Alquímicos

De Federico habla su obra entera, empezando por la que ahora tratamos, donde expresamente se refiere a la alquimia en un lenguaje poético, críptico y revolucionario, al punto de que el lector se verá inmerso en una transformación interna promovida por unos textos que cuando menos son un regalo y que generosamente alimentan a quienes a ellos se acercan; su voz es capaz de auxiliarnos en los precisos momentos en que el vendaval de las pasiones y de este mundo sin sentido en que vivimos arrecia y nos empuja contra las cuerdas.

Jonás y la ballena. Manuscrito medieval
[Jonás y la ballena, letra capitular en un ms. medieval
Portada de En el Vientre de la Ballena]

Este libro es una síntesis del alma humana a la luz del espíritu que la redime de sí misma y le hace levantar vuelo hacia lo alto. Dividido en LXXXVI textos cortos, uno por página, comienza así:

Oyendo una audición casual por la radio esta mañana me he preguntado una vez más por mi identidad. Tarea bastante fatigosa, supongo, si no se encontraran siempre novedades. Novedades soy, me digo con un poco de sorna, mientras siento la inutilidad de todo esfuerzo, pensando que cualquier acción está contaminada. Me paraliza la idea de tener que escribir unas líneas siempre fútiles en vano. ¿Qué soy? ¿Qué he sido? ¿Qué validez tiene este tono personal? Esa nada asumida ¿qué significa? ¿En qué módulo ha de ser atrapada? ¿Cómo habrá de ser medida? ¿Cómo no advertir honestamente la aniquilación total? ¿Cómo no comprender los signos misteriosos, graduales, insistentes? ¿Cómo no conocer que esos signos son la vida de uno, que uno es sólo un símbolo? ¿A quién poder hacer entender que nada ha cambiado pese a la transmutación? Que las cosas siguen siendo ellas y la vida transcurriendo. Creyendo el hombre ordinario ser lo que imagina ¿cómo ha de interesarse en lo que le parece menos?

Revista Symbolos Nos 1 y 2 (1991)

Flecha en textil maya actual. Logo de la Revista Symbolos.
[Flecha en textil maya.
Logo de la Revista Symbolos]

La revista Symbolos aparece en 1991 en el ámbito latinoamericano dirigida e impulsada por Federico con:

el fervor siempre renovado de aquéllos que, habiendo encontrado lo que buscaban, se sienten en la necesidad de compartirlo con otros, función a la que dedican sencillamente sus vidas.

Tanto el diseño de la revista como la selección de textos para la sección Documentos y sus presentaciones, así como la selección de ilustraciones publicada en cada número de Symbolos y los comentarios a los mismos han sido hechos por su director; motivo por el cual son recogidos en este libro dedicado a su obra.

obreros constructores y talladores trabajando. Vitral de CHartres.
[Chartres, vitral del s. XIII]

El grabado que podemos ver al comienzo del primer número nos refiere al trabajo de construcción en la vertical, al cual va a dedicarse la revista, como nos dice la propia editorial:

tomando como su vía a la Simbólica, presente en todos los tiempos y lugares, en particular la de la Tradición Hermética, concretamente aquella ligada al Simbolismo Constructivo, y por lo tanto a la Alquimia como Ciencia, Arte y Filosofía de la transmutación. Esta doctrina de tipo cosmogónico, como soporte de la ontología y la metafísica, tiene sus equivalentes en otras tradiciones universales, y todas son ramas válidas de la Filosofía y Cosmogonía Perennes. Por lo que en esta revista se prestará especial interés al conjunto de las formas tradicionales o religiones comparadas, reflejos de la Tradición Primigenia.

Volviendo al primer grabado que aparece en este número, un vitral del siglo XIII de la catedral de Chartres, en él se destacan varios obreros construyendo; tenemos a la derecha un aprendiz con sus herramientas, mazo y cincel, puliendo la piedra bruta y situado bajo el ángulo de un compás, símbolo del cielo, a sus pies aparece la escuadra, símbolo de la tierra. Las dos figuras que hay a continuación tienen un pequeño gorro distintivo, tal vez de su condición de compañeros; un cuarto personaje, el maestro de la obra, comprueba con la plomada la verticalidad de la misma. El oficio de la construcción refleja a la perfección la labor alquímica del iniciado, quien construye su templo interno, entre otras, con las herramientas que acabamos de mencionar: el recto juicio y la voluntad, simbolizadas por el cincel y el mazo respectivamente; situado entre el cielo y la tierra, como hijo de ambos, labora para llegar a ser puente entre uno y otra, uniéndolos en sí mismo.

En la Carta Editorial del siguiente número leemos:

Continuamos en este segundo número ofreciendo una introducción a la Simbólica y una presentación de su temario, lo que define a su vez los intereses y la función de Symbolos, a la par que el pensamiento de su redacción. Esperamos que con las próximas publicaciones quede netamente dibujado el perfil de nuestra revista que, sin embargo, se encuentra abierta a distintos campos y aportes; dentro de lo que se ha dado en llamar Gnosis, Filosofía o Cosmogonía Perenne (…) igualmente seguiremos mostrando imágenes y símbolos gráficos herméticos, alquímicos, masónicos, de la Tradición hindú, la islámica, el judaísmo, budismo, taoísmo, etc., así como de la antigüedad y los pueblos arcaicos, incluidos los Precolombinos e indígenas actuales, señalando en lo posible la procedencia, autor, lugar y fecha de cada uno de ellos. Queremos que cada número de SYMBOLOS contenga alrededor de 50 grabados esotéricos y cosmogónicos de todas las gnosis que, con el agregado de nuestro Cuaderno Iconográfico, contribuya a ir conformando un archivo de símbolos e imágenes, directamente vinculados a la efectivización del Conocimiento, proceso realizado por mediación de la Vía Simbólica, con el auxilio de determinados mandalas, transmisores de conocimientos y soportes de meditación, y la emanación energética de esos conjuntos simbólicos, su estructura sagrada presente en sus números y formas, sus proporciones, los conceptos a que aluden, en fin, su razón de ser y la de su presencia mágica.



[Sayil, Yucatán, México
Dibujos de la arqueóloga Tatiana Proskouriakoff]

Estos dos primeros números de la revista contienen bellísimas imágenes, entre otras, de la tradición precolombina; el cuaderno iconográfico del primero está dedicado a una serie de ciudades mayas que hablan por sí solas del esplendor de aquella civilización: Uaxactún y Piedras Negras en Guatemala, Copán en Honduras, y Labná, Uxmal, Chichén Itzá, Sayil (Yucatán) y Xpuhil (Campeche) en México. El del segundo número, a todo color, a los textiles y bordados mayas de Guatemala, como muestra de la pervivencia en ellos de sus símbolos cosmogónicos y sagrados. Las láminas reproducen, por ejemplo, la planta del maíz en un tejido procedente de Chajul, Quiché:

El maíz constituye el propio ser, el cuerpo, del hombre de esta era. Es tal vez el símbolo más sacro de varias tradiciones precolombinas; como manifestación directa de la deidad le cabe el papel vinculatorio entre el hombre y el numen y es considerado como alimento sobrenatural. Por lo tanto es objeto de numerosos ritos y se presenta como un elemento aglutinante y central en lo social.(60)


[Planta de maíz. Chajul, Quiché]

Arbol de la Vida. San Pedro Sacatepéquez, bordado.
[Arbol de la Vida. San Pedro Sacatepéquez, bordado]

O el Arbol de la Vida, bordado de San Pedro Sacatepéquez por citar otro de ellos:

El árbol o Arbol de Vida es un símbolo que se encuentra en todas las tradiciones. Signo del mundo y su perennidad y vegetación, sus raíces, tronco y copa representan los tres niveles en que éste se manifiesta: inframundo, tierra, cielo. Es símbolo del eje y la verticalidad y como tal comunica por su mediación axial tierra y cielo, sub y supramundo. La muerte y resurrección que padece la semilla y las etapas procesuales de su crecimiento y ciclos son equiparados a los de la creación arquetípica.(61)

Maya clásico, bordado
[Maya clásico, bordado]

Bellísimas láminas a color con estos símbolos, a veces esculpidos en la tela, otras constituyendo la tela misma; bordados y tejidos, como dice nuestro autor, de los más bellos del mundo, que los indígenas de Guatemala siguen realizando hoy día aún cuando el traje tradicional utilizado por la mayoría hasta hace apenas veinte años, se ha perdido en su mayor parte sustituyéndose por ropas occidentales. El colorido de aquellos ropajes junto al verde de una vegetación exuberante en un país que algunos han llamado de la eterna primavera, es algo inolvidable y comparable al colorido de pájaros tropicales en su propio medio. Además de estos dos cuadernos iconográficos, son muchos los grabados precolombinos que iluminan sus páginas como homenaje a los casi 500 años de la llegada de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo. Se suman al homenaje varios textos: “Chilam Balam de Chumayel”, textos sagrados y proféticos escritos por los sacerdotes mayas durante la conquista española, y dos artículos del propio Federico: “El redescubrimiento de América” y “Arte, símbolo y mito en las culturas tradicionales: la civilización maya”.

Añadir que estos números de Symbolos reúnen excelentes artículos sobre: La Ciencia de la Simbólica, Símbolos de la Cosmogonía, Alquimia, Artes Liberales, Franc-Masonería, Artes Marciales, angeología, etc., etc. Varios de esos trabajos son las conferencias dadas en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo durante el curso de Simbólica que citamos anteriormente. Hoy día ambos están agotados, motivo por el cual queremos señalar a nuestros lectores que los escritos por Federico están recogidos en su libro Simbolismo y Arte.

La edición de estos dos primeros números correspondientes al año 1991, que aparecieron en los solsticios del mismo, se hizo en Guatemala y la revista siguió editándose allí hasta el número 15-16. En cuanto a la periodicidad es semestral y a partir del número 9-10, dedicado a René Guénon (1995), aparece como número doble anual: monográficos con más de cuatrocientas páginas donde se publican las investigaciones y trabajos de sus colaboradores(62) y los artículos de aquellos autores afines que han llegado a su redacción respondiendo a la invitación a participar que hiciera la revista desde su primera editorial.

Carta desde Guatemala

También de 1991 es esta carta publicada en la revista Hora Zutz, Barcelona (No 2, segunda época). Acabamos este capítulo con una cita de la misma que a su vez nos servirá de introducción al siguiente en el que se comenzará hablando de la Tradición Precolombina:

Dentro de un corto tiempo, concretamente en Octubre de 1992, se cumplirán como todos sabemos cinco siglos del «descubrimiento» de América. Queremos aquí destacar ese hecho y sumarnos a las celebraciones que se efectuarán tanto en el Viejo como en el nuevo Mundo. A los hispanoamericanos no nos separa el Atlántico, sino que este nos une. Para algunos, nuestra madre común, la Atlántida (presente en la raíz TL de los nombres de las ciudades-centros de Tula y Toledo) selló este pacto en el siglo XV con la sangre generosa de los vencedores y vencidos e hizo que sus hijos conciliaran los opuestos de dos tradiciones, de dos mundos aparentemente excluyentes, el cristiano y el indígena, el europeo y el americano que, sin embargo, se han influido mutuamente al punto de complementarse, tan identificados se encuentran el uno con el otro, aún más allá de la inmensa importancia de una lengua, una historia y en muchos casos una sangre común. Y, asimismo, más allá de las susceptibilidades y diferencias de dos tradiciones, la precolombina y la cristiana que al enfrentarse se resolvieron en conquistadores y conquistados, es enorme el sustrato común que se manifiesta en cantidad de hechos y cosas, conscientes e inconscientes, que nos hermanan para siempre y en forma definitiva, tomada debida cuenta, entre muchas otras razones, que en la Historia (de los hombres y los pueblos) nada hay de casual, y que próximos a arribar al fin de un ciclo nos toca un destino obviamente compartido.(63) 



NOTAS

(33) Copyright © Federico González. Depósito legal: B-25613/85, B-17341/87, B-20717/87, B-27057/88, B-27174/88. Octubre de 1985 es exactamente la fecha de registro de los dos primeros volúmenes.

(35) Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Symbolos No 25-26. Módulo II. pág. 260.

(36) Ibid. Prefacio, pág. 11.

(37) Acta de secretaría de la citada convención.

(38) Durante muchos años el CES no tuvo sede fija y las actividades se desarrollaron en distintos locales públicos y privados. Desde 1997 la vuelve a tener y en ella se realizan actividades regularmente.

(39) Ver Symbolos No 9-10, pág. 304.

(40) Ese mismo verano dio el CES un curso en Menorca.

(41) Ver René Guénon, Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XXIV.

(42) Abierta al público en enero de 1992.

(43) Queremos volver, ya que nuevamente aparece el tema, al ciclo de 52 años, vinculado como decíamos por un lado con la luna: el año lunar está formado por 13 meses (52 semanas) de 28 días lo que hace un total de 364 días y, por otro es el periodo de culminación de las Pléyades, fundamental en los calendarios precolombinos pues es la duración de lo que podríamos llamar su siglo, al final del cual se renueva el fuego y con él muchas veces todos los utensilios de uso diario. Señalar también que la importancia cosmogónica de este número estaba recogida en sus juegos, tal el patolli, parecido al de la oca, dividido en 52 casillas, o el de los voladores que todavía pueden verse en México, por ejemplo en Tepoztlán el día 8 de septiembre. En la tradición hindú está considerado como el número total de los sentidos incluidos en el Veda. Por último, Melquisedec habría sido consagrado en el Paraíso terrestre por el ángel Miguel a la edad de 52 años. Esto último lo señala R. Guénon en el Rey del Mundo.

(44)Noche de Brujas es ante todo una obra Alquímica, pues en ella se destaca la idea de la transmutación de la conciencia, es decir de la muerte del ‘hombre viejo’ y el nacimiento del ‘hombre nuevo’. De esta manera los dos actos en que se divide se corresponden con las dos fases de ese proceso de transmutación que se van encadenando a lo largo del mismo: ‘disolver y coagular’.” (Prólogo).

(45) En realidad no hay un “método”. Como dice el poeta: caminante no hay camino, se hace camino al andar.

(46) Ver Antonio Guri: “La Rueda”. Symbolos No 29-30.

(47) La Rueda, Una Imagen Simbólica del Cosmos, pág. 93-94.

(48) Estos dos últimos títulos escritos en colaboración con Mireia Valls.

(49) Federico González, Los Símbolos Precolombinos, Ed. Obelisco, Barcelona 1989. Posteriormente en la editorial argentina Kier apareció una segunda edición en 2004 con el título El Simbolismo Precolombino, incluyendo más de 200 ilustraciones seleccionadas y diagramadas por el autor.

(50) El Simbolismo Precolombino, pág. 243-244. Ed. Kier.

(51) Ibid., pág. 211.

(52) Sobre este punto ver la excelente introducción que hace Mercedes de la Garza a su obra La Conciencia Histórica de los Antiguos Mayas, reproducida en la web América Indígena: https://www.americaindigena.com.

(53) El Simbolismo Precolombino, pág. 35.

(54) Ibid., pág. 257.

(55) Ver sobre este tema el cap. VIII de La Rueda, Una Imagen Simbólica del Cosmos: “Las dos mitades del modelo cósmico”.

(56) El Simbolismo Precolombino, pág. 195.

(57) Simbolismo y Arte, pág. 39-40.

(58) Como dice Borges en uno de sus relatos el héroe y el traidor son un mismo personaje.

(59) El Simbolismo Precolombino, pág. 242.

(60) Symbolos No 2 pág. 152.

(61) Ibid. pág. 152.

(62) “Continuaron reuniéndose y todos los años producían un libro o documento sobre sus investigaciones” (Fama fraternitatis). Las Utopías Renacentistas, pág. 76.

(63) El texto íntegro de esta carta puede leerse en la siguiente dirección: https://www.simbolismoyalquimia.com/miscelanea/cartaguatemala.htm