Continúa este capítulo la narración de la historia del movimiento esotérico que ha generado Federico González y del que bien podemos decir es un florecimiento de la Tradición Hermética. Desde el presente en que se encuentra aquel que ha abandonado el movimiento, el perpetuo balanceo entre futuro y pasado, se vive la realidad de un estado de quietud. Allende la naturaleza dual del hombre, que además hoy está separada, escindida, hay otros mundos sutiles y, más aún, informales. Federico González ha ido construyendo en lo invisible, sin fatiga ni descanso, dedicado en cuerpo y alma a la labor de difundir la Tradición. Como aquellos antiguamente llamados hacedores de círculos, desde el centro ha ido trazando esas formas concéntricas; uno de estas es la Revista Symbolos a la que nos vamos a referir a continuación. Añadir que en su obra no hay huecos ni fisuras y es una auténtica guía para aquellos que la acogen, y tal como nos enseña:
En las manos del lector –o aprendiz– [está] la tarea de reconstruir y vivenciar como si se tratara de un rompecabezas, sin dejar huecos, la Filosofía Perenne, lo cual equivale a su efectivización, es decir, a la salida del laberinto y el encuentro con el centro, imagen del Eje.(64)
En el Hombre tradicional no hay diferencia entre teoría y práctica, y muchas veces el enunciado de la doctrina, en cuanto esta se comprende “en el corazón” constituye un verdadero programa práctico, cuando no un método en sí.
Revista Symbolos Nos 3, 4, 5 y 6 (1992-1993)
La segunda cita que acabamos de leer pertenece al artículo “Arte Alquímica” incluido en el No 3 de Symbolos que ahora nos ocupa y posteriormente en su Simbolismo y Arte(65) del que hablaremos más adelante.
Acabamos el capítulo anterior (1985 - 1991) destacando el material que en sus dos primeros números dedica la revista al Nuevo Mundo; los Nos 3 y 4, publicados en 1992, son en gran parte un homenaje a los pueblos que lo habitaban, aún presentes, y a sus culturas, incluyendo buen número de textos y grabados precolombinos. Asimismo el segundo volumen del año siguiente (No 6) “destaca en su contenido varias notas y artículos sobre la Tradición Precolombina y los problemas de los indoamericanos, análogos a los de otras partes del mundo, sumándose a la iniciativa de la UNESCO que ha declarado a 1993, como año internacional de los pueblos aborígenes.”
Volviendo a los Nos de 1992:
El No 3 de SYMBOLOS, como el futuro No 4, por el hecho de publicarse ambos en 1992, V centenario del “descubrimiento” de América, tratarán algunos temas vinculados con la Tradición Precolombina y su supervivencia, aunque no de modo exclusivo. En ese sentido queremos dejar constancia de la actitud abierta, que ha caracterizado estas celebraciones, sobre todo en España, donde diversos medios han tratado el tema (periodismo, televisión, radio, e incluso desde la cátedra y el libro) reconociendo la originalidad, importancia y validez de estas culturas tradicionales, hasta hace poco desconocidas o negadas, aunque el tratamiento que en algunos casos se hace de ellas, no sobrepase lo anecdótico, o el pintoresquismo folklórico; mucho se ha de andar aún para que se reconozcan en las culturas americanas los mismos valores que se aceptan en otras, particularmente las del Oriente, o en las occidentales arcaicas, hoy muertas; lo mismo vale para todas las culturas “primitivas”, aunque ellas hayan constituido grandes civilizaciones, como es el caso.(66)
La Editorial del No 4 señala nítidamente la utilización de los indios por parte de aquellos que llegan a sus países y en nombre de la civilización, del progreso, o de otros objetivos igual de extraños a la mentalidad indígena, pretenden hacerles cambiar sus costumbres, su modo de vida. En definitiva no hacen sino negarlos, ofreciéndoles a cambio la posibilidad de sumarse a un mundo que en realidad nada tiene para darles.
Los “capitalistas” tratan al indio como un factor en la producción y sólo se interesan en él para masificarlo y hacerlo un consumidor potencial de su mercado; en ese sentido, los más capaces entre ellos, y muchos por razones “humanitarias” quieren equivocadamente que el indio “progrese” y se sume a la vida de la “patria” en que vive; o sea, en suma, pretenden que deje de ser indio, pues se piensa que esto último es casi una vergüenza de la que hay que liberar al autóctono, el cual debe ponerse a tono, junto con el país, con los tiempos modernos y el “adelanto” de las naciones desarrolladas. Por otra parte, están los “marxistas”, supuestos libertadores de los indígenas, a los que ignoran a tal punto que sólo ven en ellos infelices explotados a los que no es difícil mandonear y manipular, como lo hacen estos “líderes” que, por otra parte sólo desean el poder y el dinero de los capitalistas y sueñan con la encomienda propia. La visión de esta última gente es completamente ladina (mestiza y progresista), y sólo ve en el indio el último grado del proletariado lumpen, aunque el que esté frente a él sea un hombre de conocimiento, un chamán, un cacique, un guerrero o una simple persona que desea mantener sus costumbres, tradiciones, o modo de vida, como cualquier minoría en éste o aquel país que profesa una cultura diferente.
Al indígena no sólo se lo presiona y compele a ser un blanco de quinta categoría; lo que se le ha quitado –y se pretende aún robarle– es su auténtica identidad, expresada en sus mitos, ritos, símbolos, en su visión del cosmos y su manera de ser en el mundo, cosas que poco tienen que ver con el “folklore” y sí con la dignidad bien entendida. Esto es lo que los indios quieren restituir en sí mismos y proyectar hacia toda la humanidad. Este es su valor y su mensaje y cualquier derivación cultural o social ulterior, sólo tendrá validez y podrá prosperar si está fundamentalmente basada en la metafísica indígena, la propia, que es la que da el ser a los naturales americanos y les ha inspirado su cosmovisión y su “doctrina” tradicional, análoga a la Sabiduría Perenne de todos los pueblos.
Varios artículos de estos dos números se suman al homenaje a la Tradición Precolombina: entre ellos “Silencio y Soledad” de René Guénon, un texto extraordinario y el único que dedica este autor íntegramente a la Tradición Indoamericana, y “Persistencia de la identidad indígena”(67) donde nuestro autor se pregunta: ¿está viva la Tradición Precolombina en nuestros días? Citamos las conclusiones de este trabajo:
1 - Existe una identidad indígena de acuerdo a la pertenencia a una Tradición que se remonta a más allá de los tiempos históricos; esa Tradición común está viva, aunque diseminada en corpúsculos, los cuales prácticamente se desconocen entre sí, y que han comenzado a contactarse merced a problemas comunes respecto al hombre blanco.
2 - Algunas veces cuesta reconocer el meollo o la espiritualidad de sus mitos, ritos y símbolos por la amalgama con elementos cristianos; en otros casos, como en los ritos de fecundación, imploración de lluvias, y todo lo ligado con la agricultura y la generación, altamente sagradas para ellos, las ceremonias son más arcaicas; ni qué decir que en las iniciaciones guerreras y todo lo ligado al chamanismo, la Tradición se presenta casi intacta.
3 - Consideramos que si se protegen ciertos sitios y monumentos históricos, incluso señalándolos como “patrimonio de la humanidad” y se gastan presupuestos en su conservación, con qué mayor razón debieran ser protegidas las culturas indígenas, algunas de ellas fragmentos vivos de la Tradición. En este sentido el fomento al estudio de las lenguas indígenas dentro de las mismas comunidades, así como la educación bilingüe, son factores de integración, e identificación, como es obvio, aunque no tenemos aquí el espacio para tratar en extenso el tema.
4 - Los estudiosos e interesados en las culturas indígenas, por la misma valoración de esas culturas y por su familiaridad con ellas, pueden hacer tal vez más de lo que piensan para su preservación, así como ellas les pueden retribuir generosamente en orden de conocimientos. Para eso es necesario que tanto ellos como los propios indígenas se pongan en la perspectiva de los autores de esa cultura y no en la moderna, y así vayan al fondo mismo de su Tradición, que es tan válida hoy como cuando fue creada, y que por lo tanto es capaz de generar nuevos frutos en cualquier momento.
Destacada mención merecen dos documentos de esta tradición: “Poesía Mítica Guaraní” publicado en el No 3 y “El Título de Totonicapán” en el No 4, precedido cada uno de ellos de un cuaderno iconográfico: “Simbolismo indoamericano: Círculos y espirales”, recogiendo ambos una muestra del Arte con que estos pueblos han plasmado a lo largo del tiempo los símbolos de su cultura, análogos, por otro lado, a los de otras tradiciones. Se dice en la presentación de los mismos:
Círculos y espirales son símbolos primordiales relacionados con el centro, el eje, y los ciclos, tiempo y movimiento. Se vinculan también con el principio y el fin, el perpetuo devenir, la sístole y diástole del universo y el hombre y el constante enrulamiento de lo que nace, muere, aparece y desaparece. Todas ellas imágenes de la realidad, es decir de los niveles cosmogónicos, ontológicos y metafísicos.
El primer documento citado, “Poesía Mítica Guaraní”, describe:
la cosmogonía tradicional de los indios mbyá, una de las familias de autóctonos englobados en la denominación general de guaraníes. El guaraní es asimismo una lengua hablada no sólo en Paraguay, sino también en Argentina y Brasil por más de 150.000 naturales, algunos de ellos ya culturalizados, o en proceso de culturización, pero que han mantenido hasta hoy sus mitos, ritos y costumbres referidos a su cosmovisión, que estos textos tan bellamente expresan.
Citaremos un fragmento de “la primera tierra”:
El
verdadero Padre Ñamandú, el Primero,
habiendo
concebido su futura morada terrenal,
de
la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y
en virtud de su sabiduría creadora,
hizo
que en la extremidad de su vara fuera engendrándose la tierra.
Creó
una palmera eterna en el futuro centro de la tierra;
creó
otra en la morada de Karai (Oriente);
creó
una palmera eterna en la morada de Tupá (Poniente);
en
el origen de los vientos buenos (N y N. E.) creó una palmera eterna;
en
los orígenes del tiempo espacio primigenio (S.) creó una palmera
eterna;
cinco
palmeras eternas creó;
a
las palmeras eternas está asegurada la morada terrenal.(68)
El segundo, “El Título de Totonicapán”, escrito en quiché, fue facilitado por el alcalde de Totonicapán, depositario a través de legados directos de estos manuscritos, al investigador mayista Robert M. Carmack (se conservan otras copias del mismo). Este increíble texto nos habla de los siete días de la Creación, del Paraíso terrenal, de Adán, del Arbol de la Vida, de Moisés, de Faraón, etc. Como leemos en la presentación que hace el director de la revista:
Causa admiración la comprensión de los caciques y chamanes acerca de la teología cristiana y su esoterismo, es decir la teosofía cristiana, la que no parece oponerse sino más bien conjugarse con el propio pensamiento indígena, pues ambos responden a un idéntico modelo y a una misma sophia perennis. Esto no sólo está presente en el Título de Totonicapán sino que se evidencia en muchos otros escritos provenientes no exclusivamente del área maya. Pero en el texto que ahora publicamos se hace patente esa síntesis doctrinal entre ambas tradiciones, que a los ojos de los naturales eran análogas y se correspondían. Por otra parte, y ya en la época en que este texto fue escrito (1554) los indígenas sabían a qué atenerse respecto a la invasión española y seguramente habían tomado conciencia de que la única manera en que pudiera perpetuarse la sabiduría de su propia tradición, o sea, lo que les había dado identidad como pueblos, era bajo la forma cristianizada, con la que coincidían en lo esencial, al punto que los españoles pensaron que los nativos tenían su mismo tronco religioso, a saber, que habían sido ya evangelizados o bien descendían de los judíos como ellos, lo cual el lector podrá ver afirmado en este texto indígena. Verdadera síntesis, y no sincretismo (en realidad los sincretismos comienzan a aparecer a partir del siglo XVIII), el Título de Totonicapán es tal vez el documento más importante de los que describen desde épocas tempranas la cosmogonía y la teogonía de los indoamericanos, expresada ya en términos cristianizados, los únicos bajo los que podía subsistir ahora la energía espiritual de la tradición arcaica, lo que garantizaba la supervivencia de su cultura, por ende, de su vida; no había otra alternativa posible considerando “los signos de los tiempos” (que los chamanes y profetas conocían al dedillo), ni la abrumadora superioridad material de los conquistadores evidenciada en todos los órdenes.
Continuaremos con la sección Documentos de los Nos 5 y 6 (1993), en la que se publicó: “Nueva Crónica y Buen Gobierno”, texto que merece ser destacado especialmente.
Escritas entre 1612 y 1615 La Nueva Crónica y El Buen Gobierno por el autotitulado cacique, príncipe indígena, y administrador y protector de los indígenas, Guamán Poma de Ayala, mestizo peruano, han llamado la atención desde que fueran editadas por primera vez en este siglo. Sin embargo sólo se han destacado los valores “etnográficos” (que son muchos) de esta obra pero sin profundizar en la realidad de la Cosmovisión y sabiduría indígena que fundamentaron la totalidad de sus usos y costumbres, así como están presentes en los textos de Poma de Ayala, donde se encuentra vivo el pensamiento y la gnosis indígena. El autor recorre el Perú acompañado de su hijo y el perro “amigo” y narra a su majestad Felipe III no sólo lo que ve y conoce de este territorio, sino igualmente las estructuras, divinidades, espíritus y criterios que fundamentaron la tradición autóctona que aún estaba muy viva en aquella época. Por ese motivo, y viendo la destrucción de esa tradición, –aunque él se presenta como cristiano, y lo más probable es que como millones de indígenas en América haya practicado ambas creencias y formas rituales, reservando lo exotérico para el cristianismo y lo esotérico para lo aborigen– es que se siente llamado a ocupar un lugar y tener un papel de administrador y protector, frente a la incompetencia y crueldad de los conquistadores. Por otro lado sus observaciones y soluciones de tipo político, económico y social son excelentes y uno llega a preguntarse qué hubiera sucedido si se hubiesen aplicado, cambiando así la faz de una Latinoamérica, que tiene en Guamán Poma de Ayala, tal vez a su primer estadista y en su obra, entre otras muchas cosas, un excelente texto de Filosofía Política, que va mucho más allá que la restringida lectura parcial sólo referida a la tenencia de la tierra o los mecanismos de producción.
Subrayar asimismo de los Nos 4, 5 y 6, amén de lo ya citado referente a lo precolombino, los artículos de Federico: “Sobre indigenismo”, “Arte Teúrgica” y “Arte Musical”, artículos que, como el anterior “Arte Alquímica”, forman parte del libro ya mencionado Simbolismo y Arte y volveremos a ellos en el momento de tratar la publicación de este; destacamos también “A propósito de la Masonería”, trabajo comunitario publicado inicialmente en Vers la Tradition, la prestigiosa revista francesa fundada en 1982 por Roland Goffin (†) y dirigida por él hasta su partida al Oriente eterno en diciembre de 2007. La sección René Guénon incluye en estos números: “De la Enseñanza iniciática”, cap. XXXI de Aperçus sur l’Initiation, así como: “Guru y Upaguru” y “A propósito de la vinculación iniciática”, caps. XX y V de Initiation et Réalisation Spirituelle; los tres sin traducir al castellano hasta entonces.
En el texto “A Propósito de la Masonería” que acabamos de mencionar recuerdan los autores las indicaciones que Guénon dejara acerca del trabajo masónico, y las que hiciera en Oriente y Occidente respecto a la constitución de una élite y su función, que no sería sino la reconstrucción de la Tradición Occidental:
Objetivo lejano, difícil, hipotético. Se trata de una posibilidad de realización prescindiendo de toda filiación o transmisión regular, siendo un imperativo el aspecto informal de estos grupos. Ciertamente se trata de la élite, mas toda élite está jerarquizada. No está prohibido tender hacia el hombre primordial, dejando a los que tienen la posibilidad la realización del Hombre Universal. Por otra parte, René Guénon precisa que si el fin último no es alcanzado, el trabajo realizado no es por ello menos eficaz e importante, pues lleva en él mismo sus propios frutos.
Para alcanzar ese objetivo, René Guénon preconiza los mismos medios expuestos anteriormente, pero prescindiendo de toda organización iniciática:
– Necesidad
de un saber doctrinal extenso y seguro.
– Trabajo
colectivo, y más particularmente de orden metafísico.
– Concentración,
o fijación de lo sutil, y sobre todo de lo mental.
Las dos últimas indicaciones, tratan, de hecho, de la “imantación” de los alquimistas, “lo semejante atrae a lo semejante”, y que los escolásticos formularon como “el alma deviene lo que conoce”.(69)
No podemos dejar de ver que la revista Symbolos y toda la obra de Federico González, incluidos sus viajes, conferencias, cursos y libros, se enmarcan en este diseño de Guénon, en esta posibilidad que él señalara ya en su día. Esto tal vez era evidente para pocos en 1993, año en que se publicó el No 5 de Symbolos. Hoy día (2009) lo es para muchos que bebemos desde hace años de la fuente que es esta obra, y nadie puede negarnos lo que conocemos por experiencia. La certeza interna de haber ligado con la Tradición es una realidad mayor que cualquier otra de este mundo, y nos ha llevado a identificarnos con ella al grado que fuere; a entender que este microcosmos que es el hombre, es análogo al macrocosmos y que su estructura es el despliegue cosmogónico que tan bella y claramente expresa el Arbol de la Vida de la Cábala, en perfecta correspondencia con todos los panteones.
Símbolo, Rito, Iniciación. La Cosmogonía Masónica
[Ilustración de portada de la 1ª edición de Símbolo, Rito, Iniciación]
Este volumen, de Siete Maestros Masones, es publicado en 1992 por la editorial Obelisco; el lector podrá comprobar gracias a él que la Masonería está viva y sigue siendo operativa, al menos en algunos de sus talleres. Es fruto del trabajo de maestros de logias ligadas a los colaboradores habituales de Symbolos. Citamos parte del prólogo escrito por el editor:
En sus Aperçus sur l’Initiation, René Guénon señalaba amargamente que:
“cuando uno se da cuenta hasta qué grado de degeneración hemos llegado en el Occidente moderno, resulta fácil comprender cuántas cosas de orden tradicional y, con más razón, de orden iniciático, no pueden subsistir más que en estado de vestigios, más o menos incomprendidos incluso por aquellos mismos que los guardan”.
Conviene releer y meditar con humildad estas palabras para darse cuenta de que, mal que nos pese, ésta es la situación actual, en nuestra modesta opinión, de las organizaciones iniciáticas occidentales. Estaría fuera de los obligados límites de este prólogo, que los discretos autores de este libro nos han encargado como editor, referirnos a las múltiples imitaciones, a la cohorte de grupos, sociedades y “escuelas” pseudoesotéricos que las parodian salpicando el panorama ocultista actual. Tampoco podemos detenernos a estudiar el papel claramente diabólico antitradicional que estas últimas desempeñan en el mundo moderno. Ante tal situación de confusión, expresión fiel de la edad sombría que nos ha tocado vivir, no podemos dejar de citar a un teósofo (que no “teosofista”) cristiano, Karl von Eckartshausen, que en su delicioso opúsculo La nube sobre el santuario escribió:
“Cuando se hizo necesario que las verdades interiores fueran envueltas en ceremonias exteriores y simbólicas, a causa de la debilidad de los hombres, que no eran capaces de soportar la unión de la luz, nació el culto exterior, pero se trata siempre de la representación y del símbolo del interior, o sea, el símbolo del verdadero homenaje rendido a Dios en espíritu y en verdad”. (…)
En tal estado de cosas, la publicación del presente libro constituye una suerte de signo que no pasará desapercibido al lector atento. En él encontraremos trabajos realizados por francmasones auténticos, trabajos o trazados leídos en Logias, que constituyen el mejor testimonio de cómo se trabaja en una organización de tradición iniciática. El protagonista de estos trabajos es siempre el mismo: el símbolo, el rito y el mito. Tergiversados, travestidos y mal utilizados en el mundo profano, todos ellos actúan de un modo directo, saltándose las barreras del racionalismo y de lo meramente convencional, sobre el campo de la consciencia. Nos posibilitan el acceso a otros aspectos de la realidad, abarcando al mismo tiempo lo sensible y lo velado, lo evidente y lo oculto. Utilizan la manifestación para ayudarnos a elevarnos hasta lo inmanifiesto. Y ello es así porque los símbolos tradicionales, contrariamente a los signos y las alegorías con los que se suelen confundir, y por enorme que ello pueda parecer a la mentalidad moderna, son de origen suprahumano, ya que, como escribe Guénon,
“el simbolismo tiene su fundamento en la naturaleza misma de los seres y de las cosas”. (…)
Con todo, un buen número de buscadores sinceros tendrían cabida en esa escuela, por su humildad y su cualificación espiritual, pero las circunstancias antitradicionales del mundo en que vivimos hacen que no se conozcan entre sí ni puedan hacerse partícipes los unos a los otros de sus trabajos y sus investigaciones. Y de nuevo aquí, como editor, no podemos menos que felicitar a los Siete Maestros Masones que han tenido la suficiente caridad espiritual como para obsequiarnos con estos espléndidos textos, que serán materia de estudio y de meditación para estos buscadores.(70)
Posteriormente, debido a la acogida tan favorable que este libro recibiera en América Latina, fue editado por Kier (2003) con el título Cosmogonía masónica, símbolo rito iniciación. Hay que señalar que la difusión en estos países de todo lo publicado por Symbolos ha sido grande y especialmente lo referido a la Orden masónica(71) la que no hay que olvidarlo sigue transmitiendo a día de hoy la iniciación, es decir la posibilidad de entrar y salir del laberinto, de navegar por las aguas inferiores arribando, si Dios quiere, al Centro una vez reunido lo disperso y conciliadas las oposiciones.
La Gran Logia Operativa Latina y Americana
En este periodo, concretamente en 1992, fue fundada en los Valles de Guatemala la GLOLYA; citamos a continuación la presentación de la misma que figura en Internet.(72)
[Escudo de la Obediencia en la web de la G.L.O.L.Y.A.]
La Gran Logia Operativa Latina y Americana es una Federación de Talleres de Europa y América, vinculados con la Tradición, donde se enseña el uso de los útiles para comenzar el trabajo de pulir la Piedra bruta y acercarla a una forma apropiada en consonancia con su Destino. Se llama Operativa por el siguiente hecho: los masones sabemos que nuestro origen, aunque inmemorial, se basa de modo inmediato en el trabajo de los constructores y artesanos de la Edad Media, que produjeron las innumerables construcciones del románico en toda Europa y posteriormente el asombro del gótico manifestado en centenares de catedrales y edificaciones de esas épocas. Esto se extendió hasta mediados del siglo XVII donde paulatinamente la Orden fue tomando un carácter más especulativo y las Guildas comenzaron a aceptar de forma numerosa a miembros que no eran artesanos pasando a ser cuantitativamente más éstos que aquéllos. En ese siglo y comienzos del posterior la Masonería se vio directamente relacionada con la Alquimia, la Tradición Hermética y el movimiento Rosa Cruz, pensamientos e ideas que hicieron que quienes las enunciaban se relacionaran a su vez directa o indirectamente con la Masonería, o que los masones se reclamaran como herederos de ellas. Esta transformación, con el tiempo hizo a los masones mucho más especuladores que artesanos, de acuerdo con el racionalismo imperante en la época. En 1723 se proclamaron las primeras Constituciones llamadas de Anderson; en ellas se modificaron varios de los Old Charges (Antiguos Deberes) y se dio una apertura, si así pudiera decirse, a la libertad religiosa de los masones y aún al planteamiento ideológico de la Masonería que por aquél entonces era cristiano y más específicamente católico. Esto llevó a que muchos católicos renegaran de estas Constituciones que no eran aceptadas al comienzo sino por cuatro Logias de Londres, aunque de hecho posteriormente, ya en 1813, se unificaron los Antiguos maestros que no las habían aceptado (por ejemplo por la cercenación del Tercer Grado) con los nuevos, unificándose así el quehacer masónico y conservándose los ritos ancestrales resumidos ahora en los tres Grados simbólicos: Aprendiz, Compañero y Maestro, dando lugar en esa fecha a la constitución de la Gran Logia Unida de Inglaterra. Es así como desembocamos en el siglo XIX donde la Masonería es casi exclusivamente especulativa y donde las ideas de progreso indefinido, laicización, etc., son sustentadas por la gran mayoría de los miembros de las Logias, los cuales también tienden hacia el poder político, lo social (las obras de caridad por ejemplo) y lo económico; sin embargo la transmisión de la Iniciación masónica se ha prolongado hasta hoy, mediante estas adaptaciones al mundo histórico, sin perder lo esencial, en medio de las vicisitudes del siglo XX, reviviéndose una y otra vez los Antiguos Usos y Costumbres provenientes de un tiempo inmemorial.
Para distinguirnos de las Logias exclusivamente llamadas especulativas es que hemos adoptado el término Operativa. Esto se debe, por otra parte, a la realidad práctica de los trabajos emprendidos por los Talleres de la Gran Logia Operativa Latina y Americana, y aunque hoy no sea nuestro Oficio aplicado directamente a labores manuales sí lo es en cuanto estos utensilios son ahora intelectuales y nos ayudan, cuando no socorren, en el camino del Conocimiento. Ellos son fundamentalmente los símbolos, y la Vía Simbólica –en cuanto ella conforma una serie de enseñanzas y aprendizajes– como mediadora entre los distintos planos de la realidad. Igualmente el rito, tan importante en Masonería, y que es un conjunto de simbolismos en movimiento.
Nuestra Obediencia, constituida en 1992, que tiene su sede en los Valles de Barcelona, trabaja con el Rito Escocés Antiguo y Aceptado así como las diferentes Logias que la constituyen y que en un principio eran en su mayoría separadas de otras Obediencias y por lo tanto “salvajes” (es decir, trabajaban “bajo los Auspicios de la Bóveda Celeste”). La Gran Logia Operativa Latina y Americana federa tanto Talleres masculinos como femeninos y mixtos y admite la posibilidad universal del Conocimiento iniciático para hombres y mujeres de toda raza o credo sin exclusión.
Bajo el lema masónico “Libertad, Igualdad, Fraternidad” nos dirigimos a todos nuestros Hermanos, teniendo siempre presente que cualquier tipo de actividad debe efectuarse como es costumbre dentro de las estructuras democráticas, el pensamiento liberal y los derechos humanos.
La labor de Federico ha propiciado un reverdecer de la Acacia, que vemos concretado en la presencia de la orientación polar en las logias de la GLOLYA. Y eso tanto por la incorporación del eje axial que pende de la Estrella Polar en la ornamentación del templo, como por sus trabajos masónicos –y su obra en general– que nos han acercado a la comprensión del origen cainita de la Orden, a entender que actualizar esa herencia requiere del maestro masón la renuncia a la –en cierto modo cómoda– caverna cósmica, y dejando atrás la luz y el calor del sol, abandonarse en el Abismo, en el Silencio, en el Misterio en el No-Ser.
En el Arbol de la Vida la orientación solar corresponde al viaje hasta Tifereth, el Sol, para desde allí ascender en vertical a la Polar o sea a Kether. En principio la orientación es solar, y su culminación es la realización del Hombre verdadero; la orientación polar está relacionada con el Hombre trascendente. Ambas no se excluyen sino que se complementan y la polar incluye a la solar. Podemos relacionar la orientación solar con el personaje de Abel y la polar con el de Caín, o a la solar con Juan Bautista, del que el mismo Maestro Jesús dice que entre los hombres no ha habido otro como él, y a la polar con el mismo Jesús.
En la época primordial, el hombre estaba, en sí mismo, perfectamente equilibrado en cuanto al complementarismo del yin y del yang; por otra parte, él era yin o pasivo sólo en relación al Principio, y yang o activo en relación al Cosmos o al conjunto de las cosas manifestadas; por consiguiente, se volvía naturalmente hacia el Norte, que es yin, como hacia su propio complementario. Al contrario, el hombre de las épocas ulteriores, a consecuencia de la degeneración espiritual que corresponde a la marcha descendente del ciclo, ha devenido yin en relación al Cosmos; así pues, debe volverse hacia el Sur, que es yang, para recibir de él las influencias del principio complementario del que ha devenido predominante en él, y para restablecer, en la medida de lo posible, el equilibrio entre el yin y el yang. La primera de estas dos orientaciones puede llamarse “polar”, mientras que la segunda es propiamente “solar”.(73)
Pasivo con respecto al Principio del que es servidor, y activo con respecto a su Arte, el artista crea una relación armoniosa entre lo universal que anima su obra y la particular manera de dar forma a su creación. La obra será la muestra de la perfección alcanzada por el artista y en la medida en que esté en conformidad con el Origen se le podrá llamar original. Originalidad comprendida en el amplio sentido de la palabra: la realización de una concepción original y no sólo la transitoria originalidad individual.(74)
El Tarot de los Cabalistas, Vehículo Mágico
Antes de pasar a hablar propiamente del contenido del libro, queremos decir algunas cosas para aclarar posibles equívocos por las pretensiones de algunos.
Hemos recibido un material testimonial, muy valioso; nos ha sido remitido por Francisco Ariza, quien lo conserva desde el periodo inicial de actividad del CES, en 1979. Son apuntes tomados en los primeros cursos que dio Federico en Barcelona, entre ellos hay varios folios con el proyecto del libro del Tarot, casi exactamente punto por punto a como se editaría posteriormente.
Vemos pues que no sólo el contenido sino la estructura del libro era ya parte de la Enseñanza que transmitía nuestro autor en ese entonces. A la vista de esto ¿cómo entender que ahora algún otro reclame la autoría de parte de este volumen? Máxime, cuando en realidad, ese alguno no hacía sino repetir palabra por palabra en sus charlas, las conferencias y escritos de Federico, incluso imitando su voz y sus gestos.
En 1993(75) se edita El Tarot de los Cabalistas, Vehículo Mágico, publicado por Kier en Argentina. En buena parte su contenido estaba recogido en la primera edición del Programa Agartha; cuando este se colgó en Internet se suprimió todo sobre los arcanos menores, y en la edición impresa, Symbolos No 25-26, tampoco aparece ya lo referente a los arcanos mayores ni las prácticas con este vehículo. Es este un libro engendrado y fecundado por la Sabiduría y la Inteligencia: el libro de Thot, como se dice en la nueva edición del mismo (2008)(76),
Famoso texto codificado hermético-cabalístico, comentado por un conocido sabio alquimista, teúrgo y cabalista, Federico González, transmisor vivo de la Tradición Hermética e iniciador en los misterios que se ocultan dentro de este juego mágico de relaciones: la Revelación por Hermes-Thot, el escriba divino, intérprete y traductor de la Sabiduría, del Verbo, la Palabra, por medio de la cual el hombre es despertado o fecundado, tomando por ese hecho –que no es otro sino Amor– conciencia de su ser en el mundo, guiado por una doctrina universal y perenne, esto es, por el orden en el que se manifiesta el misterio que le conduce al conocimiento de sí; en otras palabras: a la encarnación de una cosmogonía arquetípica –aunque anárquica–, que le desvela su ser, el cual es y ha sido desde siempre, permitiéndole intuir que hay un gran misterio insondable del que todo emana, y nos es completamente desconocido.(77)
Añadir que no tiene parangón en la literatura esotérica de nuestro tiempo, pura esencia de la tradición hermético-cabalística, hijo o fruto de estas dos tradiciones que desde el Renacimiento, en que se unieron de la mano de autores como Pico o Reuchlin, han llegado a nuestros días conformando la Tradición de Occidente junto al gnosticismo, el cristianismo, la herencia clásica (griega y romana) y las culturas arcaicas.
Escrito de una forma puntual y breve, sin alardes literarios, ni fuegos artificiales, El Tarot de los Cabalistas es un compendio simbólico extraordinario que con transparencia y claridad introduce y sumerge al lector en el universo cabalístico de la magia.(78)
Siendo el Tarot una formulación de la Cosmogonía, contempla absolutamente todo, y por tanto, toda pregunta que pudiera plantearse el tarotista, y también la respuesta, están en él incluidas; es “un juego a través del cual se ofrecen verdades eternas”, un vehículo que nos lleva más allá, sumergiéndonos en el presente por un conocimiento sintético, lo que nos hace reflexionar y darnos cuenta de que nunca un discurso analítico puede conducirnos verdaderamente a la certeza, al conocimiento. El análisis es un vagabundeo, en el mejor de los casos ordenado –claro que con un orden que no es arquetípico sino humano y como ya sabemos y debido al momento cíclico en el que estamos, racional; etiqueta tras etiqueta, como si así pudiéramos llegar a conocer algo. La cosa es más sencilla, por poner un ejemplo recordaremos que los elementos son cuatro, cinco incluyendo el éter, origen de los anteriores, y los principios tres como bien nos enseña la Alquimia.
La síntesis se opera a través del símbolo (del griego symbolon derivado de symballo, yo junto o hago coincidir). Uno no hace la síntesis, sino que la recibe. La síntesis florece en el corazón del ser.(79)
Aritmosofía, Alquimia, Astrología, Cábala, Magia, estas ciencias herméticas presentes en el “libro de Thot” son desgranadas en sus tres primeros capítulos. Continuando el cuarto con la Enseñanza: Música, Psicología, Mitología, Artes y Artesanías, complementación de opuestos, la mano, el sentido del humor, el sello de Salomón, Pitágoras, Platón.
La totalidad de las ideas o símbolos anteriormente mencionados están estrechamente ligados con la simbólica del Tarot, su arquitectura y el espíritu que animó a quienes lo plasmaron. Comprendiendo estas ideas se logrará desentrañar los arcanos más oscuros de nuestra baraja.(80)
La sección referente a los arcanos mayores los va presentando uno a uno incluyendo la imagen a todo color en una página, mientras en la paralela se da la explicación de ella y su sentido tanto al derecho como cuando la carta sale invertida. Incluimos con anterioridad el significado de la carta El Loco; no vamos a abundar más aquí, conscientes de que lo que digamos será insuficiente dada la belleza, claridad, poder y poesía de estos textos que iluminan los 22 arcanos.
La parte concerniente a los arcanos menores es un tratado de aritmosofía, un modelo del Universo: los diez números en los cuatro planos del Arbol cabalístico. Se dice que todo tiene cuatro lecturas, llamadas según la cábala: Peshat, Remez, Derash y Sod (PRDS) que se corresponden con una lectura literal, alegórica, tropológica (recta) y anagógica (secreta). Este tratado establece nítidamente estas cuatro realidades de los diez números y si diez son las numeraciones, las sefiroth del Arbol de la Vida, y cuatro las lecturas de cada una de ellas (10 x 4 = 40) tenemos las cuarenta cartas que constituyen los arcanos menores.
Hemos dicho que el 4 es el primer número de manifestación, que regula las leyes creacionales, las direcciones del espacio y las estaciones del tiempo. Lo hemos relacionado con el planeta Júpiter y con el metal estaño, energías benéficas y expansivas, “joviales” y amables.
De Hesed en Atsiluth, nombre cabalístico del Cuatro de Bastos, emana la Gracia divina a la creación entera. Es éste un arcano que representa el Amor de Dios, creativo, conservador y redentor, del que nos hacemos partícipes cuando practicamos la Caridad, en el verdadero sentido de este término.
El Cuatro de Espadas, Hesed en Beriyah, es una energía ordenadora que nos enseña a construir nuestro templo interior por medio del conocimiento de las leyes cósmicas. Es en este mundo o nivel de la Creación donde Hesed actúa con mayor énfasis, ordenando los arquetipos eternos de los que los seres manifestados son sólo una transitoria imitación. Esta carta actúa en nuestra mente, poniéndola en concordancia con la Mente Universal.
Las influencias de Hesed en Yetsirah, simbolizadas por el Cuatro de Copas, son especialmente benéficas. Promueven la alegría, la paz y la tranquilidad, fomentan una actitud constructiva y nos infunden el amor por la vida y por todos los seres que nos rodean. Asimismo estimulan la generosidad, la disciplina y la voluntad.
El Cuatro de Oros, Hesed en Asiyah representa a los cuatro elementos de la Alquimia y los cuatro estados de la materia: sólido, líquido, gaseoso e ígneo. Es el signo de las leyes físicas que aprendemos mediante la observación de la naturaleza. La regeneración y la procreación son dos de sus significados. Nos enseña a regular nuestra conducta y a actuar de acuerdo a la ética. Puede también simbolizar al padre físico, a la familia, al estado y a la sociedad.(81)
Nos llama la atención el que hayan sido los arcanos mayores los que han desaparecido del mazo para dar lugar a las barajas –ya sea la francesa o la española– con que siguen jugando en pueblos y ciudades nuestros contemporáneos; juegos que como podemos observar tienen una estructura, un orden del que se benefician sus participantes aun cuando sea inconscientemente. Jugando aprehendemos esa estructura que son los 40 arcanos menores más las 16 cartas de la corte (reyes, reinas, caballos y pajes), aunque en muchos juegos con la baraja española los números utilizados van del uno al siete y las cartas de la corte son tres, faltando la reina, haciendo un total de 40(82). Se mantiene pues la simbólica de este número.
Queremos insistir un poco más en el papel que a día de hoy desempeña esta expresión de la Tradición Hermética que es el Tarot, este regalo de Hermes al hombre. Todos conocemos a muchas personas, sobre todo mayores, que pasan horas y horas jugando cartas; lo cual es para ellas un sostén en su vida diaria. El contacto con el número, tanto si es simbólico como lúdico(83), es siempre benéfico. No se banalice este asunto pues así como los refranes son expresión más o menos alejada de una enseñanza tradicional, estos juegos de cartas también lo son y por tanto participan de la misma y beben en esa fuente aun cuando el caudal que llegue a estos jugadores se halle reducido a unas gotas.
Estas cuarenta cartas son una imagen del cosmos: los cuatro jugadores, –muchos juegos de los más populares requieren este número de participantes–, simbolizan los puntos cardinales hacia los que se despliega toda la manifestación. Cada jugador recibe unas cartas con las que desarrollará su partida, a veces en colaboración con el que se sienta enfrente, es decir con su complementario: aire y fuego, tierra y agua.
Por último queremos hacer referencia a los “solitarios”, los juegos para una sola persona; muchos de ellos son verdaderos mandalas y siempre el trabajo a realizar es el mismo: ordenar las cartas del mazo, que el “azar” va mostrando, de menor a mayor y en cuatro grupos, correspondientes a los cuatro palos, que como señalábamos corresponden a los cuatro planos del Arbol de la Vida. En definitiva un ejercicio de silencio y concentración.
Los orígenes históricos del Tarot son imposibles de rastrear, pero deben asociarse con la actividad lúdica-sagrada presente en todas las tradiciones conocidas y que, en base a la estructura matemática de los ritmos y ciclos universales, se refiere a la proyección de determinados acontecimientos que se manifiestan de forma cíclica, y de algún modo previsible, dada la carga que los hechos y fenómenos poseen, ya que tienden a reiterarse de una manea análoga, pero jamás exacta.(84)
Editorial Symbolos: Cuadernos de la Gnosis
SYMBOLOS publicará, contemporáneamente con la revista y con su mismo formato y características, los CUADERNOS DE LA GNOSIS, material tradicional seleccionado entre autores de distinta época y tradición y vinculados a diferentes temas esotéricos y herméticos. Deseamos también presentar al público de habla castellana la obra de algunos autores contemporáneos extranjeros, vinculados con la Gnosis Perenne, los que la manifiestan desde distintos puntos de vista asimismo válidos y no excluyentes. Igualmente queremos editar los trabajos de los redactores y colaboradores de SYMBOLOS que aún no han publicado, y todo aquello que nos parezca de interés por su relación con los enunciados de la Ciencia Sagrada.
Así se presentaba esta colección en la sección Notas y Noticias del No 6 de Symbolos. Algunos de los títulos publicados fueron: Las Corrientes hispánicas de la Cábala de Francisco Ariza (1993), La Danza de Espadas de Marius Schneider, Sobre el Número y la notación matemática de René Guénon (1994), y Escuchando las armonías secretas y Alquimia musical, ambos de Joscelyn Godwin (1996).(85)
También en 1996 se publicó el primer número de la colección “Papeles de la Masonería”: Rituales de la Logia Thebah, a la cual estuvo afiliado Guénon hacia 1910.
Centro de Estudios Simbólicos de Barcelona
En este periodo continuó el Centro de Barcelona sus actividades: cursos, conferencias y viajes por rutas simbólicas. Mencionaremos algunas de ellas. En el mes de junio del 1992 el Centro ofreció en la Sala Claret un ciclo de conferencias denominado “La Simbólica de la Cábala, sus códigos sagrados y su proyección en Occidente. Ya en 1994 destacar el curso “El Tarot Simbólico” que impartiera Antonio Casanovas (†) y especialmente el Symposio sobre René Guénon celebrado en primer lugar en dicha ciudad en noviembre, y luego, aunque con menor número de conferencias, en Gerona en mayo de 1995.
Citamos a continuación parte de la reseña aparecida en Symbolos sobre el symposio, actividad impulsada y auspiciada por Federico:
El
evento se celebró en la librería “Santo Domingo”, en el casco
antiguo y corazón de la ciudad, y la asistencia desbordó las
previsiones, cerrándose la inscripción días antes de su
inauguración con casi sesenta personas, es decir el aforo completo
del local. Una por una se sucedieron las conferencias y los coloquios
correspondientes en medio de una recogida y atenta audiencia.
(…)
El Symposio finalizó con una mesa redonda en la que se debatieron algunas cuestiones: Masonería, Iniciación, Tradición y otras.
Observamos que dentro del rigor propio de la metafísica, la simbólica se hace grande y cobra nuevos matices con el desarrollo histórico e intelectual del hombre y en ello la transmisión no puede aparecer como un círculo de “pretenciosa erudición” o de “pasiones iniciáticas” sino como una posibilidad real de integración y de trascendencia. Las conferencias incidieron así en la gracia inmensa de la obra de Guénon y en la regularidad del espacio simbólico que propone su obra, sin más añadidos que las voces individuales que conferenciaron y se sumaron a la unidad del Pensamiento Tradicional, centro de la obra de René Guénon.
Por último señalar que varios miembros del CES de Barcelona presentaron la revista Symbolos en el foro madrileño de la “Casa de América”. Finalizando el acto con la lectura del capítulo “El Redescubrimiento de América” del libro Los Símbolos Precolombinos.
Revista Symbolos: Nos 7 y 8 (1994)
Estos números fueron los últimos que salieron por separado, a partir de ahí la revista publicó un solo número doble anual. Destacaremos de ellos:
“El Ser del tiempo” y “Apuntes para un Diccionario de símbolos precolombinos” de Federico. En la sección Documentos: “El Ritual de los Bacabes” (selección) y “Textos Mayas: Memorial de Sololá” (id.). Los dos cuadernos iconográficos, bellísimos como todos los anteriores, llevaban por título: “Símbolos fundamentales” y “Manos mayas”; este último además de bello es sorprendente, un pequeño tratado de mudras precolombinos. En la sección René Guénon se incluye: “Trabajo iniciático colectivo y «presencia» espiritual” y “El Demiurgo”.
Los ocho primeros números de la revista conforman una estructura circular –en ellos está presente en cada una de sus secciones la voz de la tradición entonando distintos himnos– dando paso a doce volúmenes monográficos con lo que hacen un total de veinte; lo que nos recuerda el número de días del mes en el calendario azteca y maya: nos detenemos en este punto porque vemos aquí presente de nuevo un símbolo importante en el ordenamiento de las sociedades precolombinas al igual que en la estructura inicial del Programa Agartha basado en el 13 y el 52.
No 9-10 (1995): “René Guénon” (I)
La mayoría de las conferencias de los symposios a los que antes nos referimos pasó a formar parte del No 9-10 dedicado enteramente a la obra de René Guénon. Un segundo volumen sobre el mismo autor, con más de 700 páginas, se publicaría años más tarde conformando el No 23-24 (2002) de la revista. En la Carta Editorial de 1995 leemos:
Han dicho los cabalistas (entre sus numerosas formas de trabajar) que puede leerse un escrito no sólo de la manera normal en que se organizan las letras, sino incluso entre los espacios que se producen entre las palabras, los que constituirían igualmente un código; algo así sucede con la obra de René Guénon e incluso con sus paradojas, pues aunque el mensaje central es claro y sencillo, sus derivaciones son múltiples, de acuerdo a la posición polar en que el autor se ubica, y aún sus propias contradicciones o aparentes contradicciones, que igualmente configuran un discurso que cada uno de sus lectores interpretará dentro de sus límites y su punto de vista y a su manera como una vía de acceso a lo que el esoterista francés dedicó su vida: es decir, el Conocimiento, tanto cosmogónico, ontológico o metafísico; estas “puertas” están igualmente mencionadas en la Cábala y conforman puntos de coyuntura por donde puede ligarse con otros espacios de la conciencia individual y también con lo Universal en la medida en que estas operaciones puedan definirse como ritos, es decir como invocaciones fundamentalmente dirigidas, en este caso, al dios Hermes, hijo, mensajero, y cónyuge de la diosa Sophia.
Ello se debe a que nuestro punto de vista es el de la Tradición Hermética, y por lo tanto el de la Cosmogonía, la Alquimia y el simbolismo constructivo al que dedica sus labores la Masonería.
Guénon escribe para Occidente, para un público de occidentales, es decir para el medio donde nació para así posibilitar la realización (intelectual-espiritual) de ese medio; cabría preguntarse si no ¿para quién escribe? Lo hace acudiendo a las doctrinas y símbolos de otras tradiciones para demostrar la Unanimidad Tradicional; por otra parte constantemente da indicaciones y pautas, para que los hombres de este siglo, particularmente Europeos y Americanos, puedan comenzar a reconstruir particularmente su cultura, reflejo y proyección de varias corrientes de pensamiento, Gnosticismo, Cristianismo, Cábala, Tradición Hermética y otras derivadas de la Tradición Polar, y por lo tanto Unánime ya que desde allí todas las formas adquieren un sentido Único.
Por las propias circunstancias de tiempo y espacio en que a nuestro grupo le tocó conocer el pensamiento de Guénon y por las características de nuestra formación es que la lectura de su obra es distinta, en general de muchos de aquellos autodenominados “guenonianos”, en particular los que se dicen católicos, e incluso los que se adhieren a cualquier religión. Por ello debemos destacar algunos rasgos y ciertas circunstancias, sin duda menores, que marcaron nuestra forma de encarar la Vía Simbólica como manera de aproximarnos al Conocimiento. No sólo porque la mayor parte de nuestros colaboradores habiendo absorbido bastante íntegramente la Simbólica de la Tradición Hermética –que la lectura de Guénon iluminó de forma total, atrapándonos en la magia de su discurso– conocen tanto las tendencias nefastas del “ocultismo”, (en definitiva una materialización de lo espiritual) como la diferencia entre Metafísica y Religión, una confusión –o una impostura– que también han experimentado por su entrega en la juventud a la ortodoxia católica, en la que se educaron.(86)
El intercambio de ejemplares con otras revistas concretó en varias direcciones. Algunos de los artículos aparecidos en Symbolos fueron traducidos al francés o al inglés, y publicados en revistas como: Avaloka, Vers la Tradition, Cahiers de Recherches et d’Etudes Traditionnelles, Villard de Honnecourt o La Place Royal. Por otro lado a los autores habituales se suman en este número: Roland Goffin (†), fundador y director de Vers la Tradition (con su artículo: “Para nosotros, René Guénon”), John Deyme de Villedieu (†) colaborador de la misma (“Denys Roman, guenoniano y masón”).
Además de los extraordinarios artículos y notas que reúne este volumen queremos destacar especialmente las secciones “Revista de Revistas” y “Libros” donde se reseñan coloquios, números especiales de revistas y libros dedicados a Guénon, tanto en el ámbito europeo como en el americano; más de ochenta páginas que tienen el mérito de presentar al lector, tan nítidamente como es posible hacerlo, el panorama guenoniano –bastante complejo por cierto– donde podemos encontrar la germinación de las semillas esparcidas por R. G. No importan los personajes, pero como siempre la historia en parte es hecha por el hombre y está presente en ella. La Hª Sagrada, que es la que en verdad nos interesa, considera al hombre en el desempeño de su función es decir como intermediario entre Cielo y Tierra. Saludamos junto con Goffin la “venida” de un espíritu cuya obra se ha revelado de naturaleza providencial y ha sido una verdadera “bendición” para nuestro mundo contemporáneo, especialmente para Occidente.
Una de las Notas: “Breve sobre la necesidad del exoterismo” aporta una luz imprescindible para comprender el artículo de Guénon “Necesidad del exoterismo” que tanta incomprensión y polémica ha suscitado.
Pero volviendo al tema de lo esotérico y lo exotérico, o si se quiere de metafísica y religión, eso no quiere decir que lo horizontal no sea un reflejo de lo vertical, y que por lo tanto en lo horizontal no existan los medios de aprehender lo vertical, cuestión conocida por todas las gnosis. De allí que el rito exotérico sea un poderoso medio para vivificar lo esotérico, aunque lo esotérico ya nos sea conocido, por la misma necesidad de actualizarlo permanentemente. En este caso se trata de ritos religiosos (horizontales), pero se debe tener en cuenta que estos ritos están comprendidos en otro más amplio que es el rito de nuestro compromiso con el Conocimiento (vertical) que signa todos los actos y momentos sagrados de nuestra vida, como sucede en las sociedades tradicionales. Por lo que seguramente es aconsejable el rito exotérico que será efectivo si está comprendido dentro de la Gnosis. A este efecto recordaremos una cita de Guénon referida a Santo Tomás. Este decía: “Para un fin cualquiera, se dice que algo es necesario de dos modos: de uno, como aquello sin lo cual no puede ser, tal el alimento necesario para la conservación de la vida humana; de otro, como aquello por lo cual de modo mejor y más conveniente se alcanza ese fin, tal el caballo es necesario para el camino”. (…)
El exoterismo ha sido necesario, y esa es precisamente la función de la Iglesia Católica según el mismo Guénon lo señala, pero otra cosa es la necesidad de practicar los ritos exotéricos para un iniciado. De hecho, esto es contradictorio, pues al hacer necesario a lo exotérico, lo esotérico aparece como no necesario, cuando imprescindiblemente es lo que se debe realizar, lo primordial, la identidad del sujeto del Conocimiento(87).
Añadimos un fragmento de una de las cartas de Guénon dirigidas a Goffredo Pistoni pertenecientes a la correspondencia publicada en este número de homenaje a René Guénon.
En cuanto a la distinción entre el exoterismo y el esoterismo, lo que Vd. dice en su última carta me parece justo en cierto sentido, pero se puede también señalar con mayor claridad su diferencia a la vez por su dominio y por su objetivo: el dominio del exoterismo es siempre el de la individualidad humana (con sus prolongaciones indefinidas), mientras que para el esoterismo al contrario, se trata esencialmente de sobrepasarla, aún tomándola como un punto de partida y un soporte necesario; el objetivo del exoterismo es la “salvación” (estado todavía individual), mientras que el objetivo último del esoterismo es la “Liberación” o la “Identidad Suprema”, es decir el estado absolutamente incondicionado.(88)
En estas cartas se hace referencia a temas fundamentales: exoterismo-esoterismo, necesidad de la iniciación, posibilidad de ésta en el Kali-Yuga, estado primordial, salvación-liberación, etc. En la Web de Symbolos (89) podemos encontrar además de esta correspondencia cartas del metafísico francés dirigidas a Arturo Reghini, Ananda Coomaraswamy, Louis Cattiaux, R. P. Victor Poucel, todas ellas inéditas en castellano y las dirigidas a Vasile Lovinescu, inéditas en cualquier lengua. La sección Documentos de este número contiene como decimos las cartas dirigidas a Goffredo Pistoni, y una serie de biografías breves sobre personajes contemporáneos a Guénon que nos acercan a su entorno y al ambiente de la época: I. Aguéli, L. Charbonneau-Lassay, A. K. Coomaraswamy, A. de Pouvourville, M. Vâlsan, F. Vreede, P. Vulliaud, A. Watts y M. Eliade. Y acabamos el recorrido por el No 9-10 de la revista con otra cita de su Carta Editorial:
Hay un Guénon secreto, siempre actual, que dice cosas muy inesperadas y susceptibles de diversas lecturas referidas a la Tradición Unánime y a muchas de sus ramificaciones, en especial como mensajes a Occidente, y que no han sido suficientemente investigados tarea que le corresponde a una nueva generación esotérica, interesada en conocer los Orígenes de la Ciencia Sagrada.
No 11-12 (1996): “Tradición Hermética”
Vamos a adentrarnos ahora en el mundo del Hermetismo de la mano del siguiente volumen de la revista, dedicado enteramente a él.
La Tradición Hermética, es decir el esoterismo occidental, se ha mantenido vivo desde sus orígenes egipcios y griegos y forma parte de la columna vertebral de nuestra cultura.
La larga lista de iniciados, desde los textos que los testimonian en los jeroglíficos egipcios y en los escritos griegos, incluyendo a Orfeo, Pitágoras y Platón son los maestros de esta Tradición ligada directamente con la divinidad Thot-Hermes y su proyección filosófica en Alejandría en el s. III y hermético-alquímica en la Edad Media y el Renacimiento, continuando hasta nuestros días. La Tradición Hermética es, junto con los demás valores culturales que conforman el pensamiento occidental, incluidas las religiones que coexisten con él, la vía iniciática por excelencia para todos aquellos que han nacido o viven en Occidente y tienen las estructuras de su impronta cultural. La Tradición Hermética, cuya característica es la versatilidad con respecto a la rigidez y legalidad de otras tradiciones dogmáticas, es la posibilidad de encarnar los Misterios Menores, es decir la reintegración del Hombre Verdadero, y de sus posibilidades supra-humanas, tal cual fue en el origen, en un Paraíso anterior a la caída.
Entregamos este volumen al lector estando conscientes del don que significa poder ofrecer en alguna medida una imagen de este tesoro legado por nuestros ancestros, que pudiera ser encarnado, o vivenciado en cualquier medida que fuere, por aquellos llamados a ello.
En nuestros pasados números hemos reproducido más de 200 grabados relacionados con la Tradición Hermética y la Alquimia, y así lo seguiremos haciendo en el futuro dada la importancia del símbolo gráfico como soporte de Conocimiento, como vehículo de una síntesis y una concentración de ideas, analogías, intuiciones y certezas que están en el corazón mismo de la Ciencia Sagrada, en este caso de la gnosis de la Tradición Hermética. Por ese motivo es que pensamos que nuestra colección de grabados de este No doble de SYMBOLOS es significativa e interactuante con los distintos textos. Además en el Cuaderno Iconográfico editamos una selección de grabados de la Bibliotheca Philosophica Hermetica, de Amsterdam.
Dedicamos la publicación a los “solitarios”, a aquellas personas que por distintos motivos han recibido el Mensaje y podido percibir la Voz del Noûs en sí mismos, y por sí mismos, es decir, a los Adeptos de la Tradición Hermética. Esta Tradición, en efecto, se propaga de esta manera y debe destacarse la vehiculación del libro –de la escritura y la iconografía– como factor determinante de transmisión.
Es obvio que el proceso alquímico sólo se produce en la intimidad de la conciencia, donde el sujeto de la transmutación va alterando su materia y tomando la secuencia cromática correspondiente a las imágenes que posee y a las simbólicas por las que transita. La doctrina es desde luego su guía y hay numerosos caminos –métodos– por seguir, las artes liberales dan cuenta de la mayoría de ellos.
Sin embargo, actualmente se tienen de la Iniciación unas ideas tan dispares como equivocadas. Algunos piensan un poquito infantilmente en una serie de ceremonias mágicas que otorgarían de igual modo una personalidad superlativa, otros la asocian con una certificación o diploma que regularizaría su situación frente al medio y los justificaría ante sí mismos, la mayor parte han presentido el poder y eso es lo único que les interesa, por último algunos quieren seguir una senda segura donde oficialmente puedan optar el camino burocrático del dios religioso al que esperan encontrar después de la muerte… en definitiva, todos la conciben como algo exterior a ellos mismos, como si se tratara de modificaciones obtenidas en objetos que reaccionan a tal o cual estímulo y de hecho jamás se piensa que todo ello es interno y el ser humano el sujeto de la accesis que desemboca en el Conocimiento y le otorga el auténtico Ser.
Esa posibilidad está permanentemente abierta a los Adeptos de la Tradición Hermética que trabajan su regeneración en relación con las coordenadas espacio-temporales, es decir con la encarnación psíquica e intelectual de los símbolos de la cosmogonía, de las Ideas que conforman el Arquetipo o Modelo Universal, lo que es idéntico a una verdadera espiritualidad.
Estos aprendices “solitarios” y sus iniciaciones suelen producirse al margen de las religiones o de las organizaciones tradicionales cuando estas han dejado de existir, o por diversas razones no pueden servir las necesidades intelectuales-espirituales de los que acuden a ellas(90). Este es el caso actual, donde organizaciones pseudoespiritualistas han tomado el lugar de las auténticas Tradiciones y donde estas mismas Tradiciones y las Religiones se hallan corrompidas y en proceso de desintegración acelerada obedeciendo a factores relacionados con un fin de ciclo.
Agradecemos profundamente los artículos de nuestros colaboradores habituales y los de los profesores Joscelyn Godwin (New York, U. S. A.) y Emilio Saura (Murcia, España); presentamos también un trabajo de Guénon no publicado en sus libros, e inédito en castellano, que apareció en Etudes Traditionnelles, enero-junio 1972. Como en otros de los Nos de SYMBOLOS puede advertirse en los textos que componen este volumen una homogeneidad que merece ser destacada. ¡Con alegría!(91)
La imagen que preside este volumen representa a Hermes Trismegisto(92) con una esfera armilar en la mano derecha y un libro en la izquierda, que nos lleva a pensar en la Astrología y la Alquimia; el hombre que a sus pies aparentemente duerme ha dejado a un lado sus atavíos de guerra y ensimismado, junto al caduceo, recibe la Enseñanza del Dios. La selección de grabados de este número de la revista es extraordinaria y numerosa.
Entre los artículos de este número, todos ellos reseñables, tenemos “Los Libros Herméticos” de nuestro autor que hoy constituye uno de los capítulos de su Hermetismo y Masonería. Un trabajo extenso, documentado y por sobre todo que nos hace entrar en contacto con la larga e ininterrumpida cadena de iniciados, que conforma esta tradición, conocida como el Hilo Aureo.
En la sección Notas y Noticias encontramos un texto extremadamente clarificador de Federico sobre “La iniciación hermética y René Guénon”, en la de René Guénon un estudio inédito de este autor: “Las dualidades cósmicas” y la sección Documentos incluye los once primeros libros del Poimandrés(93) cuya traducción y notas ayudan al lector a sumergirse en este texto hermético vivificador y estimulante: “la Inteligencia goza con lo que la revela”.
3 La razón pues, Tat, la ha dado Dios en participación a todos los hombres, pero no ha hecho lo mismo con el Intelecto. No porque haya experimentado celos de alguien, puesto que los celos no vienen de allá arriba, se forman aquí abajo en las almas de los hombres que no poseen el Intelecto. – ¿Por qué entonces, padre, Dios no ha dado participación en el Intelecto a todos? – Es porque ha querido, hijo mío, que el Intelecto fuera presentado a las almas como un premio que ellas tuvieran que ganar. 4 – ¿Y dónde lo ha colocado entonces? – Ha llenado con él una gran crátera que ha enviado sobre la tierra, y ha apostado un heraldo con orden de proclamar a los corazones de los hombres estas palabras: “Sumérgete, tú que puedes, en esta crátera, tú que crees que volverás a ascender hacia Aquel que la ha enviado sobre la tierra, tú que sabes por qué has venido al ser”(94).
Y como en el número anterior, la sección de Libros y Revista de Revistas es copiosa, el lector encontrará en ella suculentas reseñas sobre libros de Alquimia, Tarot, Cábala, Música, Historia sagrada, Mitología, Simbología… y mucho más.
NOTAS
(64) Symbolos No 9-10, Carta al Lector.
(65) Federico González, Simbolismo y Arte. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza 2004.
(67) Symbolos No 3, Federico González. No recogido aún en ninguno de sus libros.
(68) Symbolos No 3, pág. 77.
(69) Symbolos No 5, pág. 143.
(70) Símbolo, Rito, Iniciación. Siete Maestros Masones. Ed. Obelisco, Barcelona 1992. Prólogo por Juli Peradejordi.
(71) El libro de nuestro autor: Hermetismo y Masonería: Doctrina, Historia, Actualidad, del que hablaremos más adelante, también va por su segunda edición en la editorial argentina Kier.
(73) René Guénon, Arte Real: Misterios de la Masonería. (Selección de sus artículos). pág. 324. Ed. Sanz y Torres, Madrid 2008.
(74) Antología: Federico González, pág. 34: “El Artista”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza 2008.
(75) En este mismo año aparece en la editorial Mediterranee de Roma la traducción al italiano de Los Símbolos Precolombinos realizada por Agnese Sartori.
(76) Tarot. El Tarot de los Cabalistas. mtm editores, Barcelona 2008.
(77) Colegiata Marsilio Ficino.
(78) Symbolos No 11-12. Antonio Casanovas (†), reseña.
(79) Symbolos No 8, sección Notas y Noticias. Marc García: “Síntesis y Resumen”.
(80) El Tarot de los Cabalistas, pág. 68 en la edición de mtm.
(81) Federico González, Tarot. El Tarot de los Cabalistas, pág. 151.
(82) Recordemos algunos de los episodios de la historia sagrada donde aparece este número: cuarenta años de peregrinaje del pueblo hebreo en el desierto, 40 días se retiró Jesús a orar en el desierto, cuarenta días y cuarenta noches duró el Diluvio.
(83) Desde luego el uso cuantitativo y comercial no tiene nada que hacer aquí.
(84) El Tarot de los Cabalistas, pág. 9.
(85) Estos dos Cuadernos constituyen dos capítulos de su libro Armonías del cielo y de la tierra, entonces no traducido aún al castellano.
(86) Symbolos 9-10: Carta al Lector.
(87) Federico González: “Breve sobre la necesidad del exoterismo”, Symbolos No 9-10, pág. 282. Posteriormente este texto se incluyó en su Esoterismo Siglo XXI, En torno a René Guénon.
(88) Symbolos No 9-10, pág. 316.
(89) http://symbolos.com.
(90) “(…) la función de El-Khidr es la de ser el Maestro de los Afrâd los que son aquellos seres excepcionales que se han iniciado –por distintas razones– de manera individual, sin gurú visible y son llamados los solitarios. Efectivamente, los Afrâd han recibido su Conocimiento de manera directa por medio de su intuición intelectual, en ausencia de una posibilidad de iniciación efectiva, y por lo tanto no están bajo la jurisdicción del Qutb, son independientes del Polo, y por eso su función es indeterminada y relacionada con la aparición del maestro interior y la realidad esencial trascendente.” Federico González, Esoterismo Siglo XXI, En torno a René Guénon, p. 179-180.
(91) Carta al Lector. Symbolos No 11-12.
(92) J. J. Boissard, De Divinatione et magicis praestigiis, 1615.
(93) Posteriormente incluidos como Apéndice en Hermetismo y Masonería, ob. cit.
(94) Poimandrés IV: “Discurso de Hermes a Tat: La crátera, o la mónada”. Traducción y notas Federico González y José M. Río.