Federico González: La Tradición Viva
Francisco Ariza
IV
EL TAROT DE LOS CABALISTAS. VEHICULO MAGICO
Arcano del Tarot de Marsella,
portada del libro
"El Tarot
es un libro de sabiduría, un medio de conocimiento,
una estructura de imágenes cambiantes, que nos permite por su
propia simbólica y su idiosincrasia comenzar a observar hechos,
fenómenos y cosas dentro de nosotros y en nuestro entorno que
no podríamos haberlas supuesto sino por su intermedio. En este
sentido es también un libro mágico, en cuanto posee en
potencia el poder transformador que permitirá a nuestros conceptos
e imágenes mentales el ir sublimando su contenido, ampliando así el
campo de la conciencia".
Así comienza El
Tarot de los Cabalistas: Vehículo
Mágico (1993. Ed. Kier), la obra en la que Federico (que
cuenta en este caso con la colaboración de Fernando Trejos)
nos habla directamente de lo que es el símbolo en acción,
es decir el rito como un acto de la inteligencia cuyas vibraciones
sutiles alcanzan a todos los ámbitos de nuestra existencia.
Este libro no trata del Tarot: es el propio Tarot el que nos habla
a través de sus páginas, pues su autor ha penetrado en
su esencia, en su magia teúrgica, en su metafísica, y
lo que nos revela de su contenido no es el resultado de una mera especulación,
sino de una experiencia vivida y encarnada de la Gnosis que lo conforma.
En efecto, este libro es
una introducción al mundo del símbolo y sus interpretaciones
polivalentes, fundamentadas en años de trabajo con este instrumento
sagrado y sus relaciones con otros métodos que atestiguan la
cosmogonía y filosofía perenne. (…) Aprender a jugar
con el Tarot es ir promoviendo situaciones y descifrando enigmas, enriqueciendo
nuestra vida y universalizándonos (…) Trabajando con el
Tarot, investigando sobre sus estructuras internas y los diversos simbolismos
que polifacéticamente destella, pondremos a funcionar mecanismos
de nuestra mente que nos servirán como despertadores para ir
tejiendo relaciones y asomándonos a un mundo asombroso. (p.
9-10)
Estamos pues en
presencia de un código simbólico esencialmente operativo,
el símbolo en acción como decíamos anteriormente,
que promueve la contemplación activa propia de todo trabajo iniciático,
siendo ésta una cualidad intrínseca del Tarot. Las imágenes
y símbolos que conforman su diseño y su estructura están
ahí plasmadas sabiamente para provocar una auténtica transformación
de nuestra psique por el reconocimiento de su verdadera identidad, pues
como ha dicho Federico en alguna ocasión somos "la suma
de nuestras imágenes más la Unidad". Sin ésta,
sin el Ser que nos da la vida, esas imágenes, esas formas mentales
con que se recubren las ideas, no serían absolutamente nada,
sólo ilusión, vanidad de vanidades y sustento de diletantes "tradicionalistas". A lo largo de
sus páginas se nos hace partícipes de
sus arcanos, que, si se los contempla y estudia con atención
concentrada, aparecen como una perfecta síntesis de la Ciencia
y el Arte Herméticos. Y es desde esa síntesis que se articula
todo el sutil andamiaje de El Tarot de los Cabalistas,
y es por eso también que, antes de entrar de lleno en la explicación
de sus 78 arcanos, se nos va dando cuenta, a través de los cuatro
primeros capítulos, de todos aquellos símbolos e ideas
estrechamente
ligados con la simbólica del Tarot, su arquitectura
y el espíritu que animó a quienes lo plasmaron. Comprendiendo
estas ideas se logrará desentrañar los arcanos más
oscuros de nuestra baraja.
Se refiere nuestro
director fundamentalmente a los símbolos
de la Alquimia, de la Astrología, de la Numerología y
de la Cábala judeo-cristiana, y dentro de esta última
más concretamente al Arbol de la Vida sefirótico,
con el que precisamente el Tarot conserva una especial vinculación,
como queda fehacientemente demostrado en todo el capítulo V,
en donde además de dar una explicación sintética
del contenido de cada una de los 22 Arcanos Mayores (relacionados con
las letras del alfabeto hebreo y también con las sefiroth),
se hace especial hincapié en el simbolismo de los 40 Arcanos
Menores y las 16 Cartas de la Corte en sus vinculaciones con los cuatro
planos del Arbol de la Vida, simbólica que realmente constituye
toda una revelación
que nos permitirá comprender a los prototipos actuando en los
diversos planos o niveles del Ser. Haremos énfasis en las relaciones
que estas cartas tienen con las sefiroth. Meditaremos en cada
uno de estos símbolos y sus significados, y veremos cómo
estos ejercicios intelectuales irán despertando nuestra intuición
y conciencia, conectando nuestra mente con una Inteligencia Universal,
no personalizada, en la que estos Arquetipos de la creación cobran
vida. Abrámonos a las energías que detrás de estos
Arcanos se ocultan y dejémoslas actuar en nuestro interior. Recordemos
que ellas promueven la experiencia del Conocimiento y producen una auténtica
transmutación. (p. 112-113)
Sin duda alguna
este es un libro vital y necesario pues restituye la auténtica dimensión iniciática y esotérica
del Tarot, el que también ha sido llamado "Libro de Thot" (es
decir de Hermes-Mercurio), "venero de magia, misterio y sabiduría".
No sólo lo rescata de las lecturas arraigadas en lo fenoménico
y psicológico al más bajo nivel, sino que le devuelve
su función de oráculo sagrado (como es el caso por ejemplo
del I-Ching extremo-oriental, o los habidos en toda la Antigüedad
Clásica grecolatina, incluso la Astrología Judiciaria
y los Calendarios Mesoamericanos, etc.), que tuvo durante la Edad Media
y el Renacimiento, épocas históricas durante las cuales
las diversas corrientes del esoterismo occidental (hermético,
cristiano y cabalista) diseñaron el Tarot tal cual ha llegado
hasta nosotros en sus elementos esenciales, aunque sus orígenes
históricos son difíciles de fijar, asociándosele
en cualquier caso
con la actividad
lúdica-sagrada presente en todas las tradiciones
conocidas y que, en base a la estructura matemática de los ritmos
y ciclos universales, se refiere a la proyección de determinados
acontecimientos que se manifiestan de forma cíclica, y de algún
modo previsible, dada la carga que los hechos y fenómenos poseen,
ya que tienden a reiterarse de una manera análoga, pero jamás
exacta. (p. 9).
La consulta al
Tarot, y su consiguiente práctica, requiere
por tanto una predisposición interior cuya premisa fundamental
es el respeto a lo sagrado, y a no olvidar nunca los principios de los
que emana todo su valor como símbolo y como oráculo, puesto
que es mucho más que un instrumento de predicción. El
capítulo VI, titulado "La Práctica con el Tarot" (en
donde se ofrecen diferentes formas de tiradas para su consulta), se
abre con estas palabras, igualmente reveladoras, acerca del significado
de los oráculos, de su estructura sutil y su función mágico-teúrgica:
Ellos reproducen
en pequeño un mundo de relaciones análogo
al cosmos, a través de números, pautas, cifras o proporciones,
en las que el Universo se expresa. Un oráculo es un mundo en
pequeño y reúne dentro de sí la posibilidad de
todo lo que ha sido y será. Incluye en su diseño una serie
de alternativas rítmicas que se producen en determinados espacios
y tiempos reincidentes, y que se signan aritmética y simbólicamente,
y dan lugar a los cálculos de posibilidades. Estas relaciones
numéricas, macrocósmicas y microcósmicas, permiten
la transposición de lo universal a lo particular, mediante un
juego de coordenadas que el oráculo traduce a nivel sensible;
de allí la posibilidad de constituirse en vehículos iniciáticos
(…) En líneas generales podría decirse que la utilidad
de consultar un oráculo es válida en cuanto el consultante
desee obtener una radiografía interior de sí mismo, adecuada
a la situación o pregunta que ha formulado, con todo respeto,
en ocasiones solemnes. Por otra parte se debe recordar que el futuro
es sólo una proyección del pasado, y que no somos ajenos
a los acontecimientos que nos toca vivir. La reincidencia en nuestros
gestos y acciones es algo que vale la pena observar en las respuestas
oraculares. Más difícil es romper con las situaciones
y hábitos que nos aprisionan; y en muchos casos lo que nos dice
un oráculo es una sugerencia en ese sentido. Trate siempre de
entender las respuestas por lo más elevado, y luego considérelas
a distintos niveles (…) Lo más probable es que su destino
sea completamente desconocido para usted mismo. (p. 145-146).
El capítulo VII y último lo constituye un breve diccionario
de términos ligados con la simbólica del Tarot, y que
sin duda alguna es un soporte más para lograr una clara comprensión
de este "Libro Mudo" en el que, sin embargo, reverbera la
voz perenne de la Tradición Primordial. *
SYMBOLOS TELEMATICA
Y CONSOLIDACION DE LA REVISTA
El tiempo transcurrido
entre 1993, fecha de publicación de El
Tarot de los Cabalistas, hasta 1998, fecha a su vez en la que iba
a ser publicado su quinto libro, Simbolismo y Arte, Federico
González está enteramente dedicado a consolidar la revista
SYMBOLOS y a darla a conocer en los distintos medios esotéricos
de Europa y América. Ello toma un nuevo impulso con la aparición,
a partir de 1995, de los números monográficos anuales,
el primero dedicado a "René Guénon", seguido
en 1996 por el de "Tradición Hermética" y en
1997 por el de "Masonería", que encuentran un eco
muy favorable en esos medios al mismo tiempo que acrecienta aún
más si cabe el carácter de SYMBOLOS como revista de estudio
y de trabajo centrados en los temas doctrinales que la definen desde
sus comienzos. Como ya dijimos, a partir de 1998 hasta 2001 aparecen
los cuatro números dedicados a la simbólica de Fin de
Ciclo, seguidos en 2002 por "René Guénon II" (con
más de 700 páginas), en 2003 por "Introducción
a la Ciencia Sagrada: Programa Agartha", y en 2004 por "Lo
Femenino-La Mujer", en uno de cuyos artículos, firmado
por nuestro director, "La Mujer y las Utopías del Renacimiento",
podemos leer lo siguiente:
La igualdad hombre-mujer
no se da en base a planteamientos personales y de profesión sino que se produce por ser ambos hijos del Dios
y la Diosa primigenios (Urano y Gea por ejemplo, entre los griegos),
y poseer ambos un reflejo, aunque fuere invertido, pero suficiente,
de la chispa divina, para pasar ellas a ser candidatas al Conocimiento,
es decir herederas de la Sabiduría para lo cual toda valoración
profana e historicista es sólo un aspecto secundario del asunto.
Mientras hombres
y mujeres no encontremos la unión en el Conocimiento
que prodigan dioses y diosas y no podamos mantener la imagen de la unidad
del Cosmos, cada vez serán más irreconciliables los sexos,
opuestos pero sin conjunción, enfrentados el uno con el otro,
pese a las necesidades de todo tipo que no podrán solucionar
conjuntamente. Lo cual significa la mayor fragmentación cósmica,
donde ninguna armonía será ya posible.
No hay primacía del hombre sobre la mujer desde el punto de
vista de la Tradición Hermética en cuanto al Conocimiento
se refiere. Las diferencias son culturales y por lo tanto en otros ciclos
históricos la situación no ha sido "favorable" al
hombre sino a la mujer, lo cual no quita ni pone nada desde el punto
de vista esencial; son pues cuestiones secundarias que no tienen por
qué afectar a las damas que se entregan a la Ciencia Sagrada;
las que harían bien en tomar a sus dificultades y a las pruebas
que les tocan en el camino del Conocimiento como distintas a las de
los varones en lugar de dejarse desanimar por situaciones que nada
tienen que ver con lo principal.
Además era una mujer, la diosa griega Tiqué –la
Fortuna– la que amparaba la ciudad terrestre, reflejo cosmogónico
de la utópica ciudad del cielo, o academia numénica.
Páginas más arriba hablábamos de que nuestro
director está atento a los "signos de los tiempos" e
interpreta la realidad del mundo de acuerdo a ellos y de los principios
metafísicos de los que en verdad todo emana. Uno de esos signos,
vinculados con la "era electrónica" en la que vivimos,
es precisamente la expansión de Internet a escala mundial, lo
cual, y dejando aparte sus aspectos negativos por todos conocidos (pues
como todas las cosas manifestadas es dual por naturaleza) a sus ojos
supone una excelente oportunidad de hacer llegar a todos los lugares
del planeta el mensaje de la Ciencia Sagrada, siendo esta en definitiva
una manera de adaptación a los tiempos en el modo de transmitir
dicho mensaje, como ha pasado siempre en la historia de forma cíclica
y recurrente. Nace así, en 1996, SYMBOLOS telemática,
y con ello la posibilidad de que nuestra revista y los beneficios intelectuales
de que es portadora lleguen al mayor número de personas posible,
a aquellas que están interesadas en los diferentes temas de la
Ciencia Sagrada y Hermética, buscando en la soledad, o en compañía
de otros, un referente doctrinal lo suficientemente sólido, serio
y veraz por donde poder navegar hacia su destino por las procelosas
aguas de este mundo inferior. Para muchas de esas personas (cuyos mensajes
y comunicaciones llegan a diario a la redacción de SYMBOLOS)
estamos seguros de que nuestra revista, con todo su contenido y las
innumerables ventanas que puede abrir a través de ese medio telemático,
les está proporcionando la guía intelectual que sin su
concurso les estaría probablemente vedada o extremadamente difícil
de encontrar. Decir igualmente que en la estela de SYMBOLOS han ido
apareciendo poco a poco distintas "páginas electrónicas" sobre
los temas que nos ocupan, ya sean surgidas del propio Consejo de Redacción
de la revista, o de algunos de sus colaboradores habituales, conscientes
del papel que por encima de cualquier otra circunstancia cumple en el
mundo de hoy la "red de redes" en lo que se refiere a la difusión
de la Tradición Unánime en sus diferentes expresiones.(6) |