El Viaje del Conocimiento:
Diálogos con Federico González
Primera Parte (cont.)
Mª ángeles Díaz
La Vía Hermética
Lunes, 21 de Febrero.
¿Qué
decís? ¿Qué novedades...?
Con estas
palabras cordiales me recibe hoy Federico. Me cuenta que en Tarragona ha hecho
un tiempo espléndido para la época invernal en la que nos encontramos. Antes de
que le pregunte nada me dice:
– Lo cierto es que en estos diálogos
deberíamos seguir diciendo que la Tradición Hermética propone el Conocimiento
de "otro tiempo" mediante el estudio de la Cosmogonía, aunque estudiar sus
leyes ni de largo está indicando que uno deba hacerse un erudito.
– Te refieres,
claro está, a que sumar muchos detalles enciclopédicos y retener información
son asuntos totalmente secundarios para estas disciplinas.
– ¡Cuando no un estorbo...!, pues
para conocer la Cosmogonía hay que ser uno con ella ya que es eso y no otra
cosa lo que significa estar vivo, o haber llegado al verdadero estado humano.
– Sin embargo, obtener ese conocimiento, o lo que es
lo mismo hacer nuestra esa perspectiva de las cosas, es una tarea ímproba, no
apta para espíritus timoratos, ¿no es así? Además de estudio y trabajo ¿qué
crees que es imprescindible para llevar a término esta disciplina?
– Estoy de acuerdo en que esta es
una tarea de lo más ardua y compleja, pues para empezar requiere un cambio de
mentalidad. Una abolición de imágenes caducas en pos de una auténtica
transmutación interior que haga posible el nacimiento de nuestras
potencialidades dormidas.
– Sin duda esa
es la razón de que la iniciación en este conocimiento sea más una
identificación, donde el individuo entra en contacto con su verdadero ser, que
otra cosa. En el fondo lo difícil es hacer la travesía que nos permita cambiar
nuestra mentalidad.
– Según yo lo veo este cambio de
mentalidad implica una muerte y una resurrección, o lo que es lo mismo una
pérdida y un hallazgo de identidad, y esto no es algo que se produzca de
repente, sino que se trata de un proceso largo que se realiza en el athanor del alquimista innumerables veces y en un montón
de años. En esto consiste precisamente la iniciación en la senda del Conocimiento
y de la vida real.
– Los que
seguimos tus enseñanzas hemos aprendido que la iniciación no es algo que se
obtiene de una vez, una iluminación repentina u otra imagen de tipo igualmente
infantil como tantas que corren por ahí, sino que ésta se obtiene de forma
gradual y paciente. O sea que el camino no es sólo ascendente sino que todo el
tiempo se transita de arriba abajo y de abajo arriba…
– ¡Eso evidentemente es así! Aquí el
único secreto es la reiteración y la paciencia, ya que lo que no se consigue en
un día se obtiene finalmente después de muchos soles. A fin de cuentas la iniciación
tiene mucho más que ver con penetrar en otra dimensión del tiempo. Y más
concretamente la iniciación está en relación con el hecho de ir vislumbrando
poco a poco esa otra dimensión del tiempo, el tiempo mítico, mucho más real y
efectivo que aquel cómputo parcializado del devenir, el cual se nos aparece
bajo esta nueva luz como un amorfo más o menos ilusorio.
– O sea que la
iniciación es lo que le pasa a uno por dentro, lo que comprende..., la vivencia
de una experiencia mucho más cercana a uno mismo de lo que pensamos.
– ¡Por supuesto! Se trata de una
experiencia que nos va haciendo comprender una presencia que siempre ha estado
ahí, como un invisible componente de nuestra individualidad. Y este conocimiento
de la unidad del ser, a cualquier nivel que se dé, se puede considerar como una
ruptura del medio profano en el que estamos encerrados, y el acceso a otro
plano o mundo, de mucha más sutileza y calidad, y por lo tanto de mayor riqueza
cualitativa. Se opera una ruptura de nivel a partir del tiempo, pero tomado
como un soporte de la eternidad.
– Conocer los límites del mundo para saber cómo salir
de ellos, abrir la puerta correcta que nos comunique a ese otro espacio, son
imágenes que nos impelen a pensar en la liberación de la cárcel de la mente.
Sin embargo, existe la paradoja de que el trabajo iniciático debe realizarse en
el medio profano. Dicho en otras palabras, que resulta curioso que para
realizar un trabajo interno y espiritual ligado a lo sagrado, sea necesario el
concurso del mundo profano del que pretendemos liberarnos.
– Siempre resulta una paradoja el
hecho de que para la Tradición Hermética el trabajo interno y espiritual ligado
a lo sagrado no necesite de templos ni otro tipo de santuarios sino que es en
el medio profano, el mundo del que uno pretende liberarse, donde está todo el
trabajo a realizar…¿Cómo si no lo haríamos?
– Es decir que
es el mundo que nos ha correspondido el que debemos ver y oír, y no una
ensoñación producida por algún tipo de artificio.
– Así es, aunque este mundo se encuentre en la fase final de un ciclo
llamado Kali-Yuga, que como sabes en la tradición
hindú significa "Edad de Kali", la diosa negra, que
se corresponde con la Edad de Hierro de nuestra Tradición Occidental.
Y es cierto,
como dices, que paradójicamente para lograr este propósito sea imprescindible
que nos apartemos de ese mundo y al mismo tiempo que lo conozcamos, pues
estando confundidos en su devenir y habiendo extraído del mismo todos los
valores que constituyen nuestro ser, es lógico que debamos detenernos y
observarlo desapasionadamente.
– Como el
alquimista, que contempla desapasionadamente las combustiones de su athanor...
– En términos alquímicos también
podríamos referirnos a dos energías que no pueden ser la una sin la otra, o sea
que son complementarias. El trabajo alquímico o hermético siempre se realiza
con las dos, armonizándolas. Y siempre es el hombre como intermediario entre lo
de arriba, el cielo, y lo de abajo, la tierra, quien tiene capacidad de
religarlas. Esa es la razón de que la iniciación haya sido tomada por todas las
tradiciones como una visita al interior de la tierra, un viaje al país de los
difuntos, o un descenso a los infiernos de nuestra ignorancia, pues ese
descenso o muerte es el paso previo a un ascenso triunfal a los cielos.
– Un plan
aparentemente imposible para un pobre ser humano actual, acosado como está
continuamente, y desde distintos frentes, para que se abandone y pueda ser
arrastrado hacia la mediocridad del medio, que, como si se tratara del río
Leteo, cuyas aguas provocan la pérdida de la memoria del origen, cada vez
ejercen más presión sobre él.
– No te equivocas, en efecto. Por
eso aquí siempre se dijo que se precisa de una gran voluntad, pues la lucha es
sin cuartel. Este proceso de la iniciación – que tiene enormes riesgos de
desviación de todo tipo– requiere de un estricto rigor intelectual, y de mucha
paciencia, cosa que con el paso del tiempo cada vez valoro más.
– Claro, a eso
te refieres cuando dices que en la Vía Hermética hay que poner "toda la carne
en el asador"...
– No hay otra manera, diría yo.
Dejarlo todo, es decir dejar la tontera, es imprescindible si se desean obtener
resultados. Si de lo que se trata es de abrir un mundo, buscar una salida vertical
y liberarnos de esa riada ¡o rueda!, es menester entonces poner la vida entera
en el empeño. Sino es así, el envite constante, una u otra vez, acaba
derribando a cualquiera. De aquí la gran importancia de contar con una
Tradición que nos pueda servir de asidero.
¡Esto es así
nomás...! Me refiero a que los muchachos de arriba, los dioses, no te dan nada
sin sacrificio. En cuanto al orden al que asirse diría que... Mira, el Arbol de
la Vida cabalístico es un buen modelo – una buena brújula, podríamos decir– ya
que ordena de manera prototípica las energías que constantemente hacen posible
la Creación. Se trata de una imagen del Cosmos y también del hombre, su
miniatura.
– La iniciación
hermética no tiene nada que ver con obtener algún tipo de "confort espiritual",
sino que es más bien todo lo contrario..., más de tipo guerrero, ¿no?
– ¡Desde luego, nada que ver con una
paz para beatos!
Pensativo, me
dice luego de una pausa:
– Aquí las cosas son mucho más descarnadas, mucho más ligadas a
las pruebas de los héroes mitológicos que a las "piadosas hijas de María". Y
eso implica que en el camino pueden quedar muchas cosas, entre ellas la fama,
la honra, ¡e incluso la salud si me apuras!, en definitiva, toda "seguridad".
Pero también creo que vale la pena, pues la recompensa es, nada más y nada
menos, que alcanzar la salida e ir al reencuentro del No Ser, a la eterna
posibilidad de donde en verdad nunca hemos salido.
*
* *
Es evidente que la obra de Federico cumple
la función en este final de ciclo de ser un radio que conduce al centro de la
rueda, donde todas las tradiciones aseguran que está la salida, el punto de
vista metafísico que es aquel que sin excluir nada establece un orden y unas
jerarquías, es decir una doctrina que para los iniciados actúa como un gran
plan mnemotécnico que les sirve de guía para recorrer el camino del Conocimiento
hacia el No Ser, la Posibilidad Universal. Por tanto es en calidad de obra
iniciática, portadora del mensaje de esta buena nueva, bajo el lenguaje
simbólico de la Tradición Hermética, que la obra que nos ocupa juega un papel
tan fundamental hoy en día.
En eso pensaba mientras me dirigía por el
paseo de Gracia subiendo de Plaza Cataluña, desde donde pueden verse varias de
las esculturas de Hermes que aparecen fotografiadas en el Libro-catálogo de la
exposición Hermes y Barcelona, realizado por el CES como un regalo de todos sus miembros a la
Ciudad catalana y en especial a Federico, por haber traído hasta estas costas
bañadas por el Mediterráneo la renovación del mensaje de Hermes.
Luego, preparando mentalmente el tema de
la entrevista, he recordado aquellas primeras clases de Federico en Barcelona
cuando por primera vez en esta ciudad se habló de la posibilidad de comprender
el símbolo, especialmente a través del aprendizaje que toma como vehículo a las
culturas tradicionales de la antigüedad. Es indiscutible que aquel poder de
convocatoria que tenían sus conferencias (ya fueran en lugares públicos como la
Sala Claret, la Fundación Miró, el Museo Antropológico, la Universidad, las
reuniones privadas, los ámbitos masónicos y artísticos, etc.), fue en ese momento
como una lluvia fina que cayó sobre Barcelona fecundando el alma de muchos de
nosotros, los que oímos decir por primera vez que las distintas simbologías de
los pueblos del mundo, eran energías que podían encarnarse en lo cotidiano y
transformarse en un agua de vida adecuada a las necesidades de cada sujeto en
particular. Y nunca se dijo otra cosa en aquellas primeras clases, ni tampoco
en las posteriores, que no estuviera ya enunciado en el corazón de cada quien,
según las voces nacidas de su interior. Aquellas que sólo se dejan oír en el
silencio. De ahí que el Centro de Estudios de Simbología de Barcelona naciera
como "un modelo cultural de la península de los romanos, hacia los mares de un
mundo simultáneo".
Martes, 22 de Febrero.
Al comentar
con Federico estos pensamientos me dice:
– He procurado explicar siempre que el símbolo, la estructura del
modelo simbólico, la Rueda, el Arbol de la Vida, el Tarot, los números, la
geometría..., en definitiva los vehículos herméticos a través de los cuales he
comunicado siempre esta Enseñanza, sirven para hacernos inteligible aquello que
por su propia naturaleza no tiene forma, pero que es lo que da realidad a todas
las cosas y los seres.
El sentido de los símbolos
– A este
respecto la identificación total y sin fisuras entre el símbolo y lo
simbolizado es la esencia de la Simbólica.
– ¡Desde luego...! Y también se podría decir, para ampliar un
poco más la explicación, que es bueno no dejar de ver que el símbolo es el
vehículo que liga dos realidades o dos planos de una misma realidad. Eso
significa que participa de ambas y de ahí sus muchos significados.
– Igualmente es
cierto, y debe decirse aquí de nuevo, que desde siempre el símbolo ha sido
considerado una idea-fuerza que permite la ruptura de nivel, el acceso a otros
mundos y la obtención del conocimiento de diferentes planos de este mismo mundo,
caracterizados por distintos grados de conciencia...
– Descubrir que
la conciencia tiene grados es una de las cosas más relevantes que se han dicho
en el medio intelectual contemporáneo, y explica muy bien por qué para muchos
ese descubrimiento o esa posibilidad les puede llevar a cambiar el rumbo de su
existencia e ir en pos de su destino; al encuentro de esos otros espacios, los
mundos simultáneos de que hablamos, esos otros mundos, que están en este.
– Así es, comparto plenamente la
frase del poeta – responde en tono pausado. Siempre he intentado resaltar que el
símbolo tiene algo muy esencial, que es el de ser el medio de comunicación
entre los dioses y los hombres, y por consiguiente objeto sagrado por
excelencia, pues es el símbolo el que en verdad cuenta la historia verdadera,
la eficaz, y no la siempre cambiante y de múltiples falsas apariencias.
– Siendo tan
básico el símbolo para que la Tradición continúe siempre transmitida, ¿qué
pasaría entonces si definitivamente se perdiera la clave para desvelar los
símbolos, los mitos y los ritos? O sea, ¿qué pasaría si se rompiera la cadena
iniciática?
– En un caso así los símbolos perderían su energía y su conexión
con lo simbolizado, con su fuente de vida. Es decir que no actuarían como
transmisores de la idea-fuerza al ser tratados de manera analítica y literal.
De esta manera ha sido considerado el símbolo en el mundo moderno, y así nos
va...
– Sin embargo
– continua diciendo– , en potencia estos símbolos conservan la vibración que los
ha plasmado, y ¡gracias a Dios!, basta con que sean actualizados para que
recobren su salvífica labor mediadora y se conviertan en el vehículo que nos va
a llevar más allá de sí mismo, a un plano o nivel diferente de comprensión. Y
la posibilidad real de esa actualización es lo que siempre he expresado, ya sea
tanto en las clases y conferencias como en los libros.
– Federico, en
determinadas ocasiones te has referido al grave error que supone, a la hora de
entender bien los temas de la Simbólica, confundir dos términos como son
símbolo y alegoría, por lo que es fundamental aplicar en uno mismo el necesario
rigor intelectual.
– El problema es que símbolo y
alegoría son palabras que muchas veces se suelen dar como sinónimos, y debemos
saber que esta confusión lamentable nos desvía totalmente del asunto, ya que
equivale a darle al símbolo un valor como de algo probable o posible, en
detrimento de su verdadero sentido, o sea, aquel que lo hace ser la expresión
nítida de una idea y de un orden más elevado de la realidad. ¿No sé si me
explico...?
– Por supuesto
– respondo– , y entiendo que hacer esta distinción resulte imprescindible para
saber de qué se está hablando en verdad.
– Mira...,
para ser más explícitos habría que decir que esta confusión acaba finalmente
por negar lisa y llanamente al símbolo. Por eso, para mi esta aclaración es
básica, o como decís vos imprescindible en el camino de la Enseñanza; además,
la experiencia me ha hecho ver que esta es una cuestión fundamental que debe
quedar despejada desde el principio. Aunque lo mismo sucede con el mito o la
leyenda, que en el lenguaje corriente ha pasado a ser sinónimo de "cuento".
– Siguiendo con
la definición del símbolo me gustaría traer a colación otra cuestión de la que
te has ocupado a lo largo de los años en toda tu obra, ha sido la de aclarar
que la Simbólica no es una Ciencia destinada a estudiar el pasado de las
culturas.
– Sí,
porque yo creo – responde Federico– que éste es el segundo gran error que
cometería el que así lo viera, ya que en ese caso se tomaría al símbolo como
algo ya muerto y que nada significa. Como algo que perteneciera a un momento ya
superado por la historia. ¡Eso es tremendo…!, ya que en un supuesto así para
nada se considera la idea de que cualquier día de la creación es el primer día
y todo símbolo expresa hoy, como siempre, una idea arquetípica y eterna…
Federico hace
una pausa; luego continúa:
– Pero hay un tercero y no menos
grueso error, el de confundir al símbolo con lo simbolizado, de lo cual la
idolatría y la literalidad dan buenos ejemplos.
Estructuras internas de los símbolos
tradicionales
Miércoles, 23 de Febrero.
– Cuando se oye
hablar de las estructuras simbólicas de los símbolos uno imagina un mundo de
ideas en movimiento, vinculándose las unas con las otras en una danza de
armonías y de ordenaciones geométricas, pero lo que uno descubre siguiendo la
formulación de tu pensamiento sobre el punto de vista de la Tradición, es que
esas estructuras y formas geométricas son las que originan las ciencias
correspondientes, y no que éstas surgen de la pura experimentación sin más. En
realidad – sigo diciéndole– podría también afirmarse que la estructura
universal es como un juego de relaciones y de ideas, un tejido cuya realidad
surge precisamente gracias al entrecruzamiento de la trama y la urdimbre.
– ¿Cómo si no va a ser...? – responde
Federico– , este diseño simbólico está presente en todas las estructuras, como
puede ser la construcción de un edificio, casa, templo, ciudad, agricultura, o
la cultura en general, donde la unidad y la multiplicidad coexisten de manera
simultánea.
– Claro, y es por eso que nuestro propio
pensamiento, me refiero a la forma en que nuestra mente reflexiona y comprende,
también responde a esa estructura, por lo que comprender el Cosmos es
comprendernos a nosotros mismos.
Hablando de
diseños – añado– , juegos de relaciones, cuadrículas, me gustaría referirme al
tablero de ajedrez, un juego con orígenes astrológicos que es una
representación simbólica del cosmos, tal y como has señalado en alguna ocasión.
– Me parece muy bien traído, pues esto nos permite añadir que si
el total del tablero simboliza el Cosmos, el cuadriculado expresa un orden
dentro de un plano gracias al cual existen las leyes, o sea las reglas del
juego que son las que permiten a las diferentes piezas protagonizar sus propias
jugadas, o conjuntos de jugadas, en verdad siempre un enfoque de la realidad.
– Otro tanto
diríamos de otras estructuras, como la del circo – dice
señalando la foto de una carpa que cuelga de una de las paredes de la cafetería
en la que nos encontramos– , ya que reproduce este mismo prototipo, si bien en
este caso en lugar de jugadas estaríamos hablando de una diversidad de
atracciones y espectáculos.
– Sí, lo del
circo da para una buena reflexión, máxime si pensamos que circus viene de círculo...
– Eso es, y como el círculo, también necesita de un centro o eje
a través del cual la carpa se articula, creando así un espacio significativo
donde la función puede comenzar. La analogía con la vida misma es evidente,
claro está.
*
* *
Jueves, 24 de Febrero.
Por la mañana me encuentro con Federico y
unas personas que están asistiendo a las clases y actividades que se dan en el
Centro de Estudios. Una de ellas le ha manifestado de manera muy espontánea sus
impresiones sobre lo que está viviendo tras el encuentro con esta Enseñanza y
con la Tradición Hermética a través de su obra, y lo sorprendente que le
resultaba comprender su mensaje con tanta facilidad. En definitiva, lo que le
llamaba la atención es su propia reacción frente a este mensaje Tradicional que
estaba viviendo como algo muy cercano, algo así como un "reconocimiento".
Federico ha escuchado, como siempre lo
hace, con mucha atención, y agradece la amabilidad mostrada por estos lectores
hacia su obra y su persona. Pues Federico, precisamente porque se muestra
intransigente con la tontera y con toda clase de abusos de poder, siempre y por
encima de todo ha defendido la libertad, y la espontaneidad, sin doblez ni simulación,
como una expresión de ella.
Luego, por la tarde, componiendo estas
notas, y releyendo de nuevo el libro de La Rueda a la luz de estas
conversaciones, encuentro las siguientes citas que no dudo en anotar aquí y en
las que Federico sintetiza muy bien lo que hemos estado hablando estos días
sobre el símbolo de la rueda y la iniciación Hermética.
Si con el lenguaje pueden
nombrarse todas las cosas, todas las cosas están implícitas en el lenguaje. Si
lo numerable tiene signo, en esos signos está toda la posibilidad de lo numerable.
Gracias al símbolo nos revelamos a nosotros mismos, pues merced a éste se forma
la inteligencia, se crea nuestro discernimiento y se ordena la conducta.
Pudiera decirse que él es la cristalización de una forma mental, de una idea
arquetípica, de una imagen. Y al mismo tiempo su límite; lo que posibilita el
retorno a lo ilimitado a través del cuerpo simbólico, que permite así las
correspondientes trasposiciones analógicas entre un plano de realidad y otro,
facultando el conocimiento del ser universal en los distintos campos o mundos
de su manifestación. Ya que expresa lo desconocido por su apariencia sensible y
conocida.
El símbolo conforma de continuo
lo preexistente, establece una perpetua conexión con nosotros mismos y una
vinculación constante con el cosmos, del que es solidario. El gesto simbólico,
o el rito cósmico, es la permanente posibilidad del reciclaje del ser y de la
cadena de los mundos. Es revelador, siempre da a conocer algo. Tiene también
poderes transformadores. Por su intermedio algo abstracto se concreta, e
inversamente algo concreto se abstrae. Es ambivalente, pues es aquello que él
expresa y simultáneamente lo expresado. Su función mediadora constituye un
punto de conexión donde se produce la transición entre dos realidades,
participando de ambas: como sujeto dinámico, o como objeto estático.
Siempre resulta sorprendente descubrir que el símbolo se amplía; va de
lo sintético a lo múltiple, o sea, del fuego a los fuegos, pero también a la
inversa, cambiando el punto de vista, se puede ir de lo múltiple a lo sintético
y de los innumerables fuegos, al fuego arquetípico.
Aquí, de lo que se ha estado hablando siempre es del Conocimiento y de
la iniciación y de las vías que lo facilitan, en concreto se ha tratado de
exponer cómo se produce la iniciación a través de la forma que nos ofrece la
Tradición Hermética, una rama de la Tradición Unánime y Primigenia que tiene
una manera determinada, referida al Occidente y a los orígenes míticos e
históricos de nuestra civilización.
Se trata, pues, de una vía
propia del Occidente, que se expresa por intermedio de una serie de disciplinas
y trabajos, mitos y símbolos, que constituyen un código coherente que
efectivamente puede ser traspuesto al de cualquier otra tradición verdadera,
pues en verdad estos códigos expresan y se proponen lo mismo, o sea, revelar un
conocimiento que todo hombre poseyó en el pasado; por lo tanto de lo que se
trata es de recuperar la memoria de uno mismo, lo que equivale a recuperar el
verdadero estado humano.
Por otra parte, no hay nadie en
el desván de los fantasmas de la mente. Los dioses benéficos y maléficos son
exactamente los mismos, pero invertidos. Y ambos son ilusorios. Los horrores y
los éxtasis por los que atravesamos son igualmente vanos. Mientras no podamos
salir de la idea de causa y efecto, seremos atormentados por nuestro karma. Pero si bien la ignorancia es dolor y sufrimiento,
el saber que somos víctimas de las imágenes y los trucos mentales – aun los más
sofisticados y autojustificados– , que nosotros mismos proyectamos y emitimos,
es curativo e iluminador y puede liberarnos del compromiso de nuevas acciones o
identificaciones con lo relativo. Puesto que no realizándolas, o no esperando
nada de ellas, se convierten en simples hechos que ya no causan efecto alguno.
Y este es el caso de lo que puede acontecer con nuestros egos,
disfraces, máscaras, personalidades, estados anímicos, gustos, conductas y
formas de vida, que no dejan de ser cosas secundarias y aleatorias.
El pensamiento analógico es mágico
e igualmente es mágico el viaje del conocimiento.
En realidad las disciplinas o
vehículos herméticos, guían al aprendiz por el mundo intermediario hasta el
corazón del templo, desde donde podrá iniciar su ascensión vertical, hacia la
cúpula o la sumidad, que simbolizan la salida del templo o del cuerpo, lo
supracósmico o lo suprahumano.
Escapar de la cosmogonía
utilizando su identificación con ella como un soporte vivo de transmutación
inefable. Esto ha sido siempre un oficio de guerreros, de sabios y artistas,
pero también de astrólogos y alquimistas, disciplinas éstas que se refieren respectivamente
al conocimiento del cielo y de la tierra, constituyendo ambas el saber de la
cosmogonía completa, la ciencia de los ciclos y la ciencia de las transmutaciones.
Podemos ubicarnos entonces en la
Alejandría del siglo III de nuestra era y observar la multitud de ideas,
concepciones y personajes, tradiciones y culturas – incluso la hindú y la
budista– , que confluyen allí, constituyendo una verdadera encrucijada de caminos,
un punto de concentración de una serie de energías análogas, venidas de varias
y diferentes direcciones, las cuales han de conformar posteriormente las
diversas facetas de nuestra cultura. En aquellas fechas y lugar podemos
encontrar al cristianismo de los primeros padres conviviendo con el
gnosticismo, ambos de origen oriental. Al pensamiento griego, en particular el
neo-platonismo – que ha de aparecer como una constante a lo largo de la historia
de Occidente– mezclado con la tradición hebrea, y con los fragmentos de
civilizaciones como la caldea, la egipcia, las de Irán, y otras, algunas de
ellas perdidas u olvidadas por nosotros.
Desde nuestro punto de vista,
destacamos estas coordenadas espacio-temporales, como lugar de reunión y
posterior expansión de las ideas de la Tradición Unánime, de la filosofía
perenne y universal, de la doctrina, que han llegado a nosotros con el nombre
de tradición hermética. Es también muy interesante subrayar que estas ideas, a
través de los siglos, se han mantenido vivas hasta nuestros días. Y no sólo han
sobrevivido simplemente, sino que han constituido, y aún constituyen, la trama
invisible de ciertos acontecimientos revivificadores de la historia del hombre
occidental, sin la cual esta historia, y este hombre, hubieran desaparecido ya
hace largo tiempo.
Y ese es el valor que en verdad tiene la historia de los
personajes y los pueblos, el de poder ser tomada como un código de señales
significativas o significantes, como un discurso salpicado aquí y allá de
detalles reveladores. Un lenguaje criptográfico, que pudiera irnos dando una
especie de espectro o panorama – de encuadre en el tiempo– , en el que leyésemos
como en un libro abierto, el libro de la vida, cuya lectura ha de llevarnos a
la inmortalidad a través del conocimiento de los ciclos universales, análogos a
los ciclos de los hombres.
Los Ciclos y los Ritmos
Viernes, 25 de Febrero.
Hoy, nada más
abrirse nuestra sesión de trabajo, le planteo tratar el tema de la Ciclología,
una ciencia que trata de la circularidad del tiempo y sus ritmos, y a la que en
este primer libro, La Rueda, Federico le dedica un capítulo cuyo título es:
"Ciclos y Ritmos". Aunque no habrá de ser el único trabajo sobre el tema. En el
capítulo en cuestión se explica cómo los ciclos indefinidamente grandes y los
indefinidamente pequeños se sitúan en una escala que puede ponerse en
correspondencia con el hombre y con el mundo, y que sino fuera por esa
correspondencia todo carecería de sentido.
– ¡Así es, y es más, ni siquiera
podría existir!, responde Federico. Según lo que ya hemos dicho, las leyes por
las que se rige tanto el microcosmos como el macrocosmos son semejantes, aunque
las formas sean diferentes. Me refiero a que son las mismas leyes que rigen el
cuerpo humano las que lo hacen en las culturas o las civilizaciones… En verdad
– concreta– podríamos hablar de una escala que se expresa en y por el movimiento
pendular de los ritmos y los ciclos y se comprende en términos dimensionales.
– Eso significa
que el mundo podría ser considerado, o mejor, entendido por sus proporciones y
medidas, que evidentemente tienen también un significado simbólico.
– Es claro..., y es aquí donde cobra
sentido aquella expresión conocida especialmente entre los masones, según la
cual el Gran Arquitecto del Universo "todo lo ha hecho en número, peso y medida".
– Es obvio que
en los estudios aquí plasmados se desprenden, con bastante claridad, aspectos
verdaderamente complejos, los que tienen que ver con las correspondencias y
complementariedad entre los símbolos relativos al tiempo y al espacio en los
distintos pueblos, así como en sus leyendas e incluso en el folklore de las
sociedades actuales, donde subsiste la idea de un tiempo mítico y de un espacio
diferenciado, como es el Paraíso Terrestre o la Jerusalén Celeste, entre otros
ejemplos.
– De hecho – responde Federico– toda
la historia y la geografía sagradas no son sino ejemplos de correspondencias
entre espacio y tiempo, y la manera en que el ser universal se expresa o manifiesta,
reflejándose en estos códigos simbólicos. Dicho de otro modo: que el cosmos y
sus coordenadas constitutivas vienen a ser la manifestación sensible del ser u
hombre universal.
– El alma humana
nos dices también aquí (en total acuerdo con la doctrina Platónica y las
diferentes gnosis donde a fin de cuentas se ha expresado la Ciencia Sagrada en
Occidente) entra en el mundo por una puerta y sale por otra, y en el ínterin,
signado por el espacio y el tiempo, tiene la oportunidad de reconocerse y
escapar de esa condición por la identificación con otros estados del ser
universal, que puede vivenciar por medio de la conciencia individual, semejante
a la universal, y que constituyen la posibilidad de la regeneración particular
y también de la universal.
– ¡Mirá vos! Yo lo que diría en este
momento es que la vida del hombre y también la del mundo no sólo constituye una
gran oportunidad para la integración con el Ser universal y sus estados,
absolutamente desconocidos, no lo olvidemos, para la mayoría de las personas,
sino que nos indica también que ese Ser universal existe gracias a las
coordenadas espacio-temporales, que vienen a representar los sentidos del
mundo, si así pudiera decirse, análogos a los sentidos del hombre, en los que
tanto él como nosotros nos reflejamos, tomando conciencia de ese modo de la Unidad
original.
– ¿Es a esto a
lo que se refiere la frase "el espíritu se reconoce a sí mismo por sí mismo"?
– Sin duda, esa es muy buena
definición. Y concretando me gustaría dejar anotado de nuevo aquí que la
historia y la geografía sagradas no son sino la ejemplificación de estas mutuas
correspondencias entre espacio y tiempo, y como acabamos de recordar, la manera
en que el Ser universal se expresa.
– La idea de dos energías inseparables y por tanto
complementarias presentes en todas las cosas, y que de forma tan clara
sintetiza el símbolo extremo-oriental conocido como el yin-yang, o el propio caduceo de
Hermes, es una de las leyes asociadas a los ciclos y los ritmos, expansión y
contracción del Universo, pero también la propia respiración con el aspir y el
expir, o la sístole y diástole del corazón expresan esa ley...
– Y fíjate que esa división binaria parte en dos el modelo de la rueda... Esto es muy interesante – continúa
diciendo Federico– , a pesar de ser una obviedad, pues nos da a entender que
estamos ante un símbolo que en verdad refleja perfectamente una idea
arquetípica, y por lo tanto se puede aplicar a cualquier ciclo, ya sea
particular o referido a los grandes ciclos que comprenden otros más pequeños
dentro de sí, y así indefinidamente.
– Nuevamente la
síntesis que uno extrae de lo que dices es que el Cosmos es uno solo, o lo que
es lo mismo, que no hay nada fuera de él.
– ¡Ah, desde luego, como es una sola la "materia"! O sea, que no
podemos estar pensando que hay varios mundos o cosmos, sino que la suma de todo
ello, galaxias, estrellas, planetas, etc., constituye la idea de Cosmos... Esto
es algo que todos los pueblos y civilizaciones han sabido siempre. Pero que hoy
ya no se tiene en cuenta, lo hemos olvidado...
– Es por ello
que este discurso tradicional le suena a la gente, o sea que le es próximo, ve
su coherencia… Mnemosine, la Diosa de la Memoria, es
madre de las Musas, ¿por qué? Pues porque estas entidades femeninas, que tienen
que ver con el arte, la música, la poesía, el teatro, la historia…, son
símbolos de las energías con las que se invoca a la Diosa, que como se
comprende siempre acude al llamado de cualquiera de sus hijas.
– Ver el mundo
como un huevo, en el sentido de embrión del que surge la manifestación de todas
las especies, nos lleva a considerar otro modo de ver las cosas, y también el
tiempo pasa a concebirse de otra manera. A todo ello te has referido en este
capítulo, por ejemplo en el siguiente fragmento… (Mientras busco la nota que
quiero leer a Federico para seguir con el tema, percibo que éste me mira
divertido, y empieza a cobrar vida el ambiente en que nos hallamos, las
personas que nos rodean, las palabras que se dicen… En esos silencios creados
por Federico se rompe siempre la rutina y se pasa a escuchar otro sonido donde
las señales son directas y proceden del mundo que llega a nuestros oídos. De
todos modos anoto lo que había señalado aunque finalmente no lo leí).
Si fuera lícito hablar de "historia" a determinadas
magnitudes, el mundo entero ha sido un "huevo", luego un embrión, que posteriormente
se ha manifestado en y con todas sus especies – las que comienzan a
desarrollarse en forma independiente y armónica, en relación con su medio, su contexto– ,
o partes, tal cual un hombre, un animal o un árbol; y tal como ellas se
regenera y reproduce cíclicamente a los niveles en que se manifiesta. De hecho,
esta es una manera de decir, pues en realidad lo que se expresa como sucesivo,
es simultáneo en otro orden, y aun dentro del mismo orden espacio-temporal es
perenne, sucede constantemente – y por lo tanto en este preciso instante– , y se
expresa a través de leyes prototípicas.
– Tal vez, observa Federico volviendo al tema que habíamos dejado,
tenemos propensión a tomar la creación como algo que se produjo en un momento
dado, ¡como si pudiera datarse históricamente, y no es así...! O más bien lo
que debería decirse es que eso es sólo un punto de vista, pues el hecho
histórico no es únicamente horizontal, sino que fundamentalmente es vertical.
– Lo que digo es
que el origen de todas las cosas es esencialmente supratemporal, y en este
sentido no está signado por el tiempo y el espacio. ¡Todo el tiempo está
sucediendo ahora en el corazón del hombre! El Creador, el Ser, genera todo el
cosmos mediante la polarización de un dios conservador y otro destructor, o
mejor dicho, transformador.
– En ese momento se acerca a nosotros una de
las personas que atienden al público en este salón-cafetería del Majestic en el
que nos encontramos, que empieza a estar bastante concurrido, y hasta se ha
incorporado un pianista a la escena que ameniza con su música. Después de estar
toda la tarde metidos en estas meditaciones, los dos nos mantenemos en un nuevo
silencio. De repente, frente a nosotros, se sienta una señora luciendo un
altísimo moño, lo que provoca de inmediato nuestra hilaridad. A Federico, dando
prueba de su gran sentido del humor, se le ocurren de inmediato dos o tres
chistes de lo más divertido.
Federico es requerido al teléfono. La
verdad es que siempre que nos encontramos en el hotel las llamadas son
frecuentes, y me comenta que en Barcelona siempre suenan mucho los teléfonos.
Nos despedimos en ese momento, pues mostrándome la lista de llamadas que le
acaban de entregar decide irse a responderlas desde su habitación.
De nuevo al transcribir las notas de hoy,
repaso el capítulo "Los Ciclos y los Ritmos" del que hemos estado hablando,
donde se dice, entre otras cosas que:
El tiempo es una categoría del
alma, que nace del interior del corazón, y que constantemente se regenera a sí
mismo. Por otra parte, el espacio geométrico es uniforme, el físico no lo es.
Se puede hablar de un espacio cuantitativo o mensurable, que se supone
homogéneo, pero el espacio no es sólo la cantidad, sino también la cualidad de
los elementos que lo componen.
Los ciclos y nuestra
ubicación respecto a ellos, nos dan una proporción entre las cosas, idea muy
cercana a la de armonía – y justicia– , conceptos que están muy estrechamente
ligados a aquel de "medida" a que nos hemos referido, y que expresarían las
cualidades inherentes a la cantidad, y no sólo su magnitud continua y sucesiva.
Además, hemos dicho que cada ciclo o mundo es un símbolo de otro mundo mayor o
superior, una imagen de un encadenamiento, que va más allá del tiempo
específico del ciclo, o mundo, que se toma como punto de referencia, y que
pudiera ser entonces considerado como extratemporal, con respecto al ciclo o
mundo menor, o no sujeto a las mismas "medidas", por referirse ambos a
distintas cualidades vivas del tiempo y el espacio, que conforman las
diferentes partes del ser u hombre universal. Y esta proporción, o ritmo,
"magnitud", o "medida", constituye el orden del mundo, su ley, en el que cada
una de sus partes se articula en proporción con todas las otras, pero
guardando una relación que no siempre puede medir la serie numeral discontinua,
puesto que en primer lugar el cosmos no es un espacio absolutamente continuo, y
en segundo término no es un modelo geométrico o mecánico, sino un organismo
vivo, o las posibilidades que el germen o embrión porta en sí mismo.
Sábado, 26 de Febrero.
Federico me ha dicho que iba a estar fuera
toda la mañana, pero que nos podíamos ver después del almuerzo.
Este Febrero
está siendo un mes frío, aunque algunos almendros ya han florecido. Cuando
llego al hotel se lo cuento a Federico.
– ¿Me querés animar?, me dice
divertido.
Ciertamente hace frío, y Federico siempre
ha huido de los climas helados. Por ello su adscripción al Sur es total, y no
sólo referida a la climatología. Sin duda estos días son excepcionales por
distintas razones, y una muestra del gran interés que sin duda Federico tiene
en las actividades del CES, órgano consagrado al estudio y difusión de la
Ciencia Sagrada. En realidad, todos los libros de Federico tratan siempre de
mantener la atención hacia ese conocimiento, que es en definitiva la apertura
hacia la metafísica, sin rebajar nunca ese criterio.
Domingo, 27 de Febrero.
Federico está a punto de finalizar su
estancia en Barcelona, aunque me dice que piensa volver en Junio, algo que
felizmente ha sido casi una constante a lo largo de los años, me refiero a
venir a pasar aquí el solsticio de verano.
Hoy, para despedirnos, hemos hecho una
excursión al Tibidabo con varios amigos. Es un día luminoso y casi primaveral
que contrasta con el de ayer. Desde aquí se tiene una extraordinaria panorámica
de la ciudad, donde el sol refulge intensamente en el inmenso azul del Mediterráneo.
Contemplamos cómo la fina línea del horizonte marino parece unirse íntimamente
con el cielo.
También se aprecian los relieves que van
dejando en la ciudad los nuevos edificios, entremezclados con los románicos,
góticos y modernistas: la Catedral, Santa María del Mar, la Sagrada Familia y,
junto a la colina de Montjuic (el monte de los judíos, o monte de Júpiter según
los romanos), el monumento a Colón, donde desembocan las mundialmente famosas
Ramblas...
De pronto resuenan en mí unas palabras
escritas en La Rueda que dicen:
La forma más simple está en todas las formas, lo cual equivale a decir
que todo está en todo y que todo está en uno mismo. Y es curioso observar que
estas sencillas verdades, que de alguna manera conocemos –y que por cierto
todos hemos experimentado– , están hoy como cubiertas por un velo de vergonzosa
autocensura, porque tal vez sentimos temor de que nos retrotraigan a la infancia,
o a la adolescencia, y nos hagan acaso perder el bagaje "intelectual" a veces
tan trabajosa y esforzadamente conquistado. Para algunos sería de un gusto
dudoso afirmar que la vida –o la naturaleza como una ilustración de ella– nunca
se equivoca. O que su piel tiene todo tipo de texturas y que cambia de muda
todas las estaciones. También asegurar que crece, se desarrolla, envejece y
muere. Que la manifestación universal –simbolizada por la danza de Shiva– es la
perfección, el equilibrio y la armonía; que a lo largo y a lo ancho del mundo,
o del cosmos, toma todas las formas posibles y no hay olor ni sonido que no
esté incluido en ella. Igualmente si aseguramos que esta manifestación es lo
único que no ha dejado de ser novedoso, o sorpresivo, y que siempre un hombre o
una mujer la podrá contemplar por primera vez. O que ha podido superar el
pesimismo y el optimismo de sus proyectos, pues éstos son sus realidades de
todos los días. Que entre sus símbolos y ella misma no hay ninguna diferencia.
Y que a través de la contemplación de su simbólica trascendemos la dualidad de
la cárcel de la mente, pues contemplar es recrear la obra de arte permanente. Y
que, asimismo, somos regenerados cada vez que se cumple un nuevo ciclo y se nos
abre una puerta de acceso a otras realidades tanto más efectivas cuanto menos
ilusorias.
El símbolo y el arte –transmisores y receptores de energías–
nos brindan la posibilidad de una salida, de una escala, de un camino a ser
recorrido mucho más fácilmente de lo que uno se imagina. A veces las sendas se
pierden en el laberinto. Tal vez esa sea la única forma, para algunos, de salir
de él.
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