Federico González: La Tradición Viva
Francisco Ariza
VIII
INTRODUCCION
A LA CIENCIA SAGRADA
PROGRAMA AGARTHA
Frontispicio de la edición impresa
Esa "corriente
subterránea" [ver final parte anterior] ha
emergido nuevamente a la superficie y ha dado testimonio de la perennidad
de su
mensaje.
En varias ocasiones hemos
hablado del carácter eminentemente
didáctico de la obra de nuestro director, siempre enfocada en
la transmisión y enseñanza del Símbolo abordada
desde diferentes perspectivas abiertas permanentemente a lo universal
y con el fin de introducirnos en el camino del Conocimiento, que es sin
duda lo fundamental pues lo realmente difícil es iniciar ese
camino y romper la gruesa cáscara que nos impide empezar a tomar
conciencia de nuestra auténtica identidad. Pero además,
y como estamos viendo, el contenido de esa obra es tan profundo y ofrece
tan amplio campo de investigación y está tan interrelacionado
con los temas esenciales de la Tradición Unánime, que por
sí mismo constituye una guía permanente para encauzar ese
camino de acuerdo a una Inteligencia que se va haciendo en nosotros por
la comprensión de la Doctrina que la expresa, es decir: la Ciencia
Sagrada.
Precisamente,
ese carácter didáctico en ninguna de sus
obras es más notorio que en Introducción a la Ciencia
Sagrada: Programa Agartha, de la que ya hablamos en su momento,
publicándose originariamente en 1985, si bien la edición
que comentamos es la que conforma el Nº 25-26 de SYMBOLOS, perteneciente
al año 2003. Dicho carácter es tal porque, como dice el
mismo autor en la Nota Preliminar, el contenido de esta obra representa
el desarrollo de todos sus años dedicados a impartir la Enseñanza
en distintas ciudades de Latinoamérica y España. En este
sentido, añadiremos que en un momento dado Federico invitó a
participar en la redacción de determinados temas a algunos de
los que en aquel entonces (mediados de los ochenta) eran alumnos suyos,
hoy colaboradores y amigos, y que ya habían realizado por años
las enseñanzas desarrolladas en el Programa, el cual tiene
desde luego una estructura, un orden, que viene dado por el conjunto
de sus lecciones, en las que, efectivamente, se traduce la Tradición
Unánime bajo la forma de la Tradición Hermética
y sus vehículos simbólicos:
(Alquimia, Aritmosofía, Cábala, Astrología, Simbolismo,
Tarot), así como Filosofía, Metafísica, Cosmogonía,
Mitología, y de manera particular los símbolos universales
y las artes liberales. También se refiere al Arte como forma
de ver (poesía, literatura, música, teatro, danza, arquitectura,
artes plásticas), a la Historia (sagrada) y a la (auténtica)
Ciencia. Este método, o mejor, este medio, incluye igualmente
gráficas y grabados; lo visual tiene un papel en él. (p.
9).
Así pues, y atendiendo a ese carácter didáctico,
el conjunto de sus lecciones y temas está, en efecto, estructurado
siguiendo un orden escalonado y gradual, sabiendo que es así como
estas ideas se van entendiendo y comprendiendo, con paciencia y perseverancia
(o voluntad), como ya se ha dicho y no nos cansaremos de repetir, puesto
que se trata de energías altamente benéficas recomendadas
por los alquimistas de todos los tiempos, y que están íntimamente
relacionadas con la idea de la reiteración del rito, es decir
de un "volver a empezar" siempre renovado, ya que el proceso
de Conocimiento y la Enseñanza que a él coadyuva no es
un círculo cerrado sobre sí mismo, sino una espiral evolutiva,
abierta permanentemente a otras posibilidades de nosotros mismos hasta
ese momento desconocidas, y cuyo "descubrimiento" es inversamente
proporcional al abandono de nuestras superficialidades. El estudio sobre
los textos herméticos del Agartha constituye en sí mismo
un rito, y su constante reiteración nos permite ir aquilatando,
sopesando, reflexionando íntimamente sobre nuestros hallazgos,
frutos de la concentración y contemplación en las ideas
que los símbolos nos revelan, estimulados por nuestra voluntad
de ser. Quien establece "comunicación" interna con
las enseñanzas del Programa Agartha sabe que éstas llevan
ya incorporadas su propia virtud operativa, su efectividad, y contienen
por tanto una influencia intelectual que se recibe, como toda influencia
de ese orden, en lo más secreto de la "cámara del
corazón", y es muy probable que el interesado no sea consciente
de la trascendencia de ese hecho hasta mucho tiempo después,
cuando, tras un largo y silencioso proceso de "maduración",
se le revele en toda su plenitud. En este sentido, y como dijo en cierta
ocasión el propio autor la Enseñanza es como una semilla
que se deposita en nosotros, y esa semilla necesita germinar y crecer
para saber de su existencia real, y es en este sentido que el tiempo,
el dios Tiempo, viene siempre en ayuda del aspirante al Conocimiento
al actualizar todo lo que es potencial o virtual en él.
La tarea del artista es
la de mediador entre la esencia del símbolo
(o Verbo) y su manifestación en el mundo temporal (obra del Verbo
Creador). De entre todas las criaturas, sólo al hombre le es
dado el tomar conciencia de este papel y a través de él
es el Universo el que se hace consciente de sí mismo. El propósito
de la educación tradicional consiste en llevar a cabo esta toma
de conciencia, despertando las capacidades latentes que todo hombre
lleva ocultas, siendo ésta la función que cumple el gremio
de los artistas, dirigido por un maestro que conoce los principios que
gobiernan el Arte. ("El Artista", p. 207).
El Programa Agartha es,
aquí y ahora, una voz de la
Filosofía Perenne en Occidente. Una voz que es en esencia la
de una Tradición Viva que a lo largo de la historia ha hecho
posible que muchos hombres y mujeres hayan logrado su realización
espiritual convirtiéndose en auténticos ciudadanos de
la Ciudad Celeste, viviendo su vida de acuerdo a la Verdad que se reveló,
y se revela constantemente, en ellos. Eso mismo es posible hoy en día,
pues los símbolos que manifiestan esa realidad siguen estando
ahí, tan sólo esperando ser vivificados por el ser humano
que enfrenta de una vez por todas su destino, su lugar en el mundo.
Por eso es importante la existencia de esta Introducción a la
Ciencia Sagrada, que adapta su contenido a la mentalidad de los hombres
y mujeres de la sociedad contemporánea, característica ésta
que es propia de la Tradición Hermética, cuyos integrantes
atienden, hoy y siempre, sobre todo al latido del corazón de
su tiempo, y Hermes, deidad que da nombre a esa Tradición, también
llamado el "Pastor del hombre", nunca ha dejado desamparado
al ser humano en su encrucijada existencial. No dudamos de que puedan
haber, aquí en Occidente, otras formas de expresar la Tradición
y su Mensaje Eterno, pero la que se expone en el Programa Agartha es
con toda seguridad una forma de expresarla, o sea que constituye
un "punto de vista" de la doctrina (un darshana dicho
en términos hindúes) y por lo tanto poseedora de toda
la legitimidad tradicional que eso conlleva, pues ¿qué mayor
legitimidad que aquella que proviene de la propia experiencia "en
la labor interna y en el conocimiento del Sí Mismo", como
se dice expresamente en el Prefacio de esta obra?
Ese "punto de vista",
ese darshana, es una "luz" sobre
las cosas que viene dado por la adscripción interna, sutil e
invisible, a un Pensamiento con el que nos identificamos y cuyas "raíces
están en el cielo", y sus ramas son todas nuestras acciones
enmarcadas dentro de él, tomado como permanente referencia vertical.
En todas las épocas críticas, como es la nuestra, han
habido representantes de la Tradición que han visto la necesidad
urgente de condensar, o mejor sintetizar, los elementos esenciales de
la Doctrina para que ésta no desaparezca totalmente del horizonte
de la existencia humana, lo cual sería realmente catastrófico
pues esa misma existencia, al ausentarse de ella la posibilidad de la
realización de sus estados superiores, se sumergiría en
la más completa barbarie, cosa que por otro lado ya está sucediendo
según los signos inquietantes que vemos cada día a nuestro
alrededor. Esa "función" de arca o de recipiente donde
se alberga el mensaje de la Tradición la cumple asimismo, aquí en
Occidente, la Introducción a la Ciencia Sagrada, a la
cual serían perfectamente aplicables estas palabras esclarecedoras
que hallamos entre sus páginas:
La tradición se transmite de manera horizontal y ha fecundado
distintas civilizaciones e individualidades. Pero esto ha sido posible
merced a la permanente reactualización vertical de la Tradición
Universal, la que se revela con nuevas formas (de acuerdo a un concierto
de fuerzas que se entrelazan armónicamente y que incluyen en
su orquestación las circunstancias personales de aquél
o aquéllos que la encarnan y la transmiten), regenerando así la
Tradición Primigenia, lo que permite la continuidad de la cadena
de unión a lo largo de la Historia y la posibilidad siempre presente
de la iniciación, la realización espiritual, la metanoia.
Por otra parte esta urgencia de transmitir a sus semejantes este Mensaje
que sienten aquéllos en los que la doctrina y el símbolo
se han vivificado, se encuentra particularmente agudizada en los tiempos
que corren, donde un fin de ciclo obliga a redoblar energías
en la realización vertical, como igualmente en la difusión
horizontal. ("La Tradición y el Mensaje", p. 342).
Entendemos que esto es muy
importante para conocer qué es verdaderamente
el Programa Agartha y por extensión lo que representa
la labor de Federico González a través del conjunto de
su obra, en la que no se exponen las "opiniones" de un autor
que "sabe" sobre la Tradición y el Símbolo,
pues si esto fuera así ella tendría tan sólo un
interés relativo al no salir de los límites de una individualidad,
y es obvio que eso está muy lejos de la realidad de esa obra,
como también lo es, para aquél que verdaderamente la experimenta,
la evidencia cierta del gran beneficio de la Idea-fuerza, o energía
sapiencial, que emana de toda ella, la cual, digámoslo con toda
claridad, es en sí misma un Símbolo que nos comunica con
las realidades a las que constantemente se refiere. En relación
con esto último y como dice una famosa sentencia alquímica, "Lo
semejante atrae a lo semejante":
Hemos estado ofreciendo
una serie de escuetas "biografías" (Heracles-Hércules,
Moisés, Hermes, Pitágoras, Platón, Isis), de "personas",
seres o entidades que han encarnado estados espirituales y necesariamente
los han volcado sobre el medio, según era su destino y su función.
No nos interesan de estas historias arquetípicas los rasgos humanos
y anecdóticos ni las valoraciones a que esos enfoques se prestan.
Creemos que son importantes al ser simbólicas, es decir como
reveladoras de determinadas pautas esotéricas, perfectamente
asimilables –en cuanto son ejemplares– al hombre en general,
por ser universales y no sujetas por eso al espacio y al tiempo sino
de modo secundario. Tienen también otra función: la de
ir preparando el camino para el conocimiento y la comprensión
de otra historia, secreta para los que no son capaces de profundizar
y establecer relaciones entre símbolos y se sienten satisfechos
con las cómodas e inverosímiles historias oficiales. La
verdadera historia es otra cosa. Y los occidentales podemos leer en
la nuestra como en una simbólica de ritmos y ciclos, una danza
de cadencias y entrelazamientos, no casuales por cierto, y donde todos
y cada uno de los hechos adquieren un significado en la armonía
del conjunto, que se contempla bajo una lectura diferente, bañada
por una nueva luz. Además, y es lo importante, esto es especialmente
válido para ser aplicado a nuestra propia vida, a las anécdotas,
aconteceres e historias relativas de nuestra existencia. Las cuales
han de ser consideradas bajo un enfoque simbólico y nunca como
un conjunto de posesiones personalizadas y exclusivas con las que nos
identificamos. (Acápite "Biografías", p. 115).
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