Reseñas

Vuillaume: Le Tuileur. Ed. du Rocher, Mónaco 1990. Aprox. 330 pgs. 
La palabra francesa "Tuileur" designa, por una parte, al Hno. cuya función es asegurarse de que todo el que entra en una Logia está en posesión del grado en el que el Taller está trabajando, para lo cual le pide de forma regular los secretos simbólicos correspondientes. Por otra parte, se llamó así al manual que recoge estos secretos: signos, toques, palabras de pase, palabras sagradas o de reconocimiento, edad simbólica, marchas (pasos rituales) y, si es más completo, como en este caso, baterías, decoración o tintura de la Logia y designaciones de esta y de los oficiales características de cada grado, así como joyas y decoración de estos últimos, horas del trabajo, etc. No es un ritual desarrollado, sino la codificación de unos elementos fundamentalmente invariables. El Tuileur se publicó en París anónimamente, firmado "por un veterano de la Masonería", en 1820 y 1830, incluyendo ésta un aviso del editor que luego citaremos. La edición de du Rocher es un facsímil de la segunda y reproduce la que hizo Dervy-Livres en 1975.  

Plancha del Tuileur de Vuillaume con varios símbolos del Templo de JerusalemLos Ritos que incluye este Tuileur son: el Rito Escocés Antiguo y Aceptado; el Rito Francés o Moderno que es como se denominaba al seguido por el Gran Oriente y sus logias, y que termina con el grado (7º) de Soberano Príncipe Rosacruz, idéntico al grado 18 del anterior con unas pocas diferencias; la Masonería "de Adopción"; y finalmente el Rito de Misraím, trasladado a un apéndice en esta 2ª edición, debido al desuso de su práctica según expresa el mismo editor, que dice haber consultado a los masones más instruidos y haber hecho caso de sus críticas juiciosas, así como corregido escrupulosamente las faltas que le han sido indicadas. 

 
El Rito Escocés Antiguo o "de Perfección" tenía veinticinco grados divididos en siete clases. Según Vuillaume "se exigía un trabajo de ochenta y un meses para obtener estos grados unos después de otros, y difícilmente se concedían dispensas"; el de 33 grados, "Antiguo y Aceptado" también se dividía así, siendo la primera "clase" la "Masonería azul" de los tres grados de aprendiz, compañero y maestro. Puede observarse aquí la idea de "circularidad" implicada por esta estructura y sugerida en el propio término de "grado". 

Vuillaume da la traducción de las palabras hebreas en latín y la incluye asimismo en el índice final de términos; también aparecen a lo largo del libro XXXI planchas, algunos de cuyos grabados no suelen hallarse en otro lado, como por ejemplo la XVII: "Disposición del Campamento de los Sublimes Príncipes del Real Secreto", que tiene ciertas analogías con la "Ciudad de los Sauces" o "Morada de los Inmortales" de la Tradición Extremo-Oriental. 

Por el prefacio de Jean Tourniac, sabemos que en la primera edición de la obra el autor afirmaba que, de los Tuileurs publicados hasta esa fecha, todos agotados, "el menos imperfecto. es aquél impreso en 1813 que se vendía donde Delaunay" indicando Tourniac la preferencia de algunos autores por este último. No conociéndolo, podemos decir sin embargo que en los dos tomos que R. Berteaux dedicó a los altos grados del Rito Escocés antiguo y aceptado, están citadas las referencias fundamentales de ambas obras (la segunda de una edición de 1821, publicada por Les Editions d'Aujourd'hui: Les Introuvables), así como bastantes procedentes de A. Pike, y puede observarse que las diferencias entre los dos primeros, cuando las hay, son sobre todo complementarias, dependiendo más bien de puntos de vista distintos, por ej. en alguna de las baterías o de las marchas; en las notas citadas por Berteaux se observa más interpretación por parte de Delaulnay, (no sabemos si incluye muchos más comentarios), limitándose Vuillaume por lo general a la noticia de variaciones en uso, o a la corrección de términos deformados. 

Según el editor, la segunda edición se hizo por la demanda que había de este Manual, a pesar de la existencia de varios del mismo género, lo que considera se debe ".a su exacta conformidad con los rituales. y a la justeza de la interpretación de las palabras misteriosas de cada grado". Según se dijo en la primera edición, las palabras hebreas o "caldeas" "consagradas en la masonería, han sido cotejadas con un cuidado particular; han sido traducidas según una obra muy rara, impresa en forma de diccionario en 1537, por Robert Etienne, y con la ayuda del Diccionario hebreo de Sebastián Munster, impreso en Basle por Froben en 1574, 7ª y última edición: en fin, que, en cuanto a la puntuación vocal, se ha seguido la Biblia in-fº que Bomberg produjo en 1548." Añadiendo también que "toda esta parte del Manual ha sido revisada por un Doctor israelita conocido por su saber y erudición y junto al cual ha encontrado gran ayuda para el estudio de la lengua sagrada". Vuillaume incluyó asimismo un resumen de las reglas de pronunciación según los puntos diacríticos. 

Tourniac subraya la importancia del calendario, ocurriendo que Vuillaume incluye el hebreo para el s. XIX, lo que parece indicar que era seguido al menos por un número indeterminado de logias. El calendario hebreo y el cristiano son en realidad complementarios, pues uno es lunar y el otro solar, aunque recuerda Tourniac que la Pascua cristiana se celebra el domingo siguiente al 14º día de la luna de marzo. 

Hay un punto en el que no podemos estar de acuerdo con Jean Tourniac, y es en que la explicación del interés de R. Guénon por los altos grados, -aparte de lo que se cita más adelante sobre la acogida de otras formas iniciáticas en la Orden- pueda hacerse "observando que siendo la Masonería prácticamente la única iniciación accesible a los occidentales, los altos grados permiten satisfacer las distintas 'tendencias' de los iniciables", aunque ello esté incluido, y que: "Es así como un neófito, dotado de la naturaleza de un kshatriya, puede muy bien no sentirse 'animado' por los grados azules de la Masonería basados sobre la iniciación artesanal. .el acceso ulterior a los grados caballerescos le colocará en una situación favorable para recibir la porción de la influencia espiritual propia de la la iniciación caballeresca que ha sido transmitida a la Masonería -por vías misteriosas a las cuales René Guénon ha hecho alusión en términos 'cubiertos'-, todo y continuando haciéndole beneficiar de los frutos inherentes a la iniciación de oficio." 

Esto último es cierto de hecho, los "beneficios espirituales" no se pierden, y menos en un espacio "central" como es la logia, sobre todo abierta en el tercer grado, pero si eso quisiera decir que el neófito ("nueva planta") se puede saltar los primeros grados debido a su indiferencia por sus contenidos, la conclusión será más bien descalificatoria, pues es lo caballeresco lo que ha sido injertado en la Masonería, y no al contrario, y es el tronco lo que da la savia, independientemente que la flor y el fruto puedan ser distintos a los anteriores. 

Por otra parte esos neófitos han de efectuar su recorrido por los tres grados, que en sí corresponden a la cosmogonía íntegra; en los "altos grados" (no en todos) se encuentran desarrollos y explicitaciones de los contenidos de aquéllos que incluyen referencias a la salida del cosmos e incluso a la "realización descendente", pero esto sobrepasa las consideraciones de casta, y por otra parte, Alquimia, Gran Obra y Arte Real son términos análogos. 

La cuestión es que el "poder temporal" es un extremo de los Misterios Menores, que la Cosmogonía se expresa en los tres grados de Aprendiz, Compañero y Maestro, ilustrados por los desarrollos posteriores (podría decirse que de alguna manera en cada grado hay los tres grados), ocurriendo que los "altos grados" no son sólo "caballerescos" como se ve por muchos de sus títulos y simbólicas propias, y que todos los símbolos son medios y no fines. Por otra parte, las referencias de los altos grados del Escocismo son en realidad "imperiales", pero ¿qué significará esto hoy para sus distintos miembros? 

Diríamos que, en las afirmaciones que comentamos porque pudieran dar lugar a confusiones, se trata más bien de preferencias de J. Tourniac, muy legítimas en un aspecto, pero que no se debe generalizar u otorgarles un solo valor a esas simbólicas; y que aquello a lo que se refiere en su prólogo es más bien un efecto de ese laboratorio metafísico que son los talleres de los "altos grados", una forma, que se está tomando como única. Por otro lado, destacamos parte de su advertencia: "la Unidad no es la uniformidad. Existe una Unidad 'global' de la Masonería, más allá de los diferentes Ritos y que los funda en la armonía exhaustiva, (…) y universal de la Orden. (…) Existe en contrapartida [al mismo tiempo, diríamos, y como imagen de la anterior] una Unidad propia de cada Rito". Unidad cuya armonía es patente en la plancha XXXI, que describe geométricamente la estructura del ''Sistema de los 33 Grados del Escocismo" en base a los polígonos concéntricos comprendidos en el círculo del grado 33 y último del Rito, estructura en la que se ubican las palabras sagradas de los mismos y que constituye un verdadero "mandala" masónico.

J. M. R. 

(Revista SYMBOLOS Nº 13-14, 1997, 'Masonería' p. 385)