Reseñas

Calderón de la Barca. La vida es sueño. Ed. Espasa Calpe, Colección Austral. Madrid, 1998. 

¿Es real sólo lo percibido por los sentidos o lo razonado con la mente? ¿Acaso no son reales los mundos invisibles que aprehendemos con la intuición intelectual? Y los sueños, con todo su mundo imaginal y simbólico, ¿no nos hablan de otras posibilidades que no por inasibles dejan de ser veraces?. La Realidad, aún siendo una y resolviéndose en la unicidad del Espíritu, se expresa en indefinidos mundos que van de lo concreto, corporal y material, pasando por aspectos más sutiles del alma como son la imaginación, la fantasía y el arte en todas sus expresiones, hasta aquello totalmente trascendente, libre e incondicionado, que es el origen y destino final de todo recorrido hacia el centro o esencia única de todo. "La vida es sueño" sugiere la existencia de todos estos mundos jerarquizados: el corporal, el anímico y el espiritual y la vía para acceder a los diferentes planos de la Realidad: la Iniciación. Tal como nos recuerda Segismundo: "Pues ya que vencer aguarda/ mi valor grandes victorias,/ hoy ha de ser la más alta/vencerme a mí." Leer esta obra en clave simbólica aportará mucha más riqueza y profundidad que quedándonos en una interpretación puramente literal o alegórica. Y algunos símbolos clave para esta investigación pueden ser la torre-caverna; Segismundo, el hombre-fiera llamado a seguir una regeneración integral de su ser; Basilio, el rey supersticioso; Rosaura, el andrógino; Estrella, el alma que espera sus nupcias reales; Clotaldo, el maestro...y muchos, muchos más elementos que cada cual puede ir descubriendo.

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Calderón de la Barca: El golfo de las sirenas.  Ed. Celeste. Letra Celeste Minúscula. Madrid, 1999.  

Calderón de la Barca escribe para que su obra pueda ser vista y oída y sin duda la enseñanza pretende ir mucho más allá. Dice Ulises al final: 

"¿A qué loco no lo atan?  
Bien hacéis. -Escila hermosa.  
Suave Caribdis, sagradas  
Sirenas del negro golfo,  
Altos montes de Trinacria,  
Decid a voces que Ulises,  
Dándole el viento sus alas,  
Entre Caribdis y Escila  
Atado y vendado escapa  
De vuestros riesgos, porque  
Le quede al mundo enseñanza.  
Que así se huyen los extremos  
De la hermosura y la gracia." 

La vista y el oído son ventanas principales a través de las cuales el ser humano se asoma a la comprensión del mundo sensible y puede captar la existencia de otras realidades más sutiles pertenecientes otros planos del Ser. Pero como todo símbolo (y la vista y el oído así deben considerarse), tiene su faceta luminosa y su cara oscura, y sin duda, si nos quedamos prendados de una u otra, no podremos trascender los velos de las apariencias. Es preciso "atarnos al árbol, vendados los ojos y oídos", o sea, ubicarnos en una posición axial en la cual es posible la conexión entre el Cielo y la Tierra, para así poder iniciar el ascenso por los estados superiores del ser, que no se aprehenden con los sentidos sino con otras facultades presentes en el hombre, siendo una de las más elevadas la intuición intelectual o el intelecto puro, el cual posibilita el conocimiento directo, sin intermediarios y que opera por identificación con aquello que se conoce. 

M. Valls