El Viaje del Conocimiento:
Diálogos con Federico González
Segunda Parte (y fin)
Mª ángeles Díaz
HERMETISMO Y MASONERíA
Hermetismo y Masonería. Doctrina, Historia, Actualidad, es el séptimo libro
y el segundo publicado aquí en Argentina, después de El Tarot de los Cabalistas. Debemos decir que cada uno de los libros de Federico constituye una experiencia en el camino del Conocimiento, siendo precisamente esto lo que
los hace ser, además de operativos, enormemente atractivos para el lector
comprometido con su propia búsqueda y realización interior.
Esa atracción que hay en sus libros en
realidad se ejerce por intermedio de la belleza de la inteligencia que anida en
las propias ideas que Federico extrae de los símbolos y de las interrelaciones
entre todos ellos, pues como estamos viendo a lo largo de estos diálogos el
juego entre las distintas simbólicas forma parte esencial de su didáctica
transformadora.
Como su propio subtítulo sugiere, Hermetismo y Masonería es
un libro que trata de la “Doctrina, Historia y Actualidad” del Hermetismo, y de
la Masonería integrada dentro de él. Y que no podemos dejar de enunciar como
factores relevantes para conocer el verdadero sentido esotérico de la Historia
de Occidente.
Precisamente, el primer capítulo, titulado
“Los Libros Herméticos”, constituye una perfecta introducción a los textos
sagrados y sapienciales de nuestra Tradición, y donde se señala el papel fundamental
que estos libros han tenido (y siguen teniendo) en la transmisión de las
principales ideas íntimamente relacionadas con ese conocimiento que simboliza
Hermes Trismegisto, cuyos seguidores a lo largo del tiempo componen la lista de
nombres de la llamada “cadena áurea”, la cual queda fielmente restituida en
este libro. A esa genealogía espiritual del esoterismo occidental pertenecen
personajes como Orfeo, Pitágoras, Platón, Filolao, Arquitas de Tarento, Theón
de Esmirna, Apuleyo, Numenio, Virgilio, Ovidio, Apolonio de Tiana, los dos
Plutarco, de Queronea y Atenas, Moderato de Cádiz, Nicómaco de Gerasa, Anmonio
Saccas, Plotino, Porfirio, Zózimo, Jámblico, Hypatia de Alejandría, las
Asclepigenias, Hermias, Proclo, Marinus, Boecio, Damascio, Dionisio Areopagita,
Miguel Pselos, Nicolás de Cusa, Jorge Gemisto Pletón, Cardenal Bessarion,
Marsilio Ficino, Pico de la Mirándola, Juan Reuchlin, Cornelio Agrippa, John
Dee, Robert Fludd, Michel Maier, Elías Ashmole..., entre tantos otros hombres
y mujeres.
Acerca de la influencia que las ideas herméticas
y esotéricas han tenido en la génesis y desarrollo de la cultura y la ciencia
nos habla Federico en el capítulo III (“Apuntes sobre Hermetismo y Ciencia”),
en los siguientes términos:
El nacimiento de la Historia de la Ciencia, tal cual hoy la
conocemos, está relacionado con las ideas de la Tradición Hermética y las
investigaciones y experiencias de los hermetistas, auténticos sabios –siempre
perseguidos por la ignorancia y los personajes oficiales que la encarnan– que
tienen sumo respeto por las enseñanzas del Corpus
Hermeticum, las cuales definen una actitud clara con respecto al hombre
y su papel en la Creación.
La influencia de los libros herméticos
Miércoles, 13 de Abril.
Que las ciencias humanas actuales han sucumbido a
la decadencia propiciada por el racionalismo, el positivismo, etc., es algo que
cualquiera observa ya; sin embargo la esperanza suscitada por una corriente de
pensamiento es la vuelta al Hermetismo, es decir aceptar lo que la deidad
Hermes simboliza en cuanto a patrones de pensamiento, pautas y encuadres, algo
que ya en otras ocasiones ha sucedido. Por eso me parece tan importante poder
abordar hoy el tema con Federico, máximo exponente hoy en día de esa Tradición,
y de esa figura que recorre la historia de Occidente hasta nuestros días como
héroe cultural, pues no solamente se identifica con el alejandrino Hermes
Trismegisto, sino con el Thot egipcio, el Hermes griego y el Mercurio romano.
De hecho esta entidad espiritual-intelectual, según está documentado en esta
obra, es Universal y puede asimilarse con el Odín y el Wotan nórdicos, con los Henoch, Elías y Eliseo
bíblicos, con el Zoroastro iranio, y con el Quetzalcoátl tolteca y sus análogos
en toda América, con quienes comparte muchos de sus atributos y funciones.
– Y la noticia más relevante si cabe –le digo a
Federico–, es que de todos ellos se afirma que no han muerto, sino que han sido
arrebatados al cielo, están vivos, y han de volver al final de los tiempos, o
sea de este ciclo humano.
– Efectivamente,
como vos decís todos estos dioses son antediluvianos, atlantes, y aún de origen
anterior, hiperbóreos, y su presencia ha sido continua a lo largo de la
presente humanidad pues son ellos los que han articulado todas las tradiciones
conocidas por su propia función, y hasta aquellas de las que hemos perdido
noticia. También es muy importante en la última revelación religiosa, el Islam,
donde Hermes es conocido como el profeta Idris, mencionado así en el Corán, y
donde es asimilado al Mahdi, personaje que también
aparecerá al final de los tiempos, y que de hecho se ha presentado cada vez que
esta tradición ha estado en peligro de extinción o corrupción.
– En el libro también hablas de Jesús como uno de
los arquetipos de Hermes al tiempo que destacas ciertas coincidencias
históricas muy curiosas que tienen que ver con el nacimiento de Hermes, que
según el relato de Homero se produce de noche y en la oscuridad de una gruta,
lo cual de alguna manera lo relaciona con el nacimiento de Jesús en un pesebre;
también resulta un dato bien significativo el nombre de sus respectivas madres,
Maia y María. Otro tanto sucede con Buda, cuya madre también posee el mismo
nombre, Maia. Va de suyo que uno no puede sustraerse, ante estas coincidencias,
de establecer una relación y de intuir una historia muy elevada, como tocando
otra dimensión que le hace reconocer a uno que siempre se es un ignorante, y
que reconocerlo es en un sentido el fin de estos trabajos herméticos.
– A
mí lo que me ha interesado subrayar, como de hecho lo estoy haciendo en estos
diálogos, es que las deidades, númenes o ángeles se expresan al ser humano como
arquetipos, y se hacen en nosotros de modo descendente, puesto que el
recipiente de nuestra alma ha logrado darles cabida mediante una reciprocidad
armónica.
– El pensamiento
hermético también se vierte en el Islam por varias direcciones; una es
naturalmente la de los escritos griegos, otra a través de los sabeos, un pueblo
que descendía de la reina de Saba y que rendía culto a Hermes, y cuya
asociación con el rey Salomón y su templo ligan esta tradición con las
distintas Gnosis y con la Masonería.
– Así es, posteriormente fueron
islamizados y su antiguo Dios pasó a ser el profeta Idris como antes dije.
– Lo cierto es
que al repasar la historia de las ideas y la literatura por ellas creada, se
descubre que siempre existieron pequeñas organizaciones basadas en el
Hermetismo, generalmente nucleadas en torno a sabios, escritores y grupos
ligados a la forma de ver los Principios de esta Tradición; sin embargo siempre
conviene remarcar que en cuanto a la revelación o realización hermética ésta se
da en lo individual...
– No sólo en lo individual sino que
ésta puede darse de muy distintos modos. Pero lo interesante es que allí donde
se revela el Noûs hay siempre el influjo espiritual
de Hermes, o del pensamiento hermético, lo que equivale a recibir su legado y
afiliarse a él, pues mediante su mediación ligamos con aquello que buscamos.
– Quizás por eso
el libro lo dedicas a los “solitarios”, a aquellas personas que han recibido el
Mensaje de la Tradición Hermética, así como a los Aprendices masones, en
definitiva a todos aquellos que buscan.
– Claro, es natural que sea así, me
refiero a dedicar el libro a los que trabajan su regeneración en este
espacio-tiempo encarnando los símbolos de la Cosmogonía, es decir de las ideas
que conforman el Arquetipo o Modelo Universal, lo que es idéntico a una
verdadera espiritualidad.
– Siempre que
uno se encuentra ante el hecho histórico que supuso el periodo renacentista –le
digo–, sorprende sobremanera el hecho constatado de ver que los libros
herméticos, y las ideas-fuerza en ellos contenidas, fueron el detonante de esa
gran revolución en el pensamiento de aquellas personas a través de las cuales
se produjo una tal eclosión artística y cultural de la magnitud del
Renacimiento. ¿Qué descubrieron en esos libros los artistas, filósofos,
científicos y creadores en general?
– Está muy bien que abordes el tema
de ese modo porque eso nos permitirá añadir que esos textos, junto con
Pitágoras, Platón, los neoplatónicos, la Cábala, las ciencias de la naturaleza,
la magia natural y la antigüedad egipcia, griega y romana, en realidad han
moldeado la cultura de ese período, y de alguna manera la nuestra, la
contemporánea, pues a través del Renacimiento estos libros, y su contenido, han
seguido vivos y, como sabes, han llegado hasta nuestros días a través de una
corriente hermetista que incluye a la Alquimia, siempre espiritual, y
naturalmente a todas las ciencias que invoquen la paternidad o la protección de
Hermes o estén vinculadas a esa transmisión tan singular de energías, cuyo
pensamiento los libros herméticos en su conjunto expresan con claridad, ya que
el propio Hermes es tomado como el mantenedor de la sabiduría oculta y su
transmisor, y su nombre debe ser considerado más como el de una influencia
espiritual que el de una persona.
– La veneración
a los libros, como es el caso de los libros herméticos y de la filosofía
platónica, resulta evidente, en muchos autores que se ven inflamados por la
belleza, inteligencia y sabiduría en ellos contenida, la que como rocío
impregnó ese ambiente, es decir el alma de todas aquellas personas que
alentaron ese renacer del que aun tenemos su resplandor.
– Sin duda los Hermética tuvieron su
esplendor histórico en ese periodo renacentista, como decía, junto con las
enseñanzas pitagóricas, platónicas, neoplatónicas, cabalística y cristiana, con
las que esos libros coinciden en numerosísimos puntos.
El Simbolismo Masónico y la Alquimia
– Tomar la Masonería como prototipo
de una sociedad iniciática estructurada en torno al simbolismo constructivo
como imagen de la Cosmogonía Perenne, es la cuestión que abordas en el segundo
capítulo.
– Lo que he querido destacar en esa
parte del libro es que el simbolismo constructivo es una imagen de la
arquitectura del Universo y del hombre como su miniatura.
– Decir que el maestro masón es un mago o un
teúrgo, es algo que choca con la idea un tanto cristalizada que se tiene de la
Masonería y de su origen artesanal. Sin embargo la Alquimia, o sea la obra de
transmutación, único sentido de la iniciación, queda desplazada del núcleo de
esta tradición. Lo cierto es que para muchos masones ha sido una novedad oír
decir que el masón que ha alcanzado la maestría es un mago al haber logrado su
integración con las pautas, números y medidas del cosmos, en total concordancia
con los ciclos y ritmos de las leyes naturales que conforman el modelo del
mundo.
– Siempre veo al teúrgo como hombre de Conocimiento, y sobre todo
como creador y ejecutor de un proyecto surgido de la nada, análogo al cosmos,
pero producto de la concentración y el trabajo de un pequeño demiurgo humano.
Un creador.
La Logia es un modelo del cosmos,
o sea, el lugar donde se expresa la Voluntad Perenne del Gran Arquitecto del
Universo, y lo hace a través del símbolo y el rito naturalmente, que son sus
mensajeros... De ese modo se aprende a conocer su obra, el cosmos, y sobre todo
el Pensamiento que la ha organizado.
– En el libro
dejas bien sentado que ser masón no es una simple adscripción a una
institución, aunque sea tan prestigiosa y esotérica como la Masonería, sino
encarnar su cuerpo doctrinario. Federico ¿Cómo definirías lo que es
verdaderamente ser un masón?
– A veces es difícil enunciar ciertos conceptos debido a la naturaleza
metafísica que estos encierran... (se hace un silencio); no obstante creo que
lo que debe decirse es que ser masón es encarnar el cuerpo doctrinario de la
Masonería, como bien dices, y que se manifiesta en la totalidad de los mundos,
es decir en el mundo o plano espiritual, el anímico y el corporal.
Lo que de verdad quiero manifestar
es que ser masón es realizar un trabajo operativo que actúe sobre uno mismo, ya
que es el único modo de poder comprender tanto la majestad de los conceptos con
los que se está trabajando, como la dignidad que tienen estas labores que nos
conducen al Conocimiento, donde en definitiva está el principio y motor de todo
trabajo, inclusive material y profano.
Viernes, 15 de Abril. Por la tarde.
– Nos sentamos
de nuevo a trabajar y Federico enseguida me dice:
– Todo esto de lo que hablábamos se
resume en la propia tarea del masón que como se sabe consiste en pulir su
piedra bruta llevándola a la perfección, y como comprenderás esta labor no es
diferente de la del alquimista, o hermetista, que lleva a cabo la
transmutación, es decir que completa un ciclo propio y real en un mundo
permanentemente inacabado. Me refiero –continúa diciendo– que este pulimento de
la piedra, encargado por el Gran Arquitecto del Universo a los hermanos masones,
sólo se extinguirá con el fin de los tiempos, o sea, hasta el momento en que el
tiempo siempre vivo, siempre presente, absorba la totalidad del espacio.
Hoy en día todo el mundo avista ya el final
del ciclo, y por tanto del mundo moderno, y el quebranto que han sufrido los
valores tradicionales, los cuales están constantemente siendo desprestigiados
por los poderes fácticos del momento (como ha ocurrido siempre que las huestes
literales y el bajo intelecto, ligados a la pasión religiosa, o política se han
impuesto), que intentan borrar la verdadera memoria de los pueblos e inculcar
otra proyectada por su propia mediocridad y ansia de poder.
En un mundo
así cobra especial relevancia que en este final de ciclo la Masonería pueda
seguir siendo un depósito de la doctrina viva y con posibilidad, a pesar de lo
sombrío de la situación, de ser una vía de realización intelectual o
espiritual. Es decir la realización por el Conocimiento, según el pensamiento
gnóstico.
– Y hablando de la memoria –continúa
Federico– nunca deberíamos olvidarnos que la Masonería es noaquita, es decir
que desciende de Noé, y que recibe su legado doctrinario de un ciclo anterior
al diluvio bíblico, tal como cuenta la Tradición.
– En el libro
explicas que las corrientes sapienciales de la Masonería son Pitágoras y
Hermes, que son a fin de cuentas las que sostienen la Orden, y que por eso
están representadas por las dos columnas de entrada a la Logia, aquellas que
también has identificado con las propias piernas de la Madre Logia por las que
es parido el neófito.
– Efectivamente, las dos columnas, llamadas dentro de la Masonería
J y B, están referidas a esas dos corrientes sapienciales que, como muy bien se
dice, son las que nutren la Orden. Ahora bien, estas dos corrientes que en
definitiva son las que conforman la estructura doctrinal de la Masonería, se
armonizan perfectamente con la corriente cristiana y judía.
Pero volviendo
sobre el tema de la Alquimia dentro de la Masonería, me gustaría, ampliando mi
respuesta anterior, decir que si hablamos de Hermetismo también incluimos a la
Alquimia, que ha dado tantos símbolos a la Orden, siendo los principios sobre
los que está fundamentada los del Azufre, el Mercurio y la Sal, los que a su
vez ejercen sobre la Masonería una influencia total desde los primeros grados.
– Claro, por eso
el Arte Alquímico tiene en común con la Masonería el desarrollo interior,
siempre “tendiente a la perfección”.
– Así se dice en los rituales masónicos, y así es como se
vivencia por el aprendiz… Esto es muy interesante –dice al cabo de un rato de
silencio–, pues conlleva la idea de considerar la Naturaleza como obra
inacabada y por tanto al alquimista, o hermetista o artista, como alguien
suficientemente instruido y capacitado como para completar y perfeccionar esa
Obra.
También está
clara la relación entre el simbolismo constructivo y
la Alquimia; por ejemplo la relación entre la “piedra bruta” y la “materia
prima” alquímica; e igualmente entre la “piedra cúbica” y la “piedra
filosofal”. En fin...
– Si tuvieses que resumir la realidad de estas
simbologías, ¿cómo lo harías?
– Yo lo que diría es que todo esto
nos habla del proceso de transmutación y son completamente secundarios los
símbolos que se empleen para ello. Lo que sí quiero dejar claro es que creo firmemente
en la capacidad actuante del símbolo, es decir en su virtud transformadora, y
también que estos símbolos están esperando intérpretes que los vivifiquen.
La conclusión
a estas últimas conversaciones la tomo del propio libro de Federico, justamente
del capítulo titulado “Actualidad del Hermetismo y la Masonería”, donde entre
otras cosas dice:
La Tradición Hermética y la Masonería, es decir el esoterismo occidental,
se ha mantenido vivo desde sus orígenes egipcios y griegos, y forma parte de la
columna vertebral de nuestra cultura.
La larga lista de iniciados,
desde los textos que los testimonian en los jeroglíficos egipcios y en los
escritos griegos incluyendo a Orfeo, Pitágoras y Platón, son los maestros de
esta Tradición ligada directamente con la divinidad Thot-Hermes y su proyección
filosófica en Alejandría en el siglo III y hermético-alquímica en la Edad Media
y el Renacimiento, afirmada en el pensamiento Rosa-Cruz, que desemboca en la
Masonería.
La Tradición Hermética es, junto
con los demás valores culturales que conforman el pensamiento occidental,
incluidas las religiones que coexisten con él, la vía iniciática por excelencia
para todos aquellos que han nacido o viven en Occidente y tienen las
estructuras de su impronta cultural. Esta Tradición, cuya característica es la
versatilidad frente a la rigidez y legalidad de otras tradiciones dogmáticas,
es la posibilidad de encarnar los Misterios Menores, es decir la reintegración
del Hombre Verdadero y de sus posibilidades supra-humanas, tal cual fue en el
origen, en un Paraíso anterior a la caída. O sea, que junto con la Masonería
tratan a la Cosmogonía como soporte de la Metafísica (...)
Es obvio que el proceso
alquímico solo se produce en la intimidad de la conciencia, donde el sujeto de
la transmutación va alterando su materia, tomando la secuencia cromática
correspondiente a las imágenes que posee y a las simbólicas por las que
transita. La doctrina es su guía y hay numerosos caminos –métodos– por seguir;
las artes liberales dan cuenta de la mayoría de ellos.
LAS UTOPIAS RENACENTISTAS
Sábado, 16 de Abril.
Por la mañana anduvimos paseando por la
Florida, una calle repleta de tiendas y comercios. Allí nos hemos detenido a
tomar un aperitivo en el conocido café Rialto. Federico me ha contado que ese
era un lugar al que solía venir de joven, antes de iniciar su época de viajes
por toda América y que le llevó, en su primera etapa, a la Selva Amazónica.
Luego almorzamos en el Grant’s de la calle Las Heras con su esposa y una amiga
de ambos de la Plata, de la que ya había oído hablar por ser alumna, y
estudiosa, de la obra de nuestro autor a través del Programa Agartha.
Ya por la
tarde dedicamos un espacio a continuar con estos diálogos. En esta oportunidad
he querido tomar otro libro importante dentro de la bibliografía que nos ocupa.
Hablo de Las Utopías Renacentistas. Esoterismo y Símbolo, otro libro editado también aquí en Buenos Aires.
Federico en este libro nos sitúa históricamente
en el núcleo vital del Renacimiento, del que brotó la chispa que irradió a
distintos países de Europa, entre ellos España e Hispanoamérica en su conjunto,
tomando formas como el Iluminismo Rosacruz o la Ilustración. Ese centro es la
Corte de los Médicis, corazón de ese movimiento, y al joven Marsilio Ficino,
quien traduce el Corpus Hermeticum y los textos de Platón.
Además de ponernos sobre la pista de los
investigadores que, desde hace años, están estudiando la influencia del
Hermetismo en el resurgir de las artes y las ciencias humanas, Federico nos
presenta en el libro otras artes de origen clásico que también se practicaron
durante ese tiempo, las que denomina “artes ignotas”, por esconderse en ellas
ciertos misterios no desvelados hasta ese momento. Con ello Federico rescata de
la clasificación “oficial” estas obras al ponerlas en el lugar que les
corresponde, la corriente y el contexto tradicional, con lo que queda
restituido su valor.
Entre dichas
artes ignotas está la de la memoria, que para los hermetistas consiste en
reflejar el universo en la propia memoria, tal como lo practicaba Giordano
Bruno, por ejemplo.
– Federico, La
Utopía se refiere a un lugar que no está en ninguna parte visible, sino en otro
plano mucho más ligado con el eterno presente, y que según la tradición siempre
ha sido proyectado tanto en el futuro, como algo que uno podría alcanzar, como
en el pasado, y esa es la idea del Paraíso Terrenal.
– Esta es una idea –contesta– que
tiene que ver con el mito del origen, que es vertical, es decir que existe
permanentemente y en simultaneidad, y que debe ser trasladado al pasado para
ser comprendido en la sucesión. Igualmente el deseo y la voluntad de integrarse
a él se proyectan en un futuro posible siendo esa la razón de la Utopía.
– ¿El Renacimiento
fue una Utopía?
– Primero de todo hay que relacionar
ese resurgimiento que se vivió durante la época renacentista con ciertas posibilidades presentes ya desde épocas
remotas en el alma de Occidente, y cuyo punto de partida debemos situarlo en
Egipto. También el pensamiento griego y por supuesto una corriente traída por sabios
de Bizancio a Florencia. Lo especial, por decirlo así, es que todo ello tuvo el
suficiente impulso como para renovar las estructuras sociales, culturales y
artísticas, dejando atrás una época que ya estaba un tanto petrificada, me
refiero, claro está, a la Edad Media.
– Sin embargo
siempre has reivindicado que la Edad Media no es, ni mucho menos, “un grosero
infierno de ignorancia poblado de leyendas negras”, como se acostumbra a
pensar. Y para ello no haces sino señalar las magnificencias de su arte, me
refiero tanto al esplendor del románico como a ese prodigio arquitectónico que
es el gótico.
– Lo que en verdad es interesante
descubrir, y uno lo puede apreciar si hace un seguimiento por la historia de
las ideas, es que cada época ha tenido su propio Renacimiento…
– Leyendo el
libro uno descubre que el plano imaginal y literario también tiene en lo
terrenal su espacio, un espacio que se puede construir y defender, o sea que
puede tomar forma y concreción, como ocurrió en Florencia.
– Esta literatura es un arte
escondido, es decir un arte esotérico que los hermetistas, tanto los gnósticos
cristianos como los judíos, han practicado y con el que han transmitido sus
claves de conocimiento con el fin de recrear la idea de la Ciudad Celeste, de
la cual se dice que habrá de descender a la Tierra.
– Un hecho
proyectado desde dentro de ese pensamiento filosófico, presente también en los
clásicos y en la Biblia, que según vemos en el libro, es el que inspiró al
almirante la aventura que culminó con el acontecimiento histórico de mayor
trascendencia para el Mundo, nada menos que el descubrimiento de América.
– Efectivamente,
para el marino genovés la idea de mundos paralelos, o sea de otros espacios reales
coexistiendo con nuestro mundo en el plano imaginal, y que por tanto deben
tener una ubicación geográfica tangible, constituye el secreto que le es
revelado en las escrituras.
– Tal vez lo más
significativo de esa época es precisamente eso, es decir que las empresas
materiales no estaban separadas de las espirituales tal como lo muestra el
ambiente mágico-intelectual en el que se desenvolvía Colón, sus lecturas y todo
lo que él mismo relata en sus diarios dejan claro qué clase de ideas le
impulsaron a realizar tamaña empresa equiparable con el viaje iniciático puesto
que ambas parten de un mismo impulso, el ansia que tiene el hombre de ampliar
sus horizontes.
– Para el punto de vista esotérico
eso siempre es así, y por eso la tierra que se ansía y se intuye, es una imagen
del Conocimiento que se pretende igualmente conseguir.
– Es decir que
la Ciudad Celeste siempre es un descubrimiento interior y un destino que
cumplir.
– Desde luego. Si repasamos la historia, y no se si con eso me voy a salir del tema, nos encontramos con
que no solamente San Juan de la Cruz se refirió a América como una ínsula
extraña, también podríamos citar al propio Tomás Moro, quien vio la Tierra
americana como símbolo de la Utopía. Una tierra firme del mar Océano, donde
subyace el paraíso mítico que se encuentra directamente vinculado con una nueva
posibilidad de ser, lo que naturalmente es lo mismo que encontrar en lo
individual un destino histórico en un mundo significativo. Pero creo recordar
que ya hablamos de esto el otro día...
Domingo, 17 de Abril.
Hoy
anduvimos paseando por San Telmo, del que ya hablé, un lugar encantador donde
el tiempo parece estar detenido en una época concreta de la ciudad porteña, una
postal antigua para el turista. El ambiente lo da un gran mercadillo de antigüedades,
que bajo toldos instalan aquí. En él se venden las cosas más curiosas, fotos de
viejos actores, de intérpretes del tango, discos de vinilo, libros y todo tipo
de pequeñas reliquias y artesanías... Un sitio muy bullicioso donde siempre
suena de fondo la música del bandoneón. Definitivamente todo un espectáculo y
un teatro de la nostalgia.
La Ciudad Celeste
Lunes, 18 de Abril.
Siempre encuentro a Federico con ánimo para
continuar trabajando en la entrevista, lo que a mi me produce una enorme alegría
y total agradecimiento a su paciencia, que me ha permitido enriquecerme y
crecer al lado de su sabiduría. Después de los saludos siempre cordiales le
planteo el tema de mi meditación, la Ciudad Celeste o la Utopía, como el lugar
del que uno en realidad procede y del que habla la literatura de todos los
pueblos, aunque a veces la propia genealogía pasa a ser esa “ínsula extraña”, a
la que los pueblos tradicionales evocan en su mitología.
– Ciertamente la Ciudad Celeste es, desde el punto de vista del
simbolismo espacial, lo mismo que las genealogías o los antepasados lo son al
temporal, y ambas, por decirlo así, confluyen para cimentar la realidad de la
vida de una sociedad tradicional. Por eso los pueblos que de una u otra manera
evocan esa ciudad mítica lo hacen porque verdaderamente sienten que son
herederos de ella en esta tierra, y descendientes de sus moradores. Un centro
–matiza Federico– en donde efectivamente las
energías del cielo y la tierra, de los vivos y los muertos, se conjugan permitiendo
el desarrollo de la vida y de esa comunidad en el tiempo.
De hecho
–continúa– toda esta simbología se basa en la idea de que un plan conocido es
la expresión de otro desconocido y en las correspondencias que existen entre
ellos, lo que fundamenta las leyes de la analogía.
Se hace un
prolongado silencio.
– Sueles decir
que el pensamiento analógico es mágico. También que la iniciación consiste en
una perspectiva nueva de la realidad a la que se puede llegar a través de
diversos medios tradicionales. Como saben muy bien tus lectores, con respecto a
los modelos de realización iniciática, siempre has dicho que no todos esos
vehículos son igualmente adecuados para todas las personas, sino que cada quién
tiene el suyo propio.
– Naturalmente, como igualmente es mágico el viaje del conocimiento.
En este debemos tomar determinados vehículos apropiados para ciertos tramos que
debemos cumplir. Posteriormente, y atendiendo a los terrenos y momentos,
debemos dejarlos ¡a veces para siempre...!, y tomar otros nuevos. Lo que quiero
decir es que para algunas personas son unos y no otros, pues es evidente que
los seres tienen ciertas facilidades particulares y simpatías por determinadas
cosas y rechazo por otras.
Las formas del despertar y del trabajo de
desarrollo son tan distintas como hombres existen en el mundo, aunque todo el
proceso bien pudiera calificarse de prototípico.
– Según la
tradición judía la Tierra de Israel, en cuanto centro espiritual, es una imagen
del Cielo y de ahí que consideren que todo lo que los israelitas hacen en la
Tierra se cumple en el Cielo. Sin duda esta comunicación vertical tiene mucho
más que ver con el viaje iniciático que con cualquier otra cosa. Algo que tal
vez podría ser explicado a través del símbolo de la escalera de Jacob...
Sí, en realidad todas esas imágenes a las que hemos estado aludiendo
ilustran bastante bien un viaje por la geografía sagrada. En realidad se trata
de la búsqueda del centro espiritual, que no está en ningún espacio ni
tiempo..., y por eso puede ser actualizado permanentemente en uno mismo.
Sin ir más
lejos –dice al cabo de un rato–, la Utopía de Moro no tiene lugar físico,
aunque está siempre presente, y es atemporal y ha sido llamada la Ciudad del
Cielo, el Paraíso, el Palacio Interior o el Colegio Invisible, entre otros
nombres.
– Y hablando de
escalas uno de los grabados que has puesto en el libro de la Utopías, es
precisamente la escalera del hermetista Robert Fludd con la que da a entender
esta idea de unión entre el plano celeste y la tierra, lo que según ese
grabado, se consigue a partir de una serie de requisitos, peldaños o gradas
denominados por su autor: Sentido, Imaginación, Razón, Intelecto, Inteligencia
y Verbo.
– Los grabados herméticos –dice a continuación Federico– ayudan mucho a entender estos principios y las
jerarquías que pueden haber entre ellos. Si lo viésemos desde el simbolismo
constructivo la arquitectura del templo se levanta desde la planta o base hasta
la semiesfera de la cúpula, lo que es también una imagen escalonada en planos o
niveles superpuestos. Este templo en su planta, o plano horizontal, reproducirá
las mismas jerarquías verticales de su estructura, y el paso dificultoso y
jerarquizado a su través.
– Es decir que
el Templo de Salomón, o sea la Logia, es la Utopía.
– Los constructores de ese templo
siempre construyeron un recinto simbólico y sagrado, y por tanto los gremios de
constructores posteriores a la Edad Media se vieron como recipiendarios de las
grandes utopías renacentistas, unidas como todo el mundo sabe a su herencia
derivada de los artesanos romanos y de los constructores del románico y del
gótico, de lo que ya hemos hablado.
– Razón por la
cual se dice que la Masonería, sus símbolos y ritos abren igualmente la puerta
hacia la Ciudad Celeste. Es sin duda en estas imágenes simbólicas donde uno
descubre las señales que orientan el viaje interior al centro de la propia
identidad, donde según se dice está el corazón y la mente indisolublemente
unidos, un viaje caracterizado por la dificultad y el esfuerzo, sin el cual
nada importante se consigue.
– Nunca he negado que el camino iniciático es difícil de recorrer y está lleno de peligros, que sin duda
debemos relacionar con las “pruebas iniciáticas” que el aspirante al
Conocimiento de todas las tradiciones tiene que afrontar y superar, aunque no
debemos olvidar que muchas de esas dificultades son las que nos impone el mundo
profano, o mejor lo profano que hay en uno mismo, lo cual nos sugiere la idea
de una entrada en un espacio sagrado que está en nuestro interior y que debe
ser conquistado. Por ello traspasar las puertas del templo es conquistar ese
espacio sagrado.
Del Viaje Vertical
Martes, 19 de Abril.
Federico y yo estamos totalmente inmersos
en estas conversaciones. Por eso es muy corriente empezar nuestras sesiones de
trabajo diciendo: ayer hablábamos...
En este caso
concreto, se trata de traspasar las puertas del templo para acceder al recinto
sagrado de su interior, nuestra propia identidad, donde está depositado el
Conocimiento. De que en realidad lo que separa la puerta del templo es el mundo
de lo confuso y aleatorio, es decir lo profano, de lo sagrado. Dos espacios
claramente diferenciados que uno ha saber distinguir en sí mismo.
– En la Alquimia se afirma,
dice Federico, que hay que separar lo espeso de lo sutil. Esta operación es
esencial, y no se puede ingresar al espacio sagrado, es decir al interior del
Templo interno, si previamente no tenemos conciencia de lo que significan esos
dos ámbitos. Tanto en el templo material como en el del ser humano, es el
espacio interno y sus cualidades diferentes, sugestivas, sagradas, lo que
importa y que tiene más que ver con lo que algunas tradiciones han definido como
la morada del silencio, o del misterio… En realidad me refiero a la llave o la
clave del ser pues en él se encuentra la posibilidad
del ascenso vertical. La salvación mesiánica, la salida del samsara al nirvana.
Esta liberación se logra a través
de un camino gradual, por estaciones, que en el caso de la tradición
extremo-oriental se enumeran de la periferia al centro, como Tao del hombre, Tao de la
tierra, Tao del cielo, y Tao de Taos, y que en la Cábala estas estaciones
conforman los cuatro planos o niveles del Arbol sefirótico.
Miércoles, 20 de Abril.
– ¿Crees que el
ser humano actual sigue, en el fondo de su corazón, sintiendo nostalgia por
alcanzar ese lugar arquetípico?
– ¡Desde luego!, sigue siendo legítimo pensar que todos los
seres, aun sin saberlo siquiera, de alguna manera anhelan conseguir ese
espacio. Y que es allí, en un lugar invisible y apenas virtual, donde lo
encuentran los hombres de ciencia, filósofos y artistas o alquimistas. De hecho allí es donde lo hallaron todos los sabios de
las distintas tradiciones, pues conocen que lo que es mayor en un sentido es
menor en otro, y viceversa.
Uno debe fijarse en lo
imperceptible, lo invisible, lo sutil, porque ahí, en lo pequeño se encuentra
en potencia toda la posibilidad del poder, que no puede ser utilizado de forma
práctica ni como fórmula literal, sino experimentado por el sí mismo...
Esto –añade después de un rato de silencio–, debería ser evidente si se considera que cualquier acto está
incluido en su potencia. En todo caso, ese camino o viaje es análogo al de la
creación de un mundo o cosmos, y claro, es evidente que es también la reintegración
del alma a sus planos superiores, tanto después de la muerte física como de la
muerte iniciática.
– En el libro
dices que la utopía literaria es un género que se gesta en la mente y por eso
conforma arquitecturas del pensamiento y estructuras imaginales que no siempre
se corresponden con la idea de una ciudad. Es en ese ámbito donde colocas otras
estructuras como son los Tratados de las
Leyes de Gemisto Pletón, los Diálogos de Amor de León
Hebreo, Las Matemáticas como utopía de Luca Pacioli, La
Atalanta Fugiens de Michel Maier y la obra de Robert
Fludd. ¿Cómo se organiza un pensamiento así en la mente?
– Del mismo modo que lo hacen los
distintos módulos sociales en un territorio, igualmente lo hace un pensamiento
en la mente y así y de manera análoga lo hace al vincularse con otros, y estos
con terceros, y así, progresivamente, conforman una totalidad. Por lo tanto
estas utopías, sin relación directa con la polis, a
las que te refieres, son tan válidas y actuantes, me refiero a tan reales, como
aquellas que suponen un sitio específico y concreto.
– Siempre un
espacio mental, ¿no es así?
– Así es, que además puede ser visitado, y recorrido como partes
de la conciencia. Pero además también puede ser compartido por todos aquellos
que lo han reconocido y donde son contemporáneos los que han estado en él en el
pasado y los que lo estarán en el futuro, y que aún están vivos como Henoch y Elías.
Jueves 21, después del almuerzo.
Esta mañana
hemos dado un paseo en taxi por la ciudad, pues el día estaba muy lindo. Apenas
si hemos hablado en todo el trayecto. Hay parques por todos lados, y me
asombran esos árboles majestuosos de tronco anchísimo como no había visto en mi
vida y que cubren con su frondosidad una enorme extensión de terreno, cobijando
entre sus ramas a multitud de pájaros. Observo los edificios, algunos realmente
muy bellos, y no dejo de ver las estructuras que tienen todas las cosas, por
ejemplo la del Teatro de la Opera, llamado aquí Colón.
Por la tarde
al reanudar los diálogos, Federico me dice:
– ¿Vos creés que vamos a interesar a
alguien con estos diálogos? (risas). Luego le digo:
– Agartha no es
sólo el nombre de un lugar luminoso pero al mismo tiempo oculto y escondido,
sino que es también una entidad que en el ser humano está situada en la base de
la columna vertebral, y que configura el chakra
mûlâdhâra en la Tradición Hindú, el mismo que en la
tradición Hebrea está representada por Luz, la semilla de la inmortalidad,
capaz de florecer en el chackra anâhata, el corazón.
– Resulta sorprendente fijarse, dice Federico, en el hecho de que
tradicionalmente lo luminoso siempre se asocia a lo oculto, a lo silencioso,
pues en el fondo siempre es una idea que tiene que ver con algo que está por
descubrir.
Viernes 22 de Abril.
Hoy al inicio de nuestra sesión de trabajo,
Federico me dice que ha estado pensando en lo que se está diciendo en estas
conversaciones, donde cree que se han apuntado aspectos muy importantes y
sensibles de la Vía Simbólica.
Yo le digo que
mi intención es seguir profundizando en esos aspectos, que son los que resumen
en buena medida los temas que han articulado su obra, y a través de los cuales
ha expuesto el punto de vista de la Tradición Unánime, según el cual el hombre
actual aparece como un ser inacabado que ni tan siquiera ha llegado a la
condición de hombre, de ahí que alcanzar el estado humano, no sea sino una
conquista de nuestras propias aptitudes en estado virginal, sin
condicionamientos ni prejuicios. Naciendo de nuevo… Algo nada fácil de lograr,
¿no?
– Nada fácil, en efecto, resulta darse cuenta de que vivimos en
un estado infrahumano, y que debemos actualizar, mediante un intenso trabajo,
nuestras potencialidades latentes o dormidas, hasta llegar al estado edénico,
virginal o primordial. Se daría entonces la posibilidad del nacimiento del
Cristo interno, tal y como fue anunciado por Juan y el mismo Elías Artista.
Correspondería
a la función mediadora del hombre entre el cielo y la tierra, el que a través
de su pasión y muerte pudiera finalmente identificarse con el Padre, sin
intermediarios, lo que permite la resurrección y la vida eterna… ¿Pero ahora sí
que nos pusimos serios? (Grandes carcajadas de los dos).
– Después de un
rato de permanecer en silencio le pregunto: ¿La vida eterna es la fusión con la
deidad?
– Mira, aquí voy a seguir al Maestro
Eckhardt, quien a esta pregunta diría “fusión sin confusión”, esto es, unión en
el eje vertical representado por la columna del medio del Arbol de la Vida. Es
decir, a los estados suprahumanos, o supracósmicos, y a la posibilidad de la
trascendencia absoluta, que ningún lenguaje o código podría jamás expresar,
pero que puede ser vivenciada por el verdadero hombre, en su carácter de
intermediario.
– A veces has
dicho que la Vía Simbólica es un puente, pero sólo sirve para el que tiene sed
de saber. Pero también para el que no se arredra ante las dificultades que se
le presentan.
– Así es, porque en su auxilio vendrá el Metatron cabalístico, el Mercurio de los alquimistas o el Jesús de los cristianos, a
fecundar la Shekhinah, es decir la presencia
inmanente de la deidad en la Creación. Y mediante la unión de estos patrones o
modelos universales podrá su alma ser transmutada y beber así de las aguas
primordiales y siempre vivas... |