Sol intelectual, Robert Fludd 1621.
[Robert Fludd, Utriusque cosmi… historia, 1617-21
Portada y logo de la página web que recoge
el Servicio Difusión de Symbolos]

Capítulo VI
PERIODO 2002-2005

Servicio Difusión

Este servicio de difusión consistió en el envío semanal, a través de correo electrónico, de una cuidada selección de textos herméticos a aquellas personas que se suscribieron al mismo; comenzó en junio del 2000 y se prolongó hasta diciembre de 2002. Posteriormente, los textos enviados durante ese periodo a los suscriptores conformaron el bloque inicial de lo que es hoy una de las páginas del anillo de Symbolos: “Antología de Textos Herméticos(144), cuya presentación citamos a continuación:

SYMBOLOS, con vistas a continuar difundiendo la Tradición Universal y en especial la Tradición Hermética, ha inaugurado una nueva sección denominada “Antología de Textos Herméticos” en la cual publica a los principales autores del pensamiento esotérico tanto de la Antigüedad como la Edad Media, el Renacimiento, y sus secuelas históricas –como el movimiento Rosacruz– y que se mantienen vivas hasta nuestros días.

Autores como René Guénon, A. K. Coomaraswamy, Henry Corbin, Arturo Reghini, Karl Kérenyi, Alan Watts; Jámblico, Proclo, Dionisio Areopagita, Scoto Erígena, Marsilio Ficino, Maestro Eckhart, etc., dan idea del tipo de literatura, no traducida o inhallable en castellano, que hemos incluido y que añadiremos en nuestras actualizaciones.

Los textos de esta “Antología” de escritos esotéricos encuadrados dentro de la Tradición Hermética han sido seleccionados de una gran biblioteca, y llevan un orden didáctico, si así pudiera decirse, es decir que no son elegidos casual o arbitrariamente; se han cuidado las traducciones y demás elementos para facilitar la apreciación de nuestros lectores.

Revista Symbolos: No 23-24 (2002): “René Guénon II”

René Guénon.

Este volumen es un homenaje al metafísico francés: monográfico con más de 700 páginas, que sumadas a las del volumen No I publicado en 1995 son más de las que ninguna otra publicación ha dedicado a este autor a quien Symbolos considera su guía intelectual. Citaremos a continuación la Carta Editorial:

Hoy que ya se han cumplido 50 años de la muerte de Guénon queremos dedicarle este homenaje que tiene (…) como temas principales por cierto a la obra de Guénon, en cuanto esta se refiere en especial a la Tradición Hermética, a la Aritmosofía, al Simbolismo constructivo, a la Alquimia y al esoterismo occidental en general, aparte de presentar la muy interesante correspondencia entre Guénon y A. K. Coomaraswamy y el metafísico francés y Louis Cattiaux.

(…)

Tanto (las) notas como los artículos de la 1ª sección hablan por sí solos y recomendamos a nuestros lectores su atento estudio.

Inmediatamente se prosigue con “Glosas” encargadas en su oportunidad como trabajos herméticos realizados por un grupo y que no pudieron ser publicados en nuestro primer homenaje dedicado a Guénon –SYMBOLOS No 9-10, 1995: “René Guénon I”– por exceso de material, como allí dijimos.

No hemos podido incluir la 2ª parte del estudio de Antonello Balestrieri “De un ‘Documento confidencial inédito’ (y de las ‘aporías’ de su autor)” (hoy ya en su versión electrónica(145)) por el tamaño que adquirió este segundo volumen monográfico dedicado a Guénon (712 págs), así como tampoco otras notas y comentarios a libros y revistas, todo lo cual publicaremos también en nuestra próxima reactualización telemática.

Portada Symbolos 23-24

Desde luego, Guénon ha sido una constante en nuestras publicaciones, puesto que su papel ha sido obvio no sólo en cuanto lo hemos destacado numerosas veces como nuestro guía intelectual sino debido a la importancia histórica de su obra, ya que lo consideramos –y no sólo nosotros– como un personaje providencial dado que es claramente el emisario más importante para Occidente de la Verdad, manifestada por la Tradición Unánime; al menos el personaje más discutido y destacado del esoterismo en el siglo anterior para quien quiera verlo, con criterios históricos, de esa manera.

Recordemos que además de haberle dedicado un No doble de SYMBOLOS de 440 páginas en 1995, hemos mantenido de modo permanente en nuestra revista una sección denominada “René Guénon” en la que se han publicado estudios suyos no aparecidos en libros (“Las dualidades cósmicas”, “Algunas páginas olvidadas de René Guénon”, “Discurso contra los discursos”) o de muy poca divulgación o no traducidos al castellano (“Notas sobre la producción de los números”, “Observaciones acerca de la notación matemática”, “La iniciación y los oficios”, “Silencio y soledad”, “El Demiurgo”, “Las artes y su concepción tradicional”, etc.), así como la correspondencia con diversos autores, entre ellos la mantenida con el rumano V. Lovinescu publicada por primera vez en cualquier lengua.

Es sabido que el metafísico francés señala a la Masonería como Institución depositaria de la Tradición, y como única capaz de otorgar una iniciación válida en la época actual en Occidente; igualmente señala a la Tradición Hermética como capaz de transmitir de facto una iniciación en los Pequeños Misterios y debe destacarse que el Hermano Guénon atribuye a los Misterios Menores nada menos que la reintegración al estado Primigenio y Original, y a su doctrina el conocimiento total del Universo, es decir su cosmogonía que totaliza tierra y cielo, del que se ocupan la Alquimia y la Astronomía-Astrología: el dominio de las ciencias de los ritmos y los ciclos, lo que es mucho decir para cualquiera que se ponga a meditar en ello.

En contrario no otorga ningún tipo de validez esotérica a la Teología, ni a los sacramentos católicos, y señala que el Cristianismo rechaza cualquier idea vinculada a la iniciación y aún al esoterismo, como es sabido. Y aclara que la religión por sí misma en esta materia no supera en absoluto los planteos profanos:

“… la distinción entre el orden profano (comprendiendo aquí no solamente lo que está desprovisto de carácter tradicional, sino también todo exoterismo) y el orden iniciático es, a decir verdad, la única que sobrepasa las contingencias inherentes a los estados particulares del ser y que tiene, por consiguiente, un valor profundo y permanente desde el punto de vista universal.” (Aperçus sur l’Initiation, p. 178: “De la muerte iniciática”).

Lo que el catolicismo integral y la derecha falsearon de la obra de Guénon para sus intereses particulares, hoy es utilizado de igual modo por el islamismo fundamentalista que se aprovecha de su obra, tergiversándola, y en especial del hecho de que en su vida particular eligiera el Islam como su religión y vivir en Egipto como un ciudadano de “a pie”, para propagar una versión adulterada de su pensamiento, hoy relacionado, valga la inmensa paradoja, con la izquierda más radical, que emparenta al mahometanismo con las clases sociales más desposeídas y su lucha contra el capitalismo, cuando no, en otra vertiente, la exaltación cuasi religiosa de la pobreza por la pobreza misma lo cual es tomado como el summum de la espiritualidad y la certificación de la virtud.

Esto es particularmente válido para el Islam que según el mismo Guénon es seguramente la Tradición donde lo esotérico se encuentra más alejado de lo exotérico:

“De todas las doctrinas tradicionales, es en la doctrina islámica donde quizá esté marcada más claramente la distinción entre dos partes complementarias una de otra, que se pueden designar como el exoterismo y el esoterismo” (“El esoterismo islámico”, Cahiers du Sud 1947).

Es interesante destacar que el metafísico francés escribió este estudio después de vivir muchos años en Egipto y habiendo adoptado el culto de esa religión desde 1930, es decir que se había integrado a ella de modo individual.

De acuerdo con analistas que siguen de cerca el problema, es difícil distinguir hoy día entre el Islam y el fanatismo religioso, al menos en Occidente, lo que produce un profundo dolor para el auténtico fiel, o los que otrora han simpatizado con esa Tradición, humillados por la asociación Islam-terrorismo (así este último sea “intelectual” como en Internet donde pueden consultarse diversas páginas y foros al respecto), falacia que sólo es producto de ese fanatismo. Analistas que destacan igualmente que a este papel, en última instancia represor, le tocó ser personalizado en la época de la Contrarreforma –aunque no sólo en ella– por la Iglesia Católica, dentro del panorama de las Religiones oficiales de Occidente que han conformado el actual mundo moderno. Estos elementos disociadores estarían en el presente constituyendo dos bandos: el islámico religioso y el judeo-cristiano, llamado también por los mahometanos los “infieles” (denominación tajante que hacen extensiva al resto del mundo no islámico, es decir, que incluye hindúes y extremo orientales), o los “cruzados”, sus enemigos a muerte contemporáneos. Es decir que a todos estos bandos o sectores les toca de hecho una función dentro de la disolución general de la que forman parte activa al punto de encarnarla, al convertirse en violentos agentes del juego del Destino que se expresa por la destrucción al fin de un Gran Ciclo y que necesita de ejecutores en la parte del plan que le corresponde al ser humano realizar(146). A pesar de que estos fanáticos se vivan como santos aunque en realidad en esta divina comedia, sólo ocupen el papel de verdugos, tan culpables como sus opuestos del genocidio y la matanza colectiva vehiculados por cualquier fanatismo implícito en el exterminio que suponen las guerras religiosas(147).

Actualmente varios grupos de estos islámicos –que utilizan el terrorismo intelectual– actúa al igual que las sectas, que en definitiva no son sino desviaciones o degradaciones religiosas, de las que han copiado el modo de acción. Utilizan a Guénon, falsificando su mensaje y desconociendo su obra, a la que apenas citan textualmente tal vez por ignorarla, o porque, en última instancia, no les conviene ya que la versión interesada, parcial y resumida que tienen de ella les es suficiente. Prometen la iniciación y la metafísica para un futuro de hegemonía islámica y confunden deliberadamente la sharyah con el taçawwuf (esoterismo iniciático) pretendiendo que el Islam es una tradición totalmente unida y que procede de modo unánime y de la cual ellos son los representantes oficiales, directamente ligados con la cadena tradicional que nace nada menos que de Mahoma y Alí, lo cual dejan entrever como al pasar, de modo solemne y con pretendida autoridad, representación teatral que han practicado cientos de veces, al punto de perfeccionarla. De este modo muchos engañados piensan que serán marginados o juzgados por una superestructura, incluso histórica, que los condena. Estigma del cual pueden zafar si se recomportan y se adscriben a esta religión y sus promesas y no van “por la libre”. Sin reparar en que la Religión –tal cual lo ha dicho Guénon numerosísimas veces– es otro ámbito diferente al de la Metafísica cuyo camino es la Iniciación que es negada, desconocida o disimulada, cuando no perseguida, por las Religiones del Libro. Y de este modo el “ingenuo” queda enganchado en un sistema para el que los Misterios Menores son desconocidos –y muchísimo más los Mayores– y sujetos al ámbito de lo meramente religioso, moral y devocional creyendo que está en la verdad y haciendo grandes progresos espirituales al combatir de todas formas por esa “su causa”, con lo que se ganarán méritos ante la “superestructura”, lo que nada tiene que ver con la auténtica Ciencia Sagrada y el Conocimiento, y los llevará en poco tiempo hacia el fanatismo.

Sin embargo tanto ciertos “cristianos”, como “islámicos” o mismo la minoría judía, pretenden hacernos creer que la sabiduría pasa por la religión, utilizando mañosamente sus artimañas.

Y lo efectúan de modo tan desagradable que de hecho, hoy por hoy se hacen detestables, al punto que muchos prefieren las pseudoverdades, y “desviaciones” del ocultismo new age, puesto que al fin y al cabo pertenecen a la órbita de la pseudoiniciación, y en el peor de los casos a la antitradición, en lugar de la sórdida lucha por trocar a la metafísica en religión –y aun increíblemente primando a ésta sobre aquella, tomándola incluso como vía iniciática– e interesadamente confundir sus distintos campos, tal cual hacen privilegiando lo exotérico ante lo esotérico, la santidad sobre la sabiduría y el fanatismo destructivo y monista frente al equilibrio (que brinda la permanente conjunción de opuestos) lo que los hace claramente contratradicionales y sobre todo contrainiciáticos; adulteradores del mensaje tradicional y activos miembros de la disolución universal, mediante el expediente de falsear sus valores y naturaleza (utilizar torcidamente a Guénon y lo que significa, en este caso) impidiendo así la verdadera iniciación a muchos que estaban dispuestos a ello.(148)

Va de suyo que este homenaje se hace desde el hermetismo masónico, nacido oficialmente en el siglo XVIII, como en siglos anteriores hubo un hermetismo alquímico que se transformó luego en rosacruz, y siempre, desde los primeros siglos del cristianismo y la Edad Media hasta el día de hoy, aunque muy oculto y censurado, un hermetismo cristiano que no necesita de nada más que de los símbolos evangélicos y la revelación del corazón en el silencio, lo que excluye la parálisis y constituye el antídoto al disimulado terror ante la pérdida de todas las referencias que conforman nuestro ser y la exclusión de todo aquello con lo que nos identificábamos.

Para finalizar queremos recordar lo que Guénon dice en referencia a los ritos en general en Aperçus sur l’Initiation, pues:

“… toda acción cumplida según las reglas tradicionales, cualquiera que sea el dominio del que dependa, es realmente una acción ritual …” (pág. 143, “A propósito de ‘magia ceremonial’”),

completando lo dicho en págs. 199-200 (“Iniciación efectiva e iniciación virtual”):

“… los símbolos son esencialmente un medio de enseñanza, y no solamente de enseñanza exterior, sino también de algo más, en tanto que deben de servir sobre todo de ‘soportes’ para la meditación, que es por lo menos el comienzo de un trabajo interior; ahora bien, esos mismos símbolos, en tanto que elementos de los ritos y en razón de su carácter ‘no-humano’, son también ‘soportes’ de la influencia espiritual misma. Por otro lado, si se reflexiona en que el trabajo interior sería ineficaz sin la acción o, si se prefiere, sin la colaboración de esa influencia espiritual, se podrá comprender así que la meditación sobre los símbolos adquiera ella misma, en ciertas condiciones, el carácter de un verdadero rito, y de un rito que, esta vez, ya no solamente confiere la iniciación virtual, sino que permite alcanzar un grado más o menos avanzado de iniciación efectiva”.

Y afirma en particular en otro de sus estudios, respecto a los ritos herméticos como manifestación de la Ciencia Sagrada:

“podría decirse que los símbolos contenidos en los escritos alquímicos constituyen aquí el exoterismo, en tanto que su interpretación reservada constituye el esoterismo” (Introducción general al estudio de las doctrinas hindúes, 2ª parte, cap. IX).

No es inútil recalcar aquí las menciones que asimismo efectuó a lo largo de sus escritos, referidas a las correspondencias entre el simbolismo alquímico y el constructivo, propio este último de la Masonería, que lo efectiviza en sus talleres en la Iniciación a los Misterios.

Todos los artículos y notas de este volumen merecen ser destacados. Queremos recoger aquí parte de lo que dijimos en la nota que escribimos para el número de homenaje que estamos reseñando:

“René Guénon ha sido, y lo sigue siendo, punto de referencia para muchos buscadores de la Verdad; su retorno al Origen, su partida, en lo que respecta al auxilio para todos esos peregrinos que recorren el camino, no ha supuesto un impedimento pues su certera guía, para los que ligan con su obra se impone, o mejor, le rescata a uno cuando, de corazón gracias a la Providencia que provocó el encuentro, recibe el mensaje que ella revela; mensaje de la Tradición Unánime y Primordial que se ha trasmitido a lo largo del tiempo y la geografía hasta llegar el presente.

Esta formulación es particularmente importante para Occidente pues es una expresión actual, y por tanto destinada a los hombres y mujeres del siglo XX y XXI, de un mensaje atemporal que nos llega directamente de la Fuente gracias a ese canal que es Guénon.

Nos sumamos a las voces que hoy día señalan la importancia de la obra guenoniana en la revivificación de la Tradición propiamente occidental. Sin duda se está dando un florecimiento de la Tradición Hermética a varios niveles; por un lado, éste se concreta en una presencia del hermetismo (es sorprendente cómo en los últimos años se han publicado textos herméticos en castellano en cinco editoriales: Symbolos, Indigo, Mra, Edaf, Siruela y Gredos si tenemos en cuenta que, hasta hace unos años, sólo había que sepamos dos ediciones y agotadas (en Edicomunicación y Muñoz Moya).

A la presencia de textos se suma la de hermetistas que hoy, difunden el mensaje de esta tradición, rama de la Tradición Unánime, que está reverdeciendo y dando frutos –aunque nunca dejó de hacerlo– por una presencia de Hermes que, como en otros momentos históricos, impulsa un movimiento de revivificación (el florecimiento anterior está relacionado con el Movimiento Rosacruz europeo). Estos autores tienen como guía la obra de Guénon.

El hombre en cierto modo se hace, es decir todo lo aprende, y evidentemente eso depende del medio, del momento geográfico e histórico en que nace y crece. En la fase de la labor alquímica de depuración, de desprendimiento de lo que es ajeno a la verdadera naturaleza del hombre y que éste ha tomado o heredado del medio, las obras de Guénon referentes al mundo moderno son especialmente importantes: nos referimos a La Crisis del Mundo Moderno, El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, Oriente y Occidente, e incluso Introducción General al Estudio de las Doctrinas Hindúes así como también El Teosofismo y El Error Espírita.

Su auxilio nos facilita desentrañar y comprender la situación de una civilización, la nuestra en tanto en cuanto en ella hemos nacido, que nos es ajena e incluso extraña. Por un lado nos sentimos alejados y por otro participamos de ella, no sólo por ser sus miembros, sino por padecer sus mismas enfermedades, por decirlo de alguna manera; los personajes externos (los profanos), también son personajes internos que hay que identificar y poder nombrar para que puedan ser transmutados: son los egos, las aristas de la piedra. Trabajo necesario para tomar consciencia aquí y ahora de la verdadera Realidad.” [M. V. Espín, Presencia de René Guénon]

El Conocimiento procurado por la encarnación de la Cosmogonía requiere de enormes trabajos intelectuales, entre los cuales se incluye, primero que nada, la destrucción de todas las imágenes con las que nos identificábamos, para permitir la posibilidad del Nous que se revela conformando nuestro ser y sus conductas respecto a lo profano.(149)

A los Artículos y Notas sigue una sección especial de este número, formada por glosas de obras de Guénon, como ya hemos visto en el texto de la Carta Editorial. Citamos la presentación a las mismas:

Destacamos de estas glosas el rigor que expresan y que hace que se extracten unos contenidos a modo de trabajos alquímicos, gracias a la concentración en la labor, en este caso en la lectura atenta de los textos guenonianos. Verdaderos trabajos herméticos que denotan comprensión y paciencia, virtudes fundamentales en la realización intelectual, estos extractos contienen reflejado el pensamiento del metafísico francés sobre los temas y símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada. Deseamos aclarar que no fueron presentadas en nuestro primer volumen de homenaje a Guénon por exceso de material, y preferimos no dejar de publicarlas ahora aunque hayan pasado varios años.

Se ha respetado el orden en que fueron elaborados los comentarios y citas, que, como se dio total libertad a sus autores, no siguen en su totalidad un sistema uniforme. En algún caso se les ha podido consultar; en otros lamentablemente, como en el de Antonio Casanovas, no hemos podido hacerlo. En último lugar reunimos un conjunto de citas de Guénon sobre los indios americanos. Se suele decir que este es un tema que el autor no ha tratado, pero lo ha tocado aquí y allí múltiples veces y es un ejemplo, entre otros, en el que Guénon reconoce un “dharshana”, lo que en el simbolismo geométrico equivale a una vía al centro o eje, un punto de vista diferente a otros y que confluye en el “cubo de la rueda”.

La siguiente sección (200 páginas) son cartas de Guénon, que al igual que sus libros son un verdadero tesoro.

Publicamos en este segundo No especial que SYMBOLOS dedica a René Guénon (…) y como una continuación a nuestro homenaje a los 50 años de su fallecimiento, esta correspondencia inédita en castellano dirigida a Ananda K. Coomaraswamy constituida por las cartas dadas a conocer por su hijo Rama –estrechamente vinculado con Marco Pallis a su vez mentor de F. Schuon– con respecto a las cuales, y a pesar de ser bastante numerosas, siempre sus lectores se han preguntado cuántas faltan y qué dicen, intrigados por ciertas lagunas. Incluye asimismo dos cartas de Coomaraswamy a Guénon (suponemos que son copias) de las que envió el autor cingalés al metafísico francés.

Publicamos igualmente otras dedicadas a Louis Cattiaux, también inéditas en nuestra lengua, que aunque de menor importancia por número y contenido, no carecen de interés.

Y asimismo una carta dedicada al P. Victor Poucel, jesuita nacido en 1872, del que Guénon había hecho una crítica en Etudes Traditionnelles de dos de sus libros: Plaidoyer pour le corps y La Parabole du monde. Tiene interés en la correspondencia de Guénon esta referencia concreta al establecimiento de los límites entre lo esotérico y lo exotérico, efectuada ante un religioso. (…) Este documento está traducido del libro L’Ermite de Duqqi, de X. Accart y D. Lançon.

Con “Revistas y Libros”, “Noticias” e “Internet” concluye este volumen de homenaje a René Guénon, cuya obra, para todos aquellos que hemos bebido de ella, es un legado siempre presente y actual, pues no puede ser de otro modo ya que es en el presente, en la vertical, donde este autor se sitúa y a donde nos remite.

Centro de Estudios Simbólicos de Zaragoza

En enero de 1992 a instancias de Federico y auspiciada por él se abrió en Zaragoza la librería esotérica “2 de Enero”, situada en el nº 2 de la calle La Salle. Con el tiempo fue constituyéndose en centro de un grupo de personas interesadas en la Revista Symbolos y los temas que ella trata; siempre poco numeroso, dio origen al grupo inicial del CES de esa ciudad. Las visitas de Federico a Zaragoza, sus charlas y conferencias han animando el fuego en los corazones de todos aquellos que han querido escuchar. El día 10 de junio de 2002, en un acto abierto al público se celebró la fundación del Centro. Todos los asistentes, entre ellos varios amigos de Guatemala y Barcelona, brindaron y celebraron el evento. El nuevo Centro, a semejanza del de Barcelona, está dedicado a “la búsqueda del conocimiento, el cultivo de la filosofía y el ejercicio de la Ciencia Sagrada.”

De entre las actividades realizadas por el CES de Zaragoza en estos años queremos citar varias de las llevadas a cabo en 2003: grabación de un programa de 1 hora de duración para el Canal 44 de la TV de Aragón, en el que Federico habló de La Tradición Precolombina; asimismo el día 26 de junio dio en la sede del CES una conferencia, ofreciendo una primicia de su libro Las Utopías Renacentistas, Esoterismo y Símbolo y, el día 27 presentó el número 25-26 de Symbolos: “Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha”, acompañado de miembros del CES de Barcelona y Zaragoza. Recordar asimismo que el grupo que sigue el Programa Agartha en esta ciudad se ha reunido regularmente todos los lunes para avanzar por el camino hacia esa Morada de la que sólo ilusoriamente hemos salido.

Revista Symbolos No 25-26 (2003): “Introducción a la Ciencia Sagrada”(150)

Este número de Symbolos contiene el Programa Agartha, del que ya hemos hablado en el capítulo III de este libro, citamos aquí la presentación que para él hace el director de la revista:

Esta Introducción a la Ciencia Sagrada también llamada Programa Agartha, se publicó originalmente en 1985 como un curso de universidad a distancia; posteriormente se colocó hasta el mes de diciembre del año pasado (2002) en una página especial de Internet. En ambos casos fue presentado como un discurso con las mismas características y textos que éste, aunque desde el comienzo de su estudio, iba acompañado de ejercicios prácticos de respiración y otros que el alumno interesado en esta enseñanza debía ir realizando escalonadamente.

Empero, esta edición de SYMBOLOS dedicada al lector en general, sólo contiene los acápites literarios que constituyen el meollo intelectual –y esencial– de esta publicación, despojada de los trabajos accesorios que pudiesen constituirse en una comprensión acaso más cabal de estos textos, que tienen de por sí un valor directamente ligado al Conocimiento, según nuestra opinión, corroborada por otros muchos de los que han tenido la oportunidad de seguirlos mediante el estudio y la meditación.

Se trata entonces de una didáctica cuya estructura me pertenece –así como la gran mayoría de los acápites– y que ha sido el desarrollo de cursillos impartidos por mí durante varios años en distintas ciudades: Buenos Aires, San Pablo (Brasil), Bogotá, San José (Costa Rica), México y Barcelona, entre otras. Posteriormente en el transcurso de su redacción invité a participar sobre ciertos temas a algunos de los alumnos, hoy colaboradores y amigos, que ya habían realizado por años las enseñanzas aquí desarrolladas, cuyos nombres figuran en la portada de esta obra.

(…)

Esperando que nuestros suscriptores y lectores encuentren de interés este manual, expresándoles mis parabienes cordialmente. Federico González. Enero 2003.

No 27-28 (2004): “Lo Femenino - La Mujer”

Abre este número con el artículo: “La mujer y las utopías del Renacimiento” del director de la publicación.

En todos los tiempos ha habido mujeres excepcionales, pero lo que es único en esta época, es el reconocimiento social a las capacidades femeninas, que se produce desde el fin del siglo XIX hasta nuestros días, en constante aumento, las que signan también la responsabilidad para con ellas mismas al fin del ciclo en que vivimos.

En todo caso y recordando los prejuicios que se tienen acerca de ellas, pensamos que finalmente quién o qué va a impedir a la hembra el Conocer, el encarnar el proceso iniciático y hacerlo efectivo por lo más alto.

Para acceder finalmente a aquello que no tiene sexo, ni ninguna otra determinación, de lo cual emanan todos los colores, fenómenos y cosas del plano creacional, y aún sus posibilidades supracósmicas y supraindividuales presentes en el Ser (macrocosmos y microcosmos) que, no olvidemos, es el camino para el Conocimiento del No Ser, la Posibilidad Universal. (contraportada)(151)

Tampoco nos vamos a detener en los artículos que como en el número 23-24 de la revista se deben a los colaboradores habituales de Symbolos y son todos ellos un canto a la Diosa y a sus múltiples nombres y aspectos. El trabajo de Federico que acabamos de citar hoy forma parte de su libro Las Utopías Renacentistas, Esoterismo y Símbolo, publicado por la Editorial Kier en 2004.

Tenemos a continuación la sección “Libros y Revistas” de la que destacamos la que hace el director al libro de Joscelyn Godwin: The Pagan Dream of the Renaissance, London, 2002. Este autor es colaborador de Symbolos con su serie: “Anales del Colegio Invisible” (Nos 11-12 a 21-22). Son varios los libros reseñados, y también las revistas donde como es habitual en Symbolos encontramos los últimos números de: Vers la Tradition: “Répandre la lumière et rassembler ce qui est épars”, Science Sacrée: Revue d’Etudes Traditionnelles, Politica Hermetica, L’Idea: Il Giornale di Pensiero, Rivista di Studi Tradizionali, Le Miroir d’Isis, Sufí, Connaissance des Religions, etc.

Queremos citar una reseña de esta sección donde se habla claramente de los enemigos de la obra de René Guénon, personajes que, hay que decirlo, están siempre presentes ensombreciendo la luz cuando la difusión de esta es mayor. Al igual que René Guénon, Federico González ha sido objeto de fechorías de todo tipo por aquellos que no comprendiendo la verdadera naturaleza de esta enseñanza, todo lo confunden y tienen la desvergüenza de apropiarse de la obra de quien todo les enseñó, mintiendo con el mayor de los descaros. La mentira hunde su raíz directamente en la dualidad; el mentiroso, al grado que sea, no acepta la verdad, por distintos motivos, lo que le lleva a inventar otra que se ajuste a sus intereses personales. Siempre se pone por delante, lo juzga todo y actúa según a él le conviene, bien podemos decir que su amor a la Justicia es nulo o cuando menos está condicionado(152). No puede vivir sin deseo ¿cómo pues podrá abandonar ese deseo? El obstáculo de la soledad es difícil de vencer. Y por otro lado sólo ella es capaz de consumir todas esas pasiones que en el ascenso por la armonía de las esferas abandona el alma; como dice el Corpus Hermeticum:

Y así es como el hombre se lanza para siempre hacia lo alto a través de la armonía de las esferas; en la primera zona abandona la potencia de crecer y menguar; en la segunda las industrias de la malicia, ladrón ya sin efecto; en la tercera la ilusión del deseo, sin valor desde ahora; en la cuarta, la ostentación del mando, ahora desprovisto de ambiciones; en la quinta la audacia impía y la temeridad presuntuosa; en la sexta los apetitos ilícitos que da la riqueza, que ya no actúan; en la séptima zona, la mentira que tiende trampas(153).

En la última zona abandona la mentira(154): hasta el final este demonio del que surgen males sin cuento.

Pero volvamos a la cita que anunciábamos:

Hemos observado en el ámbito de las publicaciones esotéricas, una contraofensiva “schuoniana”, en tren de emparentar la obra de Guénon con la de Schuon, utilizarla, falseándola en su provecho, (…) desvirtuando así su obra que nada tiene que ver con las secuelas posteriores de su pensamiento, (la pandilla formada por Marco Pallis, Martin Lings, Whitall Perry, Frithjof Schuon –el líder del complot– incluidos), y que decidieron traicionar al metafísico francés desde el año 1946 hasta la muerte de este, siguiendo igualmente su obra disolutiva y deleznable por desavenencias con Guénon a quien en privado –y ahora en público– no dudan en calificar de loco y desaprensivo, con defectos de carácter y desórdenes de conducta, o sea indigno de sus escritos, justamente negando su autoridad al descalificarlo a aquél que como sabemos fue el origen de la revitalización de la Ciencia Sagrada en Occidente. (p. 387).

Finalizamos aquí el recorrido por este número de la revista que para terminar da cuenta de todas las actividades desarrolladas por los miembros del CES de Barcelona y Zaragoza, y de las publicaciones de los mismos, entre ellas: Masonería, Símbolos y Ritos de Francisco Ariza, editado por Symbolos, y Cosmogonía Masónica: Símbolo, Rito, Iniciación de Siete Maestros Masones, segunda edición de este libro realizada en esta ocasión por Kier.

Internet

Una nueva página se suma al anillo telemático, se trata de la página francesa de Symbolos: http://www.symbolos-fg.com de la que también queremos destacar el éxito de afluencia.

Editorial Symbolos:
Papeles de la Masonería No 2 - 3: La Masonería y el 11-M (155)

Portada Papeles de la Masonería Nº 1. Ed. Symbolos.    Portada Papeles de la Masonería Nº 2-3. Ed. Symbolos.

No debe escapar al lector el interés de todos estos trabajos que motivados por hechos de actualidad inmediata no dejan de referirse a una metapolítica y particularmente a una metahistoria. Y también a la historia sagrada en cuanto ésta es significativa y se expresa de modo simbólico en cualquier manifestación social y por cierto en el día a día.

Por lo que la historia sagrada es ahora, como ha sido siempre, y en ella debemos buscar los signos que condicionan nuestra existencia y que incluso podrían quitar vida a nuestros trabajos encaminados hacia la Cosmogonía como paso a la Metafísica.

Lo cual repercute en todos los otros niveles o planos de existencia, e incluso toca la cotidianidad por lo que necesitamos una ubicación permanente en lo que hace a la vigilancia de los impedimentos que quisieran perturbar, ya sean de este color o de otro, lo que nos tiene indiferentes, siempre que nos permitan trabajar en libertad y sin amenazas de ninguna naturaleza.

(…)

Aquí se está frente a un fin de ciclo y tanto Occidente como el fanatismo religioso islámico que se propaga desde casi todas las mezquitas del mundo, incluidas las europeas, son los protagonistas armados –aunque no los únicos– de la disolución final, no tan lejana. Y todos estos personajes de ambos bandos, cumplen un papel tanto de robots como de verdugos, siendo intercambiables los unos con los otros.

(…)

Por lo que una actitud vigilante es necesaria; sin partidismos de ninguna especie y sin entrar en polémicas vanas que significarían seguir en el sueño de diferentes “ideologías” que son las protagonistas de la destrucción de nuestro mundo. Es por ello inconsistente pretender que éste o aquél tiene la culpa de esto o aquello. Los designios de los dioses tienden ahora hacia la aniquilación mutua, motivo por el que tanto se ha destacado en Masonería la antigua idea de asimilarla al Arca de los últimos tiempos. (Prólogo).

Las Utopías Renacentistas, Esoterismo y Símbolo(156)

Este libro nos habla del florecimiento de la Tradición Hermética en el Renacimiento.(157) Dice el autor que fue su interés por la Cábala(158) lo que le llevó indirectamente a sumergirse en este periodo histórico,(159) en principio por la lectura del libro La Kábbala Cristiana del Renacimiento de François Secret.

Leí esta obra como complemento a mis estudios cabalísticos que se interesaban en ese entonces por la doctrina en sí, concretamente en el Arbol de la Vida sephirótico. Pero sin su vinculación histórica y lejos de comprender que esta ciencia y arte cabalístico –que asimismo se dedica a la metafísica por medio de la lengua, en este caso la lengua sagrada hebrea, sus letras y sus números correspondientes y las permutaciones que con ello se obtienen, así como con el trabajo con el Arbol sephirótico– había llegado a mí merced al Renacimiento. (p. 21).

La isla de Utopía.
[La isla de Utopía de Tomás Moro, 1516,
en las portadas de las dos ediciones de Las Utopías Renacentistas]

Señalábamos más atrás que a este libro junto con Presencia Viva de la Cábala y La Cábala del Renacimiento, en el conjunto de la obra del autor podemos relacionarlos con la Belleza. La obra de Federico González que estamos recorriendo es un palacio o templo que el autor ha ido erigiendo con sabiduría, fuerza y belleza, o con número, peso y medida y el resultado es una Puerta abierta al esplendor de la Tradición Hermética y también de la Precolombina; un Umbral que para aquellos que se decidan a cruzarlo supondrá la entrada a otra realidad, a otros espacios, a otros estados del ser a los que el hombre puede acceder y realizarlos aquí y ahora; es decir en este momento cíclico que como todos sabemos es un fin de ciclo y por tanto caracterizado por la disolución, el caos, la enfermedad y la muerte.

Pero el hombre culto, el que desea conocer, aquél que tiene sed de saber, no debiera arredrarse por las dificultades que se le presentan en su medio, pues en su auxilio vendrá el Metatron cabalístico, el Mercurio de los alquimistas o el Jesús de los cristianos, a fecundar su Shekhinah, es decir la presencia inmanente de la deidad en la creación. Y mediante la unión de estos patrones o modelos universales podrá su alma ser transmutada y beber así de las aguas primordiales. (p. 269-270).

El primer capítulo: “Artes ignotas del Renacimiento” comienza mostrándonos las dos perspectivas, igualmente ilusorias, que suelen tenerse del Renacimiento: 1) verlo como una época excepcional, nacimiento del mundo moderno y del progreso en contraposición a la “oscuridad” de la Edad Media, y 2) verlo como el fin de la presencia de toda Tradición, al perderse la hegemonía religiosa.

Y nos dice:

El Renacimiento, como su nombre lo indica, es un período histórico donde surgen nuevas posibilidades latentes en la propia historia de Occidente, frente a valores ya caducos de la organización medieval que, como todos los períodos históricos y en virtud de la dialéctica que los opone, se transforman permanentemente en nuevas realidades, abonando así el discurso de la historia. En ese sentido es que su nombre, relacionado con un nuevo nacimiento de posibilidades dormidas de la antigua ciencia sapiencial que corre desde los egipcios, griegos y romanos –con el aporte de numerosos pueblos que la han engrosado–, y que desemboca afortunadamente, valiéndose de una serie de hechos claves, en el período histórico al que estamos haciendo mención, posee validez propia. (p. 8).

En este periodo el mundo del hombre europeo se amplía considerablemente, por un lado debido a la vuelta hacia el periodo clásico resurgiendo los valores tradicionales de la antigüedad; por otro, gracias a las obras de Galileo y Copérnico, que suponen un cambio en la visión del cosmos el cual pasa a ser tridimensional –ya no es la tierra el centro del mundo sino que ésta gira alrededor del sol–, y por último el descubrimiento del Nuevo Mundo con la apertura que eso conlleva en todos los ámbitos: geográfico, cultural, económico, zoológico, botánico, étnico, etc. etc.

Señala nuestro autor la encomiable labor que han realizado en lo que podríamos llamar “redescubrimiento” de esta época varios autores,(160) todos ellos vinculados al Warburg Institute, y dice que coinciden en señalar a Marcilio Ficino como la figura clave de este movimiento. También a Pico de la Mirándola le cabe papel fundamental en este Renacimiento Hermético-platónico-cabalístico, y no podemos dejar de nombrar además a Giordano Bruno.

Marsilio Ficino nació en 1433 y murió sesenta y seis años después en Florencia donde creó en Careggio bajo los auspicios de la Corte de los Médicis, en 1468 la nueva Academia Platónica, (…) se entregó desde muy joven al estudio de la filosofía y la teología, la medicina y la astronomía-astrología; reconocía la presencia de distintos niveles en el hombre y en el universo, lo que configuraba la existencia de mundos visibles e invisibles que actuaban de modo coordinado, sempiterno y constante entre dos polos: cielo y tierra. Y dado que estos planos se encontraban estrechamente unidos conformando un solo y único organismo vivo, se podría, en ese caso, actuar sobre ellos, es decir sobre energías sutiles y angélicas para que fecundaran así a los espíritus más gruesos, reconociendo de este modo la imponente armonía del conjunto e integrándose a ella mediante el reconocimiento de la unidad del Ser, del que el hombre, como microcosmos, estaba hecho a imagen y semejanza. Para este fin tres medios se destacan, el estudio y la meditación, propios de la filosofía, la oración del corazón conocido método cristiano y universal y la magia natural. Esta última basada en las correspondencias y analogías existentes en el cosmos y el hombre y la ligazón que las funde en la delicada vibración del plano intermediario. Según Ficino, siguiendo a Platón, la realidad es un caos pintado de formas.

Músico y ejecutante consideraba que el amor todo lo une pese a que es el “furor” o “entusiasmo” (poético, heroico) el que lo descubre. Su magia natural y experimental –que es el origen histórico de la ciencia actual– le llevaba a los mundos invisibles mientras empuñando una lira acompañaba su música con los himnos órficos que recitaba y cantaba inspirándose para todo igualmente en los libros del Corpus Hermeticum, que él mismo había traducido, junto con las obras de Platón, muchas de las cuales como hemos dicho no se conocían en su tiempo, o habían caído en el olvido. (p. 17-18).

Entre las artes y ciencias ignotas del Renacimiento, encontramos la Cábala hebrea que en este momento comienza a propagarse por medios cristianos; la medicina espagírica, antecesora de la homeopatía; la Alquimia, cuya experimentación se vincula al nacimiento de la ciencia de hoy; la valoración del mito en todos los campos: escultura, pintura, literatura, etc.; la perspectiva matemática y sus leyes; la imprenta (1452); la renovación de la Música; el diseño de jardines a partir del siglo XVI y finalmente la Utopía, género del que trata este libro y

(…) del que esperamos demostrar sus raíces y vinculaciones herméticas, atestiguadas por las propias obras y autores y su intención de manifestar posibilidades ocultas para el género humano en estado profano y transmitir conocimientos y sugerir mundos y realidades no conocidas por los seres corrientes. Estos mundos o planos ignorados para las personas ordinarias, pero absolutamente reales para aquellos que los han experimentado, constituyen en última instancia el legado del Renacimiento, del que las utopías conforman una importantísima parte, desgraciadamente tomadas por los contemporáneos de manera literal, no simbólica, y casi exclusivamente de modo sociopolítico, destino que ha corrido también su principal antecedente, su paradigma, La República (y Las Leyes, el Critias y el Timeo) de Platón, pese a que en esa obra se encuentren el famoso mito de la caverna, la teoría de las ideas, el estudio de la Dialéctica como actividad suprema, la alegoría del sol, su pensamiento acerca del filósofo y el conocimiento, y sobre todo la equiparación entre el Estado, o sea la ciudad, y el alma humana.

Sobre esta última premisa fundamentamos este estudio acerca del simbolismo esotérico de las utopías. (p. 45-46).

Utopía de Tomás Moro, La Ciudad del Sol de Tomasso Campanella, los Manifiestos Rosacruces y Cristianópolis de Juan Valentín Andrae, son otras tantas utopías que nos presentan sus autores y que en el libro de Federico que estamos recorriendo constituyen cuatro de sus capítulos. La “utopía” (de u-topos, aquello que no ocupa lugar) nos habla de un espacio que no está aquí y de un tiempo que no es ni pasado ni futuro, aunque se proyecte en ambos. Ese lugar, que no es un lugar, y ese tiempo, de una cualidad distinta, conforman otra realidad en la que todo es significativo y ordenado, acorde al modelo tradicional, dando como resultado una vida a cubierto de la visión profana del cosmos.

Viviendo en un mundo como este del siglo XXI, tan imposible, la necesidad de la utopía es si cabe mayor que nunca. Cuando uno liga con la Enseñanza, con la Tradición, en cierto modo entra en un estado utópico, en una realidad donde aquélla es posible. Los iniciados viven en esa ciudad en un tiempo cualificado que les conduce al Presente, al Origen, lugar u-tópico por excelencia.

El primero en utilizar el término fue Tomás Moro (1516) y si bien esta construcción ideal florece en el Renacimiento tiene antecedentes históricos en Platón. Moro recibe las ideas de este movimiento iniciado en Italia, y su obra hace referencia a la “ciudad interior, ideal y angélica, o sea, a la ciudad celeste y prototípica”.

En el texto se refiere cómo el navegante portugués Rafael Hitlodeo narra a unos amigos en la ciudad de Amberes las peripecias de un viaje en el que ha habitado durante cinco años la isla de Utopía y conocido a sus moradores. (p. 53).

La segunda de las utopías que encontramos es la de Tomasso Campanella, La Ciudad del Sol, texto que como el de Moro –nos dice nuestro autor– está basado en la filosofía teúrgica de Marsilio Ficino.

(…) describe la mágica ciudad (…) de Adocentyn construida en Egipto por Hermes Trimegisto: en ella una montaña que era coronada por un templo poseía un faro que iluminaba, de acuerdo a los signos astrológicos, a la construcción radial edificada en círculos concéntricos como el modelo original de la ciudad ideal narrada por Platón en el Critias. (p. 59).

Y esta ciudad,

(…) es un mandala vivo, y por lo tanto un talismán e instrumento mágico que toca a la totalidad de los pobladores que viven allí, es decir al ser humano individual –y a todos los hombres– en su integridad. (p. 67).

No podemos extendernos más aquí, aunque con gusto seguiríamos citando este capítulo pues dice cosas tan interesantes como que el príncipe sacerdote que ostenta el poder en Adocentyn es llamado Metafísico, o que las ciencias y las artes que todos aprenden se encuentran en un libro –que explica e ilustra la totalidad de los conocimientos en todos los ámbitos derivados de las siete Artes Liberales– pintado en los muros de la ciudad, el que todos aprenden desde niños como jugando.

El capítulo siguiente, correspondiente a los Manifiestos Rosacruces: la Fama y la Confessio, lo hemos citado extensamente en nuestro capítulo II al hablar de los manifiestos del CES de Barcelona. Aquí incluimos dos nuevas citas que nos hablan de este movimiento hermético:

Por lo que puede advertirse que la comunidad de los rosacruces no está, al igual que la ciudad celeste, en ninguna parte sino que es el lugar de reunión de todos aquellos que han alcanzado un nivel espiritual determinado que los hace conocerla, y por lo tanto ser uno con ella, al punto de ser los habitantes de esa Utopía, lo que indica sin duda una genealogía espiritual; una vinculación con una cadena que incluye también a los antepasados míticos. (p. 76).

Frances Yates que ha estudiado a la Fraternidad Rosacruz a través de sus Manifiestos (…) se refiere a “ella como la historia imaginaria de esta orden también imaginaria” con lo que no se puede dejar de estar de acuerdo, por lo que no dudamos en calificar a los manuscritos Rosacruces como una Utopía en sí, sin duda de la misma mano de quien escribió Cristianópolis, aunque el mismo J. Valentín Andrae lo negara en varias oportunidades. (p. 81).

Cristianópolis no es una ciudad-estado como las utopías de Moro o Campanella, está diseñada solamente para 400 personas, tiene una construcción central elevada inscrita en un cuadrado perfectamente orientado a los cuatro puntos cardinales en el que se reparten todas las casas ordenadas en torno a esa torre central.(161) En este espacio ideal,

(…) vivían seres que tenían el control de sí mismos, que luchaban contra el mundo, que aceptaban la muerte y que vivían en la contemplación del cielo y de la tierra, en el escrutinio de la naturaleza, en la armonía de todas las cosas, en la patria del Cielo y con la familia de Dios. Por el contrario no acogían a meros curiosos, fanáticos, “sopladores” que deshonran a la alquimia e impostores que simulasen ser hermanos de la Rosacruz. (p. 89-90).

Los capítulos que siguen tratan nuevas utopías, el primero de ellos las negativas, inversas o literarias, en el que se da cuenta de Gargantua y Pantagruel (1532-1542) de F. Rabelais y de Un mundo distinto pero igual de Joseph Hall. La siguiente es La Nueva Atlántida de Roger Bacon, y nos dice nuestro autor:

Así como Cristianópolis es la versión esotérica religiosa del género utopía, como algo posible y contemporáneo, La Nueva Atlántida de Francisco Bacon es la profecía de una nueva sociedad fundamentada en la ciencia incipiente, negando la tradición greco-romana y apoyándose en la Biblia y en el componente occidental judío cristiano, proyectada hacia un futuro de progreso indefinido. (p. 109).

En dicha profecía, Bacon predice hasta la teoría de la evolución, “madre de todos los errores y falsedades contemporáneas”; y no se queda en la teoría, sino que los habitantes de su Nueva Atlántida, la ponen en marcha, cosa que por otro lado también ha hecho esta sociedad en que vivimos hasta límites extremos.

El capítulo VIII, nos introduce en una utopía diferente, de la mano de F. Colonna viajamos por su Hypnerotomachia Poliphili, perteneciente a “Las Utopías del Sueño”. Es esta una obra de amor, y los personajes principales, en la descripción de estos ritos dionisíacos, son Venus y Eros-Cupido-Amor. El protagonista es Polífilo, el “amigo de Polia”, una ninfa que representa la Sabiduría Universal, a la que ama por encima de cualquier otra cosa. Y concluye este bello capítulo con estas palabras:

Te invito (…) a compartir la lectura completa de este vasto monumento –con 171/172 grabados– que fue leído como una enciclopedia renacentista, un tratado de arquitectura, una suma pagana y sobre todo como lo que es, una gran construcción hermética, donde las energías de los dioses nos guían por el esplendoroso camino del Conocimiento. (p. 150).

El capítulo dedicado a Cristóbal Colón: “Las Utopías en estado puro” nos abre los ojos ante esta figura de la historia(162) que ha llegado hasta nosotros como una especie de loco que poco menos que descubrió América por casualidad. Por el contrario es un personaje(163) de primer orden y aquí se le restituye en su verdadera dimensión.

Parece que Colón sabía por sus lecturas y la peculiar información que poseía, de la existencia de otro continente al lado opuesto del Atlántico, al que llamaba las Indias.

Para el marino genovés la idea de mundos paralelos, o sea de otros espacios reales, que coexisten con nuestro mundo en el plano imaginal, los cuales deben por tanto tener una ubicación geográfica tangible, constituye el secreto que le es revelado en las escrituras. Pero al mismo tiempo está fascinado por su hallazgo, que físicamente se corresponde con su existencia mítica, metafísica. (p. 154).

Con el descubrimiento de América surge:

En la “república de las letras” (otro nombre de utopía) un nuevo género literario, el de las crónicas de los usos y costumbres, ritos, mitos y conocimientos de los pueblos del otro lado del Atlántico, emparentado con la utopía de la Atlántida según lo consignado por Platón en el Timeo. (p. 172).

Un ejemplo de estas utopías americanas es la que se da en Perú, donde una pareja, Manco Cápac y Mama Ocllo, tras un peregrinaje fundan la ciudad del Cuzco que pasa a ser centro de un gran imperio. Construida a imagen del cielo de modo análogo a las renacentistas europeas y también a otras americanas, tiene como numen principal al Astro rey y la particularidad de ser una utopía puesta en acción.

Los arquetipos de lo verdaderamente humano son válidos aquí y allí, arropadas sus estructuras con diferentes trajes y abalorios que se corresponden a distintos lugares y tiempos del esoterismo de la Utopía siempre presente. (p. 188).

En el capítulo “Otras Utopías Renacentistas” vemos aparecer en escena un elenco de figuras que nos representan su utopía; y se queda una muda ante tanta belleza, arrebatado el corazón por un discurso que le hace alzar el vuelo y deleitarse embriagado por el licor de inmortalidad que destilan los capítulos de este libro, en este punto sobre autores como: Gemisto Pletón, que jugó un papel fundamental en el renacer de la Academia platónica en Florencia; León Hebreo con sus Diálogos de Amor; Luca Pacioli, la matemática como Utopía; Michael Maier y su Atalanta Fugiens (alquimia, música, imagen); Robert Fludd: el sello de la Utopía.

Las imágenes de este capítulo son muy numerosas y muy bellas, como asimismo en los anteriores pues ellas constituyen en este libro un componente importante. Y nos hablan iluminando los textos; no en vano algunas de las obras tratadas (como Atalanta Fugiens), son un libro de imágenes explicadas en breves líneas; y no podemos dejar de nombrar aquellas que ilustran las obras de Fludd –por ejemplo su Utriusque Cosmi Historia–, pues como nos dice Federico:

Es en los grabados donde Fludd desarrolla su inmensa utopía cósmica –en la que se anticipa a la era posterior donde lo visual tiene una importancia extrema– comentándola con frases del Corpus Hermeticum, de Ficino, y conclusiones mágico cabalísticas de Pico, o sea la literatura llamada con justicia hermética por tener al dios Hermes en su cúspide. (p. 167).

El capítulo XII, último del libro, lleva por título “La mujer y las Utopías del Renacimiento” y fue escrito como hemos visto anteriormente para el monográfico de Symbolos dedicado a “Lo Femenino - La Mujer”; en él se da cuenta del papel otorgado a la hembra en las distintas utopías que hemos visto en este libro y nos deja claro que:

La igualdad hombre-mujer no se da en base a planteamientos personales y de profesión sino que se produce por ser ambos hijos del Dios y la Diosa primigenios (Urano y Gea por ejemplo, entre los griegos), y poseer ambos un reflejo, aunque fuere invertido, pero suficiente, de la chispa divina, para pasar ellas a ser candidatas al Conocimiento, es decir herederas de la Sabiduría para lo cual toda valoración profana e historicista es sólo un aspecto secundario del asunto.

Mientras hombres y mujeres no encontremos la unión en el Conocimiento que prodigan dioses y diosas y no podamos mantener la imagen de la unidad del Cosmos, cada vez serán más irreconciliables los sexos, opuestos pero sin conjunción, enfrentados el uno con el otro, pese a las necesidades de todo tipo que no podrán solucionar conjuntamente. Lo cual significa la mayor fragmentación cósmica, donde ninguna armonía será ya posible.(164) (p. 281).

Dos apéndices: “Esquema de la isla de Citera”(165) y “Acerca de brujas, hechiceras y herejes en el Renacimiento español y la criminalidad de la Inquisición” más una extensa bibliografía y un índice de nombres, completan esta obra que nos ha sumergido en el ambiente esotérico del Renacimiento, iluminando un ámbito de nuestra conciencia, a la par que nos acercaba a ese momento de florecimiento de la Tradición Hermética en que brillan tantas estrellas, las que desde luego siguen presentes en el espacio atemporal donde el ser se reconoce en el Ser y, aún más Allá, se abandona en el misterio del No-Ser.

Revista Symbolos No 29-30 (2005): “Celebraciones”

Son muchas las voces que se suman en este número a la celebración del decimoquinto aniversario de la fundación de la revista, el vigésimo quinto de la del CES de Barcelona y el vigésimo del inicio de la distribución del Programa Agartha. Todos los que hemos tenido el honor y la alegría de participar, conscientes de la importancia de este movimiento hermético que florece en el ámbito hispano, celebramos de corazón estos aniversarios y hemos querido dejar constancia de ello en este número de Symbolos, así como en la serie de conferencias, exposiciones y otros actos realizados por el CES de Barcelona durante el año 2005.

Portada revista Symbolos 29-30

Pudiera pensarse que estos acontecimientos, en tanto que implican también sucesos personales de los colaboradores de esta publicación, no interesan sino a las individualidades de cada quien y que incluso estuviera mal visto celebrar hechos que debieran quedar entonces para las biografías de los interesados, o para el estudio “objetivo” y a posteriori de los estudiosos de los “movimientos esotéricos”. Sin duda esto último se hará o debería hacerse en buena lógica, siempre que la aceleración de los tiempos lo permita. Mientras tanto, somos nosotros, los que por las condiciones actuales debemos firmar con nuestros nombres, detalle sólo aparente y anecdótico cuando se trata en realidad de asuntos de origen no humano, los que queremos, y también porque debemos dar cuenta de unos hechos que pertenecen en sí mismos a la Historia de las Ideas.

(…)

Como luminaria actual que es para nosotros en el firmamento del esoterismo occidental, queremos destacar la Originalidad de la obra de Federico González, es decir sus Características propias en un universo intelectual que es también el de la Historia de las Ideas, que en el caso de lo sagrado es la manifestación de la Tradición (vertical) en el tiempo y el espacio.

En primer lugar, y en cuanto a la escritura, el lenguaje directo, sencillo en la medida de lo posible de acuerdo al temario del que se trata. O mejor: una lengua adecuada al tiempo en que se emite el mensaje, lo cual acaba conformando una manera de ver, y aún de ser.

El orden en el discurso, en el que puede advertirse una didáctica de fondo, observándose también la reiteración de una estructura circular.

Un estilo definido, que forma parte de la claridad del mensaje y traduce la unidad del pensamiento.

En cuanto al contenido, la visión de conjunto de las distintas disciplinas esotéricas especialmente de las occidentales y de su relación entre sí. En ella se manifiesta la unidad de la Vía Simbólica que conforma a la Tradición Hermética y que permite de por sí establecer relaciones con todas las expresiones de la Tradición Unánime.

La enseñanza de la Cábala cristiana como vehículo fundamental de esta Tradición Hermética de Occidente que no se encierra en el hermetismo grecoegipcio, e igualmente la del código simbólico del Tarot iluminado por aquella.

La explicitación de la Iniciación Hermética, y la reforma de la Masonería por el regreso a sus orígenes tradicionales.

La inclusión del Renacimiento, y la Filosofía y la Mitología griegas. Comprendiendo la Tradición Platónica y Neoplatónica, asumiendo estas corrientes que están en el origen del pensamiento occidental en un orden estrictamente guenoniano. Igualmente la presencia de un Cristianismo evangélico que destella a lo largo de toda la obra.

La apertura y verdadera interpretación de Guénon, efectuada desde el punto de vista hermético y de la Cosmogonía y la Ontología como soporte de la Metafísica. Basada en un conocimiento directo de aquello a lo que se está refiriendo, e iluminando muchísimos de sus aspectos ocultos por la rigidez y el literalismo con que suele leerse a dicha obra.

El énfasis en el No-Ser y en la diferencia entre Metafísica y Religión. Lo que constituye una defensa y exposición de las jerarquías intelectuales que conforman la Tradición y el esoterismo, y al mismo tiempo se ha expresado como la mayor afirmación de la obra misma del gran metafísico francés.

El estudio del simbolismo Precolombino y de las Tradiciones americanas como manifestación de la Tradición Unánime y la Cosmogonía Perenne.

La Ciclología como Vía de Conocimiento.

La importancia dada al libro como transmisor, fecundador y soporte del Conocimiento, propia de la Tradición Hermética y la Alquimia.

Por último, la difusión en Internet de los contenidos de la Revista SYMBOLOS y las demás obras y colecciones, con una edición dedicada, adecuada al medio, añadiéndose material escrito y visual no publicado en papel, y expresado todo ello en diferentes páginas de acuerdo a los temas tratados, lo que incluye asimismo textos inéditos en general o en castellano en particular, tanto de René Guénon como de otros autores, así como documentos y escritos que ilustran acerca de la Tradición Precolombina, la Hermética, la Alquimia y la Masonería.(166)

Federico González, 1979.
[Federico González, 1979]

Sobre este número de Symbolos, Vers la Tradition publicó en su No 108 (Juin - Juillet - Août 2007) una extensa reseña de John Deyme de Villedieu (†).

Centro de Estudios Simbólicos de Barcelona

El día 18 de junio del 2003 nuestro autor ofreció en esta sede, con el título de “Hermetismo de las Utopías Renacentistas” una primicia de su libro Las Utopías Renacentistas, esoterismo y símbolo. Y el día 19 presentó en la Biblioteca Pública Arús el No 25-26 de Symbolos: “Introducción a la Ciencia Sagrada” acompañado por miembros del CES de Barcelona y Zaragoza.

En el Col-legi d’Aparelladors i Arquitectes Tècnics, se inauguró el día 3 de febrero del 2005 la exposición “Barcelona Hermética”, clausurándose la misma el 10 de marzo. La acogida fue muy favorable y las críticas en todos los medios catalanes excelentes. La muestra constaba de 68 fotografías e iba acompañada por un libro con las reproducciones de la mayoría de los Hermes existentes en la ciudad, más de 100 bellísimas láminas, muchas de ellas en color. Este libro Hermes y Barcelona es obra de los miembros del CES y ha sido publicado por la Editorial Mediterrània en catalán y castellano, con el patrocinio del Institut Municipal del Paisatge Urbà i la Qualitat de Vida. Las fotos van acompañadas de textos que hablan de la simbólica de esta deidad, su historia y patronazgos y nos ayudan a percibir mejor la luz de esa presencia hermética en la ciudad condal.

En el mes de mayo del mismo año tuvieron lugar las jornadas “Homenaje a la Obra de Federico González” como celebración de los tres aniversarios que igualmente hemos visto conmemoraba la revista en su número doble de este año. Los días 3, 10, 17 y 24 del citado mes los miembros del CES de Barcelona en conferencias abiertas al público glosaron sobre la obra del fundador del CES. Los actos se celebraron en la sede del Centro y congregaron a un público numeroso. Asimismo, continuando con la celebración presentaron el día 7 de junio en la Biblioteca Pública Arús la Revista Symbolos.

No nos extendemos más en este apartado, sólo decir que las actividades durante este 2005 y tal como en años anteriores, fueron muy numerosas, realizándose cursos y conferencias a lo largo de todo el año. Asimismo continuaron reuniéndose semanalmente los grupos del Programa Agartha.

Gran Logia Operativa Latina y Americana

En el año 2005 la Gran Logia decide su disolución comunicándolo a aquellos que pudieran estar interesados en ello a través de su página web(167),   donde se colgó este comunicado:

Los Oficiales de la Obediencia han decidido su disolución, considerando que han cumplido una función y con el objeto de que cada uno de sus integrantes se reintegre a su soledad y al silencio del Sí Mismo.

Aunque se conservan los textos producidos en Logias dependientes de esta Federación, los cuales fueron escritos en sesiones ordinarias de los Talleres.

Aquellas que la conformaron: Valles de San José, Costa Rica, y los de Barcelona y Zaragoza, España, funcionarán ahora como Logias a cielo abierto, trabajando bajo los auspicios de la Bóveda Celeste.



NOTAS

(144) http://www.antologiaesoterica.com

(145) http://symbolos.com/s23bal4a.htm

(146) “La destrucción se producirá en tres escenarios, de abajo hacia arriba: primero el nivel de la tierra, en el que están incluidos como dijimos terremotos, maremotos, erupciones volcánicas, inundaciones, huracanes, ciclones, sequías, incendios naturales y desastres en general. También determinadas pestes. El segundo nivel se corresponde con el del hombre y está íntimamente relacionado con el primero; incluye igualmente, daños ecológicos a la Naturaleza: calentamiento, venenos y gases tóxicos, y enfermedades y accidentes contra la propia especie provocados por el ser humano, negligentemente o con conciencia de distinto grado, así como hambrunas, extremo despojo y miseria, injusticias, abusos, mentira, corrupción, traición, robo, estafa, asesinato y violencias, especialmente guerras –y terrorismos– que no dejarían la conflagración atómica de lado. En el tercer nivel, que se corresponde con el cielo, la batalla cósmica se da en un nuevo escenario con los astros y estrellas por protagonistas en el que hay que tener en cuenta que cualquier movimiento de ellos puede ser una catástrofe total en la Tierra, y también que unas decenas de años más o menos, apenas son segundos en una dimensión mucho mayor, que incluso abarca la anterior. La confirmación más clara de esto se encuentra en el propio libro de la Revelación de Juan (21,1) donde se habla claramente de una nueva tierra y asimismo de un nuevo cielo. Volvemos a insistir en que estos mundos o planos se encuentran estrechamente relacionados y se interpenetran los unos con los otros siendo el hombre también aquí un intermediario. De hecho, todo esto ya está ocurriendo.”

(147) “Es interesante observar que esta corriente disociadora, tajante, excluyente y totalitaria ha tomado diversos modos, desde el nacional-socialismo al comunismo, adoptando las formas violentas del terrorismo, propio hoy de las guerras religiosas. Nos permitimos resaltar aquí la siguiente cita, que encontrará nuestro lector en la correspondencia de René Guénon a A.K. Coomaraswamy, publicada en este No de Symbolos: “Soy de su parecer con respecto al Fascismo y a los otros regímenes similares actuales, que parecen querer oponerse a la ‘democracia’, pero que, en el fondo, están igualmente desprovistos de verdaderos principios.” (28 de marzo de 1937).”

(148) “En el colmo de la degradación y últimamente de modo asombroso constituyen actualmente –en jerga española– verdaderas mafias de ‘quinquis’ barriales, residuos tóxicos, lo que se entiende por excrementos.”

(149) Federico González. Hermetismo y Masonería, ob. cit. pág. 175.

(150) Introducción a la Ciencia Sagrada. Federico González y colaboradores. Barcelona 2003.

(151) Federico González: “La mujer y las utopías del Renacimiento”.

(152) Si uno lo que quiere es tener razón, no puede ver la verdad, su deseo se lo impide.

(153) Poimandrés I. Symbolos No 11-12.

(154) La mentira está muy cerca del miedo, que es un temor sin valentía. Lo más grosero, donde no hay cabida para la fe y la esperanza. Sólo la sabiduría puede rescatarla de sí misma. Es el lugar oscuro y tenebroso donde habita la bestia.

(155) La Masonería y el 11-M, Siete Maestros Masones. Ed. Symbolos, col. Papeles de la Masonería, 2004.

(156) Federico González, Las Utopías Renacentistas, Esoterismo y Símbolo. Ed. Kier, Buenos Aires 2004.

(157) Periodo al que de nuevo volverá el autor en su libro La Cábala del Renacimiento, Esoterismo y Símbolo, escrito en colaboración con Mireia Valls.

(158) Recordemos que también es el interés por la Cábala lo que le lleva a Barcelona.

(159) “La historia permanece viva más allá de cualquier restricción temporal. Es tan actual ahora como lo fue en su momento si uno puede penetrar en ella.” Las Utopías Renacentistas, pág. 13.

(160) Entre ellos Frances Yates, Edward Wind, P. O. Kristeller, E. Panofsky, F. Saxl, etc.

(161) El autor de Cristianópolis reunió grupos de trabajo bajo esta idea.

(162) En su tiempo “su genio fue disminuido, su integridad destrozada por las mentiras de cara a los soberanos y la corte, al punto que llegó a ser el hazmerreír de aquellos que no entendían sus puntos de vista y que a raíz de esta imposibilidad comenzaron a injuriarlo y a tramar su ruina a causa del odio que le tenían. A esto vino a sumarse la envidia después del descubrimiento”. pág. 153.

(163) Lector entre muchos otros de Platón, Aristóteles, Séneca, Pío II, Toscanelli y sobre todo la Biblia.

(164) ‘Dios, toda bondad y toda grandeza, Padre y Creador de todos los bienes, único Ser que posee la fecundidad de ambos sexos, creó al hombre a su imagen y semejanza, y lo creó macho y hembra, distinción que no consiste más que en la diferente situación de las partes destinadas a la procreación. Pero por lo demás, les concedió al hombre y a la mujer un alma idéntica y una forma del todo similar, forma que en modo alguno manifiesta la diversidad de sexos. En cuanto a la mujer, recibió la misma inteligencia que el hombre, la misma razón y la misma lengua, y tanto ella como él tienen como fin la beatitud, finalidad que no excluye a ningún sexo’. Cornelio Agrippa, De la Nobleza y preexcelencia del sexo femenino.”

(165) Por Joscelyn Godwin, de su traducción e introducción a la edición inglesa de Hypnerotomachia Poliphili.

(166) Josemanuel Río, Carta al Lector.